lunes, 5 de septiembre de 2011

Political Repression 2.0

By Evgeny Morozov

September 1, 2011
Palo Alto, Calif.

Agents of the East German Stasi could only have dreamed of the sophisticated electronic equipment that powered Col. Muammar el-Qaddafi’s extensive spying apparatus, which the Libyan transitional government uncovered earlier this week. The monitoring of text messages, e-mails and online chats — no communications seemed beyond the reach of the eccentric colonel.

What is even more surprising is where Colonel Qaddafi got his spying gear: software and technology companies from France, South Africa and other countries. Narus, an American company owned by Boeing, met with Colonel Qaddafi’s people just as the protests were getting under way, but shied away from striking a deal. As Narus had previously supplied similar technology to Egypt and Saudi Arabia, it was probably a matter of public relations, not business ethics.

Amid the cheerleading over recent events in the Middle East, it’s easy to forget the more repressive uses of technology. In addition to the rosy narrative celebrating how Facebook and Twitter have enabled freedom movements around the world, we need to confront a more sinister tale: how greedy companies, fostered by Western governments for domestic surveillance needs, have helped suppress them.

Libya is only the latest place where Western surveillance technology has turned up. Human Rights activists arrested and later released in Bahrain report being presented with transcripts of their own text messages — a capacity their government acquired through equipment from Siemens, the German industrial giant, and maintained by Nokia Siemens Networks, based in Finland, and Trovicor, another German company.

Earlier this year, after storming the secret police headquarters, Egyptian activists discovered that the Mubarak government had been using a trial version of a tool — developed by Britain’s Gamma International — that allowed them to eavesdrop on Skype conversations, widely believed to be safe from wiretapping.

And it’s not just off-the-shelf technology; some Western companies supply dictators with customized solutions to block offensive Web sites. A March report by OpenNet Initiative, an academic group that monitors Internet censorship, revealed that Netsweeper, based in Canada, together with the American companies Websense and McAfee (now owned by Intel), have developed programs to meet most of the censorship needs of governments in the Middle East and North Africa — in Websense’s case, despite promises not to supply its technology to repressive governments.

Unfortunately, the American government, the world’s most vociferous defender of “Internet freedom,” has little to say about such complicity. Though Secretary of State Hillary Rodham Clinton often speaks publicly on the subject, she has yet to address how companies from her country undermine her stated goal. To add insult to injury, in December the State Department gave Cisco — which supplied parts for China’s so-called Great Firewall — an award in recognition of its “good corporate citizenship.”

Such reticence may not be entirely accidental, since many of these tools were first developed for Western law enforcement and intelligence agencies. Western policy makers are therefore in a delicate spot. On the one hand, it is hard to rein in the very companies they have nurtured; it is also hard to resist the argument from repressive regimes that they need such technologies to monitor extremists. On the other hand, it’s getting harder to ignore the fact that extremists aren’t the only ones under surveillance.

The obvious response is to ban the export of such technologies to repressive governments. But as long as Western states continue using monitoring technologies themselves, sanctions won’t completely eliminate the problem — the supply will always find a way to meet the demand. Moreover, dictators who are keen on fighting extremism are still welcome in Washington: it’s a good bet that much of the electronic spying done in Hosni Mubarak’s Egypt was done with the tacit support of his American allies.

What we need is a recognition that our reliance on surveillance technology domestically — even if it is checked by the legal system — is inadvertently undermining freedom in places where the legal system provides little if any protection. That recognition should, in turn, fuel tighter restrictions on the domestic surveillance-technology sector, including a reconsideration of the extent to which it actually needs such technology in our increasingly privacy-free world.

As countries like Belarus, Iran and Myanmar digest the lessons of the Arab Spring, their demand for monitoring technology will grow. Left uncontrolled, Western surveillance tools could undermine the “Internet freedom” agenda in the same way arms exports undermine Western-led peace initiatives. How many activists, finding themselves confronted with information collected using Western technology, would trust the pronouncements of Western governments again?

Evgeny Morozov is a visiting scholar at Stanford University and the author of “The Net Delusion: The Dark Side of Internet Freedom.”

Fuente: New York Times, 1-9-2011
http://www.nytimes.com/2011/09/02/opinion/political-repression-2-0.html

domingo, 4 de septiembre de 2011

Los opositores de Vichy

Por Luis Manuel Aguana

La ocasión del Censo 2011 ha puesto en prueba la actitud real de algunos partidos y precandidatos de la oposición democrática en relación a qué postura asumir ante este nuevo instrumento del régimen de Hugo Chávez. Ha sido variopinta la posición ante el Censo 2011, desde no decir nada hasta declararse abiertamente a favor, pasando por el análisis del cuestionario excluyendo preguntas consideradas como una seria intromisión a la intimidad de las personas, solicitando al TSJ la anulación de tales preguntas del cuestionario.

No tengo la intención desde estas líneas dividir a la oposición democrática organizada, solo establecer la existencia de la policromía de nuestro liderazgo opositor en relación a temas controversiales, que en algunos casos, como el que nos ocupa, rayan en lo contradictorio y que ponen en riesgo la seriedad y la coherencia del discurso en contra del régimen actual, razón por la cual no debe extrañarse del porque el país opositor desconfía del liderazgo de algunos lideres.

Deseo hacer notar aquí que la posición que algunos voceros de la sociedad civil hemos tomado en relación al Censo 2011 no se corresponde con una reacción de oposicionismo a ultranza. Es una respuesta coherente y sustentada ante las ejecutorias históricas de este gobierno que han ocasionado angustia y dolor a la familia venezolana en los últimos 13 años. El solo mencionar la Lista de Tascón, las persecuciones y expropiaciones, la muerte de Franklin Brito, las vejaciones a la Dra. María Afiuni y la condena injusta de 30 años a los Comisarios Simonovis, Vivas y Forero, son solo una muestra de que tenemos razones válidas de porqué preocuparnos ante cualquier cosa que hagan que pueda significar un nuevo episodio de persecución.

Ahora bien, cuando uno ve por televisión a precandidatos presidenciales de la oposición hacerse públicamente el cuestionario del Censo 2011 conociendo mejor que nadie esta situación, no puede uno menos que preguntarse: ¿A que esta jugando esta persona? ¿Es que el gobierno le ha dado alguna cosa que nosotros no sabemos? ¿Qué coherencia de discurso puede tener para condenar la Lista de Tascón y a la vez avalar otra posible violación a la intimidad y privacidad de los venezolanos? Es la coherencia en las ejecutorias lo que la gente ve, no lo que dicen los lideres. Intentan decir que el Censo es algo “normal” para la ejecución de políticas públicas cuando en realidad saben de sobra que la única política pública valida es la que ordena el Comandante Presidente todos los domingos en su Aló Presidente. ¿Que seriedad entonces es esa? ¿Cómo pueden pretender que yo les de mi voto en unas primarias? ¿Con que cara me lo van a pedir?

Cuando los alemanes invadieron Francia en 1940, el armisticio que firmo el Mariscal Petain implicó que los franceses toleraran a los alemanes en una supuesta paz. El General De Gaulle, quien era Viceministro de la Defensa, en abierto enfrentamiento a ese armisticio, renuncia y huye a Inglaterra y dirige desde allí la resistencia al invasor. El gobierno de Vichy, como se le llamó al ser esa la ciudad donde el Mariscal Petain firmo el armisticio, fue colaborador del invasor alemán y desde allí en adelante el término “colaboracionista” fue aplicado a situaciones en donde se tolera lo que es intolerable. De Gaulle pudo haberse quedado en la Francia ocupada, gozando de su posición. Pero hizo lo correcto, y comenzó su lucha que al final no sabría como concluiría. Tomo una posición frontal y de honor e hizo lo correcto. Esos son los valores que hay que rescatar aquí.

¿Como podría considerársele a ciertos opositores, por demás precandidatos presidenciales, esta actitud? Yo la llamaría sin lugar a dudas, colaboracionista. ¿Que podría esperarse de un precandidato y partido colaboracionista? Que en caso de ganar eventualmente unas elecciones, ya en el gobierno, se presten a tolerar lo que es a todas luces intolerable con el fin de hacer pasar bajo la mesa toda la ropa sucia que este gobierno ha acumulado. Y eso es lo que lamentablemente tememos desde la sociedad civil. Hay cosas que definitivamente no se pueden tolerar, como lo hizo el General De Gaulle en la Francia de 1940.

Ya el gobierno de Hugo Chávez paso el punto de no retorno. Ya dividió a la sociedad en dos mitades irreconciliables. No pretendo aquí decir que será imposible no tender puentes hacia el país chavista cuando esta desgracia termine y empiece una etapa de reconstrucción nacional. Lo que pretendo decir es que para llegar allí algunos partidos de la oposición le están vendiendo el alma al diablo y están tolerando más de lo que se debe tolerar y que eso ya tiene un nombre desde 1940. No votaré por ningún precandidato en las primarias que no sepa diferenciar eso. Aquí no estamos hablando de si el Censo es o no un instrumento necesario. Estamos hablando de un asunto de principios, honorabilidad y respeto ante cientos de personas que han sufrido y aun sufren por ejecutorias como la que representa el Censo 2011 y que por eso lo hemos tomado como una bandera de resistencia civil y política. Si un precandidato de la Unidad Democrática aun no se percata de eso no merece nuestro favor ni nuestro voto en las elecciones primarias y menos en las presidenciales.

He tomado la decisión por mi derecho constitucional de no abrirle mi puerta al Censo 2011 como una muestra de resistencia civil ante un régimen que ha violado la constitución mil veces y amenaza la privacidad de los venezolanos, no porque no entienda que es necesario hacer censos para establecer políticas públicas para mejorar al país. Esos censos los podemos hacer perfectamente cuando exista un gobierno en Venezuela que respete a los ciudadanos y su Constitución. Los precandidatos que le hayan abierto sus puertas al Censo tienen su derecho a pensar de una manera diferente pero a lo que no tienen derecho es a gobernarnos porque demostraron carecer de una honorabilidad que solo se tiene si se entiende el camino que tomo Charles De Gaulle en la Francia de Vichy.

Caracas, 4 de Septiembre de 2011

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