viernes, 4 de mayo de 2012

La CIDH y la estupidez de Hugo

Por Luis Manuel Aguana

Le decían con cierta sorna a un Presidente norteamericano en una campaña electoral, cuando demostró sin lugar a dudas su incompetencia y fracaso en el desempeño de su gestión, "es la economía, estúpido". A Hugo Chávez le diremos ahora, no solo por su incompetencia y fracaso deliberado en materia de DDHH, sino por el “aparheid” abierto y persecución a la disidencia de su régimen, "son los DDHH, estúpido”.

Y si hay dos temas en el mundo civilizado y globalizado de hoy que ningún gobierno se podrá quitar jamás de encima y para siempre serán el Ambiente y los DDHH. Y aquellos que han tratado de hacerlo caen en una especie de arena movediza que al moverse más, se hunden más. No hay nada más implacable que un activista disidente que lucha por los principios. Nadie les paga por hacer eso; mientras más los golpeas, mas levantan la cabeza. Mientras más atropellas los Derechos del Hombre, mas salen a la luz muchos defensores. ¡Y cada vez hay más activistas y son más respondones! Podríamos preguntarnos, ¿Será verdad que Chávez pensará que con denunciar el Pacto de San Jose, en vigor en Venezuela desde 1978 (Gaceta Oficial No. 31256 del 14-6-1977) que establece la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se quitara de encima toda la suciedad de su régimen violatorio a los Derechos Humanos? Si se lo dijo alguien de su gobierno, ese seguramente le está mintiendo para fastidiarlo y dejar que se hunda más.

Y lo mas ridículo de todo esto es que se crea que al salir Venezuela de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y consecuentemente de la OEA, dejaremos de hacer lo que hacemos, denunciándolo incansablemente en el país hasta donde se pueda e internacionalmente siempre. Que solo se imagine a una Yoani Sánchez multiplicada por mucha gente, con nuestras redes sociales, y si esto perdura, por otros medios ya conocidos internacionalmente, adentro y afuera del país. ¿Creerá de verdad Hugo que cerrando la puerta del país acallara los gritos de las madres que han perdido a sus hijos por la delincuencia desatada por su gobierno, o los familiares de los presos políticos sepultados en sus cárceles? ¿Creerá de verdad que metiendo la cabeza como el avestruz dejara de oír la sentencia del pueblo venezolano?

Hay muchas definiciones de la estupidez humana. Pero hay una que particularmente me gustó en relación a esta nota y es la de Carlo M. Cipolla: "Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio". Nada más cierto en el caso de Hugo. Pero la definición de hacer daño se queda corta. Hugo cree que nos hace daño. Lo verdaderamente estúpido se centra en creer que los Derechos Humanos son algo que está escrito en un papel, o en una ley que se sigue o no, porque está sujeta a un Convenio Internacional. Los Derechos Humanos, Hugo, son algo que se defiende en este Siglo XXI como se defiende la Libertad. Un gobernante no “suprime” la Libertad porque le da la gana. Tampoco los DDHH. Eso dejó de existir en la época de la esclavitud.

No se para nadie en un podio para decir “a partir de ahora estudiaremos que no vamos a cumplir” lo que universalmente esta convenido. Elimino las leyes que lo regulan y ahora, porque me da la gana, desaparezco lo que ya es ley escrita y no escrita en la defensa de los Derechos del Hombre. ¡Estupidez humana!

Eso es como el error que muchas comunidades organizadas están cometiendo al dejar de elegir a sus representantes legítimos con votos porque el gobiernito comunal de Hugo no les reconoce. El único reconocimiento deviene del voto, de nadie más. Y si el gobernante local no lo reconoce, estará violando el principio básico de que la soberanía reside en el pueblo. Lo mismo ocurre con esto. Es cosa de principios. Hugo decide que aquí ya no reconoceremos a la CIDH. Muy bien, pero no por eso desaparecerá por arte de magia el respeto que se les debe a los Derechos Humanos universalmente aceptados como lo indica la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y si los viola, igualmente esa causa estará allí hasta que regrese la vigencia plena del Estado de Derecho. No serás impune Hugo…

El concepto de los derechos inherentes a la persona humana no es una concesión graciosa de los Estados, ni en este caso de Hugo. Los DDHH están por encima de los Estados y su soberanía. Ésta es la conceptualización moderna que gira ahora en torno a la defensa de los DDHH internacionalmente. No existe ahora eso de que algún Estado o gobierno “no le de la gana” de cumplirlos o “salirse” del sistema de DDHH. Hugo, los Derechos Humanos no dependen del reconocimiento de los Estados, son inalienables y no se pueden negociar.

Y algo más, en el caso de los Derechos Humanos el principio de soberanía no es absoluto y no va por encima de los derechos de la persona humana. Incluso se han visto casos internacionalmente de la injerencia de otros Estados ante la clara violación de esos derechos en países cuyos gobernantes los han atropellado vilmente, justificándose esa injerencia por razones humanitarias.

Como ves Hugo, ese desplante hecho ante las cámaras en tu última cadena (de verdad esperamos que lo sea) fue estúpido y sin ninguna noción de lo que hablabas. Salvo que lo hayas hecho de manera maliciosa, con la intención vana e inútil de ocultar algún plan de sucesión inconfesable que se lleve por el medio los derechos de todos los venezolanos.

Poca gente sabe, como muy posiblemente Hugo, que Venezuela fue pionera en la defensa de los Derechos Humanos en el continente. Rómulo Betancourt presidió la delegación venezolana en la 9na. Conferencia Panamericana de Jefes de Estado en 1948 de donde nació la Declaración Americana de los Deberes y Derechos del Hombre, siendo este el primer instrumento internacional en su tipo, siete meses antes a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. ¡Nosotros fuimos los impulsadores principales del tema, antes que Naciones Unidas! Para la gran frustración del Iluminado de Sabaneta, Rómulo de nuevo sale de su tumba para callarle la boca. Hugo Chávez cree que ha podido degradar nuestra condición de pioneros en la defensa de los Derechos Humanos. Bien equivocado esta al tratar de borrar de un plumazo lo que se encuentra alambrado en nuestra estructura genética e histórica: la Libertad y los Derechos del Hombre.

Caracas, 4 de Mayo de 2012

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lunes, 23 de abril de 2012

La Moribunda y el Pecado Original

Por Luis Manuel Aguana

Todos los que presenciamos el acto y teníamos edad para entender eso, recordamos con asombro aquel momento del juramento de Ley: “Juro, ante esta moribunda Constitución….”, ante un atónito Presidente saliente. En ese momento estelar, el actual Presidente, con un pasado comprobado de golpista, se hacía con el Poder máximo de la Republica y decretaba al mismo tiempo la muerte de la Constitución de 1961. Su promesa electoral se basó en convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, que al juzgar por los resultados electorales, la mayoría de los venezolanos de ese entonces le compró. Que yo recuerde, ningún dirigente político de los que adversaban al actual Presidente rebatió que esa oferta electoral era engañosa ya que, de acuerdo a la Constitución de 1961, ese dispositivo no se encontraba en el texto constitucional de ese entonces y que de acuerdo a eso, no era posible convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. La Constitución de 1961 vigente tenía sus propias reglas para ser modificada.

El golpista de 1992 se salió con la suya y dio otro golpe pero menos sangriento. Y aduciendo que el Poder Originario se encontraba en el pueblo que votó por una Constituyente, una Presidente de la antigua Corte Suprema de Justicia terminó dictaminando que si era posible pasarle por encima al texto que había jurado defender y cuya existencia también había sido establecida por ese mismo Poder Originario en su oportunidad. ¿Era menos legítimo el Poder Originario del Pueblo que aprobó la Constitución de 1961 que el que eligió a Chávez en 1998? Eso hay que preguntárselo a la Presidente de la CSJ de ese entonces. No hace falta ser constitucionalista para dirimir la lógica de lo que vino después de eso, pero en respeto de todos aquellos que si lo son, diré que me tomaré una licencia de legitimidad, endosada por las clases de las materias de Derecho recibidas de mis profesores en los respectivos postgrados que realicé en la UCV y el IESA; y como aprendiz de brujo me atreveré a cocinar esa hierba.

La famosa “moribunda” de 1961 en su Artículo 250, rezaba:

“Art. 250. Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o fuere derogada por cualquier otro medio distinto del que ella misma dispone. En tal eventualidad, todo ciudadano, investido o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia. Serán juzgados según esta misma Constitución y las leyes expedidas en conformidad con ella, los que aparecieren responsables de los hechos señalados en la primera parte del inciso anterior y asimismo los principales funcionarios de los gobiernos que se organicen subsecuentemente, si no han contribuido a restablecer el imperio de esta Constitución. El Congreso podrá decretar, mediante acuerdo aprobado por la mayoría absoluta de sus miembros, la incautación de todo o parte de los bienes de esas mismas personas y de quienes se hayan enriquecido ilícitamente al amparo de la usurpación, para resarcir a la República de los perjuicios que se le hayan causado.” (subrayado nuestro)

Ups…! Parece que estamos en un problema aquí. La Constitución de 1961 FUE efectivamente derogada por un medio distinto del que ella misma disponía. De eso a nadie le cabe la menor duda. Un CSJ, a instancias del Poder Ejecutivo, decidió que ya la Constitución no tendría vigencia porque se llamaría a una Asamblea Nacional Constituyente, principal promesa electoral de Chávez. Parece que las denuncias del señor que estuvo en el TSJ y que ahora está en Washington cantando como loco a la DEA y al FBI, vienen desde hace mucho tiempo.

Ahora bien, ese Artículo 250 de la “moribunda”, también dice otra cosa. De acuerdo a éste artículo la “moribunda” no se acabó de morir en 1999 con la aprobación de una nueva Constitución. ¿Y por qué? Porque el constituyente de 1961 cerró la posibilidad de que muriera a través de un dispositivo de Inviolabilidad establecido en Titulo XI – De la Inviolabilidad de la Constitución, impidiendo que, aunque alguien le pasara por arriba, como en efecto pasó, esta no se muriera sino por sus propios medios. Brillante, verdad? Y la cosa va más allá! Ordena que sean juzgados todos los responsables de haberla atropellado y todos los funcionarios de los gobiernos subsecuentes que se hayan organizado, si no habían contribuido a restablecer el imperio de esa Constitución. Menudo lío constitucional en el que estamos!!! Y el único gobierno subsecuente hasta ahora adivinen de quien es!

El Pecado Original de haber atropellado a la Constitución de 1961 aun está impune. Y lo más interesante de todo, de acuerdo a este breve análisis de un lego como yo, esa Constitución aún sigue vigente! La pregunta que sale después de esto no soy yo quien la puede contestar: ¿Y qué hacemos con la Constitución de 1999 y todas las leyes que emanaron de ella? Lo que sí puedo decir es que estamos montados encima de una bomba cuyo detonador no se ha desactivado. Cualquier persona, investida o no de autoridad puede reclamar la vigencia plena de la Constitución de 1961 y actuar en consecuencia. ¿Y esto sería malo? No lo sé, a mi modo de ver la Constitución de 1999 tiene sus grandes avances en relación a los Derechos Humanos pero para el gobierno eso es letra muerta. En dado caso de que se activara su vigencia plena no creo que las mejoras introducidas en 1999 no sean aceptadas por los canales previstos de reforma de la Constitución de 1961.

Al margen de que se piense o no que la Constitución de 1999 es mejor que la de 1961, lo cierto es que su violación y derogación fue el Pecado Original de Chávez. Creo que a estas alturas no debe quedar en la población ninguna duda de que la oferta electoral del golpista en 1998 fue tan engañosa, al punto que hicimos otra Constitución y comprobamos a la final que los males del país no provenían de la "moribunda", como se le hizo creer al país en ese entonces y que estamos en muy buena medida en peores condiciones de cuando estaba en vigencia.

La Constitución de 1961 le sirvió al país por casi 40 años, independientemente de los errores. Se usó para construir una nación en democracia y destituir a un Presidente. Todo lo que podemos decir que existe en la Venezuela moderna del Siglo XX y que perdura en lo que va del XXI se hizo bajo el mandato de esa Constitución. No debe haber sido tan mala entonces. La de Estados Unidos con pocas enmiendas ha durado más de 200 años. Entonces no es un problema de Constituciones.

No quiero terminar esta nota sin dejarle esta reflexión a quienes conocen bien del tema legal y constitucional: desde que conocemos al golpista que tenemos como Presidente de la Republica, este no ha hecho más que violar y violentar el Estado de Derecho y las dos Constituciones que se le han puesto al frente. Cualquier gobierno que venga posteriormente, con el favor de Dios, necesitará revisar todos los actos de este gobierno, desde el primero de ellos, que implicó la derogatoria de la Constitución de 1961 y acomodar este grave entuerto legal y constitucional. Tal vez así ni le haga falta al nuevo Presidente de la Alternativa Democrática después del 7 de Octubre, convivir con unos poderes venidos de ese Pecado Original y se resolverían bastantes problemas que este golpista ha realizado con la Constitución de 1999. Quizá con solo restituir el Estado de Derecho y la vigencia de la “moribunda” le baste. Miren ustedes como son las vueltas del destino y cuidado si la “moribunda” le sobrevive al final a aquel que la bautizó de esa manera infame, endosándole de vuelta a su autor esa terrible condición…

Caracas, 23 de Abril de 2012

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