jueves, 21 de julio de 2022

Las horas contadas del nuevo gomecismo

Por Luis Manuel Aguana

English versión

“Los que han sido educados bajo la férula militar sucumben a la psicosis de una orden, como fuerza irresistible”

Stefan Zweig

Hoy más que nunca, los venezolanos necesitamos revisar dentro de nosotros mismos, y en nuestra manera de actuar como sociedad, escudriñando dentro de nuestro pasado, cuáles sucesos nos pueden ayudar a encontrar las respuestas de lo que nos pasa, y estimar –así sea en líneas gruesas- lo que vendrá. Eso se hace más patente en el orden político, porque el comportamiento de quienes se han sucedido una y otra vez en el poder no deja de repetirse una y otra vez, siguiendo algún patrón de comportamiento. Y que mejor manera de hacerlo que revisar en nuestra  historia de periodos disruptivos, que han representado cambios importantes para la vida del país, y que en una sucesión de eventos nos ha traído a este punto crucial donde se debate el futuro de Venezuela.

Lo que sigue es parte de la descripción que hace Rómulo Betancourt, de su primera reunión con los militares con los que posteriormente se uniría Acción Democrática para desplazar del poder el 18 de octubre de 1945, al gobierno encabezado por Isaías Medina Angarita:

“Roto el hielo -después de apagarse los ecos de la vagarosa oración perezjimeniana- conocimos detalles más concretos y precisos. Otros de los asistentes nos pintaron el cuadro de un Ejército donde no se habían realizado ni siquiera las modificaciones superficiales introducidas en la administración civil, a partir de 1936. Los métodos arbitrarios de los días de Gómez para la conducción de las Fuerzas Armadas, y la selección de Jefes y Oficiales, seguían vivos y actuantes. Y en cuanto a las finalidades mismas de la organización formada por los oficiales jóvenes del Ejército, con el nombre de “Unión Patriótica Militar”, estaban definidas en el acta por ellos suscrita. Allí declaraban de que “era hora de acabar para siempre con la incompetencia, el peculado y la mala fe que presiden los actos de nuestros gobiernos”; invocaban “la responsabilidad histórica que reclama el momento, a las juventudes del mundo”, y hacían profesión de fe democrática “declarando enfáticamente que no defendían intereses personales ni de clase y que propiciaban la formación de un Gobierno que tenga por base  el voto universal y directo de la ciudadanía venezolana, una reforma de la Constitución que sea asimismo expresión de la voluntad nacional y la creación de un Ejército verdaderamente profesional” (1) (Pág. 225).

Y más allá sigue a continuación Betancourt: “Teníamos firmes convicciones civilistas y rechazábamos por arraigadas normas doctrinarias toda clase de intervención del Ejército en la vida política del país. Pero el desarrollo dinámico de nuestra propia acción agitativa de consignas apasionadamente sentidas por el pueblo nos condujo al contacto con un numeroso grupo militar, contacto que ya se ha visto fue por ellos solicitado y por nosotros recibido por sorpresa, porque nunca pudimos imaginar que fuese tan débil el arraigo en las fuerzas armadas de un régimen jefaturado por Generales-Presidentes(1) (Pág. 226)(resaltado nuestro).

Podría resultar sorpresivo para un gran número de venezolanos poco aficionados de la historia, que los adecos -de acuerdo al relato de Betancourt- no buscaran a los militares para derrocar al gobierno antes de ese contacto realizado en la casa  del Dr. Edmundo Fernández en la noche del 6 de julio de 1945. Esto se confirma en una nota publicada relativa a la historia de conformación de la Unión Patriótica Militar, donde se indica: “Después de algunas consideraciones, los conjurados militares llegaron a la unánime conclusión que lo más conveniente era procurar asociarse con el partido Acción Democrática, dirigido por los famosos escritores Rómulo Gallegos y Andrés Eloy Blanco y cuyo secretario general, Rómulo Betancourt, tenía prestigio de aguerrido luchador revolucionario, miembro de la generación de estudiantes que en 1928 se habían alzado en contra de Gómez, y cuyos artículos diarios en El País eran leídos por ellos. Para establecer relación con Acción Democrática, se decidió que el teniente Francisco Gutiérrez hiciera contacto con su amigo Luis Beltrán Prieto Figueroa, y el teniente Horacio López Conde buscaría concertar una reunión con Rómulo Betancourt” (ver La Unión Patriótica Militar, su papel protagónico en el golpe 18 de octubre de 1945, en http://elfarodigital68.blogspot.com/2018/07/la-union-militar-patriotica.html).

De lo anterior se puede deducir entonces, que la iniciativa para el desplazamiento del poder del gobierno encabezado por Medina, no fue de los civiles sino de los militares, y que ante intereses comunes del momento histórico, decidieron emprender las acciones comunes necesarias para llegar a ese objetivo. Y no deja de llamar la atención las razones que aducen los militares para dar ese paso en su reunión con Betancourt: “un Ejército donde no se habían realizado ni siquiera las modificaciones superficiales introducidas en la administración civil...”, “Los métodos arbitrarios de los días de Gómez para la conducción de las Fuerzas Armadas…”,”la selección de Jefes y Oficiales…”, “acabar para siempre con la incompetencia, el peculado y la mala fe que presiden los actos de nuestros gobiernos”. ¿Les parece conocido? Por supuesto también éstas y otras razones adicionales fueron esgrimidas por los mismos militares para desplazar el gobierno, esta vez electo por el voto popular, de Rómulo Gallegos el 24 de noviembre de 1948.

Mucho se ha escrito en relación con ambos momentos históricos, pero a mi juicio lo que se desprende de allí es la interrogante de quien uso a quien, y cuál terminó siendo el resultado neto de algo que partió de lo militar con resultados importantes para el país en lo civil, como lo fue el proceso Constituyente de 1946-1947. En otras palabras estamos hablando DEL MISMO PROCESO cívico-militar que comienza en 1945, pero con dos hitos, uno civil y otro militar.

Por un lado, se logra un avance importantísimo en lo civil, reflejado en el sufragio universal directo y secreto, y otras importantes mejoras en los derechos civiles de los venezolanos, establecidos en la Constitución de 1947, que aunque fueron opacadas por el golpe de 1948, ya eran unas conquistas logradas y pendientes de recuperación 10 años después.

Los militares lograron por su parte, después de octubre 1945, una mejora importante en sus condiciones tal y como lo exigía la Unión Patriótica Militar, siendo un primer paso la situación social de los uniformados: “Aumentó en un 37%  los sueldos de los oficiales, en un 57% el de las tropas y en un 50% lo destinado a la alimentación de las mismas. Los suministros en productos de farmacia para la Sanidad Militar fueron aumentados en un 250%. Se destinaron 4 millones de bolívares como aporte del Estado para fortalecer la Caja de Previsión de las Fuerzas Armadas, la cual solo había recibido desde su fundación el aporte único de un millón de bolívares”. (1)(Pág. 551).

Señala Betancourt: “Demostramos visible interés en el mejoramiento profesional y técnico de las Fuerzas Armadas, pero les reconocíamos solo la función que les asignan los ordenamientos legales democráticos: la de institución de carácter profesional y técnico, subordinada al Poder Ejecutivo, sustraída a toda injerencia en la forma como se orientara la gestión política y administrativa. Actitud está enraizada en la más ortodoxa tradición bolivariana. Es del Libertador aquella frase que resume toda una doctrina de permanente vigencia: “Desgraciado el pueblo donde el hombre armado delibera”. (1) (Pag.552) (resaltado nuestro).

Y ciertamente, como rescata mi estimado amigo Alfredo Coronil Hartmann, del General Roberto Vargas a Betancourt en Ortiz: “… El 18 de octubre de 1945, fue el día en que realmente murió Juan Vicente Gómez”, en alusión a la eliminación de las reminiscencias del gomecismo en lo político y en lo militar (ver Alfredo Coronil Hartmann, 18 de octubre de 1945, en https://pararescatarelporvenir.wordpress.com/2019/10/21/el-18-de-octubre-de-1945-por-alfredo-coronil-hartmann-para-rescatar-el-porvenir/). Los militares, con una acertada conducción política, en un proceso que está lejos todavía de terminar, en esa época movieron hacia adelante el reloj de la historia de Venezuela.

Estuvo claro, incluso a pesar del golpe de 1948, que el país se había movido hacia otra era. Sin embargo, en aquella época 10 años fueron más que suficientes para macerar el regreso de la civilidad al país. Y sin entrar en el detalle de los sucesos militares que dieron origen a la caída del régimen de Marcos Pérez Jiménez en 1958, no cabe duda que de nuevo se dio curso a la unión de intereses comunes entre militares y civiles, como en 1945, para engendrar el período más largo de paz y crecimiento político, económico y social de la historia de Venezuela.

Otra vez la historia nos coloca en el medio de un nuevo gomecismo retrógrado, mucho peor que el de 1945, que animó a jóvenes militares a motorizar, un cambio que requirió de muchos períodos de convulsión política antes de estabilizarse. Y lo que sucede ahora en las Fuerzas Armadas es de lejos mucho peor que lo que ameritó el cambio político de 1945. Existirán, como antes, las ambiciones de civiles y militares que hagan abortar o retrasar los intentos de levantar la cabeza en la búsqueda de la estabilidad política. Sin embargo, lo importante es entender el proceso. Dense cuenta de que la frase del Libertador citada por Rómulo Betancourt, no tuvo vigencia real, sino 10 años luego de 1948.

Los militares, por su estructura y formación, responden a la frase de Stefan Zweig, citada al comienzo, debido a algo que les inculcan desde el principio en la médula de sus huesos: en la institución armada hay un superior que manda y un subordinado que obedece, y punto. De allí que la reunión con Betancourt del 6 de julio de 1945, quien llevara la voz cantante fuera Marcos Pérez Jiménez, así como quien presidiera la Junta Militar del golpe de 1948 fuera Carlos Delgado Chalbaud, para luego ser asesinado por las ambiciones de Pérez Jiménez porque nunca iba a poder imponerse de otra manera. Por esa misma razón, el comandante de la guarnición de Maracay, Tcnel. José Manuel Gámez Arellano, no atiende la defensa del gobierno legítimo de Gallegos, poniendo presos a quienes lo buscaron para organizar un nuevo gobierno encabezado por el Presidente del Senado Valmore Rodríguez, acatando las órdenes de los insurrectos desde el Ministerio de la Defensa. Obedecer las órdenes sin preguntar, aun cuando no provengan de una autoridad legítima. Hay que entender eso muy bien, porque de eso tenemos mucho en nuestra historia, pasada y presente.

En algún momento, -espero que sea pronto- después de 22 años de este nuevo gomecismo retrógrado, se repetirá el proceso, con nuevos actores civiles y militares, simplemente porque la historia reincide permanentemente cuando los actores no han aprendido de ella. El país no está bien y eso lo saben tanto los civiles y militares. Ojalá que las horas estén contadas para que la historia purgue de nuevo el sistema, no solo para restaurar a unas verdaderas Fuerzas Armadas en su rol original donde el Libertador las colocó, sino para restituir la institucionalidad y los derechos de un país, tal y como se hizo en 1946-1947 a través de un proceso Constituyente, reponiendo así los valores de libertad y cambio democrático que los venezolanos necesitamos urgentemente.

Caracas, 21 de Julio de 2022

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(1)   Rómulo Betancourt, Venezuela Política y Petróleo, Obras Selectas, Primera Edición 1978 en Ed. Seix Barral, S.A., ISBN 84-322-9513-2

jueves, 14 de julio de 2022

FFAA, hacia otra perspectiva del problema

Por Luis Manuel Aguana

English versión

No seré yo quien deje de responsabilizar a la institución armada de no haber cumplido con su deber constitucional de garantizar la institucionalidad del país. Son responsables y siguen siendo responsables, así sus jefes hayan distorsionado el objetivo de esa institución. Pero de allí a hacer leña del árbol caído a los únicos que pueden hacer algo para salir de esta tragedia política, hay mucho trecho. Ya están lo suficientemente desprestigiadas para eso. Sigo estando en la acera de quienes todavía piensan que son necesarias unas Fuerzas Armadas dignas, defensoras del territorio y garantes verdaderos de la Constitución, y que en esa institución aún existe el germen para el necesario cambio de actitud que haga posible un giro en el actual estado de cosas.

En las FFAA, cómo en todas las instituciones, hay gente valiosa que efectivamente si entiende el problema del país y la necesidad de un cambio estructural. Eso lo han demostrado con creces las cárceles militares llenas de oficiales que han disentido del régimen, e incluso que han dado su vida en las mazmorras, debido a que los delincuentes que gobiernan tienen terror a que ese sentimiento sea masivo en las Fuerzas Armadas. Eso no se ha terminado y creo que en lo que debemos insistir los venezolanos, no es en lo terrible que ha sucedido con la Fuerza Armada -que es evidente y que debe desaparecer- sino en lo bueno que todavía queda, manteniendo en lo posible, mensajes para que lo rescatable que quede allí no se extinga definitivamente.

Desde mucho antes de llegar Hugo Chávez al poder, existían indicadores ciertos del proceso de descomposición existente en las FFAA. El hecho mismo de la existencia de un sujeto como Chávez dentro de la institución armada era un síntoma claro de la necesidad de cambios, no solamente en las FFAA sino en toda la estructura política del Estado venezolano. Cómo se demostró posteriormente, Chávez fue parte de una estrategia de infiltración ideológica de largo plazo en la institución, de la cual lamentablemente fuimos víctimas, además de la institución armada, todos los venezolanos.

La sociedad en su conjunto debe seguir exigiendo a la Fuerza Armada el fiel cumplimiento de su obligación Constitucional. ¿Y por qué? Porque los militares son los únicos profesionales a los que la Nación mantiene desde que estudian su carrera hasta que fallecen. No salen a la calle a buscar trabajo después de graduarse al tener su vida garantizada, e incluso tienen la oportunidad de cursar y ejercer carreras civiles. La Nación les otorga ese trato preferencial precisamente por eso, porque ellos son el último bastión en la defensa de su institucionalidad. Los militares y policías que han cumplido ese juramento a la Nación deben ser honrados y reconocidos, como deberán serlo en algún momento todos aquellos que han sufrido por haberlo hecho efectivo.

Sigo creyendo, como lo he afirmado desde hace muchos años, que cualquier Fuerza Armada, institucional, militar y policial, tiene la obligación de intentar algo para el desplazamiento de un régimen que ha violado la Constitución. Esa es la esencia del Art. 333 Constitucional. Y como ya sabemos, hay militares y policías que lo han intentado, cumpliendo con su juramento, al costo de sus vidas o de su libertad. Hay todavía oficiales presos en las mazmorras del régimen. Eso no puede ser dejado de lado por más que la crítica justifique que la institución, como un todo, todavía responda y mantenga, por razones ideológicas o de corrupción, al régimen en el poder.

Allí todavía hay oficiales dignos, y a mi juicio lo que debemos hacer todos, civiles y militares, es plantear caminos para cambiar esa situación que no solo les compete a los militares. De modo, pues, que en lugar de quemar un pedazo del árbol caído de la FFAA, haciendo catarsis justificada por nuestra frustración acerca del cómo las han destruido y por qué todavía no se han pronunciado a favor de un cambio, la sociedad en su conjunto más bien debería estar buscando cauces en positivo para que los militares que si deseen cumplir con su juramento, en este momento tan difícil del país, lo puedan efectivamente hacer.

Pero esta corresponsabilidad no es nueva, como lo reseñe hace un tiempo. En el trabajo de mi padre para optar el Doctorado en Derecho en la Universidad de Carabobo, en los años 60’s (ver Raúl Aguana Figuera, Consideraciones sobre el Derecho Militar Venezolano, en https://tinyurl.com/y4kw78s2), el Dr. Aguana establecía que la concepción ampliada de la Defensa Nacional incluía a todos los venezolanos, no solo a los militares: “… La continuidad del Estado en el orden del tiempo y del espacio descansa en la defensa de su existencia, protegiéndose de los agentes de descomposición que de manera constante inciden sobre el mismo, poniendo en peligro la comunidad organizada en Estado en cuanto a su seguridad interna y a su seguridad externa. Defensa nacional corresponde a todos los miembros de esa comunidad, esto es, a toda la ciudadanía compete, al igual que a los órganos públicos, la realización de los llamados grandes objetivos de carácter permanente de la defensa, que abarcan los campos políticos, económicos, social, militar, la promoción del bienestar ciudadano y de la sociedad en general, la supervivencia de nuestra cultura y los objetivos estratégicos (resaltado nuestro).

Esa conceptualización, dada en el contexto de la Constitución de 1961, se renueva en el marco de la Constitución de 1999, donde todos estamos involucrados en el problema de defender la Nación, no solo los militares. La Constitución de 1999 les asigna a ellos responsabilidades muy claras en su Artículo 328, pero también al resto de los sectores en el Artículo 326. Si la institución armada se encuentra en estado de coma, porque se perdieron todos los valores morales, cívicos e institucionales, provocado –no hay que olvidar eso- por la decisión de los venezolanos de elegir a un golpista ideologizado en el poder, no queda solo de ellos la carga de su rescate y de la defensa de la Nación.

En este sentido, siempre nos hemos preguntado por qué el Gobierno Encargado y los partidos del G4 que lo sostiene, nunca designaron un Alto Mando Militar con oficiales de alta graduación (que existen y están en el exilio), profundamente conocedores del problema militar, capaces de diseñar una estrategia de rescate institucional, que le dé curso a las muchas inquietudes que aún existen dentro de las filas militares. Ese es un paso eminentemente civil –y crucial- con implicaciones a lo profundo de las FFAA, y es algo que se puede hacer ahora mismo.

Sin embargo, las motivaciones políticas de muchos dinosaurios existentes en los partidos políticos de la Asamblea Nacional de 2015, lo han impedido consistentemente. Le tienen terror a que algo diferente de ellos, que no puedan controlar, pueda entorpecer sus ambiciones de poder. Prefieren la continuidad del desastre del castro-chavismo-madurismo que afecta ahora mismo –no para el 2024- en hambre y destrucción al pueblo venezolano, apostando a unas elecciones que nunca los llevarán al poder, en su deseo absurdo de coexistencia con el régimen. No hay que olvidar tampoco que muchos de quienes ahora se sientan en esa Asamblea Nacional de 2015 hablando de “democracia y libertad”, e impiden cualquier acción estratégica de recuperación, fueron cómplices de la conspiración en contra del Presidente Carlos Andrés Pérez y responsables indirectos de la creación del engendro Chávez, destructor de las FFAA.

Lo que está pasando allí no es solo responsabilidad de la FFAA. No en vano la conseja militar según la cual no habría ningún incentivo de los uniformados para salir del régimen si el resultado termina siendo entregar el poder a individuos peores en corrupción y valores de los que existen en Miraflores. Hay que seguir haciendo un análisis mucho más profundo y menos superficial acerca de las razones verdaderas del porqué esa institución se autoflagela dejando que sus peores delincuentes la conduzcan. No es razón suficiente esgrimir la corrupción de los Altos Mandos cuando hay oficialidad media y alta honesta, pasando hambre como el resto de los venezolanos.

Esto en si mismo representa una calamidad mucho más grande que la destrucción conocida de toda la institucionalidad de las FFAA y del país: que se pueda hacer algo para que los militares puedan cumplir con su juramento y no se haga. Que nos quedemos en seguir culpando a los militares felones, sin profundizar en el problema, y sin decir una palabra de aliento a quienes si cumplieron y están presos y torturados; sin una condolencia a los familiares de los militares han asesinado en los calabozos del régimen por haber cumplido su parte del trato. Si hacemos eso, tal vez, solo tal vez, tengamos en algún momento de vuelta a unas FFAA que nos defiendan y rescaten al país. Eso es precisamente lo que habría que hacer de ahora en adelante.

Caracas, 14 de Julio de 2022

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