Por
Luis Manuel Aguana
Si
consideramos al mundo militar como un mundo dentro de otro, una Venezuela
dentro de otra, sería incorrecto indicar que todos están con el régimen. Eso
sería como si algún desprevenido desde algún país extranjero, ignorante de
nuestra situación, dijera que como el gobierno saco la mayoría de las Alcaldías
el 8D, todos en Venezuela estamos con el régimen. Es claro que no es así.
Es un
error ponerles etiquetas a los militares. Con ellos no pasa como con los policías
del famoso poema de Aquiles Nazoa, “Reláfica del negro y la policía”, donde
magistralmente el poeta de Venezuela nos entera de la variedad de clases de
policía que inunda nuestro país:
“Policía con cachucha / Policía con pumpá
/Policía de sombrero / y de cabeza pelá / Que si la criminológica / que si la
municipá / que si la alta policía / que si la de más allá / Que llegó la PTJ /
que si se fue la social / que si aquella es la de civí / que si eta es la
militá / que si esta no tiene rolo / si no que tira con gas / que si esta te
afloja un tiro / y el otro te muele a plan / y en una radiopatrulla / te rueda
el de más allá / Cualquiera te pone preso / cualquiera te hace rodá / que con o
sin uniforme / con sombrero o con pumpá / en cuanto a rodalo a uno / todos se
portan igual / pues la sola diferencia / que del uno al otro va / es que
después tu no sabe / cual de ello te va a soltá/…”
No
existe aquello de una variedad de clases militares como los de la policía de
Aquiles Nazoa. No, aquí todos son iguales, militares. Pero así como en el mundo
civil, los hay excelentes en su profesión, los hay buenos, los hay malos y también
muy malos. Los hay corruptos y honestos. Y ahora los hay narcotraficantes. La
misma Venezuela pero en los cuarteles. Eso tiene una razón que expliqué en una
nota anterior en relación al mismo tema (ver Doce Ejes y un Destino: 10)
Institucionalización de las Fuerzas Armadas http://ticsddhh.blogspot.com/2013/10/doce-ejes-y-un-destino-10.html).
De
antes se decía que los había de tendencia adeca o copeyana, como ahora se dice
que los hay de tendencia roja rojita y de una categoría que nosotros nos
inventamos denominada “institucionalista”, para indicar aquellos que no están
con el régimen.
Sin
embargo, así como muchísima gente que trabaja en la administración pública se
pone las franelas rojas de manera obligada para ir a las marchas del gobierno,
aborreciendo al régimen para seguirse ganando la vida, muchos militares hacen
lo propio a su manera mirando sin chistar los discursos en cadena del Ilegitimo
y haciendo paradas militares socialistas. Recuerden, es la misma Venezuela pero
en un mundo diferente metido dentro de este mundo.
Lo
anterior lo cito por aquello de nosotros tratar de explicar que si las cosas en
ese mundo no se han movido de la forma como lo deseamos, tampoco se han movido
fuera de él de una manera diferente. Nada se moverá en ese mundo si antes no se
mueve en este. Es una simple deducción transitiva. Ese mundo está inmerso en
éste. ¿Quien iba decir que ese general cuyas dimensiones corporales hacían que
difícilmente entrara en ese tanque en aquel recordado desfile militar donde
saludaba a Chávez con “Patria, socialismo o muerte”, sería el mismo que
defenderían los vecinos de una urbanización del este para que no se lo llevaran
preso?
Pues
ese militar a los ojos de todos rojo rojito impidió la ejecución del Plan Avila
el 11A-2002. Y otros como él apresaron al responsable de la matanza y le
solicitaron la renuncia “la cual aceptó”. Si bien es cierto Chávez realizó una
purga de la institución castrense posterior a su regreso al poder, el régimen
quedo sumamente traumado por ese hecho, persiguiendo y vigilando a toda la
oficialidad, cosa que todavía ocurre. Por algo será.
Ese es
el mismo caso de oficiales que aun mantienen detenidos, que por alguna razón ya
no son afectos al régimen cuando antes era todo lo contrario. Y ahora secuestran
oficiales retirados en un afán de mantener los chivos en el corral. El régimen
no le debe tener mucha confianza a esa institución que ellos mismos insisten
que se convirtió en rojo rojita.
Y esto
es porque los militares, en su conjunto, están o no están con un gobierno. Y
cuando deciden no estar, así nosotros los hayamos etiquetado de cualquier forma,
entonces las cosas cambian. No es un asunto de militares “institucionales”
versus los “de la revolución”. No es tan simple. Bien se decía antes que los
militares son leales hasta que se alzan. Es por eso el pánico. Ese tejido
permeable que existe entre ese mundo y éste los hace sensibles a lo que sucede,
no solo porque también viven en Venezuela y sufren lo que nosotros sufrimos,
sino que para ellos alzarse resulta un asunto de vida o muerte, entre otras
cosas porque son custodios de las armas de la República y guardianes de su
soberanía.
El
cuerpo social venezolano, con ellos incluidos, está gritando un cambio de
rumbo. “Un golpe de timón” como dicen ahora. Pero eso debe formar parte de un
cambio que nazca del conjunto total, por supuesto militares incluidos, no de un
solo mundo que le pide al otro que lo cambie. Ese cambio podría eventualmente
ocurrir de adentro hacia afuera, esto es desde ese mundo hacia el nuestro, como
muchos lo están planteando. Eso ya sucedió antes en 1958 y devino en un cambio
positivo porque de allí salió el período más largo de democracia que hemos
tenido.
Pero también
ese mundo puede moverse obligado de afuera hacia adentro. Eso también ya
sucedió antes el 11A cuando la gente se fue a las calles exigiendo un cambio.
Pero el régimen ha erosionado consistentemente esa posibilidad disminuyendo su
fuerza durante estos 10 años, aunque estuvo muy cerca de resucitar el 17A-2013 a
consecuencia de un fraude electoral. Ambas son caras diferentes de la misma
moneda y llevan al mismo resultado, un cambio del rumbo del país.
La
exigencia de una sociedad por un cambio desde lo civil, esto es de afuera hacia
adentro, pasa por exigir en el fondo lo mismo que exigimos en el 2002: la
preservación de la democracia y el Estado de Derecho vulnerado por un régimen
autoritario. En este momento le agregaríamos el fin de la invasión
castro-comunista y el retiro en paz de esa fuerza de ocupación de nuestra
tierra. No es una exigencia de fácil cumplimiento pero en ello solo pueden
intervenir nuestras Fuerzas Armadas porque ese tema no es civil.
Ese es
el llamado que hacemos por una renovación de los poderes públicos a través de
una Asamblea Nacional Constituyente y el rescate de la soberanía, saliendo
todos a la calle a recoger las firmas necesarias para exigir pacíficamente ese
cambio. Los militares podrán reaccionar ahora, de adentro hacia afuera, o esperar
verse forzados a hacerlo por mandato de un pueblo en la calle exigiendo un
cambio de rumbo, de afuera hacia adentro. Ellos deciden.
Todo
dependerá de la velocidad de descomposición del país en manos de este gobierno
títere y de las fuerzas que se desaten. La destrucción de las instituciones
avanza a pasos acelerados. Empezó ya el desconocimiento de las competencias de
los Alcaldes electos el 8D. Ambas opciones son válidas en este contexto
intoxicado. Los militares serán como los médicos que llegan al lugar de un
accidente y tienen que decidir si intervienen al herido en el sitio o esperan
llegar al hospital. La cuestión al final será siempre la misma, tendrán que
intervenir. Pero o deciden o se muere el paciente. Vaya disyuntiva...
Caracas, 13 de Diciembre de 2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana