Por
Luis Manuel Aguana
Nunca
sabremos -de nuevo-, cuáles fueron los verdaderos resultados de las elecciones
del 8D, así como de las anteriores elecciones. Es decir, cual realmente llego a
ser la verdadera voluntad popular en cada región del país. Maquinas
descompuestas, violencia de motorizados oficialistas, desastre en los centros
de mayor proporción opositora dan fe que esas elecciones fueron otro capítulo más
de la dictadura electoral que se nos quiere imponer. Entrar en las mismas
consideraciones del 7-O y 14A, concurriendo a la justicia del régimen no tiene
ningún sentido con este CNE, como bien ya lo pudieron percibir los venezolanos con
las decisiones de esos procesos. Y ahora aun menos con una oposición oficial
que salió satisfecha con esos resultados.
El gran
éxito del gobierno no fue sacar más Alcaldías apabullantemente. No. Fue callar
a la oposición. Ahora no hay moral para cantar fraude si la oposición “ganó”
las principales Alcaldías. No se pasean por la posibilidad de que eso haya también
sido arreglado con la bendición cubana precisamente para atornillar al CNE y
terminar de legitimar plebiscitariamente al Ilegitimo, que por obra y gracia del
espíritu santo electoral también se convirtió finalmente en venezolano porque
todo el mundo se calló la boca. ¡Juego de triple banda!
Entonces
¿qué nos queda ahora de este lado? Pues civilmente la vía Constituyente, que
muchos indicamos y que fue rechazada porque “había que esperar el 8D”. Pues ya
el 8D llegó y pasó lo que dijimos que pasaría. Y aunque había sido rechazada por los actores políticos
y al margen de que con anterioridad algunos venezolanos insistiéramos que en
lugar de pedir votos para una elección amañada era preferible solicitar firmas
para la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, convocada por la
sociedad venezolana, ahora sí parece que les está empezando a caer la locha que
esta vía podría ser una alternativa.
Un
destacado grupo de políticos venezolanos agrupados bajo el nombre Vente
Venezuela publicaron en las redes y periódicos de circulación nacional, y el
día antes de las elecciones regionales, un comunicado titulado “Venezuela debe
convocar a una Constituyente” (ver http://www.ventevenezuela.org/venezuela-debe-convocar-una-constituyente/).
Luego
de indicar que Venezuela está en manos de un gobierno “antidemocrático,
ineficiente y corrupto” el comunicado concluye que es necesaria la convocatoria
constituyente “para recomponer el acuerdo social de la República” y “Con nuevos
funcionarios a la cabeza de los poderes públicos”.
Ciertamente
una Constituyente nos brinda esas consecuencias. Sin embargo, debo insistir muy
responsablemente que aunque estemos muy de acuerdo en que la Constituyente es
la única salida civilista que le queda a la Republica después de todo lo que ha
ocurrido en lo electoral, la convocatoria tiene que darse para cambiar el
modelo del país, no para cambiar un gobierno. Si se plantea en los términos
equivocados repetiremos el error de la Constituyente de 1999, solo que con
nuevos actores.
Muchos
dirán que un solo cambio en la conducción bastaría y tendrían razón en parte.
El desastre al que nos ha conducido este “socialismo” castro-comunista es la
respuesta de los invasores y sus títeres venezolanos para la cristalización de
un proyecto continental con raíces muy profundas. Y destituir a quienes lo
manejan sería, de acuerdo a ese razonamiento, más que suficiente para resolver
el problema. Esa es la visión simplista y superficial del tema que nos ocupa.
Venezuela llegó a donde estamos precisamente porque no se resolvió lo que había
que resolver.
Nuestro
país arrastra desde hace muchos siglos un modelo construido sobre la base de un
poder que descansa en pocas manos y eso se ha reflejado en todas sus
constituciones. Al decir del Proyecto País Venezuela: “Ha fracasado el modelo
de Estado Federal Centralizado (EFC) colonial que nos legó la corona española”.
Con lo cual se requiere de una discusión muy a fondo de un nuevo modelo para el
país que lo aleje de ser un botín para las manos de los vencedores del poder.
La
Constituyente es una herramienta demasiado poderosa como para usarla solo como
exterminadora de malos gobiernos. Podemos convertir a Venezuela en Noruega o en
Zimbabwe (ya de hecho somos lo segundo en manos de un Mugabe tropical e
ilegítimo). Es por eso vital que el llamado a una ANC conlleve una reingeniería
institucional del país, se repiense su modelo centralizado, balanceando las
cargas del poder en manos del Presidente, evitando llamarla por las razones
equivocadas (ver Constituyente por las razones equivocadas
Es muy
fácil caer en la premura, comprensible por lo demás, de sacar inmediatamente a
estos delincuentes que nos desgobiernan. Y eso se lograría de poderse llamar al
soberano para la convocatoria a una ANC. Lo que sería MUY malo es que
cualquiera que tenga el poder de convocarla, llámese como se llame, incurra en
la tentación del poder para agavillar Constituyentes y garantizarse poderes que
profundizarían nuestros males en lugar de aliviarlos.
Esto se
puede perfectamente lograr con unas Bases Constituyentes arregladas por los
interesados y sin un proyecto Constitucional que proponerle al país. Esa fue la
experiencia que tuvimos con Chávez en 1999 y que nos heredó “la mejor
Constitución del mundo”. No sería deseable caer en esa trampa de nuevo, por muy
bien intencionadas que luzcan las razones de sus proponentes.
No
objeto de ninguna manera el llamado del 7D del grupo de Vente Venezuela. Es
necesario y ha sido la opinión de muchos compatriotas, quienes como este
escribidor han indicado desde hace mucho tiempo que debemos ir en ese sentido.
Los convocantes de esta oportunidad lucen tener la organización, los recursos,
la cobertura y el empuje político necesario para tener éxito.
Pero
debe haber antes un Proyecto País desarrollado y expuesto que respalde ese
llamado, no el simple “quítate tú para ponerme yo”, un nuevo proyecto constitucional
que podamos evaluar, planteándole al país una nueva Constitución para la
consideración de los venezolanos, y finalmente unas Bases Constituyentes publicadas
que nos garanticen representación proporcional y que incluyan una propuesta de Elecciones
Auténticas para elegir a esos Constituyentes. Solo entonces ese llamado sería histórico,
no para cambiar un gobierno, sino para cambiar al país.
Caracas, 11 de Diciembre de 2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana