Por Luis
Manuel Aguana
Intervención
en el Foro-Conversatorio: “Venezuela derrota al régimen e inicia
la reconstrucción, Que el pueblo decida el camino al cese de la
usurpación”, Maturín, 20 de Julio de 2019
Comienzo
por agradecer a la sociedad civil de oriente
por esta nueva oportunidad para debatir propuestas dirigidas a
resolver la grave crisis por la que atraviesa el país. Y esta crisis
no solo es económica, política y social, sino también de
ciudadanía, de valores y de propuestas. El país se muere en las
calles, sin agua, sin luz, sin seguridad, sin comida y los ciudadanos
solo contemplan al liderazgo político disputarse posiciones públicas
como lo hacen los borrachos al pelearse por una botella vacía. No se
debaten propuestas.
Pretenden
que aceptemos sin más la misma solución electoral cuyo fracaso
hemos vivido y padecido con el régimen sin resultados concretos para
la Nación. Pretenden que esperemos un año a que hagan elecciones
para entonces comenzar a resolverles la vida a los venezolanos.
¡Mayor cinismo imposible! Y aunque se hicieran elecciones, de qué
serviría hacerlas si cualquiera que resulte electo no podría
resolver los problemas de la población a causa de un sistema de país
inviable, que prescribe constitucionalmente que a las regiones solo
se les da una migaja de la Hacienda Pública. Entonces, ¿qué
solución es esa para la gente?
En ANCO
hicimos un alto de difundir activamente nuestra propuesta
Constituyente de impulsar un Proyecto de País -proyecto a través
del cual ustedes nos conocieron- desde el 1ro de Mayo de 2017 cuando
el ilegitimo que ocupa Miraflores convocó ilegalmente a una
Constituyente sin contar con la aprobación del pueblo de Venezuela.
Comenzamos desde el mismo 3 de Mayo de ese año a impulsar
activamente y proponer institucionalmente una consulta popular para
detener esa convocatoria inconstitucional. Y nuestra propuesta se
convirtió en política de la oposición al convocarse el pueblo
venezolano a la histórica Consulta Popular del 16 de Julio de 2017.
La historia
nos ha convocado de nuevo a salir al país, esta vez para plantear
una variante de nuestro desiderátum principista, que señala que el
destino de Venezuela tiene que pasar irrevocablemente por una
decisión del pueblo soberano. Y lo que proponemos ahora es un
Plebiscito para que el pueblo decida.
Porque no
es Juan Guaidó, ni la Asamblea Nacional sino el pueblo venezolano el
que debe decidir la solución que habrá de aplicarse en Venezuela si
el régimen insiste en usurpar el poder. Estamos promoviendo un
Plebiscito para que la fuerza que solo reside en el Depositario de la
Soberanía se pronuncie ante el mundo ordenándole a quienes usurpan
el poder que solo confiere la voluntad del pueblo, que lo entreguen a
favor de quien ha sido constitucionalmente designado como Presidente
Encargado de la República el 23 de Enero de 2019, Juan Guaidó. Ese
es el procedimiento que estamos promoviendo, NO unas elecciones con
quienes hemos desconocido como poder.
Los
partidos políticos que ahora están negociando con el régimen en
Oslo y ahora en Barbados han comenzado a utilizar su maquinaria
comunicacional para hacerles creer a los venezolanos que solo nos
queda la vía electoral para resolver la crisis. Y esa solución,
lejos de resolverla, la profundiza. Y la profundiza porque no se ha
resuelto todavía uno de los pilares fundamentales que sostienen al
régimen, y que siempre ha sido ignorado por quienes han cohabitado
por años: el sistema electoral.
Lo
he afirmado antes muchas veces, y lo afirmaré hoy de nuevo: NO SE
PUEDE SEGUIR UTILIZANDO EL SISTEMA AUTOMATIZADO DEL CNE DEL REGIMEN
PARA CONTAR LOS VOTOS DE LOS VENEZOLANOS. Que no es suficiente
cambiar los Rectores del CNE y actualizar el Registro Electoral. ¡Que
hay que hacer una reingeniería completa del sistema electoral ANTES
DE HACER OTRA ELECCION EN VENEZUELA! ¡Y eso no se puede hacer con el
régimen en Miraflores! El solo leer la Sentencia Expediente No.
SE-2018-001 de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia
Legítimo en el exilio de fecha 13 de Junio de 2018, del cual tuve el
honor de ser convocado como técnico experto (leer Sentencia en
http://ticsddhh.blogspot.com/2018/06/tribunal-supremo-de-justicia-declara.html)
da cuenta de la gravedad de la situación del Poder Electoral
venezolano al punto que ese Alto Tribunal declaró NULO el uso del
Sistema de Voto Automatizado para elecciones en Venezuela, lo que
amerita una completa reingeniería del Poder Electoral venezolano.
En
consecuencia, cualquier solución electoral en los términos
planteados por el régimen y la oposición oficial no constituye una
salida a la crisis. Se debe entonces recurrir a la fuente misma de
donde nace la institucionalidad, que no es otra que la Soberanía
Popular, donde se excluya totalmente ese cáncer institucional
llamado CNE con todas sus maquinas y procedimientos, y volver al
principio mismo de contar los votos uno por uno…
Si la
Comunidad Internacional insiste en una solución electoral es porque
reconoce sin lugar a dudas que hay que recurrir a la Soberanía
Popular y contar los votos para resolver nuestras diferencias. Pero
debemos entonces convencerlos que nosotros desde la Sociedad Civil
también creemos en esa vía pero no en los términos planteados por
el régimen y la oposición oficial. Convencerlos que un Plebiscito
es también un mecanismo electoral pero con la diferencia de que
puede poner en manos del pueblo la decisión trascendental de decidir
la continuidad del régimen, pero por la vía de los votos, de una
manera pacífica y constitucional, pero supervisada y sin la
intervención de las instituciones secuestradas por Maduro.
Ir a unas
elecciones con el régimen y su sistema implica que toleramos su
existencia después de haberlo desconocido y le damos beligerancia
política al aceptar los resultados electorales que salgan de esos
comicios, con un sistema que de antemano sabemos está corrompido.
Con un Plebiscito en los términos enunciados aquí no sería así.
¿Y por qué no? Porque de lo que se trata precisamente es de someter
a la consideración de la Soberanía Popular Originaria la decisión
trascendental acerca de la existencia misma del régimen –si lo
queremos o no lo queremos-, con todo lo que ello implica, incluida su
expulsión de la vida política del país. ¿Se dan cuenta de la
diferencia?
Pero
ustedes se preguntarán, ¿cómo llevar al régimen a ese juicio de
la Soberanía del pueblo? Obviamente no es de ninguna manera fácil.
Es claro que no deseará contarse voto a voto y de una manera abierta
y supervisada por la Comunidad Internacional, a sabiendas que perderá
el juicio popular. Es allí donde la presión externa de todos los
países amigos, en especial la del Secretario General de la OEA, Luis
Almagro, del gobierno de los Estados Unidos, de los gobiernos de
Colombia y Brasil, que deben comenzar a ejercerse con mayor
profundidad para obligarlo a contarse en esos términos y no en
otros. La Comunidad Internacional debe ser la primera convencida de
esta solución, aumentando y profundizando las sanciones ya
aplicadas, hasta que el régimen acepte ir a un Plebiscito.
En este
momento los países que nos apoyan hacen presión con las sanciones
pero solo para que el régimen regrese por su cuenta al respeto de la
Constitución, cosa que no ha pasado ni pasará, pero que
indudablemente les ha afectado, con su consiguiente debilitamiento,
sin el quiebre de la dictadura. Con la solución plebiscitaria la
presión de la Comunidad Internacional se concentraría en un único
y solo propósito: que el régimen acepte contarse en un
Plebiscito. Esto aumentaría la presión de manera
determinante porque sería una presión focalizada y dirigida a un
solo único y claro objetivo, y no a uno difuso y general como ocurre
ahora, dando una dirección unificada a las protestas que ocurran en
Venezuela con una exigencia clara al régimen: que se cuenten en
términos plebiscitarios.
El
Plebiscito se haría con la colaboración de la sociedad civil y los
partidos políticos que así lo decidan, sin la intervención del
CNE, no solo por estar corrompido hasta los cimientos sino porque
además este instrumento no es de su competencia constitucional (Art.
70), por lo que su realización resultaría además mucho más ágil
e inmediata que una elección –como se demostró el 16J-2017-,
contando siempre con el apoyo y supervisión de organismos
internacionales (OEA y UE). Al aumentar la presión ejercida desde
afuera hacia adentro, y desde las mismas entrañas del país, el
régimen comenzará a solicitar “negociar” los términos de su
sometimiento a la voluntad del pueblo. Es allí donde
comenzaría la única negociación posible con ellos: la de los
términos de su salida.
Pero, ¿cómo
se haría para que el régimen cumpla con el resultado de ese
Plebiscito? La respuesta a esa pregunta va de la mano con la
aceptación del instrumento: de no cumplir el mandato popular emanado
de las urnas de ese Plebiscito, el pueblo le estaría dando
la base legal necesaria al mundo para una intervención
humanitaria que haga cumplir la decisión del Soberano, no teniendo
la Comunidad Internacional manera alguna de evitar el cumplimento de
la Responsabilidad de Proteger (R2P) a Venezuela de acuerdo a los
términos concebidos en la Asamblea General de la ONU del año 2005.
Y para lograrlo de la manera más expedita y con la colaboración del
único poder legítimo en Venezuela, la Asamblea Nacional no tendría
más excusas para negarse a aprobar la presencia de fuerzas
extranjeras dentro del país para apoyar lo decidido por el pueblo en
el plebiscito, a través de su atribución establecida en la
Constitución en el Artículo 187, numeral 11.
Un
Plebiscito es una solución que se contrapone a las negociaciones con
el régimen por parte de una oposición decidida a cohabitar para
asegurar por la vía electoral su permanencia en las estructuras del
poder. Daría continuidad a la promesa hecha a los venezolanos el 23E
de terminar inmediatamente con la usurpación.
Sin embargo
la solución plebiscitaria no es mágica. Conlleva trabajo y esfuerzo
tanto nacional como internacionalmente, para convencer a mucha gente.
El Plebiscito propuesto es intrínsecamente mucho más que una mera
consulta popular como se ha pretendido hacer ver para descalificarlo.
Es el mecanismo más expedito para terminar inmediatamente con el
sufrimiento de la gente, que expresa políticamente la mejor
fortaleza que tenemos frente al régimen y a la que teme, que no son
las armas ni los soldados sino la Soberanía Popular que solo reside
en ustedes. No es el gobierno interino de Juan Guaidó el que tiene
el apoyo del mundo. Quien tiene ese apoyo es el pueblo de Venezuela,
y así lo ha repetido infinidad de veces la Comunidad Internacional.
Lo único que nos queda es convocar a ese pueblo para que se
pronuncie. Espero haberlos convencido para comenzar a hacerlo…
Muchísimas
gracias…
Maturín,
20 de Julio de 2019
Email:
luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana