sábado, 19 de noviembre de 2016

El chantaje de la paz

Por Luis Manuel Aguana

Me llamó mucho la atención la parte frase final del comentario de Carlos Alberto Montaner en su reciente video relativo al Diálogo en Venezuela: “…De este juicio general ni siquiera se escapa el enviado del Papa, Monseñor Claudio María Celli, que sabe perfectamente que el chavismo no piensa someterse nunca a la regla de la mayoría y sin embargo respalda la farsa de las conversaciones. Según la oposición lo que dicen es que la iglesia está más deseosa de apoyar la estabilidad y la paz que la democracia, las libertades y el respeto a la ley; y esto es muy grave porque al final no habrá ni paz ni democracia, y el Vaticano quedará sumamente desprestigiado…” (Carlos Alberto Montaner, Fracaso del diálogo en Caracas, en https://youtu.be/QHEghMsSDIo).

¿En esta situación, están la estabilidad y la paz reñidas con la democracia, las libertades y el respeto a la ley? Al parecer en Venezuela sí. Desde esta pequeña tribuna, hemos muchas veces insistido que los venezolanos estamos en una situación de rehenes. Los delincuentes se metieron en nuestra casa y están negociando que “no habrá violencia” si no les pagamos el recate de su permanencia en el Poder. Y eso tiene el precio altísimo de la democracia, nuestras libertades y el respeto a la ley. ¿Cómo se desentrampa esto sin violencia?

Como indicaba Montaner, el chavismo nunca se someterá a la democracia, a contarse, como lo ha buscado la oposición a través de los medios previstos en la Constitución. Dará largas a esa confrontación democrática, que tarde o temprano habrá de venir, no sin antes que se cuenten los muertos por hambre y mengua en los hospitales, sin estimar con los de la delincuencia desatada en las calles, aliados modernos de esta dictadura de nuevo cuño.

Pero creo que Montaner habló del Vaticano, no de la Iglesia venezolana, cuya posición no ha sido ni remotamente parecida al comentario que hace en su video. Dudo que en los comunicados de la Conferencia Episcopal Venezolana se refleje que la Iglesia venezolana esté “…más deseosa de apoyar la estabilidad y la paz que la democracia, las libertades y el respeto a la ley”. ¡Es todo lo contrario! De allí que esa afirmación es un juicio contundente a la política del Vaticano y pone en una situación difícil la posición firme de nuestra Iglesia en el rescate de la paz y la democracia en Venezuela.

De allí que el Padre Ugalde desmarque a la Iglesia y diga: La Iglesia lo que hace es facilitar, ayudar a que se sienten… ustedes hablan, por eso es tan desacertado creer que todo depende de la Iglesia. Sí se da el diálogo, el éxito es de la Iglesia. No, no. El éxito es de quienes dialogaron. Y si no se da el diálogo, la culpa es de la Iglesia. Esa es una de las cosas peligrosas a las que está jugando cierta oposición, quizás movidos por la emotividad, pero no es la Iglesia la que dialoga.” (ver Luis Ugalde:”No hay que entregar nada que esté en la Constitución”, en http://prodavinci.com/2016/11/13/actualidad/luis-ugalde-no-hay-que-entregar-nada-que-este-en-la-constitucion-por-hugo-prieto/).

Pero entonces la paz es un chantaje para todos. Y nos lo están aplicando tanto el régimen como la MUD-G3, con el fin de no desaparecer de la escena política. Y esto amerita una mejor explicación.

¿Cuál es el motivo por el cual ese Diálogo debe terminar en un encuentro electoral? Pareciera obvio y no lo es. Cualquiera diría “si nos contamos se acaba el problema”. Ellos son minoría y según la regla de la democracia, los partidos que integran la MUD aglutinarían mayor cantidad de votos en cualquier elección. Y listo. Los “malos” se irían en paz porque la mayoría somos nosotros. ¡Qué vaina tan ingenua!

El régimen no se va a contar, con diálogo o sin diálogo. La misión del enviado del Papa es lograr que esto continúe “ad infinitum” o al menos hasta el 2019, y que exista un canal oficial de comunicaciones entre el régimen y la oposición oficial para que no nos vayamos a las manos. Este canal no existía de una manera formal antes del Diálogo pero que todos sabíamos que si existía de una manera encubierta.

Y eso le conviene a todos ellos: al régimen de Maduro porque permanece en el Poder, a la MUD-G3 porque conserva sus espacios de representación por encima del resto del país opositor, y al Vaticano porque aquí no habría una guerra civil, aunque efectivamente si la hay encubierta con 25.000 muertos anuales y destrucción consistente de nuestro país. A la final esta situación se configura en un gran chantaje que indica que si no hay “diálogo” hay guerra civil, y donde el gran perdedor es el pueblo venezolano que sigue en estado de postración, hambre, muerte e hiperinflación. ¿Cómo rompemos ese círculo vicioso creado por estos factores? Si se rompe ese círculo no solo cae el régimen, sino también la oposición que lo sostiene con ese “diálogo”.

Y para romper ese círculo ya están comenzando a aparecer propuestas como la que hizo Diego Arria partiendo de una pregunta obvia: ¿Por qué razón la MUD-G3 se atribuye una representación que no tiene para llegar a acuerdos que nos afectarán a todos los venezolanos? De ese principio fundamental parte esa nueva propuesta ciudadana (ver Diego Arria: Propuesta de un ciudadano a los venezolanos, en https://www.facebook.com/Arria.Diego/posts/10157622216495198:0) donde se propone que cualquier cosa que salga de esa Mesa de Diálogo sea obligatoriamente sometida a Referendo Consultivo –con todas las garantías del caso-, de la misma manera como lo hizo el gobierno de Juan Manuel Santos en Colombia con los acuerdos con la guerrilla. Y eso es lógico e irrebatible. Nosotros somos los únicos que podemos decidir si nos conviene o no lo que se está discutiendo allí, no una pseudo representación de la oposición venezolana.

De la misma manera la Alianza Nacional Constituyente (http://ancoficial.blogspot.com/) ha propuesto al Papa Francisco, a través de una comunicación dirigida a Su Santidad y a su enviado al diálogo, Mons. Claudio María Celli, que el Referendo Revocatorio no es la única manera de llegar a una solución constitucional, pacífica, democrática y electoral a la crisis venezolana (ver Carta de la ANC al Papa Francisco, en http://ancoficial.blogspot.com/2016/11/carta-de-la-anc-al-papa-francisco-31-10.html y Carta de la ANC a Mons. Claudio María Celli, enviado Papal para el Diálogo, en http://ancoficial.blogspot.com/2016/11/carta-de-la-anc-mons-claudio-maria.html), al existir claramente establecida en la Constitución la solución de una convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente de carácter Originario.

Ambas propuestas apuntan a que sean los propios venezolanos, sin ninguna intermediación interesada, los que resuelvan el tema del diálogo y del régimen de Nicolás Maduro. Al llamar al Constituyente no necesitaríamos más diálogo que el que se den los propios constituyentistas electos al discutir una transición hacia un nuevo gobierno y un nuevo país. Sin embargo con esta solución desaparecería la oposición oficial negociante tal y como la conocemos, y obviamente el régimen de Nicolás Maduro como consecuencia. Entenderán ustedes porque no les conviene a ninguno de los dos la ruptura de ese círculo vicioso, manteniéndonos a todos en una situación de rehenes permanentes, chantajeándonos con una ilusión de paz.

Entonces los venezolanos nos encontramos atrapados entre dos chantajistas que nos amenazan la paz: el régimen y su oposición oficial. Ya es hora que esta última ceda –porque el régimen no lo hará prefiriendo la violencia- y reevalúe posición dándole paso a las legitimas aspiraciones de la mayoría. Si no lo hace, como bien concluyó Montaner, “no habrá ni paz ni democracia”, y al final igualmente desaparecerán pero en una impronta de violencia. Nos urge a todos que decidan como será.

Caracas, 19 de Noviembre de 2016

Twitter:@laguana

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Hacia una Constitución para todos

Por Luis Manuel Aguana

De nuevo volví a escuchar de un sobresaliente catedrático universitario del Derecho las razones formales que tiene para pensar que es innecesario ir a un proceso constituyente porque con la Constitución que ya tenemos, de acuerdo con su razonamiento formal, es mas que suficiente para resolver los graves problemas que tiene el país. Y los voy a sorprender con lo que esta vez concluí: ¡tiene razón! Y tienen razón todos aquellos que defienden, dentro del estricto sentido del Derecho, que si se siguiera el "librito", Venezuela no tendría problemas, pero ¡los tiene!

Si el régimen hubiera respetado como está el espíritu mismo del Articulo 72 constitucional, Chávez hubiera sido revocado desde la primera recolección de firmas, antes siquiera de El Firmazo y El Reafirmazo, y estuviéramos muy pero muy lejos de la tragedia que hoy padecemos. Por supuesto que nuestro catedrático de marras tiene razón. Pero vamos presos igual.

Entonces ¿porque algunos todavía pensamos que si no cambiamos la Carta Magna seguiremos entrampados con el régimen y no saldremos de este estado de postración y retroceso económico y político? Porque el tema no está en simplemente cambiar una Constitución por otra, sino el fondo mismo de lo que ello implica. Va en el origen del porqué hacemos Constituciones para regular el comportamiento de una sociedad y en el porqué, luego de hacerlas, los pueblos no las respetan. Y en el caso venezolano, ¿porqué habríamos de respetar algo donde no hemos nunca, como sociedad, tenido arte ni parte en su conformación ni discusión? ¿Porque tendríamos que respetar un contrato en el que no nos vemos reflejados como sociedad, y que de paso no esta firmado por alguien que sintamos que legítimamente representa nuestros intereses? Difícilmente lo haríamos, ¿verdad?

Siempre he pensado que la constitución es algo demasiado serio para dejársela a los abogados. Por razones obvias esto no lo puede decir un abogado. Se echaría encima a sus colegas. Y es exactamente el mismo principio que una vez se aplicó a los militares con relación a la guerra: es demasiado seria para dejársela solo a ellos.

La Constitución es un texto que debe ser comprendido, estudiado y discutido a fondo por todos los habitantes de un país. No es solo materia de abogados, ni debe serlo. Es el contrato base que se hace para regular la vida de los ciudadanos y establece las reglas y los limites entre quienes gobiernan y quienes somos gobernados. Es en esencia un Pacto que si no se cumple hay como consecuencia anarquía y caos en una sociedad. ¿Les parece conocido?

La Constitución no es un mero librito para estudiantes de Derecho, es mas que eso. Cuando los habitantes de un país entienden el sustrato fundamental y la trascendencia de ese contrato, en ese mismo instante se convierten en ciudadanos. ¿Entienden ahora porque antes se les daba a los muchachos en el primer año de educación media una materia dedicada a la Constitución denominada "Moral y Cívica"? La sociedad venezolana olvidó los principios morales y ciudadanos sobre los que se sustentaba ese concepto.

Pero una sociedad a la que le impongan unas reglas, y menos aun a los venezolanos, cuyos ancestros atravesaron el continente a caballo para libertar cinco naciones, difícilmente cumplirá algo que no siente suyo ni que provino del fondo mismo de su sociedad.

La Constitución de 1999 fue el producto de la imposición de un vencedor, como lo han sido casi todas las Constituciones que hemos tenido en Venezuela, excepción hecha de la de nuestra fundación en 1811, producto de las mentes mas lúcidas y estudiadas de la época. Tal vez por eso nunca hemos tenido la estabilidad de muchas naciones y hemos saltado de Constitución en Constitución buscando algo que nunca encontraremos si esa Carta Magna no sale del seno mismo de una discusión a fondo de lo que somos como venezolanos y esta responda a los deseos y aspiraciones de los ciudadanos de todos y cada uno de los rincones de los cuatro puntos cardinales de este espectacular país.

La clave entonces es que ese Pacto se dé, y al darse cualquier texto constitucional que salga de él se respetará como una consecuencia natural. Y si ahora no se respeta es porque el Pacto fue malo, o no hubo tal Pacto como efectivamente ocurrió en 1999.

La situación del país trasciende de largo lo jurídico, y discúlpenme en la apreciación los distinguidos Magistrados y profesionales del Derecho. La institucionalidad se disolvió. Ya no hay Derecho ni reglas a las cuales seguir porque todas están destruidas. Hay que ir a los fundamentos mismos del porqué, cómo y para qué hacemos Constituciones. Estamos en la inviabilidad y la anarquía.

Es en estos momentos que la sociedad venezolana clama, necesita, requiere verdaderos conductores políticos, Estadistas, constructores de sociedad, con ideas precisas de qué hacer en estos momentos llenos de incertidumbre y desaliento. No es el momento elecciones, ni de reparto de cargos, ni de aspiraciones políticas, ni especialmente de administradores, que los hay de sobra en Venezuela. Venezuela necesita ahora constructores, los administradores vienen después. Por eso es que el momento es duro porque no hay manuales que digan como saldrán las personas que hacen falta. Es el momento Constituyente, como bien lo definiera Donnedieu de Vabres, en su obra L'Etat (París, 1971).

El problema, aparte de eliminar el tumor maligno que representa para nuestra sociedad un régimen como el de Nicolás Maduro, es ir a los fundamentos mismos del mal que nos aqueja desde hace siglos. Y la propuesta que algunos venezolanos hacemos es realizar la discusión del país que somos ahora y el que podemos ser, reuniendo a quienes nos representen legítimamente en el sentir de ese pueblo, pero fuera de la institucionalidad destruida del país, en una Asamblea Nacional Constituyente de carácter Originario.

El hecho mismo de reencontrarnos todos, revisar propuestas, volviendo al origen de nuestra nacionalidad, y decidiendo el país que queremos para nuestras próximas generaciones, hace inmediata una reconciliación, y por lo tanto logrará otro Pacto que esté verdaderamente consustanciado con ese país. Es en el seno de esa reunión donde queremos plantear nuestro Proyecto País Venezuela.

Creemos que solamente así podremos tener un Pacto sólido que tenga un sello de perdurabilidad, estampado en un texto que respetemos todos los que vivimos en esta Tierra de Gracia, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Habremos construido, por fin, el milagro de tener desde nuestra fundación como pueblo, una Constitución para todos.

Caracas, 16 de Noviembre de 2016

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