jueves, 1 de junio de 2023

Narrativas interesadas

Por Luis Manuel Aguana

English versión

La carga más pesada es… la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será.

Milán Kundera

Cuando leí por primera vez esa frase en una novela del autor checoslovaco Milán Kundera (1), me impactó mucho. Y más aún cuando el novelista se preguntaba qué deberíamos elegir cuando, por el contrario, la levedad nos despegara de la tierra, haciéndonos superficiales e irrelevantes. Y mi preferencia en ese caso siempre fue la carga, así fuera incómoda. Claro está que lo que no decía allí era si tomaríamos la misma decisión si la carga era impuesta por las acciones de otro. En todo caso igualmente te pegará a la tierra, quiéralo o no, haciendo la vida más real y verdadera, como lo indicaba Kundera.

Nos basta vivir en la Venezuela de hoy para sentir que la carga impuesta por las acciones de unos delincuentes a los venezolanos es verdadera, lo que nos bajó de golpe de la nube, a una realidad cruel impuesta desde aquel país rico que nos creímos ser hace muchos años. Esa “narrativa” que indicaba que cada venezolano nacía con un pozo de petróleo en el patio de su casa y podía comprarse al mundo, fluyó a todos los rincones del planeta. Y por eso fuimos muy generosos con cada país del mundo con problemas políticos y económicos desde que tuvimos esa riqueza no salida de nuestro trabajo. Algunos vinieron a hacer familia, pero otros a vivirnos e irse, pero todos disfrutaron de nuestra levedad –citando a Kundera- que ahora, en términos generales, olvidan convenientemente.

Cobra entonces la mayor importancia lo que las personas crean del cuento venezolano, en especial aquellas que pueden tener una influencia decisiva en lo que pasará en nuestro país. En otras palabras, lo que las personas perciben de nuestra realidad proviene de una “narrativa” que se repite y repite hasta la saciedad, y que termina siendo lo que las personas creen, así eso no sea verdad. He tratado este tema en una nota anterior (ver La percepción es realidad, en https://ticsddhh.blogspot.com/2016/08/la-percepcion-es-realidad.html).

 

Es importante entonces que definamos bien el término “Narrativa”, comenzando por lo que dice el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE): Narrativo, va: Existen 4 acepciones: “1. adj. Perteneciente o relativo a la narración. Género, estilo narrativo. 2. f. Género literario constituido por la novela, la novela corta y el cuento. 3. f. p. us. narración (‖ acción de narrar). 4. f. p. us. Habilidad o destreza en narrar o en contar algo. Tiene gran narrativa” (ver Narrativo, va, en https://dle.rae.es/narrativo#QGmJhdD).

 

Si vamos al concepto, Se entiende por narrativa la descripción oral o escrita de un acontecimiento, real o ficticio, con el fin de persuadir y entretener al espectador, el cual puede ser un lector o un oyente” (ver Qué es narrativa, en https://www.significados.com/narrativa/). El término “narrativa” fue tomado prestado de la literatura por la política para referirse al conjunto de ideas, valores y relaciones que se proponen desde una concepción o modelo de país, y que parten de una relación específica con el pasado y con el futuro, es decir, que proponen un relato a su manera” (ver Narrativa, en https://concepto.de/narrativa/).

 

De lo anterior deducimos que se trata de un estilo en prosa -el cuento, pues- que se echa al mundo acerca de una realidad política percibida. Y si se desea que esa realidad se perciba interesadamente de otra manera, simplemente se varía el cuento, y dependiendo de las condiciones y los medios que se dispongan, esta se percibirá como una verdad más grande que un templo.

 

Y si de algo disponen los socios internacionales del régimen, es de recursos para distorsionar una realidad y volverla “verdadera” acomodándola a sus intereses, haciendo que el mundo perciba otra cosa. Y ya sabemos que la percepción es realidad.

Es por eso que en un intento por distorsionar la realidad, el Presidente de Brasil, Lula da Silva, dice en su Cumbre que “Ustedes (dirigiéndose a Maduro) saben muy bien cuál es la narrativa que se ha construido con respecto a Venezuela, del autoritarismo, de la antidemocracia. Esa narrativa ustedes la tienen que destruir mostrando su propia narrativa para que la gente cambie de opinión” (ver El Nacional, en https://bitlysdowssl-aws.com/venezuela/construya-su-propio-discurso-lula-da-silva-dice-que-autoritarismo-en-venezuela-es-una-narrativa-construida-por-enemigos/).

Pero, ¡cuidado! A pesar de las reacciones a ese discurso por parte de Presidentes democráticos, como Luis Lacalle Pou, de Uruguay, y Gabriel Boric, de Chile, quienes manifestaron que en Venezuela no existe democracia y estamos en manos de un autoritarismo que no se puede esconder tras “narrativas”, por el contrario, si aceptan que en nuestro país se puedan realizar elecciones libres, justas y verificables en el medio de una espantosa tiranía.

¿Cómo se entiende eso? Entonces la percepción de la realidad de Lula da Silva no está muy lejos de la verdad. Lo que haría falta sería que la “narrativa” interesada de Maduro se termine de imponer cuando en el medio de un fraude electoral, como el ocurrido en Brasil, se legitime el régimen frente a la Comunidad Internacional, y en especial la Latinoamericana, que ya está desesperada por acabar con la “incomodidad” de una Venezuela exportadora de migrantes.

Se autoengañan los gobiernos latinoamericanos si piensan que legitimando al régimen de Maduro a través de unas elecciones controladas por él, se acabará el éxodo de venezolanos, porque eso no es más que la consecuencia de un régimen que ha destruido institucionalmente a Venezuela en todos los órdenes.

Entonces, necesariamente los demócratas venezolanos, tenemos y debemos construir otra narrativa y movilizarla interesadamente a nivel internacional, que explique que NO ES POSIBLE una solución que aborde al problema de la migración de venezolanos al continente, sin que en Venezuela el pueblo venezolano se exprese libremente y sin una tiranía gobernando al país.

ANCO ha expresado un sinnúmero de veces que esa solución no pasa por la elección de un salvador de la patria y menos con la tiranía de Maduro controlando el sistema electoral venezolano, sino a través de la elección de los representantes del pueblo a una Asamblea Nacional Constituyente Originaria, con la Comunidad Internacional como árbitro imparcial, respaldando ese proceso.

Sin embargo, es muy claro que el régimen no estará dispuesto a una solución como esa en tanto, y en cuanto la “narrativa” internacional que se imponga sea que “saldremos” del régimen, y del éxodo, en consecuencia, si hacemos elecciones en el año 2024, legitimando a la tiranía. Pero me suena que los países del continente esperarán la nueva “narrativa” de Maduro sugerida por Lula da Silva, a contra vía de una realidad que indica un régimen criminal de Lesa Humanidad.

¿Hay tiempo para imponer otro curso de acción derivado de una nueva narrativa en beneficio de los venezolanos? No lo sé. Lo que sí sé, es que es un buen momento para comenzar a trabajar en ella e ir influyendo los oídos de presidentes, ex presidentes de países, organizaciones internacionales, o cualquier otro “influencer” con poder en el ámbito internacional para que se imponga una nueva narrativa. Estoy seguro de que eso les convendría más a los países latinoamericanos, aunque todavía no lo sepan. Por eso concluyo con otra frase de Kundera: “la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones”

Caracas, 1ro. de Junio de 2023

Blog: TIC’s & Derechos Humanos, https://ticsddhh.blogspot.com/

Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana

(1) La insoportable levedad del ser, Milán Kundera, Colección Andanzas, Tuskets Editores, 1985.

sábado, 27 de mayo de 2023

Gómez del siglo XXI

Por Luis Manuel Aguana

English versión

Habida cuenta de los procesos políticos que se están llevando a cabo en Latinoamérica, los venezolanos caemos frecuentemente en la costumbre de buenas a primeras de compararlos con lo que está ocurriendo en nuestro país. Y a veces esas comparaciones no son posibles porque cada pueblo tiene su propia manera de afrontar los mismos problemas, y precisamente las comparaciones tienen lugar porque se refieren al problema y no a la forma que cada uno tiene de resolverlo, porque somos seres humanos, cuya respuesta como sociedad pasa por el gentilicio, las costumbres y su historia.

Los venezolanos solo podemos compararnos con nosotros mismos, y más allá que otros pueblos del continente estén pasando por una situación que eventualmente podríamos extrapolar, difícilmente la manera como lo están resolviendo no podría ser traspasada sin pasar antes por el filtro de quiénes somos y lo que hemos hecho.

Los venezolanos somos poco dados a mirar el pasado, y nos encuadramos más en aquella célebre frase del “como vaya viniendo, vamos viendo”, que encierra una respuesta diferente a cada situación, sin prestar atención a que en un pasado no tan lejano tuvimos una situación similar, y ahora no estamos aplicando nada de lo aprendido de ella, sino que fabricamos cada vez una respuesta nueva, sin pensar.

Estas breves líneas no cambiarán nuestra manera de asumir la realidad. Pero los venezolanos, como indique, solo podemos compararnos con nosotros mismos, de allí que sea interesante contemplar por un momento un período de la historia contemporánea del país que nos haga ver como en un espejo que fue lo que pasó y como las fuerzas políticas y el contexto histórico derivado de una situación muy semejante a la actual, sumado a nuestra manera de ser y de afrontar los conflictos, parió una respuesta política de la cual todavía quedan restos en la conciencia colectiva de los venezolanos.

No es la primera vez que un gobierno ha arruinado a los venezolanos de todas las formas posibles, como lo ha hecho la dupla Chávez-Maduro. El ejemplo histórico del gobierno de Cipriano Castro a principios del siglo XX es tal vez el ejemplo más cercano a nuestra realidad actual. Y cuando una enfermedad, sumada a sus propios miedos de ser eliminado por sus enemigos políticos, le cede el poder “temporalmente” a su compadre Juan Vicente Gómez, a la postre vicepresidente de la República, para ir a tratarse médicamente al exterior. Es ese el momento que aprovecha Gómez para deponerlo del poder en diciembre de 1908.

Pero la cosa no fue tan simple. Previamente, habían ocurrido eventos muy graves durante el gobierno de Castro que fueron protagonizados por la entonces Comunidad Internacional en contra de Venezuela, como lo fue el bloqueo a nuestras costas de diciembre de 1902, protagonizado por buques de Gran Bretaña y Alemania. “Como excusa, se invocaron las deudas no pagadas y los daños causados, verdaderos o supuestos, según se alegaba, a bancos y personas naturales de esas naciones” (1)(Pág. 69). Esa agresión no fue de ninguna manera espontánea, y esos barcos no llegaron a Venezuela sin el conocimiento previo del gobierno de los Estados Unidos. Hubo un año de preparación antes de ese incidente.

Efectivamente, la intención de esos países expuesta en Washington por el embajador de Alemania al Secretario de Estado, John Hay, fue doblegar a Castro a la fuerza por el cobro de deudas, y ocupar “temporalmente”, en una especie de alquiler, las aduanas de La Guaira y Puerto Cabello, si el bloqueo a las costas no era suficiente Eso fue autorizado por el gobierno de los Estados Unidos, en tanto y en cuanto no existiera ocupación del territorio venezolano por parte de esas potencias, en respeto a la Doctrina de Monroe (1)(Pág.70).

Pero las potencias se excedieron en su reclamo, entrando a la fuerza al país, y los EEUU intervinieron a favor de Venezuela, obligándolos a retirar sus naves, previa negociación por Venezuela en Washington: “El bloqueo fue suspendido luego de la firma de los “protocolos de Washington” a la medianoche del 14-15 de febrero de 1903” (1)(Pág.75).

Pero pese al retiro de los barcos, la deuda siguió allí: “El Tribunal de Arbitraje de la Haya dictaminó a favor de Alemania, Gran Bretaña e Italia en la prioridad que solicitaban para el pago de sus reclamaciones sobre los otros acreedores. Este fallo se produjo el 22 de febrero de 1904”… “No solo eran Alemania, Gran Bretaña e Italia los supuestos acreedores. A la lista se añadían Estados Unidos, Bélgica, México, Francia, Los Países Bajos, España, Suecia y Noruega que tenían diversos reclamos…”. (1)(Pág. 80-81). En esa negociación Venezuela dio en garantía los ingresos de las aduanas de la Guaira y Puerto Cabello.

A mediados de 1908 ya la situación de Castro es insostenible frente a la Comunidad Internacional: “El 13 de junio de 1908 el Secretario de Estado, Elihu Root, instruyó al Encargado de Negocios de los EEUU en Caracas, Jacob Sleeper, cerrar la legación y romper relaciones” (1)(Pág. 94). Al decir del historiador, político y periodista, Simón Alberto Consalvi, “Al dar el golpe de Estado, piensa en las grandes alianzas con naciones poderosas. Tenía muy claro que Castro se había granjeado su enemistad y, de allí en adelante, todo cambiaría en las relaciones exteriores de Venezuela con el mundo. Una demostración de júbilo mundial la dio el New York Times al registrar la noticia de la caída de Castro, al titularla así: “All civilized Nations Rejoiced”, o sea, la gran euforia universal en Europa y en Estados Unidos, únicos lugares civilizados de la tierra…” (1)(Pág. 96).

Como se puede notar, la Comunidad Internacional, no ha cambiado ni un ápice en sus decisiones de política, a pesar de los años, así como el tratamiento repleto de intereses que dan a sus amigos, que pudo utilizar Gómez a su favor, porque Castro no era ninguna garantía para el pago de deudas. Pero ¿y Venezuela? ¿Cómo se encontraba el país que dejaba Cipriano Castro y que  encontraría un individuo cuya situación única lo ponía al frente de un país destruido y endeudado? Eso nos lo cuenta Arturo Uslar Pietri:

“Indudablemente, la Venezuela que recibe Gómez el año 1908, es un país desangrado por la guerra civil, un país arruinado, un país destruido económicamente, un país profundamente dividido por el caudillismo histórico, y que en el fondo de su alma deseaba paz, deseaba sosiego, deseaba orden, deseaba disciplina, y esto es lo que Gómez instintivamente le va a dar. Le va a dar porque él es un hombre de esa condición que siente que el bien, de la disciplina, del trabajo es el primer bien, cuyo programa de gobierno es sencillamente “Unión, Paz y Trabajo”, es decir, vamos a acabar con las divisiones, vamos a poner a la gente a trabajar, vamos a mantener a la gente bajo una disciplina paternal que él iba a ejercer con una mano dura…” (ver Juan Vicente Gómez, por Arturo Uslar Pietri, en  https://youtu.be/UtoqFpj2_eI?t=622)

¿Les parece conocida esa situación? Nunca, como antes, esta tiranía de casi 24 años nos ha hecho retroceder al menos un siglo al mismo o peor lugar. Un país desangrado por una guerra civil que hemos confrontado con el régimen, con muertos, perseguidos, presos, torturados y exiliados, con un componente adicional de movilización forzada al exterior de la población civil de casi 8 millones de personas; un país arruinado, destruido y endeudado económicamente; un país profundamente dividido por sus caudillos políticos, cuyos egos y apetitos han destruido la gobernabilidad de Venezuela. Y todavía seguimos siendo a la vez el mismo país que desea con ansia, paz, sosiego, orden y disciplina. Lo que nos falta, de acuerdo a ese espejo de la historia, sería un Gómez del siglo XXI. ¿Y qué debería hacer ese supuesto personaje? Arturo Uslar Pietri lo pone en el espejo, para que los venezolanos nos reflejemos y aprendamos de la historia en esta realidad:

“Esa situación la va él a completar con dos cosas muy importantes: va a sanear la situación financiera del país, el país había vivido en quiebra financiera durante todo el siglo XIX, y el Gral. Gómez va a ser una especie de maniático de que el país no tenga deudas, de que el país no tenga problemas con las potencias extranjeras, de que el país esté al día en sus recursos, de que el país tenga reservas, y esto lo logra. Logra poner orden en las finanzas, logra acumular reservas cuantiosas para su tiempo. Y luego hace una obra también que va a destruir a los caudillos, va a acabar con los ejércitos personales de los caudillos, y va a crear un Ejército Nacional. Esta obra de la creación de un Ejército Nacional es una obra que él realiza lentamente con la ayuda de muchos hombres que entendieron esa necesidad para cambiar la situación de Venezuela…” (ver Juan Vicente Gómez, por Arturo Uslar Pietri, en  https://youtu.be/UtoqFpj2_eI?t=660). ¿Existirá entre nosotros ese maniático que desee ver al país sin deudas? No lo sé, pero se necesita.

En resumen, luce simple, pero no lo es: pagar lo que se debe fuera y unificar al país. En la época de Juan Vicente Gómez, eso último significo acabar con los ejércitos personales de los caudillos con la creación de una Fuerza Armada bajo su único mando. En la actualidad ese Gómez del siglo XXI se encontrará igualmente con frentes armados en todo el país, producto de la irresponsabilidad de este régimen, y deberá combatirlos a la fuerza que tuvo Gómez en su tiempo, hasta alcanzar la paz. Pero también tendrá que acabar con el caudillismo de los partidos, y eso solo lo logrará a través de un proyecto común de país que unifique a los venezolanos, con un solo propósito: Refundar la Nación para construirla nuevamente a través de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. De otra manera, la historia que no se aprendió se repetirá de nuevo…

Caracas, 27 de Mayo de 2023

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Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana

(1) Simón Alberto Consalvi, Juan Vicente Gómez – Biografía, Libros El Nacional, Editorial SEC, S.A. 2007