martes, 7 de marzo de 2023

ANCO, movimiento político

Por Luis Manuel Aguana

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El reciente pronunciamiento de la Alianza Nacional Constituyente Originaria, ANCO, informándole a los venezolanos su transformación en un movimiento político, con todo lo que ello implica, es de una profunda significación para todos aquellos quienes hemos formado parte de este movimiento desde su fundación desde el seno de la sociedad civil (ver Comunicado ANCO, Sin renovación institucional integral, Venezuela permanecerá en ruinas, en https://ancoficial.blogspot.com/2023/03/comunicado-anco-sin-renovacion-integral.html).

Siempre impulsamos la lucha de la sociedad civil con la idea rectora de ser contralores civiles de primera fila de las actuaciones de aquellos que se dicen nuestros representantes políticos y participar en la vida política del país, presentando propuestas concretas para que estas sean tomadas en cuenta por aquellos a los que les hemos dado el poder de nuestra representación política, ejercidos desde los poderes públicos.

Muchas veces he señalado desde esta tribuna, que desde la aprobación popular de la Constitución de 1999, el Artículo 5 Constitucional nos dio a los venezolanos el derecho de ejercer de manera directa nuestra soberanía a través de los mecanismos previstos en la Constitución y en las leyes, en especial el Artículo 70, a través del cual la sociedad civil organizada puede convocarse y participar directamente en “…la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocación del mandato, las iniciativas legislativa, constitucional y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante…” (Art. 70, CRBV 1999).

Directamente significa SIN LA INTERVENCIÓN DE LOS PODERES PÚBLICOS: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público…” (Art. 5, CRBV 1999). Sin embargo, este derecho único y constitucional ha sido constantemente mediatizado y conculcado en estos 23 años por el régimen, a pesar de las múltiples actuaciones que ha tenido la sociedad civil, impidiendo entre otras cosas que el pueblo expresara democráticamente y de manera directa su rechazo a esta forma de gobierno y sus ejecutores.

ANCO se sustentó en ese derecho definido en la Constitución vigente, como sociedad civil, al punto de ser participante protagónico de dos consultas populares cuyos mandatos siguen pendientes de ejecución, y ha sido principal impulsadora de la iniciativa constituyente, que a nuestro juicio sería la manera ideal de resolver pacifica, equitativa y constitucionalmente la crisis política que atraviesa el país.

Lamentablemente, esta solución ha sido desechada de manera pertinaz por los actores políticos que en mala hora detentan la representación opositora del país, porque atenta contra los intereses de más de 60 años de una clase política que se niega a cambiar, a pesar de la destrucción de la que ha sido objeto el país a manos de unos criminales.

Aun teniendo el derecho como sociedad civil de participar en la vida política del país porque así nos lo garantiza la Constitución, ANCO ha decidido seguir intentando cristalizar su proyecto de cambio estructural en las relaciones de poder del país, que le entregue al ciudadano común el poder de manejar su calidad de vida, incursionando ahora en el terreno de la representación política y el ejercicio del poder, única vía que entienden quienes nos han negado como simples ciudadanos el derecho a la participación política, y buscar en su momento el voto de los venezolanos para hacerlo realidad.

Al organizarnos como movimiento político y presentar nuestro proyecto El Gran Cambio, Una propuesta para la Refundación de Venezuela (ver texto completo en https://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html) a la consideración del país, no ya como ciudadanos organizados de la sociedad civil sino como la propuesta de un equipo consolidado de reformadores con una nueva visión política y territorial de una Venezuela libre del futuro, que no buscan otra cosa que hacer realidad un proyecto común que ofrecerle al pueblo venezolano, más allá de personalidades individuales, con un profundo sentido de justicia y de respeto a los Derechos Humanos. Difícilmente se encontrará un proyecto de cambio estructural de la vida política, económica, social y territorial del país en ninguna de las ofertas políticas que se han presentado al pueblo venezolano.

Tal vez el significado de estas palabras pueda cobrar mayor sentido al escuchar la disertación de la Dra. Adela Cortina, creadora del término “aporofobia” (fobia a los pobres) y catedrática de Ética Política de la Universidad de Valencia, España, el 15 de enero de 2020, en una conferencia titulada “Construir una Democracia auténtica” para el alumnado de La Nau Gran de la Universidad de Valencia, que recomiendo que vean completa (ver Adela Cortina, Construir una democracia auténtica y política, en https://youtu.be/45E_r3IdSco), y de la cual extraigo lo siguiente de su extraordinaria exposición:

“Es una verdadera confusión ideológica la de tratar de decir que el individualismo es la base de la vida social. NO ES VERDAD. Somos personas en relación, somos personas en vínculo relacionadas unos con otros, y nos reconocimos como personas porque otros nos reconocen como personas.

Por lo tanto el pueblo tendría que ser un conjunto de personas que se saben en relación, que se saben en vínculo, y que saben que tienen que tener por lo menos unos cuantos proyectos comunes, lo que yo llamaría unos mínimos de justicia que tenemos que tratar de conseguir en conjunto. Porque si esos mínimos de justicia no existen, entonces no hay proyecto común, y entonces no hay pueblo, sino masa de individuos que pueden funcionar más o menos emotivamente o agregativamente, pero que no tienen ningún tipo de proyecto común.

¿Y cuál sería el proyecto común? Pues yo creo que muy claro en una sociedad democrática. ¿Cuál tendría que ser el proyecto común? Recuerdo que tiene que ser un proyecto de justicia y no de felicidad, la felicidad es personal. La vida buena es un proyecto personal. Uno tiene que decidir qué proyecto de vida buena quiere, y comentarlo con sus personas queridas y con sus otros significativos para que le aconsejen y se aconsejen porque la vida la hacemos inter-subjetivamente pero cada uno tiene que tener su proyecto de vida personal.

Sin embargo hay una dimensión, que es la dimensión de justicia, que es la dimensión de la política y la dimensión de la ciudad, y en ese sentido si tenemos que encontrar en cada uno de los países un mínimo de justicia en los que tenemos que estar de acuerdo porque si no, no tenemos ningún proyecto común. ¿Y cuáles son esos mínimos de justicia? Pues podemos hablarlos, pero creo que de entrada es elemental que son los Derechos Civiles y Políticos, los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Eso como mínimo….

…Yo hablé en un libro que se titulaba “Ética mínima”, lo digo siempre, en el año 86,  había gente que decía, claro dice que es una ética mínima porque como estamos tan mal pues por lo menos unos mínimos. No, no. Ética mínima quiere decir, que no se puede caer por debajo de esos derechos sin caer en INHUMANIDAD, porque son mínimos de justicia. ¡Esa es tarea de la política! De la política nacional y de la política internacional. Y esa es la manera, construyendo una sociedad en paz, porque la paz se construye desde la justicia. No se puede hablar de una sociedad en paz si no hay una justicia básica” (resaltado nuestro).

Pues bien, proponemos al pueblo venezolano un proyecto común, El Gran Cambio, con un mínimo de justicia, establecido en los Derechos Civiles y Políticos, y Derechos Económicos, Sociales y Culturales de los venezolanos, y que hay que garantizar, porque esa es en realidad la tarea que debe tener LA POLÍTICA en cualquier país. En Venezuela se perdió en todos los partidos la noción del ejercicio de la política y la esencia del para qué es, más allá de promover candidatos a todos los niveles, distorsionándose tanto su actuación, al punto de convertirse en un tradicional “quítate tú para ponerme yo” hueco, de ejercer el poder para provecho personal, sin ninguna propuesta más allá de la cara de sus candidatos.

Este proyecto común debe ser entendido, desarrollado e implementado en cada Estado de Venezuela, de acuerdo con su idiosincrasia y potencialidad regional, por los ciudadanos, en pleno ejercicio de su Soberanía. Y en este sentido, el movimiento político que inicia ANCO funcionará como moderador y catalizador de ese cambio, que discurrirá en la medida que los ciudadanos nos den el poder político para realizarlo.

Esa es la diferencia entre un grupo de la sociedad civil organizada que propone un proyecto sin la certeza de su realización porque no está allí para el ejercicio del poder, y un movimiento político con representación concreta dispuesto a llevarlo a cabo con el respaldo de los ciudadanos, entendiendo el ejercicio de la política como el instrumento mediante el cual se administra el poder como servicio al ciudadano y no para ser servido. A eso debemos llegar, y es el siguiente nivel que la sociedad civil como un todo deberá escalar para el adecentamiento del ejercicio de la política en Venezuela.

Caracas, 7 de Marzo de 2023

Blog: TIC’s & Derechos Humanos, https://ticsddhh.blogspot.com/

Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana

miércoles, 1 de marzo de 2023

Con CNE no se necesitan primarias

Por Luis Manuel Aguana

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Es difícil demostrar al mundo una situación cuando los conceptos básicos se imponen sobre las realidades. Por ejemplo, ¿quién podría desde el exterior tan siquiera discutir que unas elecciones puedan resolver una disputa por el poder en cualquier país? Nadie. De allí que la Comunidad Internacional haya decidido desde la Declaración Conjunta de los EEUU, la Unión Europea y Canadá, del 25 de junio de 2021, que, “La solución pacífica a esta profunda crisis política, social y económica debe provenir del mismo pueblo venezolano, a través de negociaciones de amplio alcance impulsadas por los venezolanos en las cuales participen todos los actores interesados. Un proceso de negociación integral, con plazos concretos, debería posibilitar el restablecimiento de las instituciones del país y permitir que todos los venezolanos puedan expresarse políticamente por medio de elecciones locales, parlamentarias y presidenciales creíbles, inclusivas y transparentes (ver Declaración EEUU-UE-Canadá: Declaración conjunta sobre Venezuela, en https://www.state.gov/translations/spanish/ee-uu-ue-canada-declaracion-conjunta-sobre-venezuela/) (resaltado nuestro).

Hemos insistido desde hace mucho que de esta declaración se desprende que estos países, en conjunto con la dirigencia política opositora, ya han decidido por los venezolanos, que unas “elecciones locales, parlamentarias y presidenciales creíbles, inclusivas y transparentes” con Nicolás Maduro Moros ejerciendo ilegítimamente el poder en Venezuela, posibilitarían “el restablecimiento de las instituciones del país”. Aunque estemos en desacuerdo con esa posición, lamentablemente es la realidad que afrontamos en Venezuela.

Y con base a estas premisas, al parecer escritas en piedra, ha girado todo el quehacer político venezolano desde ese momento, al punto que independientemente que el régimen se haya parado de la mesa de negociaciones en México, vamos rumbo, indefectiblemente, a un proceso electoral con el régimen, en las mismas o peores condiciones que se han tenido siempre con un Poder Electoral secuestrado.

En atención a eso, la oposición política, que ha traicionado en repetidas ocasiones a los venezolanos, nos ha impuesto -de nuevo- como fórmula para la escogencia del candidato opositor un proceso de “elecciones primarias”, alrededor del cual han girado los partidos, pensando que igualmente los venezolanos, como borregos sin capacidad de discernimiento, supuestamente votaremos para ir a inmolarnos en el altar del CNE en las elecciones presidenciales que el régimen convoque.

Pero como siempre, y gracias a Dios, una cosa es la que piensa el burro y otra quien lo monta, como dice el sabio refrán popular. A pesar de toda la masiva campaña de información desatada por los partidos y sus anclas tradicionales, para que la gente vaya a votar por los bates quebrados de los partidos en esas primarias, algunos de los cuales ya fueron candidatos presidenciales que le entregaron descaradamente las elecciones al castro-chavismo-madurismo en estos últimos 20 años, la gente se resiste a ir a votar en las primarias, y menos aún si a esa Comisión de Primarias se le ocurre meter al CNE en el proceso.

En efecto, el más reciente Informe Público (CATI) de la Encuestadora Meganálisis de febrero de 2023, claramente nos indica que sobre el “71,1% que piensan que con el chavismo y Maduro Venezuela no tiene futuro ni esperanzas”, el 83,7% cree que las elecciones primarias se deben realizar “sin la presencia del CNE”. Y de ese 83,7%, el 96,2% NO IRIA A VOTAR si el CNE está presente con sus máquinas (ver Estudio CATI Verdad Venezuela Febrero 2023, https://twitter.com/Meganalisis/status/1628599897153851392).

Pero lo peor no es tal vez eso, de los identificados como adversos al chavismo (71,1%) se les preguntó: “De los siguientes posibles candidatos en las elecciones primarias de oposición, ¿Por cuál votaría usted?”, el 32,8% no votaría por ninguno. En otras palabras, el candidato saldría del 38,3% de un universo del 71,1%. ¿Creen ustedes que esa es la fuerza necesaria para vencer, como se requiere, abrumadoramente, al castro-chavismo-madurismo en una pelea donde se iría con las manos atadas y con un contrincante armado hasta los dientes? ¡Por Dios!

Si la Comunidad Internacional nos ha dicho que reconocerá a quien salga de esa elección presidencial en el 2024 o antes, ¿no creen ustedes que ese método de escoger candidato para enfrentarle al régimen debería ser distinto? Ya el solo hecho de que el mecanismo escogido haga énfasis, en su mayoría, en quienes de una u otra manera son rechazados mayoritariamente por el pueblo opositor, en buena lógica quien salga de allí ya lleva las de perder.

Incluso, quien aparece de primero en esa encuesta, María Corina Machado, quien ha insistido en que no se medirá en primarias si aparece el CNE para contar los votos, solo lleva el 16,7%, lo que es una cifra pírrica de lo que se requiere para vencer en una elección a estos delincuentes que tienen al CNE de su parte. Entonces, el  mecanismo de primarias en las actuales condiciones del país, se termina transformando en la herramienta ideal para que de allí salga un candidato que se amolde a los deseos del régimen de entregar la elección, como ya lo hicieron antes Manuel Rosales y Henrique Capriles, ya que la Comisión de Primarias va en ruta directa de entregar al CNE el conteo de los votos opositores.

Y ustedes me preguntarán, ¿y cuál es el problema? ¿Acaso no son necesarias unas primarias para dirimir un candidato que poner frente al régimen, si tenemos que igualmente ir a unas elecciones presidenciales? Y la respuesta no es tan obvia como la pregunta.

Un proceso como ese se justificaba en una Venezuela opositora como la existente en el 2012, y aun así el régimen con su CNE y TSJ persiguieron a la Comisión de Primarias, y a su Presidente de entonces, la Dra. Teresa Albanes, para que se le entregaran los cuadernos de votación, para así comenzar con otra lista de Tascón de los electores opositores.

En las actuales circunstancias políticas del país, cualquiera que salga de un proceso de primarias apadrinado por el CNE del régimen, podría ser retado por cualquier otra opción que aparezca, que no se preste a esa manipulación, aglutinando el sentimiento de cambio nacional de esa mayoría que no se come ese circo. Y eso difícilmente podría ser considerado como una “división de la oposición”, porque un candidato originado de unas primarias como esas no representaría a la gran mayoría de venezolanos conscientes, que dejaron bien atrás su condición de borregos que van al matadero electoral guiados por los partidos.

De esa forma, se decidiría verdaderamente y en la propia arena política, cuál será el candidato con las mejores credenciales, que unifique el sentimiento opositor para enfrentar al régimen, capaz de terminar el trabajo que no hicieron ni Rosales ni Capriles, dando la pelea definitiva que finalmente defenderá el país opositor. Esa sería la única manera en que los venezolanos se animen a ir de nuevo a otra contienda con el régimen. De otra forma, esa elección presidencial será una copia al carbón de lo que ya hemos vivido, y para eso no se necesitan primarias….

Caracas, 1 de Marzo de 2023

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