miércoles, 10 de septiembre de 2014

Sociedad Civil Constituyente



Por Luis Manuel Aguana

Siempre me he manifestado como parte de la sociedad civil. Esa masa librepensadora que no se rige por ninguna “línea de partido”, ni le rinde culto a ningún “liderazgo” político. Esa masa que ha sido toda la vida irreverente y que es la fuerza que solo impacta cuando tiene cauce y dirección. Y es por ella que se pelean todos los partidos a la hora de buscar su voluntad electoral.

Es la que da finalmente su aprobación para que algún dirigente partidista ocupe una posición en un gobierno. Algunos la llaman “pueblo”, pero yo prefiero el nombre de sociedad civil porque le da carácter ciudadano. De aquella que vota a conciencia, no porque la compren con comida o con populismo.

Los votos ciudadanos siempre han sido el capital político de los partidos, y estos siempre se olvidan que ellos no les pertenecen, que son de la gente. Muchas veces en el pasado, a cuenta de un respaldo dado por la población a algún candidato, este ha malbaratado ese respaldo, que en su esencia es efímero. Es una suerte de fotografía del día de la elección pero que es tan volátil como el alcohol, se evapora muy rápido al pasar del tiempo.

Los partidos le tienen ojeriza a quienes participamos en organizaciones de la sociedad civil. Son como las personas picadas de culebra a quienes les aterran los bejucos. Me imagino que debe ser por aquello de la llamada “anti política” de finales de los años 90’s que se consolidó como una fuerza que arrasó con la credibilidad de los partidos, al punto de hacerlos casi desaparecer.

Ya había comentado ese comportamiento de los partidos políticos hace bastante tiempo (ver El Limbo Democrático: Anti política y Sociedad Civil en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/01/el-limbo-democratico-anti-politica-y.html) indicando el temor irracional que tienen a que la sociedad civil ponga en tela de juicio su actuación o sus desviaciones. O dicho de otro modo: la falsa creencia que la crítica fundamentada a la actuación de los partidos por su comportamiento, puede perpetuar el régimen, o peor aún, acallar a aquellos quienes reclamamos comportamientos como los que precisamente nos llevaron a él.

Es un tema que tiene bastante fondo, entre otras razones porque la conformación jerárquica y militante (de allí el término “militar en los partidos”) que tienen todos los partidos políticos venezolanos hacen que aquellos que se inscriben en ellos deban seguir “líneas” de su dirigencia nacional, siendo como soldados que “cumplen” órdenes aunque estas sean equivocadas o su fundamento solo pueda estar en las manos de un pequeño cogollo de dirección política. Un partido sin una dirigencia esclarecida puede llevar a un grupo al despeñadero sin que sus militantes se percaten de ello. Y si ese partido tiene cierta simpatía entre muchos, sus decisiones equivocadas nos arrastran a todos.

Algunos podrán indicarme en este punto que tengo algo en contra de los partidos. Todo lo contrario. Hay que realizar un análisis serio, sincero y profundo de que es lo que está pasando en nuestros partidos políticos para resolver la clave del porqué seguimos como estamos. Y eso también nos lleva a que deba resolverse definitivamente ese trauma que tienen los políticos con la sociedad civil y que todavía perdura en el fondo de su subconsciente: la “anti política”.

Todos los venezolanos aprendimos con mucho dolor desde la destrucción de los principales partidos en 1998 que no podemos prescindir de los partidos políticos. Esa experiencia nos trajo a un desastre del que aun no salimos. Unos partidos debilitados y carcomidos por la corrupción y el mal uso del poder, fueron presa fácil de quienes le pasaron factura a su dirigencia. La matriz de opinión formada como consecuencia del desbarranco y los errores de nuestro período democrático dieron al traste con la credibilidad de la dirigencia política, de la cual aun no levantan cabeza, dando paso a que llegara un “salvador” que resultó ser un fiasco destructor de nuestro país.

Queremos y necesitamos que nuestros partidos democráticos tengan la credibilidad y fortaleza para poder salir todos del barranco en que nos encontramos. Pero eso pasa por hacer causa común con quienes nos hallamos en la acera de la sociedad civil. Eso es todo un reto porque ellos deben entender que no pueden solos. Eso significa que hay que abrir la mente a nuevas opciones de trabajo. A nuevas formas de organización diferentes a las estalinianas provenientes del comunismo del cual salieron las actuales formas de organización de los actuales partidos. De realizar un trabajo en equipo orientado a resultados, con gente que no se deja “dar línea” y de oír opiniones contrarias a tales “líneas” sin que eso signifique que estamos jugando a la “anti política”.

Fue la sociedad civil quien por primera vez planteó la solución a la grave crisis del país a través de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. No es nuevo el planteamiento del Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/), tiene más de 10 años. No fueron pocas las reuniones con todos los partidos y lideres políticos de la oposición democrática para sugerirles ese camino desde muchísimo antes de las elecciones presidenciales de 2012. Pero no fue entendido. De allí mi reclamo al candidato días después del recule del 17A (ver La Hora de la Sociedad Civil http://ticsddhh.blogspot.com/2013/04/la-hora-de-la-sociedad-civil.html) cuando por  primera vez manifesté mi apoyo al proceso constituyente de los gochos del Táchira.

Vimos con mucho agrado y sorpresa que públicamente algunos importantes dirigentes políticos publicaron en las redes y periódicos de circulación nacional, y dos días antes de las elecciones regionales de 2013, un comunicado titulado “Después de votar el 8D, Venezuela debe convocar a una Constituyente” (ver http://www.ventevenezuela.org/venezuela-debe-convocar-una-constituyente/) en abierto apoyo al proceso constituyente.

Pero eso no se materializó. Concluimos que si los partidos no acababan de entender el planteamiento tendría que moverse el doliente, la sociedad civil. Eso motivó a que muchos nos movilizáramos por todo el país a explicar porque era necesario que para que se diera un Proyecto de país que nos condujera al desarrollo era imprescindible un proceso constituyente para reconciliar y reconstruir a Venezuela. Explicarle a la gente que el proceso de recuperación de la soberanía y la restitución del Estado de Derecho pasa por esa solución. En el camino nos encontraríamos con los partidos que a la final entenderían que esa era la vía correcta.

Afortunadamente se han comenzado a dar pronunciamientos públicos acerca de la necesidad de transitar la vía constituyente de la cual la sociedad civil es la principal abanderada, porque aquí no se trata de protagonismos de partidos, ni de cargos ni de votos para nadie. Se trata de buscar adonde se encuentren a los reales representantes de ese “pueblo” que yo llamo la sociedad civil, la verdadera depositaria de la soberanía y convocarla para discutir a Venezuela.

Es hora que esa sociedad civil y los partidos que apoyan la iniciativa constituyente le den cauce y dirección a esa fuerza potencial contenida en la población. Estoy seguro que de alguna manera eso nos dará el milagro de resolver esa fusión perdida entre partidos y sociedad civil tan necesaria para recuperar y consolidar la democracia. Tal vez ese sea uno de los mejores resultados de ese histórico proceso…

Caracas, 10 de Septiembre de 2014

Twitter:@laguana

lunes, 1 de septiembre de 2014

Captahuellas, Derechos Humanos y Racionamiento


Por Luis Manuel Aguana

Aunque ya había escrito desde hace varios meses que el régimen desembocaría en el establecimiento de un mecanismo electrónico para administrar el consumo de alimentos (ver ¿Control del Racionamiento o de la Insurrección Popular?  http://ticsddhh.blogspot.com/2014/03/control-del-racionamiento-o-de-la.html) , en clara violación a nuestros Derechos Humanos establecidos en la Constitución, hay un aspecto que no había querido profundizar dada su naturaleza técnica, pero que ahora creo necesario comentar, a la luz de tanto papel escrito en relación a las captahuellas que pretende implantar el gobierno para la adquisición de nuestros consumos básicos.

Una de las tesis fundamentales que he sostenido en este blog y que sale como consecuencia de las principales hipótesis de mi trabajo doctoral, es que la tecnología resulta ser el mejor aliado de regímenes políticos del corte del que tenemos en Venezuela, constituyéndose en su sostén porque se llega a controlar hasta la más mínima pieza de información del ciudadano. Es por eso lo tecnológicamente avanzado de su proceder en todos los órdenes de la administración. El ejemplo más representativo de esto es nuestro actual sistema electoral.

Un sistema institucional que no tenga contemplada la privacidad de la información de las personas y su respectiva vigilancia, permite a un gobierno autoritario y sin escrúpulos deslizarse por la senda del abuso en una época donde la información de las personas es un bien que se transa en un mercado y se considera como un objeto de consumo.

De acuerdo a los conceptos más avanzados que se manejan del desarrollo, éste pasa por el respeto de los Derechos Humanos; y ahora, en un siglo caracterizado por la identificación univoca de la persona humana por la vía de las más inimaginables tecnologías, pasa igualmente por el respeto a sus datos de carácter personal.

Nadie, y repito NADIE, tiene el derecho de conocer SIN MI CONSENTIMIENTO, cualquier pieza de información acerca de mi persona. Lo que hago, lo que compro, con quien me relaciono, a quien llamo por teléfono,  donde vivo, que hablo, donde voy, donde trabajo, y en general cualquier cosa que me caracterice como ser humano. En virtud que hay necesidad que ciertos entes del Estado requieran de alguna pieza de esa información personal para la administración, el ciudadano cede parte de ella pero de una manera regulada por la Ley. Es el caso del Registro Civil y Electoral.

Venezuela esta todavía muy lejos de contar con un sistema institucional que vigile al Estado y los privados de cometer abusos y delitos en contra de la población como consecuencia de contar con los datos masivos de la gente sin regulación alguna. Argentina, Chile y Costa Rica tienen los sistemas de protección de datos para los ciudadanos que no tenemos nosotros. Es importante saber que el régimen no solo viola el Art. 117 de la Constitución al impedirnos comprar lo que deseemos, sino el Art. 60 que indica que “Toda persona tiene el derecho a la protección de su honor, vida privada, intimidad, propia imagen, confidencialidad y reputación. La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y ciudadanas y el pleno ejercicio de sus derechos”.

Ahora bien, habiendo establecido este previo institucional necesario para comprender el contexto, es importante entonces entender el mecanismo técnico para la identificación y recolección de datos de las personas en los comercios.

La única información técnica disponible del funcionamiento de este sistema lo dio el Superintendente de Precios Justos en una demostración en vivo del supuesto sistema que estará pronto en funcionamiento en todos los comercios, en un supermercado privado en Maracaibo (ver Superintendente demuestra el uso de captahuellas… http://www.noticierodigital.com/2014/08/superintendente-demuestra-uso-de-captahuellas-y-paga-el-jefe-de-finanzas-del-psuv/).

De allí se desprende que el sistema registrará las huellas de los ciudadanos partiendo de la cédula de identidad (el Superintendente entregó su cédula y luego registró las huellas de los dedos índices de la mano derecha e izquierda) para proceder a la compra. De acuerdo a la noticia, el registro se realizó en una caja, lo que nos conduce a pensar que en una implementación final todas las cajas de los supermercados deberán poseer la captahuellas para que se proceda al control de la compra que persigue el régimen.

El sistema demostrado por el Superintendente, además de identificar a la persona, limita la cantidad de artículos que se pueden comprar por semana: “Este sistema me permite comprar por persona cuatro harinas, cuatro aceites por semana….”, indicaba el funcionario.

A finales de los años 80’s tuve la oportunidad de dirigir, en mi condición de Director de Sistemas de una transnacional de tecnología, la primera implementación de un supermercado completamente automatizado en el país, con la incorporación de la tecnología de códigos de barra para la identificación de productos. Los supermercados son sistemas complejos. Los datos de registro de precio y código por producto deben estar permanentemente actualizados a fin de llevar el control constante del inventario de productos, que debe a su vez coincidir con los correspondientes cierres en dinero al finalizar el día. Tiene una complejidad mayor a la de la agencia de un banco.

No es fácil hacer que una cadena de supermercados realice esta labor con su propia gente y asimile una tecnología de esa naturaleza. Generalmente emplean personas sin conocimiento técnico, delegando estas actividades de control a sus gerentes o empleados de mucha confianza, muy cerca del gerente.

En consecuencia, solo algunas grandes cadenas, no todas, implementaron en su tiempo ese tipo de sistemas, dado que no veían un fácil retorno de esa costosa inversión, que implicaba cajas computarizadas, lectores de código de barras, redes internas, servidores y elementos de alimentación del sistema, así como de transmisión hacia una casa matriz central, donde se realizan los cierres y sincronización de inventarios de todos los supermercados de la cadena. Prácticamente el supermercado se convertía en una suerte de centro de computo y control, y realmente es así.

Entonces, en primer lugar, esas captahuellas solo se podrán instalar en esos ambientes, donde sea posible incorporar la programación de un periférico adicional (captahuellas) por caja con su correspondiente programación de control para detectar quien va, y al ser registrado, proceder al control de lo que adquiera, lo que a su vez deberá ser almacenado para una siguiente compra de la persona. Incorporar esa programación dentro de la implementación existente es algo que toma tiempo y pruebas técnicas para cada caso y cada tecnología pre existente en el supermercado. Y lo más importante, no se podrá hacer sino en ese tipo sofisticado de establecimiento, y siempre quedará como opción de compra para la gente el chino de la esquina que no tiene esa maquinaria.

Para el caso de aquellos establecimientos que no tienen la tecnología, la cosa es cuesta arriba. Primero deberá existir la experiencia del uso de la tecnología de identificación y control de precios de productos en el supermercado antes de entrarle a una captahuellas para identificar a una persona. Esa labor amerita semanas de entrenamiento previo de todos los involucrados en cada establecimiento, con lo cual esa “demostración” realizada por el Superintendente de Precios Justos no es más que un delirio de su imaginación, engañado por unos técnicos que le aseguran una cosa que no se puede hacer de la manera simplona en que lo planteó.

Entonces, ¿como el régimen pretende controlar lo que uno compra técnicamente sin el respaldo de sistemas funcionando para eso, y sin contar con el hecho de que es posible que cualquiera pueda comprar en cualquier otro establecimiento (por ejemplo, un supermercado de otra localidad)? Tendrían que disponer, luego de conectadas todas esas captahuellas en cada establecimiento, con los sistemas funcionando a cabalidad y controlando la compra semanal de las personas- lo que hemos visto que es algo así como “la guerra de las galaxias”- de un centro de acopio de toda la información de la compra diaria de cada ciudadano por numero de cédula, y proceder a resolver un sistema para impedir que este compre en cualquier otro establecimiento de la misma ciudad. No digo que no sea posible, sino que es una ridiculez técnica tratar de implementar una solución como esa.

Lo que creemos quienes vivimos la implementación del CNE en el Referéndum Revocatorio del 2004 es que van a intentar que las personas no compren más de una vez en el mismo establecimiento, colocando una captahuellas fuera del comercio. Es lo más sencillo. Supongo que obligaran a los establecimientos a adquirir el aparato y el software de control para eso, lo que sería intentar de controlar algo que no se puede controlar. Controlarían si compramos algo en un sitio pero no en otro, salvo que centralicen los datos de las personas en línea. Y en caso de ser así, de igual manera no podrían controlar lo que compramos en cualquier lugar. En cualquier caso sería un engaño de intimidación para la gente como lo fue en el 2004 y lo sigue siendo ahora y la manera de hacerle ganar dinero a algún intermediario del régimen, sin contar que será un fracaso técnico, que a juicio de SUMATE nos costará 140 millones de dólares.

A riesgo de parecer que “ayudo” al régimen, les daré una recomendación técnica gratis: Fidel resolvió ese “super sistema” en Cuba hace más de 50 años con un cartón para cada persona, indicando allí lo que cada uno podía comprar, y lo llamó “Tarjeta de Racionamiento”. Cero captahuellas, cero cajas automatizadas, cero computadoras, cero telecomunicaciones, cero todo. Un simple cartón. Atrévanse a implementarlo, a ver si pueden… De esa manera se quitan la careta de una buena vez, y le ahorran a los venezolanos, no solo unos reales que se pueden usar en alimentos y medicinas, sino una charada que al final todos sabemos adónde irá a parar: llamar al pan, pan y al vino, vino, y viendo si el venezolano se lo cala o no. Ustedes deciden…

Caracas, 1 de Septiembre de 2014

Twitter:@laguana