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martes, 15 de octubre de 2013

Doce Ejes y un Destino: 10) Institucionalización de las Fuerzas Armadas



Por Luis Manuel Aguana

“Cuando tomamos las armas del soldado
no abandonamos al Ciudadano”
George Washington
(Inscripción en el Arlington Memorial)

Atendiendo a la frase atribuida al Libertador: "Ecuador es un convento, Colombia es una universidad y Venezuela es un cuartel", ya deberíamos a estas alturas conocer lo suficiente a los protagonistas de ese cuartel: las Fuerzas Armadas. No en balde llevamos décadas de idas y venidas con el mundo militar, golpes incluidos, como para saber cómo se pueden entender a esos venezolanos. Pero al decir de un buen amigo militar, los civiles venezolanos no conocemos lo suficiente a nuestras Fuerzas Armadas. Y eso es verdad.

El enfoque que intenta dar el Proyecto País Venezuela es el deber ser: “Restablecer el carácter profesional apartidista y no deliberante de nuestras Fuerzas Armadas en base a sus principios institucionales: garantizar la soberanía nacional y defender la vigencia del sistema democrático”  (ver Proyecto País Venezuela – Reconstrucción y Reconciliación Nacional - MID Táchira/AVERU en https://docs.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDUmhEbXFZMGR0bEU/edit?usp=sharing).

Sin embargo, no deseo caer aquí en lo que todos conocemos y que no se cumple ahora, sino dar más bien una perspectiva ciudadana y civil de nuestras Fuerzas Armadas, intentando comprender por qué razón sus resortes institucionales no se han movido hasta este momento como todos desearíamos.

En primer lugar partiré del concepto fundamental: las Fuerzas Armadas, en una democracia, están subordinadas al poder civil. Esto es, a los ciudadanos. Si entendemos eso de primero, el resto se entenderá sin problemas ni distorsiones. La Constitución le asigna responsabilidades a las Fuerzas Armadas (Art. 328, 329, 330 y 331) y estas, obedientes del poder civil, deben acatarlas. Eso lo comprenden bien los militares, un PODER CIVIL que manda y unas FUERZAS ARMADAS que obedecen. Pareciera simple ¿verdad? Pero no es así.

Imagínese amigo lector que usted es introducido en una maquinaria, cuando apenas es un adolescente, destinada a definir su manera de ver al mundo, sus valores, la categorización de lo que está bien y está mal, creciendo en un mundo exclusivo, piramidal y estructurado, destinado a defender los valores que se inculcan allí, en esa maquinaria bien aceitada para producir oficiales y soldados. No todas las personas tienen la madera para soportar eso. Pero los que salen, tendrán la impronta de la construcción personal que esa maquinaria les moldeó para toda la vida.

Esa maquinaria a la que me refiero aquí tiene unos criterios muy claros para decidir quién manda y quien obedece. En las Escuelas Militares profesionales quienes tienen el mando son aquellos que por su estudio e inteligencia sobresalen académicamente. Los que están en el tope de su promoción al graduarse son los llamados a manejar la Institución. Los que no, estarán al servicio de la Institución pero siempre a la orden de quienes fueron los mejores de acuerdo al escalafón de mérito.

Esto no es de ninguna manera un secreto militar. Estoy describiendo lo que en buena medida siempre sucedió en la Institución militar venezolana hasta la llegada de Hugo Chávez al poder. El cumplimiento de la Constitución, los valores de la Defensa Nacional, el carácter profesional y meritocrático de la Institución fue siempre lo que prevaleció.

Todos los venezolanos sabemos lo que ocurrió después. Chávez revirtió el orden natural de merito. Un oficial mediocre en una posición de mando político dislocó a la Institución. Quien debía mandar en el orden natural de las cosas fue destinado a obedecer. Y en un ambiente en donde el más alto poder define quien es el que manda, aquellos que están por construcción de la maquinaria entrenados para obedecer, obedecen. La Institución entró en una contradicción profunda. Los peores oficiales, los últimos de sus promociones, ahora mandan. La afinidad política al “proceso socialista” sustituyó el criterio natural de escogencia de los mandos militares.

Esta contradicción fue sumamente dañina para la República, porque al tener la Institución militar bajo el control de lo peor de sus integrantes se abre la Caja de Pandora de cualquier desviación: narcotráfico, delincuencia, entrega de la soberanía, incluyendo convertirse en la guardia pretoriana de un régimen corrupto.

Los oficiales profesionales están formados para el combate y para la defensa de la Nación. Quienes se destacan en la profesión militar son aquellos que mejor saben hacer eso, no otra cosa. Las Escuelas Militares no enseñan como gobernar, eso está a cargo de los políticos, enseñan es a combatir a una fuerza enemiga. Al decir de ellos mismos “la guerra la hacen los políticos, los militares la combatimos”. Al perderse el norte en una Institución cuyo principal activo es el orden, quienes deben combatir no combaten y quienes deben mandar no lo hacen porque fueron sustituidos por mediocres y corruptos. Resultado: el caos.

Entonces, unos individuos diseñados y construidos para obedecer, por una maquinaria muy eficiente, sometidos a un proceso de destrucción de su esencia fundamental que hace que los peores sean quienes detenten los mandos y derrumbarse de acuerdo a sus propias palabras  “los tres pilares fundamentales en que descansan la organización, administración, operatividad y unidad de mando de la FAN, como lo son la DISCIPLINA, LA OBEDIENCIA Y LA SUBORDINACION”, están en el medio de un grave predicamento que deben resolver, porque no es posible vivir en una contradicción sin correr el riesgo de ser destruido. Y si a eso le unimos la penetración ideológica y material de otro “ejército de ocupación”, nos encontramos al borde de un coctel muy explosivo.

La concepción ampliada de la Defensa Nacional incluye a todos los venezolanos, no solo a los militares: “…La continuidad del Estado en el orden del tiempo y del espacio descansa en la defensa de su existencia, protegiéndose de los agentes de descomposición que de manera constante inciden sobre el mismo, poniendo en peligro la comunidad organizada en Estado en cuanto a su seguridad interna y a su seguridad externa. Defensa nacional corresponde a todos los miembros de esa comunidad, esto es, a toda la ciudadanía compete, al igual que a los órganos públicos, la realización de los llamados grandes objetivos de carácter permanente de la defensa, que abarcan los campos políticos, económicos, social, militar, la promoción del bienestar ciudadano y de la sociedad en general, la supervivencia de nuestra cultura y los objetivos estratégicos” (ver Raúl Aguana Figuera, Consideraciones sobre el Derecho Militar Venezolano en https://docs.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDdGZVTk9lU2ZCb28/edit?usp=sharing).

Aunque el trabajo del Dr. Aguana está referido a la Constitución de 1961, los principios sobre los que se fundamenta este concepto son los mismos. Y de acuerdo a esa conceptualización todos estamos involucrados en el problema de defender la soberanía de nuestro país, no solo los militares, aun cuando la Constitución de 1999 les asigna a ellos responsabilidades muy claras en su Artículo 328.

La inscripción de George Washington en el Arlington Memorial que precede esta nota está tomada de la obra de Frederick Martin Stern, “El Ejercito Ciudadano”-Citizen Army-, (1961) que amplía en lo fundamental esa concepción holística de la Defensa Nacional y el papel de la Fuerzas Armadas en una sociedad. La cita de Washington define a las Fuerzas Armadas para la protección del Ciudadano. Las armas de la República son para la defensa de su pueblo. Pero en Venezuela tenemos ahora un grave problema ¿cómo protegerán nuestras Fuerzas Armadas a los ciudadanos si se encuentran en un estado de contradicción y neutralización? ¿O ya han llegado a un  punto tal de distorsión que ya no existe para defender al ciudadano sino para doblegarlo? De no resolverse la contradicción se pone en peligro la esencia misma del Estado.

Una Asamblea Nacional Constituyente bien podría devolverle el carácter Institucional a nuestras Fuerzas Armadas, establecido en la actual Constitución y violado por el régimen. Esto es, el rescate de la institución militar sobre la base de la convocatoria al depositario de la soberanía. Sin embargo, dadas las características únicas de esa Institución, una recomposición de esa maquinaria no correspondería hacerla sino a las mismas Fuerzas Armadas, ya que sólo ellos saben cómo repararla, volviendo a colocar en su justo sitio todo lo que se ha torcido en este proceso de involución al que han sido sometidas. Y eso no solo es un asunto de cumplimiento constitucional, para ellos es un asunto de supervivencia, restándole solo a ellos decidir el momento cuando comenzar a hacerla.

No somos nosotros,  los civiles, quienes debemos decirles a los militares como organizarse en una democracia, ellos lo saben perfectamente, aunque muchos lo pongan en duda. Los civiles lo que debemos hacer, ahora y en el futuro, es respetar el sentido de esa Institución, dándoles el espacio correspondiente para que desarrollen su misión dentro de la sociedad.  

Algunos creen que, a este punto de la destrucción institucional, no existen suficientes raíces para esa recomposición, otros creemos que sí. Y eso es precisamente porque en la propia construcción de esa maquinaria que labró la mentalidad obediente de nuestros oficiales y que aparentemente los inmoviliza, se encuentra mezclada también la esencia de la obediencia Constitucional. De esas contradicciones no se podrá salvar el régimen…

Caracas, 15 de Octubre de 2013

Twitter:@laguana

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El país que queremos primero, Constituyente después



Por Luis Manuel Aguana

Todos los días se percata uno de algo nuevo en este complejo Proyecto Constituyente. En este proceso ha habido de todo: detractores de buena fe, indiferentes, defensores pero por las razones equivocadas, detractores maliciosos, voluntaristas, soñadores. Y aunque me podría catalogar como uno de estos últimos no deja de asombrarme todavía que luego de tanta tinta vertida (además de la tinta electrónica), aun las personas a quienes dirigimos el mensaje Constituyente no hayan caído en su significación. Y es culpa nuestra.

Deseo aclarar algo, que las personas no hayan caído no es porque sean “escasos de entendederas”, como decían en los pueblos de antes, sino que no nos hemos sabido explicar cómo se debe. Y paradójicamente caí en eso precisamente por una pregunta que se hacia un representante de aquellos que no están de acuerdo en el proceso Constituyente: “¿Y una Constituyente para qué?”

¡¡¡¿¿¿Cómo que para qué!!!??? pensé yo inmediatamente. ¡Y la pregunta era válida! Todo el mundo habla de Constituyente pero nadie se ha paseado que eso no es más que el INSTRUMENTO, EL MEDIO que se necesita para hacer realidad el Proyecto País Venezuela que le estamos planteando al país. No valdrá absolutamente nada el esfuerzo de explicar una Constituyente SI NO LE EXPLICAMOS AL PAIS PRIMERO PARA QUE QUEREMOS ESA CONSTITUYENTE!

Todo esto salió en el marco de una buena discusión en la Cátedra Pío Tamayo de la UCV. Me gusto el extraordinario intercambio entre quienes estamos a favor y quienes están en contra. De eso se trata. Pero no podemos discutir los términos de una Constituyente SI ANTES NO DISCUTIMOS PRIMERO para que la queremos. Eso es vital.

La queremos para poner en marcha un Proyecto de cambio ESTRUCTURAL del país. Cientos  de horas pérdidas discutiendo si se puede o no se puede hacer una Constituyente, que ha habido 26 constituciones antes de la presente, que lo que tenemos que hacer es modificar la que tenemos “porque entendemos que hay cosas que hay que cambiarle”. ¡NO SE TRATA DE ESO! Se trata de discutir el país que queremos PRIMERO para plasmarlo en una Constitución a la medida de eso DESPUES.

Pero eso es demasiado novedoso para un país que lo que ha hecho es ponerle parches a la Constitución y una que otra mejora desde 1811. Nuestras Cartas Magnas han reflejado un país de un solo poderoso, el Presidente de la Republica, con poderes omnímodos para mandar. Y el resto de los poderes públicos solo son corifeos de un solo Rey. El Estado Federal es solo papel sin valor escrito en una Constitución sin que la Carta Magna no le de a las Regiones el Poder y los Recursos para desarrollarse.

Con la venida del petróleo, se le dio al Estado constitucionalmente su administración, no a los venezolanos. De allí que el Presidente de la República, cual Rey Todopoderoso, constitucionalmente dueño de la Hacienda Pública disponga de nuestras riquezas como le de la gana. ¿Cómo es posible que algún venezolano todavía dude que debemos hacer algo al respecto?

De mi profesión he sacado algo importante para esta discusión: analizar los problemas estructuralmente. Sabemos por “construcción” qué viene primero y qué después. Es la primera clase que recibimos cuando empezamos a saber que es un algoritmo. Y eso lo contrastamos con la vida que nos rodea para modelarla y estudiarla. Lo podemos ver claramente en el proceso de cambiar un caucho espichado. Usted podrá cambiar el caucho antes o después de levantar el carro con el gato, pero nunca podrá sacar el caucho sin antes quitarle las tuercas. Simple lógica secuencial.

Al interesarme en la situación del país y revisar de donde vienen los problemas que nos consumen día a día, resulta obvio que estos se conforman desde hace mucho más tiempo y circunstancias más allá de estos 15 años, pero sí agravados por la crisis de un modelo que llegó a su estado terminal.

Elegir Presidentes que se adueñan del país con sus partidos, poderes públicos subrogados a sus designios (porque la independencia de poderes es una quimera desde siempre en Venezuela), la utilización destructiva de la renta petrolera, cada vez más pobres en el país, nuevos ricos de la nada en cada gobierno, ¿no les parece una constante vital en Venezuela pero que en estos últimos años ha llegado al llegadero con esta nueva clase de langosta que llegó al gobierno? Y de paso importó un modelo decadente de la última dictadura del continente para prevalecer y prevaricar, montándonos una bota militar de otro país en la nuca.

Nos sale obvio entonces detener el carrousel que da vueltas sobre su propio eje destructivo y ver qué es lo que está pasando aquí. Pensar que si este modelo de Estado Federal de Poder Centralizado que ha sido estudiado históricamente, como lo refleja la Carta al Pueblo Venezolano del MID Táchira (ver Carta al Pueblo Venezolano – MID Táchira, Agosto 2013) https://docs.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDNjRxM0t2aGxpQm8/edit?usp=sharing) no funciona, entonces debemos crear otro que se ajuste a las necesidades actuales de la nación.

Es por eso que se propone una nueva conformación del poder, distribuyéndolo a las Regiones y a los Municipios y haciendo reingeniería en ellos, disminuyendo el peso brutal que significa la figura del Presidente de la República, redefiniendo el papel del Estado en el manejo de nuestra riqueza petrolera, descentralizando las responsabilidades en la Administración de Justicia y Educación, solo por citar ejemplos importantes.

Cuando dicen que lo que hay es que “respetar la Constitución” me extraña que no vean que a quien le toca en primer lugar respetarla es al propio gobierno y no existe en ella ningún resorte que garantice ese respeto como la propuesta de la inclusión de una Corte Constitucional (ver Doce Ejes y un Destino: Justicia y Seguridad Jurídica en http://ticsddhh.blogspot.com/2013/07/doce-ejes-y-un-destino-4-justicia-y.html).

Insistir que una Constitución no tiene que ver con nuestra calidad de vida, es no haberse leído el texto constitucional. ¿No afecta nuestra calidad de vida que el Estado disponga de la renta petrolera de todos los venezolanos a través de UNA SOLA PERSONA, el Presidente de la Republica, gran administrador de la Hacienda Pública Nacional? ¿No afecta que el cobro de todos los impuestos no se queden en las regiones y paren en un pote único que igualmente administra la misma única persona?

Es impresionante que alguien diga que no afecta a los ciudadanos el hecho que la justicia este tan centralizada que una persona puede pasarse la vida preso sin que al TSJ le haya dado "tiempo" de juzgar su caso porque todos los casos del país caen en manos de UN solo Magistrado en Caracas.

Es impresionante que alguien dude que una Constitución no afecte el precio y la disponibilidad de los insumos de la cesta básica cuando es ella la que define el sistema económico que nos rige. Si definimos, por ejemplo, que cada región sea libre de establecer sus propios impuestos- e invertirlos en ella generando empleo- creando condiciones de localización industrial, los venezolanos tendríamos 24 regiones que compitan porque los ciudadanos vivan en ellas, descongestionando Caracas, logrando empleos, insumos y a la final una mejor calidad de vida para todos. Pero ese es el sueño de un país distinto para construir.

Ahora bien, si ese es el país en el que yo quiero vivir, y en el que vivan nuestras próximas generaciones, entonces convoco a los mejores juristas para que escriban un proyecto de Constitución que haga que ese sueño sea una realidad y que se someta a la aprobación del pueblo a través de una ANC. No estoy diciendo que quiero una Constituyente para sacar a los chavistas ni destituir al gobierno- que también es una consecuencia-, sino para algo muchísimo más trascendental, que es  REFUNDAR la Republica sobre la base a unas nuevas reglas que no solo reparen este desastre, sino para que se garantice desarrollo con más y mejor democracia.

Obviamente en ese profundo proceso de cambios, no solo los chavistas, sino todos aquellos que han chupado de este sistema de antivalores democráticos, saldrán de la escena. No en balde algunos se oponen con argumentos interesados en que todo siga igual. Yo no quiero- y supongo que todos los venezolanos no queremos-, que todo siga igual.

Sin embargo, la realidad es inquieta y terca. Y aunque queramos que las cosas cambien de una manera ordenada, la fuerza de los hechos siempre se impone. Si el estado de desmoronamiento económico y social en el que se hunde la República impone una ruta diferente antes de lograr hacer realidad la salida Constituyente, esta no hará sino reforzarse más. Es por eso que en cualquier caso necesitaremos reconciliar y reconstruir un país que está condenado a cambiar para sobrevivir…

Caracas, 25 de Septiembre de 2013

Twitter:@laguana