sábado, 4 de septiembre de 2021

El descarrilamiento de Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

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De algunos años trabajando en la C.A. Metro de Caracas, y aún muchos más en la lucha desde la sociedad civil por el adecentamiento de esa empresa del Estado destruida como el resto del país, aprendí el término “descarrilamiento” de un tren. Ese es uno de los eventos más peligrosos para los pasajeros y operadores de un tren dentro de un túnel del Metro. Significa que el sistema ya no tiene el control de lo que sucede porque el tren se salió de los rieles por alguna razón y la inercia puede hacerlo chocar contra de las paredes del túnel provocando un incendio que acabe con la vida de los pasajeros. El descarrilamiento de un tren a campo abierto tendría las mismas o peores consecuencias de muerte y destrucción al salirse el tren del los rieles y volcarse, perdiéndose la carga y la vida de los pasajeros.

Venezuela se encuentra en una situación similar. El país venía montado sobre unos rieles institucionales que resistieron lo que pudieron los avances de la destrucción de un régimen que ha subvertido el orden constitucional, logrando que en Venezuela no exista ningún poder constitucional legítimo en el país. Ni la Presidencia de la República ilegitima de Maduro desde su elección ilegal del 20 mayo de 2018, ni la Asamblea Nacional ilegalmente electa el 6 de diciembre de 2020, ni el Tribunal Supremo de Justicia ilegitimo que despacha de manera inconstitucional con Magistrados perseguidos en el exilio, ni un Poder Ciudadano, ni Poder Electoral legítimos precisamente como consecuencia de la ilegitimidad de los anteriores, hicieron descarrilar a Venezuela.

El país descarriló porque sus rieles institucionales fueron destruidos por el régimen. El esfuerzo por rescatar una nula institucionalidad a través de una Presidencia Encargada insostenible en el país no han sido exitosos al punto que se ha terminado en un “Memorando de Entendimiento” a todas luces escrito por el régimen y avalado por la oposición oficial, quien ha acordado asistir a unas elecciones regionales sin siquiera haber negociado unas condiciones en México, que fue una de las razones que en primer lugar justificó su presencia allí.

Ahora bien, si tenemos un tren descarrilado –Venezuela- ¿cuál debería ser la principal preocupación de quienes buscan retornar a la normalidad del país? ¿Recoger las personas y la carga que se volteo en el descarrilamiento usando carretas llevadas por burros, o volver a poner el tren sobre sus rieles, así se encuentre chocado, para continuar la vida del país? Esa es la gran diferencia entre los que buscamos EL RESTABLECIMIENTO CONSTITUCIONAL de las instituciones y aquellos que piensan que mejor es continuar el camino en burro. Estos últimos no llegaran muy lejos porque su problema no es salvar la carga y las personas que se descarrilaron con el tren sino incentivar el lucrativo negocio de las carretas tiradas por bestias. En eso los acompaña el régimen, que en primer lugar fue el que dinamitó los rieles institucionales para que el tren se descarrilara.

Por supuesto que la gente se halla en la mitad de la nada y desea que alguien resuelva cómo  volver al camino. Entonces aparecen las opciones de carretas tiradas por burro o poner el tren de nuevo en sus rieles. La primera opción luce como más inmediata aunque no resuelva el problema de fondo que es recuperar el tren y su dirección, profundizando el problema porque esta no está planteada para resolver lo que en principio fue la causa del descarrilamiento. Unas elecciones para ningún tipo de cargo público resuelve el hecho que los gobernadores y los alcaldes sirven de nada con un país con un régimen autoritario que ha militarizado y empobrecido a todas las regiones del país centralizando criminalmente los medios de subsistencia de los ciudadanos. Esas son las carretas tiradas por burros de la oposición entregada al régimen.

Por otro lado estamos quienes le decimos al país que hay que reconstruir los rieles rotos y mondar de nuevo el tren sobre ellos para continuar el camino. Esa opción no es tan difícil como la pintan aquellos que tienen el negocio montado de las carretas con burros. Sin embargo supone que todos, incluyendo aquellos que se han beneficiado del negocio de las carretas y quienes dinamitaron los rieles en primer lugar, entiendan que es mejor para todo el mundo –incluso para ellos- que hagamos lo que se tiene que hacer para que el tren llamado Venezuela siga su camino. Y que luego de que eso ocurra, todos ellos pueden volver al negocio que deseen porque el país ya estará montado sobre los rieles de nuevo.

El planteamiento de ANCO y de todos aquellos firmantes del Pacto de Restablecimiento Constitucional agrupados en la Conferencia para el Restablecimiento Constitucional y Democrático y su Consejo Rector, es trabajar para que entre todos volvamos a poner el tren en funcionamiento sobre nuevos rieles institucionales que solo pueden producirse cuando convoquemos al pueblo venezolano a un proceso Constituyente de carácter Originario. Se dice fácil pero no lo es en el actual estado de cosas.

Insistimos que ese proceso en este momento de la vida del país debe ser convocado como producto de una negociación entre todos los involucrados: la sociedad civil venezolana, la oposición oficial, el régimen y la Comunidad Internacional, en especial los países que tienen intereses directamente afectados por la grave crisis venezolana, como es el caso Colombia, receptores principales de la ola migratoria desatada por la destrucción política, económica y social del país.

Ese sería el cuadro de una nueva mesa de diálogo con los verdaderos actores del problema: los causantes (el régimen), los afectados (la sociedad civil), la representación política reconocida internacionalmente (la MUD y Juan Guaidó) y la Comunidad Internacional (actuantes de las sanciones). No sería un dialogo entre un supuesto e inexistente “Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela” no reconocido como legítimo por los venezolanos pero actores armados de facto de este problema (como las FARC en Colombia), y la “Plataforma Unitaria de la Oposición” que no representa ni siquiera un 10% de los venezolanos agrupados en partidos políticos, pero reconocida simbólicamente por la Comunidad Internacional.

Tenemos en consecuencia que ampliar el enfoque de este problema e incluir a quienes si estamos realmente interesados en que una negociación para Venezuela si tenga una solución política. Hasta ahora los que hay son los que rompieron los rieles y los que se están beneficiando porque el tren se descarriló. Amanecerá y veremos si a la Comunidad Internacional, comenzando por los EEUU, le interesa continuar con un país con la carga y las personas montadas en carretas tiradas por burros o en un tren reconstruido sobre unos rieles nuevos para comenzar una nueva ruta con destino a la democracia y la libertad.

Caracas, 4 de Septiembre de 2021

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jueves, 2 de septiembre de 2021

Elecciones “casi” justas

Por Luis Manuel Aguana

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En una decisión ya tomada desde hace meses la MUD hace oficial su participación en las elecciones regionales convocadas por el CNE ilegítimo del régimen para el 21N. Es por eso que los venezolanos, acostumbrados a las decisiones de esta oposición nunca creímos que hicieran otra cosa.  Cada partido político “opositor” desde que se anunciaron las elecciones para el 21N comenzó en todo el país la acostumbrada ronda de zancadillas para apropiarse del puesto correspondiente para “competir” con el régimen en unas elecciones sin condiciones. En consecuencia no era de esperarse otra cosa diferente.

Pero, ¿qué es lo diferente ahora? La coincidencia de esa decisión con las negociaciones en México. Si la oposición política del régimen, así llamada por la Comunidad Internacional, fue a México, entre otras cosas, para precisamente buscar condiciones electorales justas, ¿porque antes de terminar las negociaciones se entrega y acuerda participar? Porque decir que “Sabemos que estos comicios no serán unas elecciones justas ni convencionales. La dictadura ha impuesto obstáculos graves que ponen en riesgo la expresión de cambio del pueblo venezolano. Sin embargo, entendemos que serán un terreno de lucha útil para fortalecer a la ciudadanía e impulsar la verdadera solución a la grave crisis de nuestro país: unas elecciones presidenciales y legislativas libres”, no es precisamente una manera de presionar al régimen para que cambie las condiciones en que las hará (ver Plataforma Unitaria participará en comicios del 21 de noviembre con la tarjeta de la MUD, en https://efectococuyo.com/politica/plataforma-unitaria-participara-en-comicios-del-21-de-noviembre-con-tarjeta-de-la-mud/).

La decisión firme de participar en ese evento electoral a espaldas del mandato de la Consulta Popular del Diciembre de 2020, no solo pone a quienes tomaron esa decisión en un claro desconocimiento del mandato del pueblo venezolano de exigir el cese de la usurpación de Nicolás Maduro Moros, para ir luego a unas elecciones presidenciales y parlamentarias libres, justas y verificables (1ra pregunta de la Consulta Popular de Diciembre 2020), sino también a desconocer la decisión del pueblo de rechazar el evento electoral del 6 de Diciembre donde se eligió de manera ilegitima el parlamento que designó al CNE que convoca las elecciones del 21N (2da pregunta de la Consulta Popular de Diciembre 2020). No en vano Maduro quiere ver desde su sillón a Guaidó votando en esas elecciones para definitivamente validar ante el mundo su presidencia ilegitima frente a la legítima del Presidente Encargado.

Bien decía Einstein que el infinito se definía como el tamaño de la estupidez humana. Pensar con los bolsillos como lo está haciendo Henry Ramos Allup y el resto de sus socios y actuar con el régimen nos puede costar a los venezolanos un gran retraso en el rescate del país pero de ninguna manera significa que las decisiones que tomen para cogobernar con Maduro sean respaldadas por los venezolanos, y menos aun asistiendo con los ojos cerrados a unas elecciones “casi” justas, como ellos mismos las llaman, que sellarían la permanencia de Maduro en el poder.

¿Y por qué digo esto? Porque esa oposición mediocre no se ha paseado por la realidad de que aceptar el juego del régimen tiene consecuencias de cara a la Comunidad Internacional. El reconocimiento que ahora están dando oficialmente a ese evento electoral significa que cualquier país que le haya dado el reconocimiento a Juan Guaidó podrá dejar de hacerlo, porque si en nuestro propio país quienes supuestamente se oponen al régimen deciden de manera oficial que sus elecciones “casi” justas son válidas para ellos, nadie afuera en su sano juicio tiene porque decir lo contrario. Dirán con seguridad “ese es un problema de los venezolanos” y punto, dando por terminada cualquier discusión y aceptando que Maduro es el legitimo mandatario en Venezuela, echando por la borda el montón de muertos que nos ha costado a los venezolanos llevar al régimen de Maduro a negociar las sanciones por violar nuestros derechos humanos y destruir al país. ¿Se dan cuenta del porque les decimos cómplices de nuestra tragedia?

Esta situación será aun mas grave si la oposición reconocida internacionalmente acepta ir a un revocatorio con Maduro. Perdiendo ese revocatorio, a la oposición política no le quedaría más remedio que reconocer la presidencia de Nicolás Maduro Moros, dejando a la Comunidad Internacional sin argumentos para poder sostener a una Presidencia Encargada. Tal vez eso es en el fondo lo que desean los caimanes del G4 (¿se acuerdan como los dibujaba el gran Zapata en sus caricaturas de Zapatazos?) y recomponer una situación política mas de acuerdo a una Venezuela colaboracionista de Vichy.

Los venezolanos que deseamos un cambio perderíamos ese revocatorio porque se recrearían las mismas condiciones del 2004 cuando Chávez retrasó un año esa solicitud hasta estar preparado con sus Misiones y sus máquinas de lotería en el CNE manejadas por Jorge Rodríguez y programadas por SmartMatic, una empresa que se convirtió en multinacional con el dinero de los venezolanos producto del fraude electoral cometido. Y ahora se encuentran en mejores condiciones que el 2004 porque ya no están en Venezuela más de 5 millones de emigrados, con una plataforma técnica “Made in China” consolidada para el fraude en el CNE, y una oposición débil, dividida, corrupta y deseosa de hacer negocios con el régimen.

Los políticos lograrán sus elecciones como querían, pero, ¿quiénes resultaran perdedores en todo este drama? Los venezolanos. Y ustedes me dirán: ¡usted lo que quiere es que nos coma el tigre! Y yo les diría que ya el tigre nos comió desde hace tiempo cuando seguimos respaldando y permitiendo que los Henry Ramos Allup, los Leopoldo López, los Henrique Capriles, los Manuel Rosales, los Julio Borges y pare usted de contar, que todos conocemos, sigan representando los intereses de los venezolanos.

Tenemos que hacer un esfuerzo sobrehumano de buscar nuevas opciones, así nos equivoquemos. No podrá ser peor de lo que ya tenemos y que hay que cambiar urgentemente. Pero ya no será para esta vuelta electoral que ya perdimos por la aceptación de unas elecciones “casi” justas con el régimen por parte de una oposición vendida. Tendremos que lograr romper ese círculo vicioso y darle la confianza a otra gente. Pero antes, Maduro tiene que irse. Y para que eso ocurra debemos hacer realidad el mandato expresado por el pueblo venezolano en las Consultas Populares de 2017 y 2020, comenzando por expresar nuestro más firme rechazo a las elecciones regionales del 21N y no votar en esas nuevas elecciones ilegitimas y mucho menos en el revocatorio criminal que están cocinando en México. A Venezuela solo la salvaremos los venezolanos…

Caracas, 2 de Septiembre de 2021

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