domingo, 7 de mayo de 2023

Constituyente chilena, ¿cuestión de procedimiento?

Por Luis Manuel Aguana

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¿Será posible que el día de hoy marque un antes y un después del constituyentismo latinoamericano? Puede ser. Hoy 7 de mayo de 2023, los chilenos eligen 50 representantes populares para llamado Consejo Constitucional, que tendrán la responsabilidad histórica de aprobar o rechazar, de acuerdo al procedimiento establecido, el texto del Anteproyecto de Constitución que será presentado por la Comisión Experta designada por el Congreso de Chile el 6 de junio del presente año.

El nuevo proceso constituyente, en pleno desarrollo en Chile, se da luego del rechazo de un 62% del pueblo chileno al primer proyecto constitucional presentado a su consideración el 4 de septiembre de 2022, y me convence todavía más de las profundas diferencias que tenemos los países latinoamericanos entre nosotros mismos para abordar los cambios, a pesar de la insistencia de muchos de que la llamada “fiebre” de Constituyentes se presenta por las mismas razones en todos nuestros países.

Aún teniendo Chile los más altos indicadores de desarrollo en Latinoamérica, el país político chileno consideró necesario colocarse de nuevo en la “zona delicada” de inestabilidad para revisar su texto fundamental, concepto que definiera  el Dr. Roberto Viciano Pastor, Director del Doctorado en Derecho Constitucional de la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia, y Coordinador General del Observatorio Latinoamericano sobre el proceso Constituyente de Chile, en la oportunidad de la primera discusión de la Constituyente chilena: “Los procesos constituyentes han surgido en América Latina, como también en otras partes del mundo, cuando aparece una importante crisis social. Si no hay una importante crisis social ningún Estado, ningún país se introduce en una zona delicada, en una zona en la cual es inestable, por definición, como es la de definir de nuevo las reglas de funcionamiento del Estado, de la economía, de la sociedad…” (ver Ideologización Constituyente, en https://ticsddhh.blogspot.com/2022/09/ideologizacion-constituyente.html).

Y al parecer, a pesar de tener los mejores indicadores de desarrollo de Latinoamérica, los chilenos consideran que existe una crisis social en el país que amerita un ajuste en el Pacto Social que los rige como Nación. Es importante señalar que la discusión de si esa crisis fue inducida o no por factores radicales de la izquierda chilena todavía está en el tapete. Pero esa no es la razón de esta nota, ya que independientemente del cómo se llegó a la convocatoria Constituyente, lo que sí es relevante para el destino de los chilenos es como se abordó en principio esa discusión, y como se desarrollará hasta parir un nuevo Pacto Social que le de estabilidad política a Chile

Luego del desastre político ocurrido para el Gobierno del Presidente Boric con el rechazo popular al proyecto constitucional en septiembre de 2022, los factores políticos agrupados en el Congreso diseñaron un mecanismo muy distinto para abordar la discusión Constituyente. En lo que al parecer todos acordaban fue que era necesaria una nueva Constitución para Chile. Y en un procedimiento mucho más controlado que el anterior, los políticos chilenos decidieron que el nuevo texto Constitucional no fuera redactado de buenas a primeras por unos Constituyentes electos, sino por una Comisión Experta de 24 personas, designada por el mismo Congreso, que produjera un Anteproyecto para someterlo a la consideración de un grupo más reducido de representantes populares, llamado Consejo Constitucional, constituido por 50 personas.

Tal vez el nombre de Comisión Experta no fuera el más apropiado porque era claro que estaría compuesta por políticos de todas las tendencias. Debió quizás haberse llamado Comisión Política. Pero como en todos los países, incluyendo el nuestro, los políticos están devaluados, de allí que el Congreso chileno decidiera crear un Comité de Admisibilidad (llamado también de Arbitraje) compuesto por 14 juristas reconocidos para garantizar que el texto producido por la Comisión Experta se ajuste a unas Bases Constitucionales acordadas previamente y que no fueran violadas bajo ningún concepto.

Se redactaron 12 Bases Constitucionales que funcionan como un marco que no puede ser traspasado por la nueva Constitución, como por ejemplo el nombre del país y su carácter democrático, emblemas nacionales, tres Poderes Públicos independientes, el respeto a los Derechos Humanos, respeto a los pueblos indígenas, la garantía a las libertades fundamentales, subordinación de las FFAA al poder civil (ver Bases Constitucionales del proceso Constituyente, en  https://lupaconstitucional.malaespinacheck.cl/2023/03/05/cuales-son-las-bases-constitucionales-del-proceso-constituyente/).

Una vez elaborado el Anteproyecto definitivo de Constitución, la Comisión Experta entrega al Consejo Constitucional, que tiene, desde el 7 de junio al 7 de octubre, tres meses para aprobar y/o modificar el Anteproyecto. Existirá también una Comisión Mixta compuesta por 12 miembros, 6 de la Comisión Experta y 6 del Consejo Constitucional electo, para buscar soluciones a cualquier diferencia presentada una vez sometido el Anteproyecto a la consideración del Consejo Constitucional.

Una vez hecho eso, el texto vuelve a la Comisión Experta que tiene 5 días para responder. Finalizado ese tiempo y con el texto de vuelta, el Consejo Constitucional revisa el trabajo final, y lo aprueba con 3/5 de sus miembros (30 Consejeros) o lo rechaza con 2/3 de sus miembros (33 Consejeros). De ser aprobado, someterán públicamente el texto al pueblo el 7 de noviembre de 2023, donde en poco más de un mes, el 17 de diciembre de 2023, será sometido a Plebiscito al pueblo chileno (ver Nuevo proceso paso a paso – Bloque político, en https://youtu.be/X3VeJLMgFjA).

Todo este procedimiento, más controlado, puede darle a Chile un texto Constitucional, más ajustado a las expectativas de todos, en el medio de las diferencias políticas extremas que se sucedieron en el marco de la discusión Constituyente del pasado intento que fracasó en 4 de septiembre de 2022.

Con sana envidia veo que los chilenos han respondido políticamente a la urgencia de obtener un Pacto Social conveniente para todos utilizando un procedimiento ajustado a su idiosincrasia política, mejorando claramente el procedimiento anterior que daba a los Constituyentes la responsabilidad directa de esa tarea.

Lo ocurrido en Chile trajo a mi memoria un procedimiento similar, utilizado en España en 1977 para la elaboración y aprobación de la Constitución Española de 1978, donde el Congreso de los Diputados creó una Comisión Constitucional con el encargo de redactar un Proyecto de Constitución. La Comisión tardó aproximadamente 5 meses (entre agosto y diciembre de 1977) en cumplir su misión. La diferencia fundamental fue que en el caso español no se eligió una representación popular para la aprobación del Anteproyecto, sino que fue directamente sometido a Referéndum  popular una vez que este fuera aprobado por ambas Cámaras del Congreso español (ver Elaboración y aprobación de la Constitución Española de 1978, en  https://app.congreso.es/consti/constitucion/elaboracion/index.htm).

Esta mezcla de procedimiento político y experticia jurídica, que ha dado a los españoles casi 45 años de estabilidad política, es lo que ha sido aplicado en Chile con las diferencias correspondientes ajustadas a su problema, dando al resto de los países latinoamericanos una lección de madurez política. Los venezolanos, al abordar un proceso Constituyente necesario en el país en virtud de la completa destrucción de la institucionalidad política, deberemos abordar el procedimiento más idóneo, como el que alcanzaron los chilenos, que nos garantice la mayor suma de estabilidad política. Ojalá que cuando lleguemos allí estemos como ellos, a la altura de ese compromiso…

Caracas, 7 de Mayo de 2023

Blog: TIC’s & Derechos Humanos, https://ticsddhh.blogspot.com/

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sábado, 29 de abril de 2023

La necesidad de una transición

Por Luis Manuel Aguana

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Algunos me dirán que más que una necesidad es una urgencia. Pero mi análisis en esta nota va en otra dirección. Si bien es cierto que urge que quienes detentan ilegítimamente el poder en Venezuela se vayan para proceder a los cambios que la población requiere, se ha convencido a la población, a mi juicio de una manera muy irresponsable, que al cambiar un Presidente por otro en unas elecciones “con condiciones”, las cosas en Venezuela cambiarán como el que de repente despierta de una pesadilla.

 Los partidos que se dicen opositores se aprestan para “competir” en unas elecciones “primarias” para seleccionar un “candidato” que se medirá con el régimen y que de esa “justa” saldrá la respuesta a todas nuestras desgracias. Y lo peor de todo eso es que el mensaje que le enviamos a los cuatro rincones del planeta es que en Venezuela se pueden resolver de esa forma las cosas con un régimen que persigue, secuestra y asesina personas para mantenerse en el poder. ¿Hasta dónde se puede mantener esa contradicción?

Los “precandidatos” de esas “primarias” hacen campañas electorales por toda Venezuela, invocando que estamos en una dictadura, sin percatarse que a los ojos del mundo que no nos conoce, cualquiera diría que si así fuera no existiesen ningunas primarias o posibilidad alguna de unas elecciones para salir del régimen. La lógica cartesiana diría que, o estamos en una dictadura y no hay posibilidad alguna de elecciones de ningún tipo, o esto es un completo teatro de esa dictadura para mantenerse en el poder.

Y como si estamos, no en una dictadura, sino en una narco-tiranía militarizada, como acertadamente la bautizara mi estimado amigo Diego Arria, entonces la conclusión lógica sería que lo que estamos presenciando en Venezuela con el show electoral –primarias incluidas- es un gran montaje para, de nuevo, eternizar a los delincuentes en el poder.

Y si existiera alguna posibilidad de que se lograra un nuevo presidente por alguna vía, luego de la narco-tiranía militarizada, incluyendo la electoral -no por el conteo de los votos del régimen sino por una rebelión social producto de otro fraude abierto a la voluntad del pueblo de Venezuela- lo que necesariamente tendría que seguir nunca podría ser un periodo constitucional como los que solíamos tener durante los 40 años de democracia, sino un gobierno de transición y de emergencia nacional capaz de neutralizar a los delincuentes que ahora gobiernan, que no se irían mansamente del país, y que se refugiaran en la violencia para evitar su captura por los crímenes que han cometido en contra del país y los venezolanos. Ese sería el escenario real que viviríamos en Venezuela después de que estos delincuentes abandonen el poder, por la vía que sea.

Entonces ese sainete de Narnia, donde unos “candidatos” pretenden alcanzar la Presidencia de la República mansamente con los votos, con una narco-tiranía militarizada en el poder, debería sincerarse a los venezolanos, y que todos los que realmente crean en los hechos que efectivamente estamos afrontando, comiencen por decir las cosas como son, reuniéndose para establecer estrategias claras para el logro de ese gobierno de transición y entre todos ellos decidir quien podría ser el que lo encabezara.

Y allí no vale quien es el que tiene más simpatía de los votantes, porque los venezolanos ya están hartos de eso, porque dejó de ser una cuestión de votos, sino de legitimidad ética, moral y política de aquellos que tengan la disposición de enfrentar los caminos duros que se requieren recorrer para llegar a establecer ese gobierno de transición. El norte de esas personas debe ser uno y solo uno: bajar a la tiranía del poder. Los votos decidirán, luego de esa transición, quien conducirá los destinos del país.

¿Decidieron los votos la transición de Venezuela en 1945? ¿Decidieron los votos la Junta de Gobierno de 1958? Los votos decidieron el gobierno de Rómulo Gallegos en 1947, después de una Constituyente que definió los Derechos Civiles de los venezolanos, y los votos decidieron el gobierno de Rómulo Betancourt en 1958, después de un Pacto de Punto Fijo que definió el período más largo de paz, progreso, democracia y libertad que Venezuela ha tenido, y que produjo una Constitución en 1961 en la que todos acordamos un mínimo de convivencia.

Algo de semejante grandeza política es lo menos que podemos exigir los venezolanos. Nadie se puede tragar lo que está ocurriendo políticamente en Venezuela. Unos partidos que se volvieron locos y acabaron con una Presidencia Encargada reconocida internacionalmente, delante de un país que se quedó atónito prácticamente sin conducción política opositora. ¡Qué vergüenza delante de todo el mundo! Un país que fue capaz de parir una extraordinaria generación de políticos de altura capaces de llegar a acuerdos de esa magnitud, se ha transformado en un país que exhibe pordioseros políticos como cartas de presentación.

Seguros como estamos que Venezuela está en manos de delincuentes, los votos debemos usarlos para cuando puedan funcionar para el bien de la democracia. Lo que hoy corresponde es formalizar un gran Pacto entre demócratas verdaderos, como se hizo en la Quinta Punto Fijo el 31 de octubre de 1958, de quienes apartando su ego, den un paso adelante para el rescate del país, y cuyo primer compromiso con los venezolanos sea la Refundación de Venezuela a través de un proceso Constituyente, como se hizo en 1946, al tiempo de constituir un gobierno de transición entre todos para ponerse al frente de la administración de lo que quede después que los narco delincuentes quemen Venezuela por los 4 costados antes de irse, porque eso es lo que harán.

¿Quién presidirá ese Gobierno de Transición? ¡Decídanlo entre ustedes! Entre quienes  hayan demostrado la mayor experiencia de Estado, ética, honestidad moral personal y profesional, sabiduría, trabajo en equipo, y por sobre todo reconocimiento político nacional e internacional. ¿Es muy difícil encontrar un venezolano (a) con esas condiciones y que no traicione esa aspiración de todos de recuperar la Nación? No lo creo. Pero será muy difícil si lo buscan entre quienes se han canibalizado entre sí en la oposición oficial, buscando el poder y no nuestro bienestar.

En 1993 los partidos buscaron esa figura cuando las columnas de la democracia se tambalearon tras la destitución de un Presidente en ejercicio, por la estupidez de una clase política en decadencia. Pues bien, al parecer estamos en una situación parecida. Aunque la solución fue tardía, porque el verdadero error ya lo habían cometido y que nos ha costado la presencia de Hugo Chávez en la política venezolana, Ramón J. Velásquez condujo con mucho trabajo el barco al puerto de una nueva elección. ¿Podrán tener los políticos venezolanos la altura suficiente para asumir ese reto? La respuesta a esa pregunta definirá el destino de Venezuela…

Caracas, 29 de Abril de 2023

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