jueves, 20 de abril de 2017

¿Y ahora? La ruta Constituyente Originaria

Por Luis Manuel Aguana

La solicitud para la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente Originaria, no es de ninguna manera excluyente a las exigencias que está haciendo el pueblo venezolano en las calles por el llamado que ha hecho hasta ahora la oposición oficial. De hecho las incluye todas: respeto por la autonomía de la Asamblea Nacional, apertura del canal de ayuda humanitaria, liberación de los presos políticos y establecimiento de un cronograma electoral que incluya las elecciones presidenciales. Todas esas y más se lograrían en una sola exigencia: convocar a una Asamblea Nacional Constituyente de carácter Originario.

Sin embargo, ¿qué se necesitaría para que esa exigencia tenga un piso constitucional? Que recojamos en el menor tiempo posible el 15% del padrón electoral, como indica el artículo 348 de la Constitución Nacional, basado en las reglas que el pueblo establezca, desconociendo la autoridad constituida (Artículo 350).

Ya el régimen de Nicolás Maduro, en abierta dictadura, demostró que no está de ninguna manera dispuesto a soltar a los presos políticos, ni a abrir un canal de ayuda humanitaria a un pueblo que se muere de mengua, ni a reconocer la soberanía del pueblo expresada en la Asamblea Nacional, ni mucho menos convocar a ninguna elección donde se ponga en riesgo su salida del poder. ¿Cuántos muchachos muertos más necesitan los líderes de la oposición oficial para reconocer eso? ¿Cuánta más gente en la calle de la que salió el 19 de abril en todo el país necesitan?

Me he preguntado muchas veces porque la oposición oficial insiste en seguir reconociendo la legitimidad de este régimen. Si no ¿por qué entonces le piden elecciones? A una tiranía no se le piden elecciones, no se le pide nada, se actúa.

Algunos me dirán que diferencia habría si igual necesitaríamos de la calle para eso. Pues si habría una gran diferencia. El desconocimiento se haría por fases siguiendo el orden constitucional establecido, incrementando por etapas el volumen de la protesta pacífica: 1) Recoger inmediatamente las firmas necesarias para la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente Originaria. Eso le diría al mundo, de manera concreta, que nosotros contamos realmente con 7, 8, 9 millones de voluntades para cambiar la situación política de Venezuela; 2) Validar esas voluntades una vez recogidas, con el auxilio de organismos internacionales como la OEA y la Unión Europea, a solicitud nuestra. Solo con los venezolanos que se han ido del país tendríamos una gran parte de lo exigido constitucionalmente; 3) Una vez validadas, convocar nosotros una Asamblea Nacional Constituyente.

Reiteradamente hemos mencionado que en este punto sabemos que el régimen se negará a esa convocatoria, aun cuando sea evidente en ese momento para todo el planeta que los venezolanos deseamos una solución pacífica, democrática, electoral y constitucional a la grave crisis política del país, y que hemos actuado en consecuencia con eso, a) desconociendo al régimen; y b) siguiendo lo pautado en la Constitución.

En esta negativa se constataría si efectivamente las Fuerzas Armadas acompañarían al régimen en ese “autosuicidio”. En lo personal no creo que lo hagan. Lo acompañaran al cementerio pero no se enterrarán con él. Hasta aquí, no saldría nadie a protestar ni ser carne de cañón de los colectivos armados, sino se le advertiría al régimen y al mundo que estaremos dispuestos a defender la decisión de las 7, 8, 9 millones de personas que por escrito han solicitado la convocatoria del Constituyente. Incluso convocaríamos al pueblo chavista para que nos acompañe porque en esa convocatoria les estaríamos garantizando su participación legítima en esa Asamblea Nacional Constituyente, con los representantes que ellos mismos escojan en comicios auténticos, de acuerdo a la normativa internacional, haciendo efectivo un legitimo llamado a la reconciliación nacional

En este punto, y antes que el régimen ceda, políticamente se habrán conseguido dos cosas muy importantes: a) la cohesión de los venezolanos de todos los colores por una lucha en pos de un único objetivo que nos llevaría automáticamente, no solo a aquellos cuatro que la oposición solicita ahora, sino al comienzo de la reconstrucción institucional del país en paz; y b) colocar a esta banda de forajidos en contra de las cuerdas a aceptar la sentencia del pueblo venezolano, no a “tumbarlos” sino a seguir por la senda democrática de todas las naciones del hemisferio, convocando al Constituyente para dirimir nuestras diferencias en paz. Si en este punto, con la presión nacional e internacional encima, el régimen y los militares no han cedido, entonces ir escalonadamente a la paralización del país y en último extremo a ofrendar vidas en las calles. En mi modesta opinión no esperarán hasta llegar allá porque habrán huido.

Esta es la ruta que hemos propuesto desde hace más de dos años desde la Alianza Nacional Constituyente (http://ancoficial.blogspot.com/). Los detalles y demás instrumentos están a la disposición del que los quiera ver, leer y discutir. Seguir en una lucha de calle sin propósitos claros, con una oposición oficial reconociendo en los hechos la legitimidad de un régimen que asesina jóvenes para su permanencia en el poder, estaremos dando vueltas en un círculo vicioso interminable con mas muerte y miseria para Venezuela, por más que se haya logrado el acompañamiento de la comunidad internacional.

Ha sido muy difícil explicarles a los venezolanos que en la violencia es el régimen el que lleva la ventaja. Que darles la oportunidad a que saquen a sus bandas armadas solo causará más muertes a la familia venezolana. Que en ese terreno lo que nos falta es armarnos nosotros también y enfrentarlos en una guerra civil. Y eso es lo que quieren ellos. Ya hay algunos que están acariciando esa idea seriamente, de acuerdo a lo que he leído en las redes sociales. Y si la dirigencia opositora no usa sus neuronas para hacer política con P mayúscula, a eso precisamente vamos a caer de las manos de la insensatez producto de quienes no han sabido conducir al pueblo opositor.

El desarrollo del Artículo 350 está implícito en la convocatoria del Poder Constituyente Originario y su desarrollo no hace más que ponerle letra a esa música que ya es un canto en el corazón de todos los venezolanos y cuyo tema no es otro que el de la lucha por la libertad. Ya nosotros estamos en esa ruta, porque para ayer es tarde…

Caracas, 20 de Abril de 2017

Twitter:@laguana

miércoles, 19 de abril de 2017

El significado constituyente del 19 de abril

Por Luis Manuel Aguana

A mi padre

Podría decirse que no hay un suceso histórico en la vida política venezolana que se asemeje más al proceso de reconstrucción la República que les estamos planteando a los venezolanos, a través de la convocatoria al Poder Constituyente Originario, que aquel que sucedió el Jueves Santo del día 19 de abril de 1810 en Caracas.

En efecto, el 19 de abril de 1810, un  grupo de ciudadanos sin más autoridad de la que tenemos usted y yo, desconocieron al Poder Constituido (Articulo 350), representado en la persona del Capitán General de Venezuela, Don Vicente de Emparan, constituyéndose en Junta Suprema de Caracas (Junta Activadora del Poder Constituyente Originario) hasta la instalación del Primer Congreso Constituyente el 2 de marzo de 1811 (Asamblea Nacional Constituyente). Pongo dentro de paréntesis lo que ahora sería nuestro fundamento en este siglo para hacer exactamente lo mismo que hicieron los venezolanos en 1810.

El porque fuera desconocido el Poder Constituido de la época obedeció a la situación política del mundo. Venezuela formaba parte del reino de España y la Capitanía General de Venezuela era la estructura político territorial de ese reino para gobernarnos. Al caer España en las manos de un gobernante francés, Napoleón Bonaparte, su Capitán General, Don Vicente de Emparan, fue designado por el rey impuesto de esa situación política, José I de España, hermano de Napoleón. Los venezolanos de la época no aceptaron esa imposición, asumiendo ellos las riendas de su propio destino.

Los ciudadanos pudieron aceptar al Poder Constituido y no lo hicieron. Las reglas de la guerra hacían que España pasara a ser parte de las propiedades del nuevo emperador conquistador. Sin embargo, los venezolanos tenían razones para pensar que sus derechos podrían ser conculcados por el nuevo gobernante y decidieron que el “status quo” debía ser preservado hasta una nueva decisión, estableciendo en el Cabildo de Caracas lo que llamaron la Junta Suprema conservadora de los Derechos de Fernando VII.

Ustedes dirán que de no haber ocurrido esos sucesos en esa Europa en guerra, la situación en Venezuela posiblemente no hubiera cambiado. Sin embargo el movimiento independentista ya había comenzado algunos años antes. La rebelión de José Leonardo Chirinos en 1795, y la conspiración de Manuel Gual y José María España en 1797, por el lado popular, sin contar con los intentos independentistas de Francisco de Miranda en 1806, dan cuenta de que existían precedentes importantes de cambiar la situación política en Venezuela. Pero en 1810 la situación sufrió un giro importante para todo el mundo –ricos y pobres- y logró la cohesión social suficiente para un fervor unánime de cambio.

Pues una situación muy semejante está ocurriendo ahora. Indudablemente todos estamos siendo afectados por una situación de crisis generalizada y no basta con pedirle al Poder Constituido que no haga lo que por naturaleza una tiranía hace, que no es otra cosa que sojuzgar y reprimir a los ciudadanos. Exigirle al régimen elecciones generales o de cualquier otro tipo con todos los poderes secuestrados, o que deje de violentar la Constitución o los Derechos Humanos es tan disparatado o ingenuo como haber dejado que Vicente de Emparan en uso de sus atribuciones como Capitán General, hubiera ejecutado los designios del hermano de Napoleón Bonaparte en Venezuela. Terminó el tiempo de exigirle nada a una dictadura, ya hay que actuar en consecuencia.

Al pueblo venezolano no le queda otra solución que desconocer al Poder Constituido, y hacerlo con bases solidas y sustentables como ya se hizo en 1810. Ese desconocimiento lo hemos declarado al proponer unas Bases Constituyentes para la convocatoria del Poder Constituyente Originario establecido en nuestra Constitución, definiendo en ellas entidades que solo puedan ser aprobadas por el pueblo para que conduzcan ese proceso, una vez alcanzada la cantidad mínima de manifestaciones de voluntad establecidas en la Constitución (Bases Constituyentes, Propuesta de los Ciudadanos para la Reconciliación y el Cambio, en http://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html). Así es como desconocemos en la práctica al Poder Constituido, y ese proceder tuvo su origen por primera vez en nuestro país cuando el pueblo desconoció la autoridad constituida de Don Vicente de Emparan.

El Cabildo de Caracas asume el control de la Capitanía General de Venezuela basado en “…el derecho natural y todos los demás (que) dictan la necesidad de procurar los medios de su conservación y defensa; y de erigir en el seno mismo de estos países un sistema de gobierno que supla las enunciadas faltas, ejerciendo los derechos de la soberanía, que por el mismo hecho ha recaído en el pueblo…” (ver Acta del 19 de Abril de 1810 en https://es.wikisource.org/wiki/Acta_del_19_de_abril_de_1810).

Sin embargo es importante indicar que en 1810, la Junta Suprema de Caracas asumió el gobierno luego de desconocer a la autoridad constituida con posterior llamado a un Congreso Constituyente. Es importante esa precisión histórica. Luego de los sucesos del 19 de abril, posteriormente comienzan a tomar control de los cuarteles de la ciudad y a asegurar el apoyo de las provincias a la junta. Tras haber asegurado el apoyo militar con la designación de comandantes favorables a la Junta, designa el 25 de abril la Junta Suprema de Gobierno…” (ver Junta Suprema de Caracas, en https://es.wikipedia.org/wiki/Junta_Suprema_de_Caracas).

Al llamar de este modo al Poder Constituyente Originario, convocamos al pueblo para que se pronuncie en un desconocimiento abierto a la autoridad constituida, ejerciendo de hecho su soberanía, convocando al mismo tiempo al Constituyente. En 1810 el pueblo convocado al Cabildo asume el control. Y eso es, en una clara comparación, lo que estaríamos haciendo ahora aterrizando los usos y costumbres de la época a la realidad de este siglo, “convocando a Cabildo” al pueblo y que este decida. En 1810 el acto fue único, convocatoria y decisión de gobierno al mismo tiempo. El resto fue asegurar el apoyo de los militares a una decisión que los civiles ya habían tomado, para luego ir a un Congreso Constituyente en 1811. Parece distinto pero no lo es.

Es así como el 19 de abril tiene para nosotros un significado Constituyente trascendental. Los venezolanos lo hicimos una vez, y podemos repetirlo ahora en un acto de rebeldía ciudadana, convirtiendo la energía de esta convocatoria del 19 de abril de 2017 en una protesta cívica con un propósito claro, que no sería otro que el de llamar al pueblo “a Cabildo”, en una Asamblea Nacional Constituyente Originaria, en lugar de un simple llamado a las calles más de una oposición sin rumbo.

Caracas, 19 de Abril de 2017

Twitter:@laguana