miércoles, 21 de mayo de 2014

Federalismo del Siglo XXI


Por Luis Manuel Aguana

“Esta palabra “cargada de tantas resonancias emocionales” no es más que un fetiche. Solo la ignorancia de su historia y de su contenido le puede rendir tributo. Sin embargo el poderoso fetiche, sobrevive como una momia entre los vivos, en las fórmulas sacramentales del ceremonial Republicano. Las provincias venezolanas, no son más que ficciones de división político-territorial, y no realidades geopolíticas o socio-históricas como aquellas que han formado Estados federales, se llaman en nuestra constitución “Estados” y “entidades federales.” (1).

Así se expresaba Jorge Olavarría en relación al Estado Federal. No es posible continuar una discusión como la que hemos comenzado en relación al cambio constitucional propuesto en el Proyecto País Venezuela (ver https://docs.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDR29KUFBDQ0JPa2c/edit?pli=1) sin entrar a discutir este importante aspecto de nuestra historia republicana.

¿Es posible un Estado Federal, de las características planteadas en el Proyecto País, en la Venezuela de hoy? Algunos se preguntarán porque saco este tema que aparentemente no viene a lugar dentro de la discusión Constituyente. Pero en realidad es muy pertinente porque lo federal está en la partida de nacimiento de este país.

“El 21 de Diciembre de 1811 se aprobó la primera Constitución del mundo hispánico, y la primera que adopta la forma Federal del Estado” (2). Esa fue nuestra primera Constitución.  Olavarría fundamenta que esta destruyó la cohesión existente de la estructura de 4 poderes del gobierno colonial que había regido hasta ese entonces: 1.- El Capitán General; 2.- El Intendente y Real Consulado; 3.- La Audiencia; y 4.- El Ayuntamiento. De acuerdo a su historia, esta estructura no fue reemplazada por nada mejor, arrojando “las fuerzas sociales de la división de castas y razas, hasta ese momento tranquilas, pero potencialmente hostiles a la más cruel y violenta confrontación racial y clasista de nuestra historia….Y la Republica destruyó el Ayuntamiento, cambiándolo por provincias federales. La guerra arrasó con todo y de ella emergió una República Independiente que tuvo que construir su orden prácticamente de la nada” (3).

El mismo Libertador hizo duras críticas a la forma federal del Estado de la Constitución de 1811 en el Manifiesto de Cartagena del 15 de Diciembre de 1812, y a la cual atribuye la caída de la Primera República, entre otras razones por la discusión en torno a la subdivisión del país, en especial la Provincia de Caracas, que generó rivalidades y ambiciones de poder.

Pero lo central de la obra de Olavarría lo resume el siguiente párrafo: “Es mi firme convicción, que la mutación de esta pugna, del binomio gobierno-municipio (real y cierto) al binomio centralismo-federalismo (ficticio y artificial) va a ser la causa principal de que nuestras Repúblicas hayan estado siglo y medio persiguiendo el espejismo inalcanzable de las autonomías regionales, mediante la creación de ficciones estadales regionales que ciertamente nunca existieron en el pasado colonial, pero tampoco existieron en el presente republicano, cuando fueron decretados como meras elucubraciones de la alucinación del ejemplo del norte. Podemos subrayar, enfatizar y hasta exagerar las diferencias de los distintos componentes provinciales de la Capitanía General de Venezuela “agregada” en un todo homogéneo en 1777. Pero jamás llegaremos a los extremos de diferenciación que si tenían entre sí las trece colonias inglesas de norteamérica, las cuales si podían reclamar características de Estados soberanos, que por lo demás se justificaban por lo inmenso del territorio y lo primitivo de las comunicaciones de su tiempo” (4).

Nuestros fundadores, comenzando por Francisco de Miranda, vieron en el modelo norteamericano una salida a nuestra realidad, dada la fuerte autonomía de las provincias, sin embargo no previeron el caos que se originaria de la transición de un viejo a un nuevo modelo de Estado y toda la complejidad que eso conllevaría.

Solamente la división político territorial de la Provincia de Caracas, la mayor en población, y cuya extensión poca gente de ahora conoce, da una idea de la complejidad del problema de la división político-territorial de ese entonces: “Caracas era la más poblada de las provincias de Venezuela y su territorio solo seguía en extensión al de Guayana. Sus límites abarcaban desde el Morro de Barcelona; desde allí por la costa hasta donde más o menos está hoy Tucacas, y de allí hacia el sur-oeste por toda la Sierra de Aroa, hasta la Sierra de Siruma que la separaba de Coro y Maracaibo. Caracas encerraba dentro de su territorio ciudades como Valencia, Puerto Cabello, Barquisimeto, Carora, El Tocuyo, San Carlos, Calabozo, La Victoria, Villa de Cura, San Sebastián, y Barlovento. Es decir, todo lo que hoy son los Estados centro-occidentales y por el sur, todos los llanos del norte del Apure y el Orinoco que eran su límite, hasta la confluencia del río Zuata” (5).

Aunado a lo anterior, algunas provincias como Barcelona que se separó de Cumaná (que incluía a Sucre Monagas y el Delta) presentaban disputas de territorio en medio de esa división. Con todo esto tuvo que lidiar el Congreso de 1811, además del comienzo de la guerra por la Independencia.

El país pasó por la guerra y se asentaron las regiones. Pero nunca se cumplió la promesa federal de desarrollo territorial. Se generaron los caciques regionales y el país se dividió, quedando esa ilusión de federación, profundizada por pleitos de caudillos regionales, muchos de ellos jefes independentistas, que llevaron luego al país a una nueva guerra, esta vez Federal. Muy posteriormente Juan Vicente Gomez pone orden y reunifica al país acabando con esos caudillos regionales, centralizando de una vez por todas el desorden histórico. Por eso es que muchos autores como Olavarría indicaban que la federación en Venezuela ha sido un fetiche ilusorio que hemos reclamado, y que ha provocado muchos muertos en nuestra historia republicana.

Visto esto, ¿sobre qué bases podríamos nosotros pretender darle peso político a las regiones sin que se abra una vez más la Caja de Pandora del caudillismo y la violencia?

En primer lugar, mucha de la convicción sobre la cual se fundamentó el federalismo de 1811 estaba muy adelantada a su tiempo. Nadie podía decir que eso funcionara con tan poca experiencia que demostrar. Incluso el mismo Bolívar decía en el Manifiesto de Cartagena de 1812, que el federalismo era un “sistema improbado como débil e ineficaz desde entonces por todo el mundo sensato…”. En un mundo sin comunicaciones, en territorios sin arraigo y con disputas como los nuestros era previsible que una experiencia así fracasara EN ESE TIEMPO HISTÓRICO.

Pero no fracaso en la Norteamérica de ese tiempo. Tal vez por las razones que aduce Olavarría pero también porque la herencia inglesa de hacer las cosas con orden y meticulosidad no son solo de este tiempo. Aquellos que hemos trabajado con anglosajones sabemos de su rigurosidad en el cumplimiento de los acuerdos, con lo cual la negociación y posterior cumplimiento de un Pacto Federal para ellos no representaba mayor problema, más aun si las distancias eran enormes. Pero en el caso de Venezuela la cosa es diferente. Si hoy aquí hacer que alguien cumpla algo es difícil, imagínense en la Venezuela de 1811.

Mucho ha pasado en el mundo desde ese tiempo, incluso desde que Olavarría publicó su libro (1988). Un mundo completamente conectado y a los ojos de todos donde no existen las distancias federales de 1811. La experiencia descentralizadora en Venezuela fue exitosa a partir de 1989. Sin embargo fue chucuta porque nunca se le entregaron las debidas competencias a los Estados, ni siquiera en “los términos consagrados” en la Constitución de 1961. El país reclamaba y reclama un desarrollo regional que su dirigencia fue incapaz de comprender, limitando los recursos y el desarrollo de todo el territorio de acuerdo a esa vieja aspiración histórica.

El discurso Ambrosio Oropeza-uno de los redactores de la Constitución de 1961-, del 25 de junio de 1960 citado por Olavarría (6) en el sentido de que en Venezuela nunca “pudo hablarse de una verdadera federación por la razón muy simple de que no han existido en ningún tiempo verdaderos Estados o Provincias con autonomía originaria que en virtud de un Pacto o compromiso convienen en renunciar a determinadas prerrogativas o derechos en beneficio de un poder superior o nacional, realizándose en tal forma el supuesto federal, que es la coexistencia en un mismo ámbito territorial y humano de dos soberanías: la que se integra en el Estado o Gobierno Federal con jurisdicción en todo el territorio y sus habitantes por renuncia de una parte de sus facultades de los Estados Miembros y la que estos se reservan para ser ejercitada autonómicamente en un espacio más limitado y sobre las personas que lo habitan…”, es rigurosamente cierto. Nunca se llegó a dar tal Pacto Federal de regiones autónomas.

Al centralizarse Venezuela a principios del siglo pasado, se sacrifico la autonomía- económica y política- de las regiones, por la paz en beneficio de todos. Las Constituciones regionales fueron letra muerta. Y eso funcionó muy bien mientras a los venezolanos les crecían los pantalones, en educación, salud y madurez política. ¿Han leído ustedes la Constitución del Estado Miranda? (ver http://web.archive.org/web/20090920135412/http://www.miranda.gov.ve/archivos_pdf/Constitucion.pdf). Eso es lo que hay que modificar en los 24 Estados para que juntos firmen ese Pacto Federal que nunca se ha discutido ni mucho menos realizado como lo indicó Oropeza. Un nuevo proceso Constituyente debe corregir esa situación que lamentablemente no se ha logrado luego de 26 Constituciones. Y la última agravó la deuda. Ya es hora de saldar esa cuenta con la historia.

Contraponemos entonces el Federalismo del Siglo XXI, capitalista y avanzado desde nuestra fundación como Nación, al Socialismo del Siglo XXI comunista y atrasado, que no tiene nada que ver con nosotros e impuesto por extranjeros. Contraponemos el Proyecto País Venezuela Reconciliada para reconstruir a Venezuela, al Plan de la Patria que lo que ha hecho es destruirla. Creo que nuestros próceres de 1811 estuvieron muy adelantados a su tiempo al concebir para Venezuela esa estructura del Estado. Eso no significa que estuvieran equivocados en el qué sino en el cuándo. La segunda década de este nuevo siglo, puede ser, al igual que lo fue la tercera del siglo pasado, el comienzo de la modernidad para Venezuela.  

Caracas, 21 de Mayo de 2014

Twitter:@laguana

(1)       “Dios y Federación”…el fetichismo federal en el pasado, presente y futuro de Venezuela. Jorge Olavarría, Pag. 15,  Ed. Arte, ISBN 980-300-090-X,  Marzo 1988, Caracas-Venezuela
(2)       Ibid pag. 66
(3)       Ibid pag. 30-31
(4)       Ibid pag. 28
(5)       Ibid pag. 20
(6)       Ibid pag. 13

viernes, 16 de mayo de 2014

Movimiento Estudiantil en la encrucijada



Por Luis Manuel Aguana

Luego de la brutal arremetida a los únicos venezolanos que se han manifestado frontal y pacíficamente en contra de las prácticas comunistas del Plan de la Patria del régimen, el Movimiento Estudiantil ha decidido cambiar su estrategia de protesta cívica. Los estudiantes han manifestado públicamente su intención de ir a una Segunda Etapa de la protesta (ver http://www.entornointeligente.com/articulo/2407736/VENEZUELA-Estudiantes-anuncian-segunda-etapa-de-protestas).

En primer lugar los estudiantes no solo han desnudado al régimen en su carácter dictatorial, autoritario y castro-comunista, sino que también han desnudado a la franquicia que actualmente se dice oposición en Venezuela. En efecto, la MUD al utilizar la sangre que han puesto los muchachos en las calles, se ha logrado sentar a “dialogar” con el régimen, que lo pedía desesperadamente, logrando obtener un oxigeno que no tenía desde diciembre de 2013 cuando se les agoto la gasolina electorera.

Una estrategia que incluya la lucha por una verdadera oposición en Venezuela es vital para que cualquier esfuerzo que hagan todos los sectores por sus reivindicaciones sea tomado en cuenta. No sirve de nada si los estudiantes, los trabajadores, los profesores universitarios, los médicos o cualquiera que proteste, indiquen que el régimen esta conculcando nuestra forma de vida republicana y salga luego la MUD a apaciguar los ánimos indicando que este es un mal gobierno del que saldremos con elecciones el 2019. Entonces se hace perentorio redefinir quien es y quien no es oposición en Venezuela.

La generación de una nueva oposición que incorpore fundamentalmente sangre nueva, la de los estudiantes, factores importantes de la Sociedad Civil, partidos y personalidades consustanciados con la verdadera caracterización al régimen como dictadura, insuflaría de nuevo la esperanza del pueblo opositor a salir del régimen de una manera constitucional, sosteniendo esa bandera en la calle consistentemente.

Una nueva fase de esta lucha de los estudiantes debería establecer una propuesta civil inobjetable que no es más que contarnos para un nuevo Pacto Constitucional-una Constituyente-, pero con un árbitro imparcial. Y cualquier propuesta civil pasa por un sistema electoral limpio y transparente. Y una bandera fundamental de una nueva fase en la protesta es obligar al régimen a contarse en Elecciones Autenticas.

Esa propuesta civil debe estar enmarcada en una Lucha NO Violenta que establezca claramente que esta protesta tiene su fondo en el rechazo de un modelo político e ideológico que no queremos la mayoría de los venezolanos y que eso debe dirimirse pacíficamente. Ya en el 2007 el pueblo venezolano rechazó en las urnas esa imposición ideológica que se trató de hacer con la Reforma Constitucional y el Movimiento Estudiantil de entonces tuvo muchísimo protagonismo en eso.

La protesta debe ser encausada para rechazar de una vez por todas lo que el régimen trata de imponernos y que se manifiesta en todos los órdenes de la vida nacional: educación, cultura, economía, Fuerzas Armadas, institucionalidad de los Poderes Públicos, etc.. De esta forma la población no solo tendrá claro el “para que” de la lucha de los jóvenes por su futuro, sino también convocarla activamente a participar en la salida pacífica del régimen de una manera prevista en la Constitución.

Algunos podrían considerar que encausar la protesta de calle a los fines de conseguir objetivos como Elecciones Autenticas es una pérdida de tiempo porque se piensa que la salida no es electoral. Y eso es verdad si se mantiene este CNE. Es por eso que es muy importante dar esa lucha civil para el cambio del Poder Electoral. Pero no una cosa facial como el cambio de unos Rectores por otros, sino la transformación estructural de ese organismo que implique la completa auditoría del Registro Electoral y el cambio de su Ley y Reglamento, redefiniendo el papel de la automatización y sus escrutinios, que regrese a todos los venezolanos la confianza de poder dirimir nuestras diferencias con votos y no con balas.

Algunos amigos me insisten que eso no será posible con un sistema castro-comunista en las riendas del poder porque los comunistas no salen con votos y si salen es con una bayoneta en la cabeza. Pero esa es la verdadera lucha civil por la recuperación de la democracia, la restitución del Poder Electoral. Si no lo aceptan seguirá la lucha en las calles porque ese es el verdadero fondo del problema, y la finalización de este estado de cosas solo será cuestión de tiempo como lo indicó Erica Chenoweth en su extraordinaria conferencia de TED (Nonviolent civil resistance http://youtu.be/y4xcimkAFNc).

Se puede seguir protestando y provocar la suficiente desestabilización para que el sistema cambie de estado. Pero lo que nunca sabremos es a que estado nuevo arribará. Podría ser a uno mejor pero también a uno peor. La Divina Providencia provocó el cambio de estado del sistema con la muerte de Chávez, pero lo que nadie previó fue que el sistema evolucionó a un nuevo estado peor que el anterior.

Sin embargo si la lucha civil No Violenta tiene objetivos claros que se puedan definir más allá del quiebre de las columnas que sostienen al régimen, Gene Sharp dixit, entonces se podría prever el siguiente estado al que puede arribar este sistema inestable.

Los estudiantes, en esta nueva etapa de la protesta cívica, podrían hallarse en una encrucijada: o propician el quiebre del sostenimiento del régimen, lo cual estoy convencido que pueden lograr si como ellos lo han hecho, persisten en debilitar su base de sustentación, con el consiguiente surgimiento de un nuevo estado del sistema cuya naturaleza no se podría prever con exactitud; o introducen cambios en la estrategia que los lleve a exigir una Constituyente como salida prevista en la Constitución-con el consiguiente cambio previo de la institución electoral-, que ponga al régimen en la disyuntiva de aceptar condiciones obligados por la protesta cívica o salir por la puerta de atrás, en cuyo caso cualquiera que sea el estado posterior del sistema, requerirá de una ANC para lograr su estabilidad. En ambos casos la protesta No Violenta en la calle es la herramienta fundamental.

Cualquiera de los dos caminos que se elija pasará por un periodo de inestabilidad política en el que el régimen luchará y será violento en contra de la población manifestante, utilizando ilegalmente todos los recursos que el Estado tiene. Es obvio que esta gente piensa que son eternos y que su subsistencia está asegurada por los militares y el secuestro institucional. La historia es testigo de ese error. Sin embargo, independientemente del camino que se tome y los elementos que se sostengan para ir por uno u otro camino, la suerte está echada: o es dictadura o es democracia. Yo creo que ya esa respuesta la dieron los estudiantes y que esa parte de la lucha el régimen la perdió en el corazón de los venezolanos.

Caracas, 16 de Mayo de 2014

Twitter:@laguana