viernes, 13 de noviembre de 2015

En defensa de las humanidades

Por Luis Manuel Aguana

La extraordinaria entrevista que le hiciera Moisés Naim al periodista Fareed Zakaria (les recomiendo altamente ver Defensor de Humanidades-Efecto Naim-Episodio 193 https://youtu.be/m8XEqJV-LII), analista político y una de las personalidades más influyentes de la política norteamericana y el mundo en general, me causo una enorme sensación de reivindicación profesional como nunca lo hubiera esperado de una semblanza periodística.

Y es la verdad. Luego de haberme pasado un poco más de la  mitad de mi vida dedicado a la tecnología, nunca me sentí mejor y más completo profesionalmente en mi educación sino después de haber experimentado el mundo de lo que llamamos “humanidades” o estudios liberales, como lo llaman en Norteamérica.

En efecto, mi formación base fue eminentemente técnica y no se abordaron allí tópicos humanísticos, cosa que llegué a realizar posteriormente en mis estudios de postgrado, Maestría y Doctorado, sin ninguna guía para llegar allí, solo basado en mi intuición. Y sorprendentemente es tal como indica Zakaria en esa entrevista, nada te permite entender mejor el mundo de las personas como internarte en la formación humanística. Si bien mi educación técnica me dio la lógica y el sentir de que va primero y que va después, la otra me hizo ubicar eso en el contexto humano correcto.

Muchas veces he visto como personas con solo una formación técnica se hallan perdidos en el océano del mundo, dando soluciones a los problemas desde una sola perspectiva, sin un referente de mayor jerarquía e importancia, impidiendo que ese corsé técnico le permita pensar como un ser humano.

Recuerdo con mucho respeto una anécdota con el Prof. Alberto Armitano, a la sazón Director Ejecutivo de Educrédito, siendo yo estudiante de la Maestría de Administración del IESA hace 35 años. Hice, junto con un grupo de compañeros del curso Estructuras Organizacionales, un estudio de Clima Organizacional en esa pequeña organización. Allí me correspondió entrevistar al Prof. Armitano, para ese entonces una autoridad en materia educativa.

Para mi sorpresa, fui yo el entrevistado. Armitano me pregunta cuál es mi formación universitaria, y le respondo que me gradué en Ciencias de la Computación, con una especialización en Estructura del Computador, Electrónica y Comunicaciones. En la conversación que siguió me pidió que le explicara qué era eso. Al hacerlo le dije que un especialista como yo era capaz de diseñar y construir una computadora desde sus componentes discretos (de hecho esas eran nuestras prácticas usuales en el laboratorio de electrónica digital en la Escuela de Física y Computación) y de plantearse desarrollos en las áreas de software y hardware operativos. Me sorprendió su tajante respuesta: “¡Muchacho! ¿¡Y qué carajo estás haciendo tú aquí!?” Es claro que el Prof. Armitano se refería a que hacía yo en Venezuela, donde ese conocimiento no tenía absolutamente nada que ver con nuestras realidades.

Nunca olvidé esa conversación porque no solo apliqué muy poco de ese conocimiento técnico más allá de mis clases durante esos años en la Facultad de Ciencias e Ingeniería en la UCV y la UNIMET respectivamente, sino porque me motivó a seguir buscando eso ultimo que solo encuentras cuando logras equilibrar esa formación base con aquella que te permite expresarte completamente como persona.

El haber realizado estudios de postgrado en administración, gerencia, derechos humanos, una maestría en economía internacional, y todos los seminarios de un doctorado en estudios del desarrollo, implicó una navegación intensa en las ciencias del ser humano y formación política. Tenía razón Armitano, ¡qué carajo hacia allí si lo que sabía no servía para nada en el contexto humano! Entonces tenía que hallarlo...

Paradójicamente como bien indica Zakaria, la gente joven en los Estados Unidos y del resto del mundo lo que desea ahora hacer es lo que yo hice hace 40 años, estudiar tecnología, porque ven en eso el desarrollo futuro del hombre. Por experiencia propia esa educación sin contenido humanístico no es suficiente y tiene muy poco valor si su aplicación e interpretación en la gente va sin contenido. En otras palabras, un “que” sin un “para que” destinado a las personas no tiene ningún valor ni impacto en la sociedad.

Desde esta pequeña tribuna de la red donde trato de difundir y alertar de los peligros de la tecnología que hemos creado y que se ha utilizado para violar derechos humanos, y del estudio de las realidades políticas actuales de Venezuela, reivindico las humanidades como el estudio del fin último de esta creación del hombre, que es el hombre mismo. En palabras de Fareed Zakaria, lo humanístico “es una educación que no lo está preparando para su primer trabajo, sino para su sexto trabajo. Así que hay que preguntarse, cuales son las habilidades básicas que necesito, las habilidades que serán útiles toda mi vida: pensar, escribir y leer…””…comienzas a desarrollar amor por aprender, eso es lo que te da una educación en humanidades…”. Nada puede ser más verdadero, lo puedo certificar desde mi propia experiencia.

Zakaria publicó un libro titulado “In defense of a liberal education” (“En defensa de una educación liberal” o para mejor entendimiento local, “En defensa de una educación en humanidades”), donde enfatiza la importancia de la educación en humanidades en un mundo que ahora cree que solo el saber de lo técnico, de computadoras, programación y tecnología digital es suficiente para arreglarlo. Eso lo creí yo y estaba equivocado. Da dos ejemplos de empresas exitosas, Apple y Facebook, que volcaron su saber tecnológico en las personas, obteniendo un éxito sin precedentes.

En Venezuela están cerrando secciones completas de humanidades en la educación media porque consideran esos estudios como superfluos y sin incidencia en el desarrollo del país. Debemos vencer esa perspectiva atrasada y fortalecer más bien las carreras  tecnológicas con estudios humanitarios de mucho nivel, ya que se enfatiza que para que esos estudios tengan sentido deben ser de muchísima calidad. El ejemplo en el video acerca del reforzamiento humanístico de los médicos en universidades norteamericanas para mejorar sus niveles de diagnóstico es solo un ejemplo de eso.

“…Para mí lo más importante para cualquier tipo de trabajo es la habilidad de escribir con claridad y de manera concisa, porque saber escribir bien es saber pensar. Si sabes programar, vas a Intel y puedes trabajar en un microchip con otras 2000 personas que también saben programar. Lo que te hará diferente de los demás es cuán bien puedas comunicar tus ideas…”. Debo excusarme con ustedes por haber escrito en primera persona en esta nota, pero creo que era necesario para explicar desde mi propia experiencia el rescate que hace Fareed Zakaria de las humanidades en el mundo. Alguien también tenía que defenderlas en Venezuela, en especial si ese alguien comenzó su carrera construyendo computadoras en un laboratorio de electrónica y  afortunadamente lo entendió a tiempo…

Caracas, 13 de Noviembre de 2015

Twitter:@laguana

viernes, 6 de noviembre de 2015

La culpa no es de Tiby

Por Luis Manuel Aguana

Hay un sabio dicho popular que reza: “la culpa no es del mono sino de quien le da la hojilla”. Sin embargo la gente no ve eso, insistiendo que es el mono, o peor aún, el conjunto mono-hojilla quien termina hiriéndote -por no decir la palabra correcta-, aunque en algunos casos el mono si sepa porque lo hace, no siendo tan inocente de los atropellos. Tal es el caso del CNE de Tiby.

Y no es que estemos de alguna manera ofendiendo en forma alguna la majestad del cargo de la Presidencia de uno de los poderes del Estado, o a la misma Presidente del CNE, ni mucho menos. Lo que pasa es que cualquiera que ocupe su puesto o el de los demás Rectores del organismo electoral, será objeto de intentos -exitosos o no- de manipulación por parte del Poder Ejecutivo Nacional, por la condición de debilidad estructural e institucional que solo la Constitución de 1999 le pudo dar al organismo electoral. Expliquemos eso mejor.

Hace pocos días un importante dirigente político nos indicaba a un grupo de amigos que posiblemente se había gastado la misma cantidad de dinero en posicionar la imagen de la Constitución de 1999 como "la mejor constitución del mundo", que la que se usó para crear la imagen del Comandante Eterno. De allí que hasta el último opositor del país señale sin dudarlo que esta es “la mejor constitución del mundo” cuando es todo lo contrario. Eso es tan grueso que me dejo pensativo…

Y uno de los ejemplos de los errores constitucionales que señalaba era precisamente el caso del CNE. Desmontar eso de la mente del venezolano común implicaría gastarse los mismos millones invertidos para convencerlo de exactamente lo contrario, que la Constitución de 1999 es el peor error de nuestra historia constitucional republicana, así tenga todos los avances que en efecto tiene, en especial en materia de Derechos Humanos. Menudo problema...

Y aunque no tengamos ese cerro de millones que se usaron para imponer una imagen falsa de una constitución, de alguna manera tenemos que comenzar. Y vale la ocasión electoral para empezar por ese mismo ejemplo: el CNE.

Antes de existir el actual Poder Electoral en la Constitución, creado en la Constituyente de 1999, los procesos electorales eran regidos por la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política, cuyo organismo rector fue hasta 1997, el Consejo Supremo Electoral. El CNE se crea con la reforma de la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política de Mayo de 1998, y es allí donde se consuma la exclusión de los partidos políticos en la rectoría del ente comicial. Ya para ese entonces la ley comenzó a establecer (Artículo 51.c), como requisito para ser uno de los siete (7) Miembros Principales del Organismo, “No estar vinculado a ningún partido político o grupo de electores”. Para 1993 la Ley de Reforma Parcial de la Ley Orgánica del Sufragio subió de 9 a 11 los miembros Principales, con cinco (5) representantes de los partidos políticos y seis (6) sin afiliación política, aumentando en dos (2) la participación a estos últimos (ver Antecedentes de la legislación Electoral en http://www.cne.gob.ve/web/la_institucion/antecedentes.php).

Ya en 1998, la matriz anti-política de la opinión pública que se formó en Venezuela por la degradación de los partidos políticos se inclinaba por excluirlos del organismo electoral, situación que fue consolidada con la inclusión del Poder Electoral como uno de los nuevos Poderes Públicos de la nueva Constitución de 1999.

Entonces, a diferencia de lo que la mayoría piensa, lo que se hizo realmente en la Constituyente de 1999 fue profundizar el esquema que impedía que los partidos tuvieran el control del organismo electoral, consolidando el dominio de ese y el resto de los Poderes Públicos por parte del Presidente de la República. Los partidos le entregaron a Chávez sin saberlo ese control en bandeja de plata antes de siquiera haber sido electo Presidente de la República.

Chávez se encontró con el mandado hecho en 1999 con una Ley que le daba a los “independientes” el control del CNE; y bajando el número de rectores de 7 a 5 en la siguiente modificación de la Ley electoral, elevando el nivel del CNE a Poder Electoral en la nueva Constitución, solo tenía que controlar a esos “independientes” para asegurarse el control total de las elecciones en Venezuela, ¿qué tal?

De allí en adelante todos los Rectores del CNE solo han sido piezas de un ajedrez en un juego de dominación política, donde estos no son más que unos peones del Presidente de la República, así como el resto de los Poderes Públicos.

Si leemos el tenor de lo que existía antes de ese error histórico gigantesco de nuestra clase política en la Ley electoral, lo notaremos más fácilmente: “Cinco (5) miembros del Consejo Supremo Electoral y sus respectivos suplentes serán electos mediante postulación que harán los partidos políticos nacionales que hubiesen obtenido mayor número de votos en las últimas elecciones para Cámaras Legislativas Nacionales. Los cuatro (4) miembros restantes deberán ser ciudadanos sin afiliación política…” (Subrayado nuestro). Más claro no canta un gallo.

Los partidos mayoritarios del parlamento al tener el control político del Organismo Electoral se cuidarían las espaldas los unos a los otros, garantizando a toda prueba la verdadera independencia política de los restantes miembros independientes y la transparencia en los procesos electorales. La limpieza del Registro Electoral estaba garantizada por una Fiscalía de Cedulación en manos del partido opositor, lo cual impedía que el gobierno le metiera la mano al número real de electores. Los puestos dentro del organismo de allí para abajo tendrían las mismas características, siendo todas equilibradas para un sano resultado electoral, conveniente para todos los participantes.

Al haber incluido, no solo en la Ley electoral, sino también en la Constitución de 1999 (Artículo 296) que el CNE “estará integrado por personas no vinculadas a organizaciones con fines políticos”, se repite de una manera estructural pero manipulada el gravísimo error de la Ley electoral de 1998, permitiendo que cualquiera que detente el Poder manipule a su antojo el “resultado” de esas postulaciones, como es lo que efectivamente ha sucedido hasta el presente. Tiby solo es el resultado de ese ajedrez político y la marioneta principal de ese Poder.

Ahora bien, eso no significa que el que tiene la hojilla del ejemplo del dicho popular antes mencionado, pueda tener conciencia y actuar a derecho, soltándola sin dañar a nadie. Sin embargo, siempre hemos mencionado aquí que si usted tiene un sistema donde un portero le agenda las reuniones a un Ministro, este acabará cobrando las audiencias. Pues bien, eso es lo mismo que está sucediendo aquí pero a una escala muchísimo mayor. Y aunque la culpa del sistema no sea de Tiby, acabará siendo triturada por él, porque aunque no lo quiera, terminará siendo la culpable de otro fraude gigantesco al pueblo venezolano. Dependerá de ella soltar la hojilla a tiempo…

Caracas, 6 de Noviembre de 2015

Twitter:@laguana