domingo, 6 de noviembre de 2011

Desprendimientos

Por Luis Manuel Aguana

Ya se está esclareciendo poco a poco el panorama político de la oposición venezolana. Las principales tendencias y partidos políticos han abierto su juego y han decidido sus preferencias en lo electoral apoyando a los precandidatos de su preferencia para la contienda del 12 de Febrero de 2012. Al volver de nuevo al tema de las primarias, de las que ya había manifestado mi desacuerdo en el pasado (“Las Primarias: ¿Suicidio en Primavera de la Oposición?” publicado en febrero, http://www.facebook.com/note.php?note_id=191604047530382), se configuran de nuevo las razones que esgrimí cuando escribí ese artículo pero con la diferencia de que ahora hay nombres y apellidos en el escenario, con sus correspondientes intereses. Al correr los meses y al configurarse ya el cuadro opositor, claramente hay dos tendencias que destacan en el escenario.

En primer lugar una candidatura apoyada por las principales corrientes que fueron gobierno en la Venezuela pre-Chávez, encarnada por el pre candidato Pablo Perez y la otra, apoyada por un partido que trata de deslindarse de lo que ellos llaman las practicas de la vieja política y que encabeza el pre candidato Enrique Capriles. Existen cuatro precandidatos adicionales de los que no nos ocuparemos aquí porque no creemos que entre ellos se defina la candidatura definitiva de la oposición.

Como indiqué en el artículo mencionado, cada tolda política tiene sus intereses, sus financistas y una manera de operar. Al conocerse los precandidatos, inmediatamente se identificaron los financistas y los intereses. Esos siempre estuvieron allí, antes de los precandidatos. Lo que hizo el juego político fue identificar a los candidatos y como consecuencia los intereses que se configuraron detrás de ellos. Eso no es malo en sí y así ocurre en cualquier parte del mundo donde existan candidatos en una carrera como esta. Lo malo será la guerra que se desatará entre esas corrientes contrapuestas y lo que cada una de ellas dice representar. Ya Capriles en las primeras de cambio, declaró que es el precandidato de la “nueva forma de hacer política” dando a entender que el otro representa el pasado, dejando a la imaginación de quienes le oyeron que los partidos que apoyaron a Pablo Perez representan a ese pasado del cual desea desmarcarse. Por otro lado, Pablo Perez dio a entender que en el país nadie es químicamente puro y que todos provenimos de ese pasado del cual el otro pretende escapar.

Lo lamentable de esa discusión es que ambos tienen razón. No existe ningún político en Venezuela que haya venido de otro planeta, incluso Chávez. Todos han sido producto de un doloroso proceso político que se está gestando en la Venezuela de hoy y cuyo resultado solo verán las próximas generaciones. Pero de esa discusión sacará mucho partido Hugo Chávez porque lo cierto es que se está pariendo una Venezuela nueva en la cual deberá haber una mezcla política de ese pasado que conquisto la democracia a comienzos del Siglo XX y una nueva que nació en los años en que se estaba construyendo, y que fue interrumpida por la bota militar de Chávez, que representa el obscurantismo y las tendencias más retrogradas de la humanidad.

Capriles utilizara ese discurso de olvidar “el pasado” para tratar de conquistar el voto chavista, ya que ese fue el mismo discurso que utilizó Hugo Chávez para acabar con los viejos partidos, además de intentar mostrarse como el candidato anti sistema del pasado (AD-Copei) y que piensa le atraerá el voto de la juventud. ¡Lo nuevo versus lo viejo! Por su parte Perez intentará retomar la base popular que en el pasado representaron AD y Copei y el resto de los partidos de su coalición, tratando de remover la fibra de la base popular con la eficiente ayuda de las famosas “maquinarias” de esos partidos.

Creo que la oposición integrada en la Mesa de la Unidad está muy clara que lo más eficiente para la derrota del chavismo en Octubre de 2012 es una combinación de ambos enfoques, pero después de las primarias de Febrero. Se nos está empujando a decidir en febrero entre dos maneras de ver la política, sobre las cuales los venezolanos estamos estructuralmente de acuerdo. Estamos de acuerdo que no se puede continuar con la vieja política que produjo el engendro llamado Hugo Chávez, pero también estamos de acuerdo que debemos levantar las bases políticas del país que incluyan el remozamiento de los viejos partidos y de sus bases populares, encauzando toda esa energía en beneficio de la eliminación de la pobreza. El enfoque no puede ser maniqueo, lo nuevo si y lo viejo no. No puede plantearse a los venezolanos que Capriles sea “lo nuevo” y Perez represente “lo viejo”. Eso no es aceptable. Nadie puede negar que la Venezuela de hoy es el resultado de la modernidad política que introdujeron los viejos partidos así como nadie puede negar que los jóvenes que fundaron nuevos partidos en esa época tenían todo el derecho de rebelarse ante una forma de hacer política que nos trajo los lodos de Hugo Chávez.

Ahora bien, algunos dirán eso no es problema! En febrero de 2012 el que tenga más votos será nuestro candidato y todos los demás automáticamente, porque firmaron un acuerdo, deberán apoyarlo en contra del candidato del oficialismo. Pero eso no será verdad. Esa Unidad será en la práctica una colcha de retazos porque ni Capriles, ni su partido creerán de veras que el país mejorará con Perez-AD-Copei-Otros en el gobierno, pensando que sería una vuelta al pasado oprobioso pre-Chavez, ni Perez-AD-Copei-Otros creerán que una opción como la de Capriles pueda hacer un gobierno de Unidad nacional porque los consideran excluyentes y sectarios. Estas diferencias se están empezando a ver con las discusiones iniciales que han tenido las dos precandidaturas y las estrategias de campaña que se están empezando a vislumbrar en la prensa, en donde se tratará de descalificar “lo viejo”, despertando el miedo al pasado de los famosos 40 años y a descalificar “lo nuevo” por inexperto o sectario. Esa es una batalla en el que el único ganador será Hugo Chávez y las empresas encuestadoras. ¿Quién en la oposición puede estar de acuerdo con eso?

¿Tenemos entonces dos Venezuelas irreconciliables? No en realidad, tenemos la misma pero con enfoques diferentes. Pero que deben entenderse y salir de esas diferencias a través de la conciliación y la discusión de las ideas. Si los obligamos a contarse será como si le pasáramos una aplanadora a la idea del contrario y debemos ir juntos a la confrontación más importante de la Venezuela moderna. No hay peor manera de resolver los problemas de grupos que deben trabajar juntos que hacer que se resuelvan las cosas por la vía de levantar las manos para saber quién tiene más votos, como si eso le diera la razón al ganador. Aquellos quienes han trabajado en organizaciones grandes saben de lo que hablo. Los problemas se agravan porque el grupo que “perdió” se dedica a sabotear permanentemente al que “ganó” y al final pierde la organización, y en este caso perderá el país. La única manera de resolverlos es discutir las diferencias y llegar a un acuerdo beneficioso para las partes, donde todos ganen.

Pero no estamos en una organización, estamos en un país y lo que se está jugando aquí es la suerte de las siguientes generaciones. Y si esos grupos llegan a confrontarse para saber con votos “quien tiene la razón” no creo que el resultado sea que quien gane tenga la razón. La solución son los dos grupos ahora, entendiéndose y saliendo con una solución acordada en beneficio del país. Ya conocemos entre quienes se estará disputando la candidatura de la oposición. ¿No sería ideal que uno de ellos, y los demás precandidatos por añadidura, tuviera el desprendimiento a favor del país, de declinar a favor de uno solo, sin que pasemos por un traumático proceso electoral de precandidaturas en febrero de 2012?

Los entendidos del tema militar me indican que los uniformados tienen una manera de resolver sus diferencias para evitar ir a una guerra y no matarse entre sí. Cuentan sus cañones y tropa previamente y gana el que tenga más soldados y esté mejor apertrechado. Es una manera simple de resolver diferencias, una metodología. Los grupos en pugna y con diferencias deben aplicar alguna metodología. Esta es una de ellas, pero no es la única. Luego de acordar, vienen los acuerdos de ganar-ganar. También la Iglesia tiene un mecanismo para elegir a los Papas, como mencione en mi anterior artículo. Y les ha funcionado muy bien por más de 2000 años. Los Príncipes de la Iglesia son encerrados en un sitio y no se les permite salir hasta que hayan llegado a una solución. ¡Qué interesante sería que se encerraran todos los precandidatos y no saliera nadie hasta que hubiera el famoso humo blanco con el elegido entre todos! Allí no mediarían acuerdos de cogollos ni nada por el estilo. Solo ellos con su sola conciencia indicarían quien es el elegido.

¿Qué ventajas se tendría en un escenario de desprendimiento como ese, donde todos o uno de los precandidatos declinan a favor de uno solo? La ventaja más obvia sería que en lugar de tener precandidatos, tendríamos un solo candidato de la oposición democrática desde ya en el ruedo, varios meses antes de las primarias y no habría heridas que cerrar después de un traumático proceso electoral. Otra ventaja es que todos los partidos estarían planificando desde ahora y llegando a acuerdos de Unidad para un futuro gobierno. Aquí el tiempo juega en contra y hay que empezar con eso lo antes posible, dada la multiplicidad de organizaciones políticas e intereses. Y lo mejor de todo es que no llegaría una Venezuela opositora dividida y en retazos a jugarse el país contra el gobierno en Octubre de 2012; sería una oposición fluida, coherente y con una visión común y de conjunto del país.

Tal vez sea utópico pensar que un desprendimiento de esa envergadura sea posible en la Venezuela de hoy. Sin embargo, en el pasado, existieron casos de desprendimiento político. ¿Recuerdan aquel histórico desprendimiento del Diputado de Fermín Toro?: ... Decidle al General Monagas que mi cadáver podrán llevarlo, pero que Fermín Toro no se prostituye...”, o mejor, el del Libertador en el Discurso al Congreso de Angostura en 1819: “¡Legisladores! Yo deposito en vuestras manos el mando supremo de Venezuela. Vuestro es ahora el augusto deber de consagraros a la felicidad de la República; en vuestras manos está la balanza de nuestros destinos, la medida de nuestra gloria; ellas sellarán los decretos que fijen nuestra libertad. En este momento el Jefe Supremo de la República no es más que un simple ciudadano; y tal quiere quedar hasta la muerte…”. Sin lugar a dudas, El Libertador era un individuo fuera de serie y ejemplo inigualable para cualquiera que desee la política como modo de vida.

Si llegara a concretarse un sueño como ese, los dos enfoques del país que tienen los grupos más importantes que pugnan por la candidatura de la oposición serían la mayor garantía de un triunfo contundente en contra del oscurantismo y el atraso; y Venezuela ganaría lo mejor de ambas visiones. ¿Acaso no está la situación de Venezuela como para que exista un caso de desprendimiento heroico como en el pasado? Les dejo allí esa reflexión. Soñar no cuesta nada…

Caracas, 6 de Noviembre de 2011

Blog: http://ticsddhh.blogspot.com/

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Twitter:@laguana

sábado, 29 de octubre de 2011

Presidente, muera en paz


Por Luis Manuel Aguana

Me había resistido a escribir en relación a la enfermedad del Presidente. Tal vez porque, independientemente que esta enfermedad sea considerada una razón de Estado, pensé que era un tema tan intimo y tan privado de cada ser humano, que estimé que respetuosamente debíamos dejar que este permaneciera así, aun siendo la persona que es el Presidente. Aún así lo creo. Pero asimismo, al ser el Presidente una persona pública creo que no hemos abordado su enfermedad terminal de la manera más apropiada. Es como si todos nos colocáramos alrededor del lecho de muerte de alguien que está en los últimos momentos de su vida, como zamuros, a la espera de que se muera. ¿Cuál podría ser la reacción de cualquier ser humano moribundo? ¡Vayan todos al c…, no me voy a morir para no darles el gusto! Y eso es precisamente lo que está sucediendo con el Presidente.

Sus familiares cercanos están tan asustados como él. Y a pesar de que no lo creamos así, el Presidente es un ser humano como cualquiera y está sumamente asustado. ¿Y como no estarlo? Está tan consciente de su estado que es imposible que en este momento no pase por su mente lo que pasa por la mente de todo a quien la muerte le ronda cerca. Su vida entera debe estar desfilando al frente de sus ojos. No escribo estas líneas con odio opositor. Las escribo tratando de entender al ser humano que debió en algún momento de su vida haber pensado en el bienestar de su país y que ahora utiliza todos los recursos que tiene a su disposición para alargar lo más que se pueda la vida que se le escapa como arena de entre las manos.

Algunos dirán que escribo con aire condescendiente o perdonavidas. No, no es así. Ubíquense en el contexto de un enfermo terminal de cáncer. Toda la familia de un enfermo en esas condiciones se descapitaliza tratando de alargar aunque sea en un día la vida de un ser amado. Un hijo, un padre, un hermano. Que no daría una madre por salvar a su hijo de esa enfermedad. No hay comparación con otra. Es una lucha vital que dura lo que dura. Familias enteras han sucumbido económicamente a esa enfermedad aunque conozcan la inevitabilidad del desenlace. Todos dicen lo mismo: si hubieran tenido que pagar lo que fuera necesario para salvar o alargar la vida del ser amado, lo hubieran hecho sin dudarlo.

Las informaciones que nos llegan por los correos y otros medios indican que la propia familia del Presidente fraguó las declaraciones del médico de cabecera en el exterior con el fin de que se dejara morir en paz al Presidente, alargándole la vida lo más posible; y que en esos últimos días disfrutara como cualquier ser humano del calor y el amor de su familia y que todos deben tener para despedirse de este mundo como Dios manda. Pero ha prevalecido la razón política. Y eso es lo que no acepta la familia, de acuerdo a la información que circula. Y tampoco, por negación, lo acepta el Presidente. De allí su empeño en aparecer como si nada le pasara.

Quiero abordar respetuosamente este tema. Creo que la oposición formal y democrática ha hecho lo suyo indicando que desean la mejoría del Presidente. Y es verdad. Pero esto ya dejo de ser un problema personal del Jefe de Estado para convertirse en un problema de todos, un problema del país. Porque como en otras épocas, con otros Presidentes de Venezuela, esto significó la estabilidad de la República y su futuro histórico. De acuerdo a su médico de cabecera el Presidente está condenado a morir en un plazo breve. Esto es serio.

Cuando a alguien le dicen que ya tiene fecha para abandonar este mundo, también le dicen que ponga en orden sus asuntos. Puede que su hora no llegue en el momento que señalen los médicos, pero el diagnostico suele ser implacable. Usted debe ordenar sus asuntos.

El Presidente se ha empecinado en negar la circunstancia. Cualquier médico puede afirmar que se encuentra en una etapa de negación. Eso es lo normal. Pero los hechos le llevarán inevitablemente a aceptar el dictamen del Todopoderoso y es en ese momento en donde deberá hacer un serio examen de conciencia acerca de lo que ha hecho en su vida. Ese juicio, que es el más duro, se lo hará él mismo. Es allí a donde van dirigidas estas líneas, sin ánimo de retaliación.

Cuando se halle solo, con su conciencia, y se mire a sí mismo, con la única presencia del Creador, hará un examen de su vida. En el fondo, no creo que el Presidente ignore todo lo que ha pasado en este país. Las injusticias, las peticiones de aquellos que también tienen enfermos de cáncer en sus familias y que se han encontrado con una pared de olvido flagrante de aquel quien pudo en estos momentos mejorar, al menos en parte, su situación y no lo hizo. El Presidente se haría un bien íntimo y de descarga de conciencia ayudando especialmente a quienes como él sufren de esa penosa enfermedad y no consiguen ayuda de nadie, solo el olvido del gobierno. No creo que en ese momento el Presidente no dedique un minuto para el recuerdo a la injusticia cometida con Franklin Brito y le pida su perdón y se arrepienta, como muchas veces lo hizo, pero esta vez de verdad. Y todas las injusticias que en el fondo sabe que se han cometido y aún se cometen a la sombra de su consentimiento, como todos los presos que son considerados suyos, vejados de manera injusta en las cárceles políticas de su gobierno, a espaldas de todo Derecho Humano concebible.

La Fé cristiana nos enseña que una persona antes de morir, si se arrepiente de verdad, será perdonada. Creo que al final se arrepentirá. No viajó desde La Habana directo hasta el Cristo de La Grita por nada. Sabe lo que pasará y lo espera. Y es en este punto en donde el Presidente debe reconciliarse con la sociedad venezolana. ¿Y qué significa esto? Abrirse y decirse a sí mismo la verdad. Que no quiso que la familia venezolana se enfrentara, que la división de clases que propuso no fue más que un artilugio electoral para ganar votos, que en realidad no deseaba que los venezolanos se dividieran y se odiaran entre sí. Que no era su intención promover y no detener una violencia criminal que se llevo a miles de venezolanos a la tumba y que se arrepiente genuinamente de ello. Que de verdad intentó que las promesas de 1998 se hicieran realidad pero el poder, como una suerte de droga, fue un espejismo tan atrayente que se olvidó de eso. Todo esto debe provenir desde adentro, del alma misma de la persona, de un arrepentimiento genuino. Nadie puede decirle a nadie como descargar ni expiar culpas y mucho menos en una situación de trance final. Eso solo será de la intimidad del Presidente.

¿Qué le podemos decir a alguien que se está muriendo? Muchos hemos pasado por eso y creo de esa experiencia amarga que lo mejor es desearle que su trance sea rápido y sin sufrimiento. Otros le han deseado una muerte dolorosa y difícil al Presidente. A diferencia de ellos, yo le deseo una muerte en paz. Y para que eso ocurra debe, en lo poco que le queda de vida, reconciliarse seriamente con los venezolanos en la promesa básica que asumió al llegar al poder en 1998: unión, trabajo, progreso y paz para todos. Presidente ponga en orden sus asuntos, reconcíliese con los venezolanos y muera en paz…

Caracas, 29 de Octubre de 2011

Twitter:@laguana