miércoles, 26 de marzo de 2025

EEUU, entre genialidad y locura

Por Luis Manuel Aguana

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La expectativa que buena parte de los venezolanos teníamos de las primeras acciones sobre Venezuela de la administración de Donald Trump, al llegar al gobierno de los EEUU son muy diferentes ahora que antes del 20 de enero de 2025, fecha de la toma de posesión del Presidente Trump. La escala podía variar desde esperar a que en los siguientes días las sanciones sobre el régimen fueran tan fuertes que los obligaran a salir del poder, hasta la intervención violenta de grupos armados con la anuencia del gobierno de los EEUU.

Pero lo que nadie se esperó nunca fue que de las primeras decisiones tomadas se suspendieran los TPS (Estatus de Protección Temporal) concedidos a los venezolanos y se persiguieran a todos los compatriotas  que han migrado a los EEUU, con la excusa de ser criminales del Tren de Aragua, siendo estos criminales una minúscula minoría en relación con la cantidad de venezolanos en los EEUU; y menos aún, que fueran confundidos y mezclados con los verdaderos criminales de esa pandilla, y enviados a Guantánamo y El Salvador, utilizando una ley de guerra decimonónica que no se aplicaba desde la II Guerra Mundial, cuando Japón y los EEUU entraron en guerra por el ataque a Pearl Harbor, porque de acuerdo a esa ley, los EEUU están en guerra con Venezuela debido a una pandilla de criminales.

Tampoco antes de llegar Trump al poder esperábamos que viniera un enviado del Presidente de los EEUU a “conversar” con Maduro, y que de allí saliera una extensión de las licencias de la petrolera Chevron para operar en Venezuela –o al menos no tocar la que se había concedido en la administración de Joe Biden- a cambio de rehenes norteamericanos presos en las mazmorras del régimen, por más que se declare que “no negociaron nada”.

Pero es importante que aclaremos algo antes de continuar. Todo lo que hacen los gobiernos de los EEUU -o de cualquier otro país- va en la dirección de salvaguardar sus intereses, no nos nuestros, por lo que lo anterior no representa ninguna queja, disgusto o reclamo de mi parte, aunque las cosas pudieron ser manejadas de una manera distinta. Pero hay opiniones para todos los gustos. Eso fue lo que vino después de la administración de Biden, nos guste o no, aunque algunos hayamos tenido esperanzas de que las cosas a lo inmediato hubieran sido diferentes para nosotros.

Hay otro grupo de venezolanos que todavía apuestan fuertemente a que en algún momento el gobierno de Donald Trump se ocupará de los regímenes autoritarios del continente, existentes en Cuba, Nicaragua y Venezuela, opinión en la que coincido, pero aunque crea que eso pueda ser así, nuestro accionar opositor no puede ni debe estar sujeto a esa esperanza, y que de alguna manera pienso como venezolano, que las acciones que emprendamos en alguna medida deben sincronizarse con la situación por la que están pasando quienes pueden ayudarnos a salir del infierno castro-chavista-madurista, como efectivamente son los EEUU, y proponer acciones en consecuencia.

Pero para poder hacer eso, es necesario comprender por qué está pasando lo que está pasando en los EEUU –y en el resto del mundo por los EEUU-, y en lugar de molestarnos por lo que están haciendo con nosotros –aunque efectivamente sea horrible- veamos el panorama en una escala mayor, estableciendo en qué medida nos podemos insertar en lo que sucede –malo o bueno- y de qué manera positiva igualmente podemos actuar en consecuencia. Si no lo hacemos, seguiremos moviéndonos de manera reactiva –y por lo general mal- a lo que ellos hagan que nos afecte de una u otra manera, no utilizando a nuestro favor lo que sucede, por lo menos discursivamente.

Entonces, ¿qué pasaba en los EEUU antes de llegar Trump al poder? Independientemente de lo que muchos piensen, los EEUU confrontaban –y aún confrontan- serios problemas en su economía doméstica. La única razón por lo que la nación más poderosa del planeta no ha colapsado es porque, a diferencia del resto de los países del mundo, poseen la máquina de imprimir dólares. Para cualquier otro país, mantener a flote todos los indicadores económicos, generando permanentemente deuda sin respaldo, resulta más temprano que tarde en un caos inflacionario de la economía. El caso de Argentina es el más emblemático en nuestros tiempos, sin contar con nuestro caso.

Pero en el caso de EEUU se puede sostener si eres el dueño de la máquina que produce el signo monetario de más del 60% de todas las reservas monetarias mundiales y el 64% de la denominación de deuda mundial: “…alrededor del 60% de las reservas mundiales de divisas son dólares (en segundo lugar está el euro, con el 20%); el 54% del comercio internacional se realiza en dólares; el 64% de la deuda mundial se denomina en dólares” (ver Trump y los riesgos de perder el “privilegio exorbitante” del dólar, en https://letraslibres.com/politica/trump-y-los-riesgos-de-perder-el-privilegio-exorbitante-del-dolar/28/02/2025/).

Aunado a lo anterior, EEUU no produce lo que mayormente consume:“EE UU registró un déficit comercial récord de $131.4 mil millones en enero de 2025, frente al déficit revisado a la baja de $98.1 mil millones en diciembre de 2024 y superando las previsiones de un déficit de $127.4 mil millones. Las importaciones aumentaron un 10% hasta alcanzar un máximo histórico de $401.2 mil millones, impulsadas por la anticipación de aranceles próximos. … El déficit comercial de bienes de EE. UU. se amplió con China ($-29.7 mil millones frente a $-25.3 mil millones en diciembre de 2024), la UE ($-25.5 mil millones frente a $-20.4 mil millones), Suiza ($-22.8 mil millones frente a $-13 mil millones), México ($-15.5 mil millones frente a $-15.3 mil millones), Vietnam ($-11.9 mil millones frente a $-11.4 mil millones) y Canadá ($-11.3 mil millones frente a $-7.9 mil millones).” (ver Trading Economics, EEUU Balanza Comercial, en https://es.tradingeconomics.com/united-states/balance-of-trade).

En palabras simples, EEUU está importando mucho más de lo que produce, especialmente con China, la Unión Europea, México y Canadá. Y si no producen, ¿con qué lo pagan? Con deuda. Y si no puedes pagar, tienes déficit en tus cuentas presupuestarias que debes tapar. Desde el año 2000, la deuda de los EEUU pegó un salto al siguiente año 2001, de 33,3% a 52,4% del PIB. ¿La razón? Los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York. Y a partir de allí la deuda del gobierno central no ha parado de subir al punto que superó al 114,9% del PIB en el 2023 (ver Deuda del gobierno central, total como % del PIB, FMI, Anuario de Estadísticas de Finanzas Públicas y archivos de datos, y estimaciones del PIB del Banco Mundial y la OCDE, en https://datos.bancomundial.org/indicador/GC.DOD.TOTL.GD.ZS?locations=US).

¿Y en qué gastan los estadounidenses la mayor parte de su dinero? “El gasto en defensa de Estados Unidos representa el 13% del presupuesto federal estadounidense: en la tendencia de los últimos años, casi la mitad del déficit fiscal anual. Así pues, si por un lado las letras del Tesoro son el principal activo de garantía del sistema financiero internacional, por otro el déficit fiscal representa la fuente de financiación principal del paraguas militar con el que Estados Unidos ha ejercido hasta ahora su papel de garante de la seguridad en el sistema de relaciones políticas, económicas y comerciales mundiales” (ver Trump y los riesgos de perder el “privilegio exorbitante” del dólar, en https://letraslibres.com/politica/trump-y-los-riesgos-de-perder-el-privilegio-exorbitante-del-dolar/28/02/2025/).

Un profesor de economía una vez nos dijo: los bonos (letras) del Tesoro de los EEUU son la inversión más segura del mundo, y lo anterior lo confirma. El gobierno norteamericano siempre paga. Esa seguridad es comparable con que el día sigue a la noche y que el cielo siempre será azul. Otra cosa pondría de cabeza al mundo, por lo que se requieren medidas urgentes drásticas para evitar la suspensión de los pagos. Y es allí donde hay que entrarle a los mayores gastos del presupuesto federal: “La mayoría del presupuesto se otorga a programas de defensa, seguridad social y a programas importantes de salud: Defensa 13%, Seguridad Social: 21%, Seguro Médico (Medicare-Medicaid):24%” (ver Oficina de Presupuesto del Congreso, CBC, mayo 2023, en https://www.cbpp.org/es/research/federal-budget/como-se-distribuye-el-dinero-de-los-impuestos-federales-que-pagan-los).

Solo con esas cifras –y hay muchas más- se explica porque el gobierno de Trump aplica aranceles inusitados a China, la Unión Europea, México y Canadá, para reducir el déficit comercial, y deja a los europeos que se arreglen solos su problema en el conflicto Rusia-Ucrania en materia de defensa –mover ejércitos cuesta demasiado dinero-, y la oficina de la motosierra norteamericana de Elon Musk no se detiene en recortar cada pieza del gasto público, comenzando por las ayudas del USAID. Pero también explica la persecución y expulsión de inmigrantes, reduciendo su cantidad al mínimo, que el presupuesto federal no puede seguir manteniendo en materia salud, educación y seguridad. Que hayan tomado el caso venezolano como bandera me resulta despreciable como a todos, pero se explica. Lo lamentable es que no haya existido una contraparte opositora con influencia en esa administración que defendiera nuestra posición.

En palabras resumidas de Musk: “…pero creo que tenemos un déficit federal enorme, de 2 billones, sigue creciendo. Los intereses superan el presupuesto de defensa. Esa fue mi llamada de atención: ver que los intereses de la deuda superaban el presupuesto de defensa y seguía creciendo con el tiempo. Si no hacemos algo, no habrá dinero para nada, solo pagaremos deuda…” (ver Marc Vidal, El plan secreto de Trump: evitar el colapso de EEUU por el tsunami de deuda, en https://youtu.be/kBY12tKEotU?t=132).

Los gobiernos previos al de Trump 2025, incluyendo el del mismo presidente en su primer mandato, simplemente emitieron más deuda, corriendo el problema y dejándolo  a los gobiernos futuros, hasta que el sistema simplemente ya no aguantó más, y este año ya no pueden pagar. Y esta es una explicación simple a un problema mucho más complejo pero que ayuda a explicar porque Trump está haciendo lo que está haciendo, aunque posiblemente existan mejores maneras de hacerlo, pero si no se le ponían al frente al tema, simplemente el mundo que conocemos que depende por todos lados de los EEUU, simplemente se derrumbaría.

Dicen que la delgada línea que diferencia la locura de la genialidad es el éxito. No sé quien sea el genio o el loco, si Musk o Trump, pero algo si es cierto: si Trump no tiene éxito, será el loco que entró como un elefante en una cristalería rompiéndolo todo. Pero si lo tiene, será el genio que habrá salvado al mundo, estableciendo un nuevo orden.

En todo este contexto, ¿qué pueden hacer los EEUU por quitarnos de encima a estos criminales? Han visto que definitivamente no van a -ni pueden- poner un dólar por nosotros y cualquier cosa que hagan que tenga que ver con el régimen de Venezuela irá en la dirección de resolver su propio problema, no el nuestro. Y eso fue precisamente lo que hicieron con la Orden Ejecutiva de imponer aranceles adicionales a los países que compraran nuestro petróleo (ver The White House, Imposing Tariffs on Countries Importing Venezuelan Oil, en https://www.whitehouse.gov/presidential-actions/2025/03/imposing-tariffs-on-countries-importing-venezuelan-oil/).

Por un lado, impiden al régimen que abra nuevos mercados petroleros o amplíe los existentes, y fija como único comprador posible a los EEUU. Indirectamente, China recibe el mayor impacto porque el mayor porcentaje de nuestra deuda es con ellos y pagada con petróleo venezolano. Y vaya que eso ayuda a los EEUU porque directamente no están afectando a un socio comercial, pero si les imponen aranceles adicionales a los ya decretados a las importaciones de sus productos en los EEUU,  y a su vez nos ayuda a nosotros para ahorcar económicamente al régimen, en una jugada muy hábil de doble banda.

Es una medida certera para los intereses de los EEUU, pero que lamentablemente todavía se apoya en considerar que todos los venezolanos pertenecemos a la banda criminal del Tren de Aragua. Ya es hora que los norteamericanos fundamenten sus próximas decisiones respecto a Venezuela en otra cosa, pero eso definitivamente no va a pasar porque ese no es su problema, es nuestro, aunque sea una locura. A nosotros todavía nos falta mucho que trabajar en la genialidad correspondiente…

Caracas, 26 de Marzo de 2025

Blog: TIC’s & Derechos Humanos, https://ticsddhh.blogspot.com/

Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana

miércoles, 19 de marzo de 2025

Un nuevo paradigma petrolero

Por Luis Manuel Aguana

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El tema petrolero ha sido una materia sensible para los venezolanos desde el primer momento que significó un vuelco de la Venezuela rural que fuimos, al país moderno en que nos convirtió esa industria. Fueron históricos los intensos debates acerca de cuánto y cómo se debían imponer los impuestos a las compañías petroleras internacionales que operaban en el país, estableciéndose leyes de hidrocarburos que fueron modificándose en el tiempo, y definiendo cuál debía ser la contraparte de la organización del Estado que debía hacer frente a esa riqueza que siempre consideramos como patrimonio de todos los venezolanos. Hasta que llegamos al paradigma de la nacionalización, con la creación de una corporación del Estado llamada Petróleos de Venezuela, PDVSA, que desarrollara  todas las fases del negocio petrolero. Y el paradigma fue tan exitoso que esa empresa llegó a ser la primera del mundo en el negocio.

Pero ese paradigma funcionó hasta que Hugo Chávez Frías lo destruyó con un pito en cadena nacional. Desde ese momento, el desmantelamiento de la industria petrolera venezolana ha sido uno de los ejemplos mundiales más notorios de cómo se destruye la riqueza de un país.

Pero no es ese el cuento el que deseo resaltar en esta pequeña nota, porque sería interminable. Al destruirse un paradigma, siempre lo sustituye otro. Y una de las preguntas más importantes de los venezolanos, debería ser cómo se sustituirá el paradigma petrolero después de esta tragedia que vivimos. Y ciertamente la propuesta que ha salido al ruedo por parte de la líder opositora María Corina Machado (MCM), respaldada por el Presidente Electo, Edmundo González Urrutia (EGU), se basa en la privatización total (100%) de la industria del petróleo y gas del país, de acuerdo a la exposición realizada en el marco de una conferencia mundial de promotores del desarrollo energético mundial (CeraWeek 2025) (ver Venezuela se convertirá en el Centro Energético de la Américas, dijo María Corina Machado en la CeraWeek2025, en https://www.costadelsolfm.org/2025/03/13/venezuela-se-convertira-en-el-centro-energetico-de-las-americas-dijo-maria-corina-machado-en-la-ceraweek2025/).

La propuesta confirma lo que ya todos sabíamos: Venezuela, tras 25 años de destrucción masiva, ha retrocedido más de 110 años, al punto que al parecer debemos volver a las decisiones que tomó el gobernante de Venezuela de turno, Juan Vicente Gómez, de entregar la exploración, explotación y venta de petróleo y gas a las compañías petroleras que manejaban el negocio, porque “eran ellas las que sabían” y disponían de los recursos para buscarlo, extraerlo y venderlo por nosotros. Y eso era razonable en 1914 con el pozo Zumaque 1, pozo que inició la era de la producción comercial de petróleo en Venezuela. No sabíamos entonces absolutamente nada de ese negocio.

Sin embargo, me dejó un sabor muy amargo esa exposición de MCM, a diferencia de muchos que saltaron de alegría. Pero no por su propuesta, sino porque para mí lució como salir a vender las prendas de tu mamá para poder vivir, después de que el jefe de la casa puso en bancarrota a la familia. Y más aún, que pareciera una transacción comercial de “vender” lo que queda de tu patrimonio a cambio de libertad, para que esos capitales reunidos allí se ocuparan de convencer a la administración de Trump de sacar al régimen a cambio de nuestras riquezas. ¿Es que ya hemos llegado a ese punto de desesperación? No lo sé, cada cual que saque sus propias conclusiones. Yo no podía dejar de decirlo.

Nadie objeta que estaremos muy mal después de la salida de estos criminales, y que incluso Venezuela sea objeto de intercambio entre las potencias nucleares que se disputan el mundo. Pero eso no va a depender de nosotros ni de las ofertas que hagamos de nuestras riquezas. Creo que existen maneras de plantearse el mismo objetivo, pero conservando las joyas de tu mamá. Y esa propuesta fue realizada hace 2 años por Humberto Calderón Berti, quien no necesita presentación alguna en el mundo petrolero.

En una entrevista realizada por el ex embajador Orlando Viera Blanco, el 26 de marzo de 2023, Calderón Berti respondía a la pregunta clave de un nuevo paradigma:

P: Petróleos de Venezuela, ¿hay que privatizarla?

R: No. Yo creo que no podemos hacerlo al comienzo. ¿Qué es lo que ocurre? Vamos a suponer que mañana tenemos un nuevo gobierno en Venezuela. ¿Qué tenemos nosotros, los venezolanos? A Petróleos de Venezuela maltrecha, muy aporreada, semi desmantelada, y a las empresas mixtas que ahora son muy poquitas porque las empresas mixtas grandes se fueron porque fueron expulsadas de Venezuela. Entonces, es lo que tenemos, tenemos que empezar con eso, Orlando. Entonces, eso es lo que hay que redimensionarla, reestructurarla, acomodarla, en la medida de lo posible. Si la sales a vender, a privatizar, te van a dar 4 lochas porque está destruida. Porque tú no puedes registrar en los libros de las empresas que comprarían, no puedes registrar las reservas porque esas pertenecen a la nación. Entonces lo que tenemos es eso. Tenemos que arrancar con eso. Pero lo más importante de la recuperación, Orlando, va a ser una apertura petrolera con todas las de ley. Con una Ley de Hidrocarburos que ya está escrita, por cierto, y ya está en manos de la gente y que fue trabajada por la Asamblea Nacional de 2015, pero con la contribución de muchos petroleros que trabajaron en el tema. Hicieron muchísima cantidad de foros, yo participé en algunos de ellos, eso no fue trabajo mío sino trabajo de otros, pero una Ley estupendamente buena. Y con esa Ley de Hidrocarburos, producir una apertura petrolera, como la que se produjo durante el gobierno al final de Pérez, Velázquez y el Presidente Caldera, que se produce la gran apertura petrolera de los años 90s. Eso es lo que hay que hacer. Que se le dé seguridad jurídica a la gente, y que las condiciones de la Ley sean competitivas con otros países. Y allí es donde está la posibilidad de crecimiento. Y que el petróleo pueda arrastrar otros sectores de la vida nacional, por ejemplo la industria metalmecánica, porque el petróleo consume muchos bienes metal mecánicos, las empresas de servicios, las áreas petroleras son un motor dinamizador de la economía, y los recursos que produzca el petróleo pueden ser dirigidas a lo que hablé anteriormente, a atender las necesidades de la gente…” (ver Entrevista de Orlando Viera Blanco, Programa Enfoque Global de fecha 26-03-2023 a Humberto Calderón Berti, ex Ministro de Minas e Hidrocarburos, Ex Presidente de PDVSA y ex Presidente de la OPEP, en https://youtu.be/jIT1lyPyj_c?t=1702).

Esa propuesta de Calderón Berti garantizaría la recuperación de una industria petrolera en el piso y con ella a todo el país, no un regreso a 1914 del Zumaque I. Parece lo mismo pero no lo es, porque la locomotora del petróleo arrastraría a otros sectores de la vida nacional para el desarrollo de una industria nacional completamente integrada a nuestro principal recurso, logrando al mismo tiempo recuperación de los derechos pisoteados de los trabajadores petroleros que salieron perjudicados en toda esta tragedia. Esos contratos nuevos deberán tomar en consideración la situación de los años de tierra arrasada de la industria petrolera, así como  los sectores que se deberán integrar, por encima de los intereses de las compañías petroleras. Eso no significa que no sepamos que estaremos negociando en condiciones poco ventajosas, pero que un nuevo gobierno responsable tendrá que considerar primero para el resguardo de los intereses de los venezolanos.

Por supuesto que después del desastre hay que generar un nuevo paradigma petrolero. La discusión no es si tenemos petróleo para ofrecer, sino si existirá -y cómo- un país petrolero que respete los acuerdos a los que llega, dentro de un Estado de Derecho. Es por eso que ese paradigma no puede ser producto de decisiones dentro del marco de otro programa de gobierno que venga después de esta tragedia. Debe ser la resultante de un acuerdo consensuado entre la representación calificada de todos los sectores del país para que esa garantía sea considerada segura, porque ¿saben qué? A diferencia de 1914, ahora hay miles de venezolanos con 110 años de experiencia acumulada en el negocio petrolero. Y esa representación no puede salir de otra fuente que de un proceso Constituyente para la reconstrucción y refundación del país, que redefina el papel del petróleo en nuestra sociedad.

En un contexto donde el gobierno del Presidente Trump ha considerado a Venezuela como enemigo de guerra de acuerdo a la “Invocación de la Ley de Enemigos Extranjeros en relación con la invasión de los Estados Unidos por Tren De Aragua”, no es de extrañar que de un momento a otro los EEUU resuelvan qué hacer, por su cuenta y sin intervención de nadie, con los que se consideran en esa proclama, los jefes de estas bandas criminales (ver Proclama del Presidente Donald J. Trump, en https://www.whitehouse.gov/presidential-actions/2025/03/invocation-of-the-alien-enemies-act-regarding-the-invasion-of-the-united-states-by-tren-de-aragua/).

Desde ya entonces deberíamos prepararnos para esa eventualidad, dándole el mayor piso político y jurídico a la posición opositora, juramentando a EGU como Presidente en ejercicio y planteando un nuevo escenario de transición donde los venezolanos regresemos a la mayor brevedad posible a una tranquilidad política y económica. Un presidente venezolano en ejercicio entraría directamente y sin discusión, a tomar posesión de su cargo, después de la caída del régimen, no a discutir con nadie si hay que realizar otra elección, una vez resuelta favorablemente para los venezolanos la “guerra” entre el régimen y los EEUU. Y ni el mismísimo gobierno de ese país podría objetar esa situación, ni su Secretario de Estado plantear nuevas elecciones cuando eso suceda. En ese momento, paradigmas como el petrolero se redefinirán, como tantos otros en Venezuela, en el lugar y momento que corresponda. Eso debería ser, a juicio de muchos, lo que restaría por pasar si nosotros hacemos lo que nos corresponde.

Caracas, 19 de Marzo de 2025

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