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miércoles, 7 de febrero de 2018

La Consulta Popular, la solución política latinoamericana por excelencia

Por Luis Manuel Aguana

No se hizo esperar la reacción en contra por la propuesta de la Alianza Nacional Constituyente de convocar a una Consulta Popular o Plebiscito para solucionar el grave problema político que enfrentamos los venezolanos, en contraposición al llamado electoral en el que está enfrascada la oposición oficial con el régimen de Nicolás Maduro. Siempre es difícil nadar en contra de la corriente cuando la clase política impone una matriz de opinión electorera en un país que cree en el voto.

Sin embargo el Plebiscito o Consulta popular ha sido un instrumento que se ha utilizado en Latinoamérica para resolver asuntos trascendentales en la historia de nuestros pueblos, siendo el último el realizado en Ecuador que puso fin a las intenciones continuistas de Rafael Correa por un mandato claro del pueblo ecuatoriano. Ese Plebiscito contó con 7 preguntas y sus anexos (ver ¿Cuales son las siete preguntas de la consulta popular y el referéndum en Ecuador?, en https://www.eluniverso.com/noticias/2017/10/03/nota/6413752/cuales-son-siete-preguntas-consulta-popular-referendum-ecuador).

Sin embargo es importante comenzar por la pregunta obligada que hacen a nuestro planteamiento que no es otra que el porqué es necesaria otra Consulta Popular cuando ya se hizo una el 16 de julio de 2017 y no se hizo efectiva, esto es, no la cobramos. Asimismo, porqué embarcarnos en una Consulta Popular cuando la urgencia es resolver primero la situación de hambre, comida, medicinas, violencia, y todos los etcéteras en la Venezuela destruida que tenemos ahora. Son naturales estas preguntas en el común de las personas que no ven una conexión entre lo institucional y político con los problemas inmediatos de la población. No explicaré esta conexión aquí, pero para aquellos interesados les sugiero leer mi primera nota del año 2012 “La institucionalidad: ¿Cómo se come eso?”
(http://ticsddhh.blogspot.com/2012/01/la-institucionalidad-como-se-come-eso.html) que les puede dar una respuesta clara a esa interrogante.

Lo primero que hay que decir responsablemente es que ningún problema que hay ahora en Venezuela se resolverá al instante de irse estos delincuentes que nos desgobiernan. Claramente la ayuda internacional será imprescindible para apaciguar en el primer momento las grandes necesidades de nuestra población. Pero esa ayuda solo servirá para que se comiencen a implementar las políticas que pongan de nuevo en movimiento todo lo que se ha destruido en casi 20 años. Y eso no será inmediato aunque Venezuela es un país con todas las condiciones.  

Por lo tanto decir que cualquier cosa que se emprenda debe resolver el hambre de entrada no es más nada que populismo disfrazado, dirigido a decepcionar de nuevo a este pueblo cansado de decepciones. Lo político e institucionalmente correcto es ofrecer un procedimiento de restablecimiento constitucional, con pasos definidos que si se siguen adecuadamente, conduzcan a la recuperación de la democracia y la libertad y por lo tanto a la normalidad en todas las áreas comenzando por las necesidades básicas.

¿Por qué es necesaria otra Consulta Popular? En primer lugar la consulta realizada el 16J fue principalmente dirigida a evitar que el régimen convocara una Constituyente sin  tener el mandato popular tal y como lo establece la Constitución: “¿Rechaza y desconoce la realización de una constituyente propuesta por Nicolás Maduro sin la aprobación previa del pueblo venezolano?”. Maduro hizo caso omiso al resultado de esa pregunta, que era la primera de la conocida trilogía y procedió con la elección constituyente trampeada del 30J, instalando de facto una Asamblea Nacional Constituyente inconstitucional que hay que desmontar. Y el único que lo puede hacer políticamente es el Soberano Pueblo de Venezuela, nadie más.

¿Y porque decimos políticamente? Porque ya legalmente el Tribunal Supremo de Justicia Legítimo con sede en Washington DC, declaró en su primera sentencia la nulidad de esa Asamblea Nacional Constituyente de Maduro, dando lugar a un rechazo unánime de la Comunidad Internacional a todos los actos emanados de ese ente. Sin embargo esa sentencia no se ha hecho efectiva en el ámbito formal de toda la administración del Estado en Venezuela.

Esa sentencia debe ser ratificada políticamente por el pueblo de Venezuela en un plebiscito para que se pueda continuar con la institucionalidad debida en el país. Acto seguido se le debe consultar al pueblo si desea efectivamente un proceso constituyente originario legítimo que rescate la institucionalidad del país, con el nombramiento, autorizado por ese mismo pueblo, de un Gobierno de Transición y Unidad Nacional, y la sustitución del resto de los Poderes Públicos, hasta una nueva elección general luego de la aprobación de una nueva Constitución.

Pero lo anterior no responde a la pregunta de cómo hacemos efectiva esa consulta que estamos planteando. Y eso es lo más importante de toda esta narrativa. ¿Ustedes creen que el régimen se dejará hacer una Consulta Popular como lo hizo el 16J? Obviamente que no. El 16J el régimen deliberadamente dejó a la oposición oficial hacer esa consulta SIN EL CNE. Pero ¿por qué lo hizo a sabiendas que sin su CNE trampeado la perdería? Esa es una de las jugadas estratégicas más importantes del régimen en su tarea de destrucción de la oposición. Al dejarnos hacer esa consulta el régimen sabía que los venezolanos saldríamos de las calles porque nosotros si creemos en el voto como instrumento no violento de dirimir nuestra diferencias. Pero no el régimen.

Al ganar esa Consulta Popular la Asamblea Nacional estaba en la obligación de cumplir el mandato del pueblo de nombrar un Gobierno de Unión Nacional. Pero el gobierno sabía que no lo harían. ¿Por qué lo sabían? Eso hay que preguntárselo a Julio Borges y el resto de aquellos que el 4 de julio nos dijeron en el Teatro Chacao que cumplirían el mandato de la sociedad civil. Tengo la teoría no comprobada de que negociaron antes eso con el régimen. Pero a la final quienes salieron muy desprestigiados fueron ellos y a favor del régimen, ya que eso provocó una de las decepciones mas grandes vistas en Venezuela después del 15 de agosto de 2004 cuando “perdimos” el Referendo Revocatorio de Chávez.

En esta oportunidad el planteamiento es diferente. Esta Consulta Popular no sería administrada por los factores partidistas sino de la sociedad civil con la participación de los partidos que lo deseen, y encabezados por las Universidades, con el apoyo de todas las Iglesias y los sectores más importantes del país. ¿Cuál es el planteamiento? Que se construya una “Gran Alianza por la Consulta Popular, la Unidad y Reconciliación” que presione dentro y fuera del país a través de todas las manifestaciones no violentas posibles, concentrando todos los esfuerzos para que se realice esa Consulta, con la observación internacional adecuada y las garantías electorales correspondientes, y utilizando la ayuda de toda la Comunidad Internacional, encabezada por quienes nos han manifestado que continuarían aumentando las sanciones al gobierno si no accede a una salida democrática, pacifica, electoral y constitucional, y que esperan que les demos una solución por la cual presionar desde afuera.

Pues bien, la solución que podríamos ofrecer desde la sociedad civil es esta. Ya la dimos el 16J y nos apoyaron. Si ahora todos presionamos pacíficamente desde adentro y la comunidad internacional desde afuera sobre un solo punto, el gobierno cederá porque la alternativa es el caos. Y en el momento que el régimen esté dispuesto a hablar, los términos de la negociación serán muy diferentes a los que está concediendo la oposición oficial en República Dominicana. Allí estaría negociando con sociedad civil en su conjunto, en su representación más genuina, los términos de su salida y a la vez la realización de esa Consulta con resultados exigibles, hecha por el conjunto social y no por los figurines que dicen representarnos y que consistentemente han vendido las posiciones opositoras de los venezolanos.

Los referendos han sido fuente de solución política y pacífica en Latinoamérica. En cada caso de la historia los plebiscitos han dado las soluciones en los momentos más oscuros de nuestros países. Nadie en Chile se paseo con medirse en elecciones con Pinochet en 1988. Plantearon un plebiscito acerca de la continuidad de su gestión en el gobierno.  “El llamado plebiscito constitucional de Uruguay de 1980 tuvo lugar el 30 de noviembre de ese año, en pleno régimen cívico-militar, y es considerado por Welp como un ejemplo típico de los referendos convocados por gobiernos autoritarios para tratar de legitimarse en el poder. La mayoría de los uruguayos -un 57,20% de los votantes- le dijo sin embargo No al proyecto de reforma constitucional sometido a refrendación por el gobierno de facto. Y, según historiadores y analistas, ese voto desencadenó el proceso de apertura democrática que llevó a la celebración de elecciones libres en 1984 y culminó con la llegada a la presidencia, en marzo de 1985, de Julio María Sanguinetti” (ver  Cinco referendos que han hecho historia en América Latina http://www.semana.com/mundo/articulo/cinco-referendos-que-han-hecho-historia-en-america-latina/496350)

¿Cuál será la razón por la que esta solución política por excelencia, que es la que se ha aplicado en toda la historia latinoamericana, no se esté debatiendo en este momento en Venezuela, observando asombrados a los sectores políticos decantarse por soluciones electorales a todas luces destinadas al fracaso y a la perpetuación del régimen? Eso debemos preguntárnoslo muy seriamente. Y lamento decir que la razón puede estar en los intereses de los grupos políticos más interesados, no en la solución de los  problemas de Venezuela, sino en la solución de los suyos. Ya es hora que nos impongamos como legítimos dolientes y asumamos la solución correcta.

Caracas, 7 de Febrero de 2018

Twitter:@laguana

lunes, 30 de octubre de 2017

La solución está en nosotros

Por Luis Manuel Aguana

Me imagino que al leer la propuesta de la Alianza Nacional Constituyente de convocar a un Referendo Consultivo para que sea el pueblo soberano quien decida qué hacer con este país (ver La Solución reside en el Pueblo Soberano, en http://ancoficial.blogspot.co.id/2017/10/la-solucion-reside-en-el-pueblo-soberano.html), la primera reacción de mucha gente fue: ¿Qué? ¿Otra Consulta? ¿Otra Constituyente? Dice el refrán popular que “el picado de culebra le tiene miedo al bejuco”, y es natural que esa sea la primera reacción. Pero cuando uno está en un laberinto es necesario treparse de alguna manera en algo para poderlo apreciar desde arriba para saber por dónde salir. Y eso fue lo que hicimos.

En la Alianza veníamos con un planeamiento claro que le hicimos a todos los sectores políticos del país: ¡convoquemos al Constituyente a través de los medios que nos da la Constitución! E impongamos el cumplimiento de lo que dicte el Soberano a través de toda la presión de calle que sea posible. Por eso si valía la pena morir en las calles, no para que alguien fuera Gobernador o Presidente. Si no fuera porque es patético daría risa: el único que escuchó fue el régimen y lo usó para huir hacia delante, convocando él mismo inconstitucionalmente a una Constituyente que ahora hasta juramenta Gobernadores de la oposición.

Nadie nos escucho. Y tal vez era imposible que la gente lo hiciera dado el ruido de los altavoces que tenían los principales líderes que pedían Referendo Revocatorio para “sacar a Maduro”. Es claro que nadie podía competir con eso. ¿Constituyente? ¿Unos loquitos pidiendo eso cuando lo que queremos es sacar al gobierno? En el paroxismo de lo que la gente quiere es muy difícil pensar si lo inmediato está allí mismito. Así es como el régimen y su oposición nos ha fastidiado, por no decir lo que corresponde.

Pero, ¿quiénes han salido fastidiados, para seguir con la misma palabra, de toda esta tragedia que todavía no termina? ¿Los partidos? ¿El régimen? ¿Los lideres políticos? No. Somos todos los venezolanos. Usted y yo. Los partidos siguen allí, intentando ver como sobreviven con unas nuevas elecciones de Alcaldes, y los presupuestos de esas Alcaldías para pagar militancia y mantenerse. ¿Y nosotros como quedamos allí? Los venezolanos tenemos que seguir calándonos al régimen con una inflación anualizada que de acuerdo al Fondo Monetario Internacional se estima cerrará el 2017 en 1.660% (Ver noticia del 4-10-2017, FMI estima que la inflación cerrará el 2017 en 1.660%, en http://www.finanzasdigital.com/2016/10/fmi-estima-que-inflacion-de-venezuela-cerrara-el-2017-en-1-660/). Se dice fácil, académico. Pero eso representa que desde ya no ganamos lo suficiente para comer. Simple. Eso sin contar con el grave problema de las medicinas y tratamientos que la gente enferma tiene que tomar todos los días y ya no puede adquirir.

Y como todos los venezolanos tenemos que comer y los enfermos tomar medicinas todos los días, no entendemos por cual razón los partidos y sus lideres nos siguen alargando la agonía indicando tercamente que con otra elección resolvemos este problema, que como se puede comprender no aguanta otro día. Entonces somos nosotros quienes tenemos el problema y debemos resolverlo. No podemos seguir esperando que otro lo resuelva. Pero hay algunos “detalles” que arreglar antes. Veamos.

Ya el régimen hizo una Constituyente. Es inconstitucional y a la vez es una realidad aun cuando no sea reconocida por eso, ni por nosotros ni por la comunidad internacional, y está allí haciendo cosas que deben ser revocadas al restituir el Estado de Derecho en el país. Pero el único que puede restituir constitucionalmente ese entuerto es el pueblo a quien el régimen conculcó ese derecho.

Podríamos hablar de un golpe de Estado para restituir la legalidad. Pero aquí no se trata de quien es más fuerte para imponerse. Porque si de eso se tratara el régimen tendría “la razón”. No es la razón de la fuerza, es la fuerza de la razón, que es en lo que se fundamentan las naciones civilizadas. Pero lo que si hace –o debe hacer- la fuerza es respaldar lo legal, lo constitucional, esto es, la razón.

Parece un juego de palabras pero no lo es. El hecho que los que tienen en este momento la fuerza, estén respaldando la “no razón” o lo ilegal e inconstitucional, no significa que la razón haya desaparecido y deba en algún momento imponerse con el respaldo de la fuerza, de cualquier fuerza. Por eso es que hay que decir qué es lo que se debe hacer en base a la razón, a lo legal y constitucional, aun cuando aquellos a quienes les compete cumplir lo que en razón les toca no lo hagan.

En base a lo anterior, en primer lugar concluimos que debe restituirse el derecho conculcado a los venezolanos de decidir si deseamos o no una Constituyente. Aquí la Alianza está siendo firme y diáfana: no estamos pidiendo que se haga constituyente al margen de la voluntad de los venezolanos. Lo que estamos pidiendo es que el pueblo decida si la quiere, que es una cosa muy diferente. Y nosotros particularmente la queremos por dos razones muy importantes: 1) iniciar un verdadero proceso de reconciliación y reencuentro nacional que garantice la paz y la unidad nacional, discutiendo un nuevo país donde convivir; y 2) darle el mandato a la Asamblea Nacional Constituyente para ejecutar lo ya decidido por el pueblo en la Pregunta No. 3 de la Consulta Popular del 16J: renovación de los Poderes Públicos y nombramiento de un Gobierno de Unión Nacional. De esta manera constitucional, una nueva Asamblea Nacional Constituyente no se atribuiría un derecho que solo tiene el pueblo de quitar o poner gobiernos y Poderes Públicos.

Sin embargo para poder llegar a ese punto, si queremos resolver este problema inmediatamente, la Asamblea Nacional de mayoría opositora debe realizar dos cosas a la brevedad: 1) designar un nuevo Consejo Nacional Electoral, equitativo y transparente, que garantice Elecciones Auténticas; y 2) utilizar la mayoría simple que tienen para convocar a un Referendo Consultivo en los términos que indica el Artículo 71 Constitucional para convocar a ese Referendo Consultivo con el nuevo CNE. Y cuando hablamos de un CNE equitativo y transparente que garantice Elecciones Auténticas no nos referimos a cualquier componenda que ponga ese CNE en manos del régimen sino una composición que le de confianza a los venezolanos para ir a votar.

Ustedes dirán, “eso es imposible. El régimen no permitirá un CNE equilibrado”.  Pero eso no debería detener a los ciudadanos diputados de designarlos como lo deben, de la misma forma como designaron a los Magistrados que ahora despachan desde la sede de la OEA en Washington, DC. Estoy seguro que habrá venezolanos capaces y decentes que se postulen para Rectores de un CNE legítimo. Esa es la lucha que los diputados deben seguir dando a favor del restablecimiento de la libertad y la democracia.

Una vez nombrados esos nuevos Rectores del CNE, se abrirán los caminos para ese Referendo Consultivo, si es que la Asamblea Nacional lo aprueba por mayoría simple. Pero si no lo hace, ni tampoco nombra a un nuevo CNE que nos garantice equidad y transparencia, elegiremos el camino constitucional para obligar a ese Referendo Consultivo, recogiendo el 10% de manifestaciones de voluntad, porque tenemos el derecho constitucional de hacerlo, y mantener esas firmas hasta que exista un CNE que si garantice nuestra voluntad. Ustedes dirán, ¿y cuándo sería eso? Y la respuesta sigue siendo la misma, cuando nosotros lo obliguemos cívicamente en las calles y por todos los medios constitucionales, o como se hizo el 16J, creando una situación política que ponga de manifiesto cual es la verdadera voluntad de la mayoría.

¿Estarán dispuestos los Diputados de la Asamblea Nacional a acompañarnos en esta ruta? Deberían hacerlo si entendieron el reciente mensaje de Luis Almagro, cuando le impusieron el Premio Francisco de Miranda en el Instituto Interamericano por la Democracia:“…el contar con un Poder Judicial independiente es el camino hacia delante. Tener una Asamblea Nacional constituida de acuerdo a sus poderes constitucionales, asumiendo sus poderes constitucionales, asumiendo sus responsabilidades institucionales, porque esa Asamblea Nacional tiene una responsabilidad hoy, luego de la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, de nombrar un nuevo Consejo Nacional Electoral”  (ver Luis Almagro en el Instituto Interamericano por la Democracia, https://youtu.be/JBc1_f8CQAQ  minuto 8:18).

Si no la asumen, “Dios y la Patria os lo demandarán…” como dice el juramento que alguna vez hicieron. Aquí no se trata de quedarnos tranquilos esperando ver si los partidos asumen su responsabilidad, decidiendo con ello si nos morimos por hambre o por enfermedad. No podemos esperar más, se trata de nuestra vida. La solución, en consecuencia, está en nosotros…

Caracas, 30 de Octubre de 2017

Twitter:@laguana

domingo, 23 de julio de 2017

Una carta necesaria

Por Luis Manuel Aguana

La carta pública realizada por la Alianza Nacional Constituyente es un último llamado a la racionalidad y a la paz que podemos hacerle a aquellos factores del régimen encabezado por Nicolás Maduro (ver http://ancoficial.blogspot.com/2017/07/carta-publica-nicolas-maduro-moros.html) empecinados en realizar un proceso constituyente a troche y moche, ignorando la voluntad popular.

Algunos lo consideraran ingenuo y tal vez lo sea, pero no podemos dejar fuera de la historia tal vez lo que sea el último intento racional de evitar una confrontación sangrienta entre venezolanos que sabemos que nadie ganara, menos aun aquellos que han deliberadamente ignorado la vocación democrática del pueblo de Venezuela.

Creo necesario hacer esta nota explicativa porque ha sido pública mi posición desde hace varios años, que hecho pública desde este blog, en relación al llamado a un Proceso Constituyente de carácter Originario genuino, de la mano del pueblo. Es por eso que me ha honrado acompañar los esfuerzos de distinguidos venezolanos al constituir la Alianza Nacional Constituyente con el fin de impulsarla, a pesar de la indiferencia y los obstáculos puestos por la oposición oficial venezolana.

La realidad demostró que de habernos acompañado en esta cruzada, desde hace mucho tiempo no solo hubiéramos conseguido recaudar el 15% requerido en el Artículo 348 constitucional de convocar el proceso constituyente por iniciativa popular y aprobar las Bases Constituyentes propuestas por la Alianza, sino que también hubiéramos hecho un proceso de elección constituyente al margen de los poderes constituidos, como demostró cívicamente el pueblo de Venezuela que era posible hacer, el pasado 16J. Pero no fue así. El régimen se adelantó, distorsionando el llamado constituyente y colocando a nuestro país al borde una confrontación fratricida.

Los venezolanos han sido testigos de los esfuerzos que ha hecho el grupo de venezolanos que conformamos la Alianza Nacional Constituyente, antes y después de su constitución, para convencer a los ciudadanos de la necesidad de ir a un Proceso Constituyente de carácter Originario para solucionar la crisis política que vive y se ha agravado en Venezuela. Múltiples acercamientos a los factores políticos que conforman la oposición congregada en la MUD, dan fe cierta de los intentos realizados para convencerlos desde hace varios años de asumir la vía constituyente por iniciativa popular establecida en el Artículo 348 constitucional.

Aún así no desistimos de nuestro empeño y nos lanzamos al país a tratar de convencer a la misma población de la necesidad de emprender esta ruta, con la convicción profunda de que esta era la mejor solución para una Venezuela polarizada y necesitada de reconciliación, ya que no solo nos permitía establecer una discusión entre todos –oposición y oficialismo- de un mejor proyecto para el futuro del país, sino hacerlo en paz y en democracia, respetando a todos los sectores democráticamente en su justa proporción.

Nos organizamos en muchos Estados del país impulsando lo que dimos en llamar Juntas Activadoras del Poder Constituyente Originario (JAPCOs), figura a través de la cual impulsamos la recolección del 15% de las manifestaciones de voluntad necesarias para ese llamado a una Constituyente Originaria basada en la aprobación del pueblo.

Sin embargo, el 1ro de Mayo el país fue testigo de una convocatoria a un proceso constituyente sin la aprobación del pueblo de Venezuela, donde el gobierno nacional haciendo uso indebido de su facultad para la iniciativa constituyente establecida en el Articulo 348, convocaba al país a un proceso constituyente.

Todo el país rechazó esta convocatoria por fraudulenta, y la oposición venezolana satanizó en forma tal el proceso constituyente que hizo imposible a la Alianza Nacional Constituyente seguir en su labor pedagógica de educar al pueblo venezolano de las ventajas que tendría para el país la transformación que sigue siendo necesaria para corregir los errores estructurales de la Constitución de 1999, perdiéndose de esta manera una vía extraordinaria que, de la mano del pueblo venezolano, podría –y creemos que aun puede- resultar en la forma más expedita y útil de acercar y conciliar un país que se encuentra completamente descuadernado y a las puertas de un conflicto civil. Cualquier cosa que pase en Venezuela deberá terminar en un proceso constituyente, y más vale que sea antes y no después de una confrontación.

Los venezolanos demostramos al mundo el pasado 16J, a través del acto de protesta ciudadana más importante que jamás se haya visto, una Consulta Popular organizada desde las entrañas mismas de la sociedad civil, nuestra vocación cívica y  democrática, lo que demuestra que no deseamos resolver nuestras diferencias con violencia sino a través del voto, siempre y cuando sea respetada esa vocación.

Este esfuerzo, a pesar de haber sido una iniciativa propuesta a la MUD por la Alianza Nacional Constituyente, fue malinterpretada posteriormente hacia una salida electoralista, volviendo a equivocarse la oposición oficial, tergiversando el verdadero mandato del pueblo que exigía -y aún exige desde el 6D-2015- la conformación inmediata de un Gobierno de Unión Nacional desde la Asamblea Nacional, tal y como fue el mandato de la pregunta No. 3 de la Consulta Popular.

Desde la Alianza Nacional Constituyente estamos presenciando que aun cuando el pueblo expresó en la Consulta Popular su inconformidad con un llamado a constituyente sin su autorización, el gobierno insiste en realizarlo, lo que con toda seguridad traerá como consecuencia una conflagración civil de una magnitud desconocida. No podemos permanecer impasibles ante eso sin proponer una solución para impedirlo.

Y nuestra propuesta a los venezolanos es que si el gobierno insiste en un llamado a un proceso constituyente, solicitarle claramente que este sea realizado de la manera correcta, como siempre ha sido nuestro planteamiento, utilizando los mecanismos constitucionales adecuados para su ejecución y respetando los principios cardinales que guían a este proceso. Ese ha sido el trabajo de muchos años de la Alianza Nacional Constituyente y lo ponemos de nuevo al servicio de los venezolanos. Esto nos permitiría acordar la solución conjunta a esta grave crisis que nos aqueja.

Si el Proceso Constituyente, así como las Bases Comiciales que sean discutidas conjuntamente, son aprobados por el pueblo en Referendo Consultivo, por la naturaleza del mismo mecanismo, nadie debería ser excluido, ni los factores del gobierno ni los de la oposición. El mismo proceso, se encargaría de regular la participación equitativa de todas las partes y su representación proporcional. De esta manera los venezolanos estaríamos resolviendo la crisis con votos, discutiendo en el foro constituyente el futuro del país.

Nuestra propuesta es entonces que se detenga y se reformule ese proceso constituyente del 30 de julio y se discutan, con la intervención de mediadores internacionales aprobados por ambas partes, los términos de un nuevo llamado Constituyente. Creo firmemente que eso es lo que al menos deberíamos intentar antes de que una espiral de violencia nos lleve a todos a una guerra fratricida que nadie ganaría. Aunque creamos que esta comunicación pueda ser ignorada, que la historia no nos juzgue sin un último llamado a la reconciliación y la paz.

Caracas, 23 de Julio de 2017

Twitter:@laguana