viernes, 18 de octubre de 2013

No tienen el software



Por Luis Manuel Aguana

Decir en esta época que no cuentas con una pieza de programación en tu computadora es una frase común que se entiende a la perfección. Sin embargo hubo una época en que eso no era así. El “software”, a diferencia del “hardware” de la maquina es lo modificable, lo que se puede cambiar, la inteligencia, lo que pone a la máquina a funcionar para alguna función en particular. Puedes tener la mejor maquina del mundo pero si no tienes el “software” apropiado, la maquina dará tumbos y será una chatarra tecnológica.

Eso lo aprendimos los viejos especialistas informáticos hace décadas pero ahora la frase es del común dado lo fuerte de la penetración de la tecnología de la información en la vida cotidiana. Pero vale la pena recordar que eso tiene también algunas implicaciones que son interesantes traer a colación.

Leer el símil de Heinz Dieterich donde apuntaba “Que Maduro y Cabello ahora traten de realizar la tarea que el Comandante Chávez siempre evitó, es poco probable. No tienen la estatura de Chávez, ni la voluntad, ni la ciencia para hacerlo. Tienen los dólares, los tanques, los medios y la mayoría del parlamento, para vencer a la oligarquía. Pero, no tienen el software. ¿Habrá alguna fracción del Bolivarianismo que podrá suplirlo?” (El Diario de Caracas - Demoledor análisis de Dieterich sobre el gobierno de Maduro
http://diariodecaracas.com/politica/dieterich-solo-cambio-radical-salvara-al-gobierno-venezolano) me hizo recordar mi buena época de especialista de campo en tecnología.

En aquellos tiempos no había Internet ni ninguna ayuda que no fuera un manual, un teléfono para contactar a quien supiera algo y mucha vocación de servicio. Por más entrenamiento y capacitación siempre había algo que pasaba que requería del auxilio de alguien con mayor experiencia. La gente de soporte técnico siempre debíamos estar a la vanguardia. Imagínense si eso debía ser así que de ello podía depender la operación crítica de algún proceso o servicio de alguna corporación. Cuando veo lo sucedido en Refinería en Amuay por esta administración de PDVSA, entiendo porqué explotó con un saldo trágico de vidas humanas. Es por eso MUY IMPORTANTE tener el “software”. Y como acota Dieterich, no lo tienen.

Sin embargo, es necesario tener el “software” pero NO SUFICIENTE. Te lo puedes “piratear” como ya han hecho muchas veces las fracciones que menciona Dieterich, sino que además debes conocer como configurarlo, operar y además saber qué hacer cuando las cosas no funcionan como deben. Y en algunos casos intervenirlo para lograr que el mecanismo sobre el cual corre dé lo máximo de su capacidad. Eso requiere experticia técnica y mucha paciencia, cosa de la cual carece el régimen comenzando por quien lo conduce, cual autobús perdido.

Sin embargo Dieterich en su explicación no precisó si el software al que se refería sería operativo o de aplicación. Muy importante diferencia. Para los legos, el software operativo se refiere a aquel que hace funcionar físicamente al equipo, como por ejemplo el controlador de tu impresora, tu manejador de comunicaciones o el sistema operativo mismo. Si la cosa es así, sería más grave de lo que explicó porque “los dólares, los tanques, los medios y la mayoría del parlamento” funcionarían de manera errática o no funcionarían. Al juzgar por lo que hemos visto podría ser que se refiera a que les falta ese “software” porque definitivamente todo lo mencionado NO FUNCIONA para beneficio de los venezolanos.

Pero supongamos que lo que no tienen es lo que insinúa este teórico del “chavismo” (solo por identificar la tendencia de alguna manera, porque su principal representante falleció), y es la INTELIGENCIA, la aplicación principal que maneje todas esas partes de la maquinaría- el “hardware”-, para tener éxito en su gestión. Es decir, no tienen el “software” que maneje “los dólares, los tanques, los medios y la mayoría del parlamento”. ¡Naguará!, como dicen en Barquisimeto! ¡Sólo imagínense un banco al que no le funcione el sistema de cuentas de ahorro y cuentas corrientes! ¡Tendría que cerrar!

Entonces caemos en lo que intuitivamente ya hemos notado todos los venezolanos, sin mayores análisis: el “chavismo” nunca ha sabido cómo manejar la cosa pública más allá de robarse los reales de todos los venezolanos. No solo no les funciona el “software”, lo peor es que no saben cómo hacerlo funcionar!

Ante la pregunta: “¿Habrá alguna fracción del Bolivarianismo que podrá suplirlo?”, inmediatamente surge otra, ¿Y es que existió alguna fracción del Bolivarianismo que alguna vez lo hiciera? Este gobierno ha sido persistentemente el principal enemigo de la inteligencia. Todo lo que de alguna manera oliera a conocimiento, experticia técnica, “know-how”, experiencia acumulada, fue automáticamente desechado, enterrado o perseguido. Lo principal siempre fue el arrodillamiento al proceso “chavista”. Y entonces, ¿no es algo tarde para preguntarse por el “software” que maneje no solo ese “hardware” sino hasta la más mínima pieza de la administración pública?

Todas las empresas del Estado que requieren de experticia técnica están sin “software”. Solo algunos ejemplos: PDVSA, CORPOELEC, C.A. Metro de Caracas y todos los sistemas de Metro y ferrocarriles del país, CANTV, CNE. Este último caso es especial porque si tiene un “software”, pero cubano y malicioso que le asigna los votos al régimen.

Al faltar la inteligencia y desecharse el “software” apropiado para manejar la maquinaria del Estado, el régimen esta reventando el “hardware” del país. En el caso de “los dólares” están reventando la economía pero en el caso de “los tanques”, están reventando la estructura de las Fuerzas Armadas. Y ni se diga de lo que han hecho con la industria petrolera.

La conducción acertada del país pasa por tener la inteligencia para hacerlo. El gobierno ha rotado desde hace años a los mismos jugadores para las diferentes posiciones. De hecho, está agotado desde hace muchísimo tiempo en el departamento de la producción de “software” con lo cual esa pregunta del teórico de la revolución difícilmente tenga alguna respuesta positiva. Cabe entonces esperar que se profundice aun más la destrucción sistemática en todos los órdenes de la vida nacional. Al país le urge a la brevedad un nuevo “software” antes de que terminen de destruir la maquinaria sobre el cual correrlo…

Caracas, 18 de Octubre de 2013

Twitter:@laguana

martes, 15 de octubre de 2013

Doce Ejes y un Destino: 10) Institucionalización de las Fuerzas Armadas



Por Luis Manuel Aguana

“Cuando tomamos las armas del soldado
no abandonamos al Ciudadano”
George Washington
(Inscripción en el Arlington Memorial)

Atendiendo a la frase atribuida al Libertador: "Ecuador es un convento, Colombia es una universidad y Venezuela es un cuartel", ya deberíamos a estas alturas conocer lo suficiente a los protagonistas de ese cuartel: las Fuerzas Armadas. No en balde llevamos décadas de idas y venidas con el mundo militar, golpes incluidos, como para saber cómo se pueden entender a esos venezolanos. Pero al decir de un buen amigo militar, los civiles venezolanos no conocemos lo suficiente a nuestras Fuerzas Armadas. Y eso es verdad.

El enfoque que intenta dar el Proyecto País Venezuela es el deber ser: “Restablecer el carácter profesional apartidista y no deliberante de nuestras Fuerzas Armadas en base a sus principios institucionales: garantizar la soberanía nacional y defender la vigencia del sistema democrático”  (ver Proyecto País Venezuela – Reconstrucción y Reconciliación Nacional - MID Táchira/AVERU en https://docs.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDUmhEbXFZMGR0bEU/edit?usp=sharing).

Sin embargo, no deseo caer aquí en lo que todos conocemos y que no se cumple ahora, sino dar más bien una perspectiva ciudadana y civil de nuestras Fuerzas Armadas, intentando comprender por qué razón sus resortes institucionales no se han movido hasta este momento como todos desearíamos.

En primer lugar partiré del concepto fundamental: las Fuerzas Armadas, en una democracia, están subordinadas al poder civil. Esto es, a los ciudadanos. Si entendemos eso de primero, el resto se entenderá sin problemas ni distorsiones. La Constitución le asigna responsabilidades a las Fuerzas Armadas (Art. 328, 329, 330 y 331) y estas, obedientes del poder civil, deben acatarlas. Eso lo comprenden bien los militares, un PODER CIVIL que manda y unas FUERZAS ARMADAS que obedecen. Pareciera simple ¿verdad? Pero no es así.

Imagínese amigo lector que usted es introducido en una maquinaria, cuando apenas es un adolescente, destinada a definir su manera de ver al mundo, sus valores, la categorización de lo que está bien y está mal, creciendo en un mundo exclusivo, piramidal y estructurado, destinado a defender los valores que se inculcan allí, en esa maquinaria bien aceitada para producir oficiales y soldados. No todas las personas tienen la madera para soportar eso. Pero los que salen, tendrán la impronta de la construcción personal que esa maquinaria les moldeó para toda la vida.

Esa maquinaria a la que me refiero aquí tiene unos criterios muy claros para decidir quién manda y quien obedece. En las Escuelas Militares profesionales quienes tienen el mando son aquellos que por su estudio e inteligencia sobresalen académicamente. Los que están en el tope de su promoción al graduarse son los llamados a manejar la Institución. Los que no, estarán al servicio de la Institución pero siempre a la orden de quienes fueron los mejores de acuerdo al escalafón de mérito.

Esto no es de ninguna manera un secreto militar. Estoy describiendo lo que en buena medida siempre sucedió en la Institución militar venezolana hasta la llegada de Hugo Chávez al poder. El cumplimiento de la Constitución, los valores de la Defensa Nacional, el carácter profesional y meritocrático de la Institución fue siempre lo que prevaleció.

Todos los venezolanos sabemos lo que ocurrió después. Chávez revirtió el orden natural de merito. Un oficial mediocre en una posición de mando político dislocó a la Institución. Quien debía mandar en el orden natural de las cosas fue destinado a obedecer. Y en un ambiente en donde el más alto poder define quien es el que manda, aquellos que están por construcción de la maquinaria entrenados para obedecer, obedecen. La Institución entró en una contradicción profunda. Los peores oficiales, los últimos de sus promociones, ahora mandan. La afinidad política al “proceso socialista” sustituyó el criterio natural de escogencia de los mandos militares.

Esta contradicción fue sumamente dañina para la República, porque al tener la Institución militar bajo el control de lo peor de sus integrantes se abre la Caja de Pandora de cualquier desviación: narcotráfico, delincuencia, entrega de la soberanía, incluyendo convertirse en la guardia pretoriana de un régimen corrupto.

Los oficiales profesionales están formados para el combate y para la defensa de la Nación. Quienes se destacan en la profesión militar son aquellos que mejor saben hacer eso, no otra cosa. Las Escuelas Militares no enseñan como gobernar, eso está a cargo de los políticos, enseñan es a combatir a una fuerza enemiga. Al decir de ellos mismos “la guerra la hacen los políticos, los militares la combatimos”. Al perderse el norte en una Institución cuyo principal activo es el orden, quienes deben combatir no combaten y quienes deben mandar no lo hacen porque fueron sustituidos por mediocres y corruptos. Resultado: el caos.

Entonces, unos individuos diseñados y construidos para obedecer, por una maquinaria muy eficiente, sometidos a un proceso de destrucción de su esencia fundamental que hace que los peores sean quienes detenten los mandos y derrumbarse de acuerdo a sus propias palabras  “los tres pilares fundamentales en que descansan la organización, administración, operatividad y unidad de mando de la FAN, como lo son la DISCIPLINA, LA OBEDIENCIA Y LA SUBORDINACION”, están en el medio de un grave predicamento que deben resolver, porque no es posible vivir en una contradicción sin correr el riesgo de ser destruido. Y si a eso le unimos la penetración ideológica y material de otro “ejército de ocupación”, nos encontramos al borde de un coctel muy explosivo.

La concepción ampliada de la Defensa Nacional incluye a todos los venezolanos, no solo a los militares: “…La continuidad del Estado en el orden del tiempo y del espacio descansa en la defensa de su existencia, protegiéndose de los agentes de descomposición que de manera constante inciden sobre el mismo, poniendo en peligro la comunidad organizada en Estado en cuanto a su seguridad interna y a su seguridad externa. Defensa nacional corresponde a todos los miembros de esa comunidad, esto es, a toda la ciudadanía compete, al igual que a los órganos públicos, la realización de los llamados grandes objetivos de carácter permanente de la defensa, que abarcan los campos políticos, económicos, social, militar, la promoción del bienestar ciudadano y de la sociedad en general, la supervivencia de nuestra cultura y los objetivos estratégicos” (ver Raúl Aguana Figuera, Consideraciones sobre el Derecho Militar Venezolano en https://docs.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDdGZVTk9lU2ZCb28/edit?usp=sharing).

Aunque el trabajo del Dr. Aguana está referido a la Constitución de 1961, los principios sobre los que se fundamenta este concepto son los mismos. Y de acuerdo a esa conceptualización todos estamos involucrados en el problema de defender la soberanía de nuestro país, no solo los militares, aun cuando la Constitución de 1999 les asigna a ellos responsabilidades muy claras en su Artículo 328.

La inscripción de George Washington en el Arlington Memorial que precede esta nota está tomada de la obra de Frederick Martin Stern, “El Ejercito Ciudadano”-Citizen Army-, (1961) que amplía en lo fundamental esa concepción holística de la Defensa Nacional y el papel de la Fuerzas Armadas en una sociedad. La cita de Washington define a las Fuerzas Armadas para la protección del Ciudadano. Las armas de la República son para la defensa de su pueblo. Pero en Venezuela tenemos ahora un grave problema ¿cómo protegerán nuestras Fuerzas Armadas a los ciudadanos si se encuentran en un estado de contradicción y neutralización? ¿O ya han llegado a un  punto tal de distorsión que ya no existe para defender al ciudadano sino para doblegarlo? De no resolverse la contradicción se pone en peligro la esencia misma del Estado.

Una Asamblea Nacional Constituyente bien podría devolverle el carácter Institucional a nuestras Fuerzas Armadas, establecido en la actual Constitución y violado por el régimen. Esto es, el rescate de la institución militar sobre la base de la convocatoria al depositario de la soberanía. Sin embargo, dadas las características únicas de esa Institución, una recomposición de esa maquinaria no correspondería hacerla sino a las mismas Fuerzas Armadas, ya que sólo ellos saben cómo repararla, volviendo a colocar en su justo sitio todo lo que se ha torcido en este proceso de involución al que han sido sometidas. Y eso no solo es un asunto de cumplimiento constitucional, para ellos es un asunto de supervivencia, restándole solo a ellos decidir el momento cuando comenzar a hacerla.

No somos nosotros,  los civiles, quienes debemos decirles a los militares como organizarse en una democracia, ellos lo saben perfectamente, aunque muchos lo pongan en duda. Los civiles lo que debemos hacer, ahora y en el futuro, es respetar el sentido de esa Institución, dándoles el espacio correspondiente para que desarrollen su misión dentro de la sociedad.  

Algunos creen que, a este punto de la destrucción institucional, no existen suficientes raíces para esa recomposición, otros creemos que sí. Y eso es precisamente porque en la propia construcción de esa maquinaria que labró la mentalidad obediente de nuestros oficiales y que aparentemente los inmoviliza, se encuentra mezclada también la esencia de la obediencia Constitucional. De esas contradicciones no se podrá salvar el régimen…

Caracas, 15 de Octubre de 2013

Twitter:@laguana