sábado, 13 de septiembre de 2014

La hazaña constituyente

Por Luis Manuel Aguana

Cuando Cristóbal Colón buscaba apoyos para embarcarse en la expedición para una ruta alternativa para llegar a “Las Indias” desde Europa, por la vía de viajar hacia el occidente por el océano Atlántico, se le calificaba de loco. Nadie antes había realizado ese viaje y no se podía corroborar, sin asumir un altísimo riesgo de vidas y recursos, que tal empresa tuviera algún éxito. Eso era- y sigue siendo- lo que pasa cuando algún soñador se atreve a transgredir lo establecido.

Algunos señalaban que los sabios de Salamanca efectivamente habían hecho los cálculos matemáticos y que teóricamente podía realizarse lo que él decía pero nadie lo había probado, ni mucho menos arriesgado su vida para hacerlo. No existía la tecnología de transporte marítimo para sortear cualquier peligro potencial, con lo cual, visto desde esa perspectiva pragmática, era virtualmente una loquera lanzarse al mar para ver que se podía conseguir. Pero aún así Colón se echó al mar y descubrió un Nuevo Mundo, y buscando una cosa encontró una más grande.

Aquí solo podían pasar dos cosas: la que efectivamente ocurrió cuando Colón descubre un Nuevo Mundo, o la que era previsible en esa época que indicaba que Colón no regresaría nunca, tragado por el océano. Mi opinión personal es que Colón fue un soñador visionario muy arrojado que ignoró el razonamiento prevaleciente de la época, y que corrio con una descomunal suerte que no lo matara su propia tripulación en el medio de un mar completamente desconocido antes de pisar tierra.

La hazaña de Colón no fue realmente encontrar el Nuevo Mundo. Fue convencer a los Reyes Católicos, encontrar una tripulación para que se montara en unos barcos que podían zozobrar en el medio del camino a falta de agua e insumos o cualquier imponderable; y lo más importante, venderle a quienes le acompañaban que estarían haciendo historia al encontrar una nueva ruta para Las Indias. En otras palabras, la hazaña no estuvo después, sino antes de partir hacia lo desconocido.

De una conferencia de TED (son increíbles, se las recomiendo), extraigo una cita de Simon Sinek (ver How Great Leaders Inspire Action o Cómo los grandes líderes inspiran a la acción  http://www.ted.com/talks/simon_sinek_how_great_leaders_inspire_action): La gente no compra lo que uno hace; compra el porqué uno lo hace. Anoten esa frase que es muy importante.

En la historia de Sinek, los hermanos Wright emprendieron el sueño de fabricar una máquina voladora de la nada: “…Orville y Wilbur Wright, no tenían ningún ingrediente de lo que consideramos como la receta del éxito. No tenían dinero. Financiaban su sueño con las ganancias de su tienda de bicicletas. Ninguno en el equipo de los hermanos Wright tenía educación universitaria, ni siquiera Orville o Wilbur. Y The New York Times no los siguió a ninguna parte. La diferencia fue que a Orville y Wilbur los guiaba una causa, un propósito, una creencia. Creyeron que si fueran capaces de idear una máquina voladora, eso cambiaría el curso del mundo”.

Al igual que Colón, la hazaña de los hermanos Wright no fue poner a volar un aparato cuando nadie lo había hecho sino todo el proceso previo que culminó precisamente en ese hecho. Mucho trabajo previo, e insistir, insistir y seguir insistiendo.

¿Por qué Colón hizo lo que hizo? ¿Por qué los Hermanos Wright hicieron lo que hicieron? Los guiaba una idea pertinaz y una claridad de que la razón estaba de su lado. Eso es en realidad imbatible. Las hazañas solo fueron la consecuencia de una causa, un propósito y una creencia.

En las conversaciones realizadas en todo el país por aquellos que participamos en el Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) no comenzamos la conversación explicando que es una Constituyente. Eso al final no es el problema. Explicamos primero las causas del porqué llegamos hasta éste desastre- y no precisamente el de estos últimos 16 años-, y luego cuáles son a juicio del Proyecto los aspectos fundamentales que debemos abordar para solucionar ese desastre y poder aspirar a convertirnos en una nación desarrollada; y finalmente la vía para poder hacer ese sueño una realidad, invocando al depositario de la soberanía, el pueblo venezolano, pero no en su condición de poseedor de una iniciativa constitucional, sino en su condición de dueño del Poder Originario que decide finalmente cual forma de gobierno darse por encima de cualquier cosa, poder o gobierno. Esto último es lo que le ha costado entender a muchísima gente.

Es posible que se atraviesen muchos factores imponderables para intentar desviar lo que persigue ese sueño de una Venezuela desarrollada y moderna. Incluso pueden convocar un proceso constituyente a destiempo y por las razones equivocadas. Pero eso solo lo retrasará porque como bien dice Sinek, la gente no compra lo que uno hace, sino el porqué lo hace. El Proyecto País Venezuela para nosotros es una causa, un propósito y una creencia.

Nuestro Proyecto constituyente no se trata de un trampolín para conseguir el poder, para quitar a unos y poner a otros. Es para generar las estructuras fundamentales sobre las cuales construir un nuevo edificio político y económico para el país. Una vez realizada esa hazaña, podrán ser cualquiera de los actuales o futuros actores políticos los que terminen siendo los protagonistas. Nosotros, la sociedad civil, ¡les estamos construyendo un nuevo piso sobre el cual erguirse! Pero eso tampoco lo ha entendido mucha gente, ellos en especial.

Y es que no es fácil de explicar. Y menos a una población a la que se intenta mantener en estado de ignorancia y oscurantismo permanente para poder comprarla con un plato de comida. Pero como dijimos antes, la hazaña no es llegar a eso, sino el trabajo previo necesario para realizarlo. Poco a poco estamos creciendo en número quienes predicamos el concepto y el sueño de un mejor país con un Proyecto en la mano, profundizando cada vez más ese trabajo previo que hace que las hazañas sean posibles. Más temprano que tarde será una realidad imposible de detener. La mejor prueba de ello es que los aviones vuelan y estamos viviendo en un Nuevo Mundo descubierto por un soñador…

Caracas, 13 de Septiembre de 2014

Twitter:@laguana

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Sociedad Civil Constituyente



Por Luis Manuel Aguana

Siempre me he manifestado como parte de la sociedad civil. Esa masa librepensadora que no se rige por ninguna “línea de partido”, ni le rinde culto a ningún “liderazgo” político. Esa masa que ha sido toda la vida irreverente y que es la fuerza que solo impacta cuando tiene cauce y dirección. Y es por ella que se pelean todos los partidos a la hora de buscar su voluntad electoral.

Es la que da finalmente su aprobación para que algún dirigente partidista ocupe una posición en un gobierno. Algunos la llaman “pueblo”, pero yo prefiero el nombre de sociedad civil porque le da carácter ciudadano. De aquella que vota a conciencia, no porque la compren con comida o con populismo.

Los votos ciudadanos siempre han sido el capital político de los partidos, y estos siempre se olvidan que ellos no les pertenecen, que son de la gente. Muchas veces en el pasado, a cuenta de un respaldo dado por la población a algún candidato, este ha malbaratado ese respaldo, que en su esencia es efímero. Es una suerte de fotografía del día de la elección pero que es tan volátil como el alcohol, se evapora muy rápido al pasar del tiempo.

Los partidos le tienen ojeriza a quienes participamos en organizaciones de la sociedad civil. Son como las personas picadas de culebra a quienes les aterran los bejucos. Me imagino que debe ser por aquello de la llamada “anti política” de finales de los años 90’s que se consolidó como una fuerza que arrasó con la credibilidad de los partidos, al punto de hacerlos casi desaparecer.

Ya había comentado ese comportamiento de los partidos políticos hace bastante tiempo (ver El Limbo Democrático: Anti política y Sociedad Civil en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/01/el-limbo-democratico-anti-politica-y.html) indicando el temor irracional que tienen a que la sociedad civil ponga en tela de juicio su actuación o sus desviaciones. O dicho de otro modo: la falsa creencia que la crítica fundamentada a la actuación de los partidos por su comportamiento, puede perpetuar el régimen, o peor aún, acallar a aquellos quienes reclamamos comportamientos como los que precisamente nos llevaron a él.

Es un tema que tiene bastante fondo, entre otras razones porque la conformación jerárquica y militante (de allí el término “militar en los partidos”) que tienen todos los partidos políticos venezolanos hacen que aquellos que se inscriben en ellos deban seguir “líneas” de su dirigencia nacional, siendo como soldados que “cumplen” órdenes aunque estas sean equivocadas o su fundamento solo pueda estar en las manos de un pequeño cogollo de dirección política. Un partido sin una dirigencia esclarecida puede llevar a un grupo al despeñadero sin que sus militantes se percaten de ello. Y si ese partido tiene cierta simpatía entre muchos, sus decisiones equivocadas nos arrastran a todos.

Algunos podrán indicarme en este punto que tengo algo en contra de los partidos. Todo lo contrario. Hay que realizar un análisis serio, sincero y profundo de que es lo que está pasando en nuestros partidos políticos para resolver la clave del porqué seguimos como estamos. Y eso también nos lleva a que deba resolverse definitivamente ese trauma que tienen los políticos con la sociedad civil y que todavía perdura en el fondo de su subconsciente: la “anti política”.

Todos los venezolanos aprendimos con mucho dolor desde la destrucción de los principales partidos en 1998 que no podemos prescindir de los partidos políticos. Esa experiencia nos trajo a un desastre del que aun no salimos. Unos partidos debilitados y carcomidos por la corrupción y el mal uso del poder, fueron presa fácil de quienes le pasaron factura a su dirigencia. La matriz de opinión formada como consecuencia del desbarranco y los errores de nuestro período democrático dieron al traste con la credibilidad de la dirigencia política, de la cual aun no levantan cabeza, dando paso a que llegara un “salvador” que resultó ser un fiasco destructor de nuestro país.

Queremos y necesitamos que nuestros partidos democráticos tengan la credibilidad y fortaleza para poder salir todos del barranco en que nos encontramos. Pero eso pasa por hacer causa común con quienes nos hallamos en la acera de la sociedad civil. Eso es todo un reto porque ellos deben entender que no pueden solos. Eso significa que hay que abrir la mente a nuevas opciones de trabajo. A nuevas formas de organización diferentes a las estalinianas provenientes del comunismo del cual salieron las actuales formas de organización de los actuales partidos. De realizar un trabajo en equipo orientado a resultados, con gente que no se deja “dar línea” y de oír opiniones contrarias a tales “líneas” sin que eso signifique que estamos jugando a la “anti política”.

Fue la sociedad civil quien por primera vez planteó la solución a la grave crisis del país a través de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. No es nuevo el planteamiento del Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/), tiene más de 10 años. No fueron pocas las reuniones con todos los partidos y lideres políticos de la oposición democrática para sugerirles ese camino desde muchísimo antes de las elecciones presidenciales de 2012. Pero no fue entendido. De allí mi reclamo al candidato días después del recule del 17A (ver La Hora de la Sociedad Civil http://ticsddhh.blogspot.com/2013/04/la-hora-de-la-sociedad-civil.html) cuando por  primera vez manifesté mi apoyo al proceso constituyente de los gochos del Táchira.

Vimos con mucho agrado y sorpresa que públicamente algunos importantes dirigentes políticos publicaron en las redes y periódicos de circulación nacional, y dos días antes de las elecciones regionales de 2013, un comunicado titulado “Después de votar el 8D, Venezuela debe convocar a una Constituyente” (ver http://www.ventevenezuela.org/venezuela-debe-convocar-una-constituyente/) en abierto apoyo al proceso constituyente.

Pero eso no se materializó. Concluimos que si los partidos no acababan de entender el planteamiento tendría que moverse el doliente, la sociedad civil. Eso motivó a que muchos nos movilizáramos por todo el país a explicar porque era necesario que para que se diera un Proyecto de país que nos condujera al desarrollo era imprescindible un proceso constituyente para reconciliar y reconstruir a Venezuela. Explicarle a la gente que el proceso de recuperación de la soberanía y la restitución del Estado de Derecho pasa por esa solución. En el camino nos encontraríamos con los partidos que a la final entenderían que esa era la vía correcta.

Afortunadamente se han comenzado a dar pronunciamientos públicos acerca de la necesidad de transitar la vía constituyente de la cual la sociedad civil es la principal abanderada, porque aquí no se trata de protagonismos de partidos, ni de cargos ni de votos para nadie. Se trata de buscar adonde se encuentren a los reales representantes de ese “pueblo” que yo llamo la sociedad civil, la verdadera depositaria de la soberanía y convocarla para discutir a Venezuela.

Es hora que esa sociedad civil y los partidos que apoyan la iniciativa constituyente le den cauce y dirección a esa fuerza potencial contenida en la población. Estoy seguro que de alguna manera eso nos dará el milagro de resolver esa fusión perdida entre partidos y sociedad civil tan necesaria para recuperar y consolidar la democracia. Tal vez ese sea uno de los mejores resultados de ese histórico proceso…

Caracas, 10 de Septiembre de 2014

Twitter:@laguana