sábado, 17 de septiembre de 2022

ANCO, el porqué y el para qué de una Constituyente

Por Luis Manuel Aguana

English versión

Intervención en el Foro sobre “Liderazgos naturales y la Constituyente Originaria”, auspiciado por la asociación Fuerza Ciudadana en Acción, en Caracas, 16 de septiembre de 2022

Buenos días. En primer lugar, agradezco a Luis Márquez y a Fuerza Ciudadana en Acción, por esta invitación para compartir con ustedes en ocasión de un tema que nos concierne a todos. Pero el tema no debería ser “la Constituyente”. Y ustedes se sorprenderán del porqué afirmo eso. Después de todos estos años todavía me llama la atención de que el centro del debate sea ese. Nunca he escuchado a nadie preguntarse cuál es la razón, el porqué y para qué insistimos en la convocatoria del Poder Originario. Y está claro para todos que una Constituyente tiene, entre otros, el objetivo de redactar un nuevo texto Constitucional. Pero más allá de eso, nadie pregunta por qué o para qué queremos hacer eso.

Y es por allí que deseo empezar esta conversación. Por el porqué y el para qué. Después ustedes verán si esas motivaciones son ilusas, descabelladas o peor aún sin fundamento.

En estos días publiqué una nota, que recomiendo se lean. La titulé “El Cambio fundamental” (ver El Cambio fundamental, en https://ticsddhh.blogspot.com/2022/08/el-cambio-fundamental.html) porque sentí que en el afán de tratar de explicar toda la complejidad que implicaba nuestra propuesta de cambio estructural del sistema de relaciones de poder en el Estado, debía comenzar por explicar cuál era la principal modificación a realizar. Y esa no es otra que en la concepción que hemos tenido del cómo se deben plantear las relaciones que se estructuran en el Pacto entre quienes nos gobiernan y nosotros, los gobernados, en una Constitución. Porque es en la esencia de ese Pacto donde se encuentra, a nuestro juicio, el gran problema de los venezolanos.

Partiendo de la “Constitución del Estado de Venezuela del 24 de septiembre de 1830”, que así era como se titulaba el texto fundamental de nuestro país aprobado luego de la separación de Venezuela de la Gran Colombia, hasta nuestros días, la estructura del poder aplicada a la Constitución ha sido la misma: hay una definición mínima de los Poderes Públicos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial –en esta última de 1999 hay 5- con delegación al Poder Ejecutivo de la Administración de la Hacienda Pública Nacional y las Fuerzas Armadas, con los controles correspondientes delegados al Poder Legislativo.

Y la Constitución no es otra cosa que la materialización, por escrito y en blanco y negro, de ese Pacto. Fue a través de ese Pacto que los venezolanos decidimos y pusimos en blanco y negro en 1811 las reglas según las cuales se regiría un nuevo país independiente, parido por representantes de las 7 Provincias que constituían la Capitanía General de Venezuela.

Pero yo no deseo irme tan atrás porque implicaría una explicación más larga y el sueño destruido de Simón Bolívar con la Gran Colombia. Quiero comenzar con el origen de Venezuela como República, separada como hermanos siameses, de Colombia y el resto de los territorios liberados por El Libertador.

Desde la primera Constitución venezolana de 1830, luego de nuestra separación de la Gran Colombia, los venezolanos hemos definido en nuestro Pacto fundamental que sería el Presidente de la República, como cabeza del Poder Ejecutivo, el que centralizara el poder de las armas y el dinero de todos los venezolanos, bajo su dominio y administración. Ese es el sistema que nos hemos dado desde el principio de los tiempos republicanos. Pero ese arreglo tiene un defecto estructural: nuestro bienestar depende altamente de la eficiencia y las intenciones –malas o buenas- de quienes ocupan la única posición de poder en el país. O dicho de otra manera, la regla establecida en todos nuestros Pactos fundamentales entre gobernados y gobernantes, le entrega a quienes nos gobiernan en el Poder Ejecutivo, la patente de corso de hacer lo que les venga en gana con lo que es de todos.

Ese arreglo hace que todo el mundo político busque esa posición. Que toda la estructura política que se organice en el país gire en torno a conseguir esa posición privilegiada. El Presidente de la República -en la práctica- se hace dueño de Venezuela. Y ustedes me dirán: ¡pero eso no es así! ¡Existen los contrapesos institucionales! Están los Poderes Legislativo y Judicial, ¡el Presidente no puede hacer lo que le de la gana! Pero en Venezuela lo ha hecho y no de ahora, sino desde que somos República. El sistema de relaciones de poder no ha funcionado eficientemente y lamentablemente en toda nuestra historia, estos mecanismos definidos como tales en el Pacto Fundamental, la Constitución, no han sido lo suficientemente eficientes para evitar los desmanes de quienes han ocupado el poder en Venezuela.

No ha existido nunca un equilibrio entre los Poderes Públicos, ocasionando que quienes han ejercido el Poder Ejecutivo, hayan tenido permanentemente una influencia perniciosa en la administración de lo que es de todos, trayendo como consecuencia subdesarrollo y pobreza, y últimamente destrucción institucional del Estado y éxodo masivo de la población. No hemos podido evitar que quienes controlen ese Poder definido en el Pacto fundamental corrompan el resto de los Poderes, así estén definidos 5 como están establecidos en Venezuela en nuestra actual Constitución. Y a las pruebas me remito: un Poder Electoral corrupto y subrogado al régimen no nos ha permitido salir pacíficamente de esta grave situación.

En la Constitución de 1925 aparece por vez primera la figura de algo que consideramos completamente decimonónico, injusto y perjudicial para los ciudadanos: el Situado Constitucional. La aparición de esta figura coincide con los años iniciales de la producción petrolera en la Venezuela de Juan Vicente Gómez. ¿Y por qué? Porque toda esa riqueza debía ser distribuida de alguna manera formalmente en la población. La última revisión de ese arreglo que define los ingresos de los Estados del país está establecido en el Artículo 167.4 de la Constitución de 1999, que dice y cito: “… El Situado es una Partida equivalente a un máximo del Veinte por ciento del total de los Ingresos Estimados anualmente por el Fisco Nacional…”. Fin de la cita.

Poca gente se pasea por el hecho de que esa parte del Pacto es completamente perjudicial para nosotros,  los ciudadanos, favoreciendo claramente a quienes llegan a ejercer el poder en Venezuela. En el año 2016 solo el 3,67% del presupuesto Nacional fue a parar a los Municipios del país, y el 14,71% fue para la administración de los Estados, reservándose el Ejecutivo Nacional el 81,61%. Y unas cifras semejantes se han repetido durante más de 60 años, los 40 del Pacto de Punto Fijo y los más de 20 del castro-chavismo-madurismo. Díganme ustedes si todos los Alcaldes de Venezuela pueden hacer algo con 3, 67% del ingreso del país para mejorar la calidad de la vida cotidiana de sus ciudadanos, esto es, agua, luz, seguridad, transporte público, mantenimiento escolar, etc., etc., etc..

Pero lo peor no es que los Municipios, que es donde realizan su vida los ciudadanos, no tengan con que hacerle frente a las cada vez mayores necesidades que demanda la población. Lo peor es que más del 80% del dinero se encuentre a la discreción de un puñado de políticos que se hacen ricos y hacen ricos a quienes les dé la gana, decidiendo en que parte del territorio se invierte lo que es de todos. Ese Pacto no es de ninguna manera equilibrado. Es por esta razón por la que Chávez, Maduro y su entorno se llevaron la riqueza del país, arruinándonos a todos. Y la razón por la cual los partidos se matan entre ellos para estar en su misma situación.

De lo anterior podemos inferir que un Pacto de semejante naturaleza debe ser cambiado a la brevedad posible. El poder debe ser despiezado y entregado a los ciudadanos, volteando profundamente la pirámide del poder en Venezuela.

Los partidos políticos, que debieran ser los principales agentes modificadores de esta situación, no están interesados en cambiar de ninguna manera el sistema de relaciones de Poder establecido en la Constitución. Son usufructuarios de ese sistema. Los ciudadanos nos encontramos entonces en lo que yo llamo un estado de indefensión Constitucional.

Pero por si fuera poco el desequilibrio existente en las cuentas constitucionales, un estudio realizado en el año 2006 por Primer Poder, Asociación Civil, (https://www.facebook.com/PrimerPoderAC/) titulado “El Estado Plural”, encontró que, y cito: El Presidente de la República entre 1958 y 1998 tenía responsabilidad directa sobre más del 80% de las Políticas de Estado y sus respectivas áreas operativas de control y servicio. Todas sumaban 230 de las 279 responsabilidades que correspondían al Estado Nacional. Sin olvidar un total de unas 500 empresas e institutos autónomos bajo la tutela presidencial. A partir de 1999 el régimen castro-chavista trasladó paulatinamente el control absoluto del Presidente sobre el 100% de las responsabilidades estatales agregando otras 22 para totalizar 317. Es decir. Una sola persona tiene la responsabilidad directa sobre el diseño de 103 áreas de políticas de Estado; más 105 áreas del controles estatales y 109 áreas de servicios estatales. Sin olvidar un total de unas 5.000 empresas e institutos autónomos bajo la tutela presidencial (10 veces el estimado de 1998)”. Fin de la cita.

Ese apoderamiento del Poder Ejecutivo, de la vida de la Nación y de todos nosotros, los ciudadanos, es lo que hay que cambiar URGENTEMENTE en Venezuela. Y la ÚNICA manera de hacerlo es convocando a quien Constitucionalmente puede lograrlo que no es otro que el Pueblo de Venezuela a través de un mecanismo establecido en la Constitución de 1999, una Asamblea Nacional Constituyente de carácter Originario.

Hasta ahora hemos definido entonces el porqué queremos esa Asamblea Nacional Constituyente. Veamos ahora el para qué.

Al establecer una nueva relación de Poder en el Pacto, donde se coloque al Poder Ejecutivo en un lugar verdadero de representación de los ciudadanos, implica que ese 80% deberá ir a los Estados y Municipios, pero principalmente a los Municipios, dentro de una nueva propuesta de distribución político-territorial. Más para los Municipios, luego a los Estados y luego al Poder Federal. En ese orden. Se desaparecería la figura del Situado Constitucional, porque serían los Estados, ahora en contrario, quienes decidan el aporte para el sostenimiento de un Gobierno Federal, asumiendo en la práctica el control de su desarrollo, de acuerdo a sus propias potencialidades. Esto es lo que he llamado la inversión de la pirámide del Poder en Venezuela.

Los Estados establecerían el modelo de desarrollo que más les convenga de acuerdo a su perfil económico, histórico y cultural, y esto deberá estar plasmado en la propia Constitución del Estado, que deberá ser aprobada por su población, luego de sancionarse el cambio trascendental que proponemos en una verdadera Constitución Federal para Venezuela. Eso es lo que ANCO en esencia plantea en su propuesta El Gran Cambio (ver El Gran Cambio, Una propuesta para la Refundación de Venezuela, en https://tinyurl.com/5n6enjrr).

Pero los cambios propuestos van más allá: la actualización y reorganización político-territorial de los Municipios, la recomposición de territorial de las capitales de los Estados, comenzando por la capital de Venezuela, Caracas, y sugerencias propuestas para el modelo de desarrollo de los Estados. Todo esto está contenido en la obra del Coordinador Nacional de ANCO, el Ing. Enrique Colmenares Finol, titulada “El Delirio Manifiesto, Venezuela, Política, Región y Ciudadanía (1). No existe hasta ahora ninguna otra propuesta estructurada de cambio político-territorial del país de esa envergadura, lo que demuestra la seriedad del planteamiento político hecho por ANCO a los venezolanos.

Nadie en Venezuela está preparado para estos cambios, pero eso no significa que no sean posibles. No estamos planteando un programa de gobierno como cualquier partido político. NO. Estamos planteando una nueva estructura de relaciones de poder y desarrollo para los venezolanos, y establecerla en nuestro Pacto fundamental, puesto en blanco y negro en la Constitución. Y una vez que el Constituyente la haya aprobado, entonces será cuando comenzará el trabajo de construcción de una nueva Venezuela. Nos vamos a equivocar, como cualquiera que comienza una nueva manera de hacer las cosas. Pero la creatividad y el empuje del pueblo venezolano se pondrán por encima de ese estado de indefensión constitucional y ciudadana, al que nos han sometido por casi dos siglos. Ese es nuestro reto…

Muchísimas gracias.

Caracas, 16 de septiembre de 2022

Blog: https://ticsddhh.blogspot.com/

Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana

(1)   Enrique Colmenares Finol, Mi Delirio Manifiesto, Venezuela, Política, Región y Ciudadanía, Ed. Punto, ISBN 9789807801096, 2018

jueves, 15 de septiembre de 2022

Ideologización Constituyente

Por Luis Manuel Aguana

English versión

Ha surgido desde hace algún tiempo una suerte de fobia “anti-Constituyente” en Latinoamérica, como consecuencia de la convocatoria a los pueblos para la revisión de sus Pactos fundamentales. Estas convocatorias han sido utilizadas de manera perniciosa por la izquierda internacional como un mecanismo para imponer un cambio ideológico socialista que no pudieron imponer por otros medios, incluida la insurrección armada. Esta moda, si así podemos llamarla, de convocar al dueño de la soberanía con esos fines, ha ocasionado un temor adicional a los ya conocidos, en contra de convocar al Constituyente, para abordar una discusión de fondo en el desarrollo de los países que en muchos casos, incluido el venezolano, es muy necesaria.

Cada país deberá evaluar, según su realidad, si es necesaria una convocatoria Constituyente o no, que a mi juicio solo debe ser aplicada cuando los cambios sean de una magnitud tal que impliquen la necesaria convocatoria de todos los representantes legítimos de un país.

Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente teórico y Constitucional, es importante revisar la opinión de los constitucionalistas sobre cómo se llega a un proceso como este. De una conferencia realizada en abril de 2021 sobre el proceso constituyente chileno, el Dr. Roberto Viciano Pastor, Director del Doctorado en Derecho Constitucional de la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia, y Coordinador General del Observatorio Latinoamericano sobre el proceso Constituyente de Chile, explica lo siguiente:

“Los procesos constituyentes han surgido en América Latina, como también en otras partes del mundo, cuando aparece una importante crisis social. Si no hay una importante crisis social ningún Estado, ningún país se introduce en una zona delicada, en una zona en la cual es inestable, por definición, como es la de definir de nuevo las reglas de funcionamiento del Estado, de la economía, de la sociedad, etc., etc... Por lo tanto, esta es la última “ratio regis”, la última opción que queda para intentar resolver los problemas del país. Primero se intentan resolver de otras muchas maneras. Pero cuando ya no hay otra fórmula, al final los países se ven abocados a activar procesos constituyentes” (ver Procesos Constituyentes en América Latina desde la perspectiva comparatista, en https://www.elmostrador.cl/tv/2021/04/16/en-vivo-procesos-constituyentes-en-america-latina-desde-la-perspectiva-comparatista/, min 15:55) (resaltado nuestro).

¿Existía una crisis social en Chile, un país con los mejores indicadores de bienestar económico y calidad de vida de América Latina, que ameritara reunir al Constituyente? ¿O fue esta más bien una crisis inducida artificial e ideológicamente?

De acuerdo al Dr. Roberto Viciano Pastor en su conferencia, ningún país se introduce en una zona delicada e inestable si no hay una crisis social importante. ¿Cómo podía existir una “crisis importante” en un país que encabezaba y todavía encabeza los resultados del Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Latinoamérica para el 2021? Al contrario de Chile, el IDH de Venezuela se va al foso en caída libre desde 1990 hasta el 2021, último año de la muestra (ver Índice de Desarrollo Humano-IDH en América Latina – 1990-2021, en https://youtu.be/cZDVSC4YYVE).

“El índice de desarrollo humano (IDH) es un indicador, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que se utiliza para clasificar a los países en tres niveles de desarrollo humano. El índice está compuesto por la esperanza de vida, la educación (tasa de alfabetización, tasa bruta de matriculación en diferentes niveles y asistencia neta) e indicadores de ingreso per cápita. Un país obtiene un IDH más alto cuando la esperanza de vida es mayor, el nivel de educación es mayor y el ingreso nacional bruto INB (PPA) per cápita es mayor” (ver Índice de Desarrollo Humano, en  https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%8Dndice_de_desarrollo_humano).

De los 20 países latinoamericanos medidos de 1990 a 2021, Chile está en el puesto No. 1 (nunca bajando del segundo lugar) para junio de 2021 (0,848 puntos), ocupando Venezuela el puesto No. 18 y en descenso (0,659 puntos), dos puestos antes de Haití, que le corresponde el último lugar. Al juzgar esos 30 años de medición de este indicador de desarrollo, si algún país necesita con urgencia revisar las instituciones y su sistema político a través de un proceso Constituyente, es Venezuela, no Chile. Y aun así, los chilenos rechazaron el esperpento jurídico propuesto para entrar a la órbita socialista.

Sin embargo, los pueblos también se equivocan. El pueblo chileno se equivocó al aprobar ir a una constituyente sin necesidad, por un espejismo creado por la violencia inducida por los radicales de la izquierda, siendo un país en pleno desarrollo. Lamentablemente, la conducción política no estuvo a la altura, como si lo estuvo el propio pueblo chileno al rechazar la bazofia retrógrada que se le presentó a su aprobación el 4 de septiembre de 2022.

El pueblo venezolano se equivocó también al deslumbrarse con el golpista de 1992, comprando como oro lo que era de latón. Venezuela atravesaba a comienzos de la década de 1990 por un importante cambio en su crecimiento económico que de ningún modo justificaba la propuesta de cambio Constitucional presentada posteriormente por el golpista: “… en 1990 el crecimiento fue del 6,47% y en 1991 de un espectacular 9,73%.  Era un despegue. La inflación también se comenzó a controlar, y bajó al 40,6% en 1990 y al 34,20% en 1991. El fisco comenzó a tener superávit en 1990 y el volumen de las inversiones, por decirlo en términos muy amplios, se duplicó” (ver Prodavinci, CAP, el hombre que se inventó a sí mismo (IV), en https://prodavinci.com/cap-el-hombre-que-se-invento-a-si-mismo-iv-y-ultima-parte/). Sin embargo, el pueblo le dio la espalda a la clase política aprobando la convocatoria a una Constituyente que produjo una nueva Constitución que agravó posteriormente las distorsiones, al punto que aún no salimos del problema.

En ambos casos los pueblos decidieron su destino. Chile, impidiendo un cambio suicida en 2022, y Venezuela, cayendo de manera ingenua en 1999 en el engaño de un arañero de Sabaneta de Barinas. Pero aún podemos revertir esa situación, por más grave que parezca, utilizando cuidadosamente la misma herramienta constitucional, pero teniendo en cuenta algunos factores importantes. Veamos.

El hecho de que una mayoría ideológicamente definida tome control de un proceso constituyente es una contradicción en sí misma al concepto Constituyente, convocado para definir entre todos los que conforman una Nación, un nuevo Pacto entre gobernados y gobernantes. De allí que un Pacto establecido en esas condiciones no pueda ser sostenido porque una mayoría se monta por encima de una minoría, haciendo que ese acuerdo no sea sostenible en el largo plazo.

Y esto no quiere decir que no deban existir factores que impulsen cualquier ideología dentro de un proceso de esa naturaleza, sino que la representación de todos ellos debe garantizarse proporcionalmente, haciendo que las decisiones que en definitiva tome el Constituyente reunido, pase necesariamente por la aprobación de una mayoría calificada. Y esto debe definirse cuando se establecen las bases del juego para la participación y elección del Constituyente. En Venezuela esas reglas las llamamos Bases Comiciales, o reglas para la convocatoria y participación política de los factores. Las Bases Comiciales sugeridas por ANCO, no solo convocan a los partidos políticos, sino fundamentalmente a la Sociedad Civil en todos los sectores.

Pero adicionalmente, en este punto, el Dr. Roberto Viciano Pastor, en la conferencia arriba señalada, introduce una sugerencia importante para evitar la imposición de las mayorías ideológicas: “Por tanto, yo creo que todo esto nos debe hacer reflexionar a los constitucionalistas sobre la necesidad de colocar frenos constitucionales a las mayorías políticas desmesuradas. Es decir, yo creo que debemos plantearnos que aunque un partido pueda tener 2/3 en una Asamblea, no creo que sea bueno que tenga 2/3 en la Asamblea. Puede gobernar perfectamente y ampliamente con un 40% de los escaños, colocándole una especie de tope, porque cuando dejamos que en un momento dado histórico se produzca una acumulación fuerte de voto popular en una opción política estamos prácticamente conduciendo a una situación de inexistencia de controles sobre el poder político. Hay que analizar y aprender de lo que ha pasado” (min 1:03:00).

En otras palabras, las Bases Comiciales deben introducir una limitación a la primera mayoría del Constituyente, a un tope máximo del 40%, dejando las decisiones de aprobación a los 2/3 (mayoría calificada) de los asambleístas electos proporcionalmente. Tal vez si esta sugerencia se hubiera tomado en cuenta para la Constituyente chilena, el proyecto presentado al pueblo de Chile hubiera presentado mayor calidad de contenido, en primer lugar porque no se hubieran podido imponer en su texto las ideologías mayoritarias, especialmente las de género.

Creo que el pueblo venezolano ha ido culturizándose e informándose cada vez más en relación con la propuesta Constituyente, pero todavía falta mucho. Es un tema de aproximaciones sucesivas. El pueblo chileno rechazó un proyecto de texto constitucional contrario a sus intereses, eso es lo más importante. Un pueblo culto e informado nunca podrá ser engañado a pesar de la cada vez mayor agresividad ideológica de quienes son capaces de incendiar un país con tal de poner las manos en el poder. Esos son los que nunca pasarán…

Caracas, 15 de septiembre de 2022

Blog: https://ticsddhh.blogspot.com/

Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana