lunes, 7 de noviembre de 2016

La idea trampa del diálogo

Por Luis Manuel Aguana

Es asombroso ver las diferencias entre lo que piensa el burro y quien lo monta. La comunidad internacional está montada en una de que no nos matemos, sin importar que el régimen nos tenga sometidos y pasando hambre; y por otro lado la población haciendo malabarismos para sobrevivir a la debacle económica, precisamente porque estos delincuentes están gobernando, y a la vez tratando de salir de ellos sin que la sangre llegue al rio. Eso es como mantener a la mujer borracha y el barril lleno de vino al mismo tiempo: no se puede.

Son dos cosas enteramente diferentes. Ahora con la mal llamada mesa de Diálogo se está tratando de imponer lo que algunos han denominado "idea trampa" según la cual el gobierno debe primero estabilizarse económicamente para luego de eso ir a un proceso electoral en condiciones de paz. ¡Dios mío! ¡Si ellos son la negación de la estabilidad económica! ¡Por eso es que precisamente necesitamos salir de ellos!

Ese fue el libreto en el que nos metió el Centro Carter, Gaviria y la OEA con la mesa de Diálogo de Chávez en el 2004. Toda la comunidad internacional se fue tranquila a dormir para su casa, Chávez ganó tiempo para dar con las famosas Misiones, y los venezolanos terminamos jodidos con 12 años más de un régimen comunista. Es verdad, no hubo guerra civil abierta, pero si soterrada con 25.000 muertos al año por el pranato y la inseguridad auspiciados desde el Poder. En otras palabras, una estrategia comunista bien lograda a expensas del pueblo venezolano. Es de esperar que en esta ocasión no volvamos a caer en el mismo hueco porque tal vez no haya otra oportunidad.

El juego entonces de los factores internacionales está claro. Obama no quiere líos en Venezuela a horas de una elección donde se juega por escasos puntos el tercer periodo en el poder del partido demócrata; el Papa tratando de evitar un derramamiento de sangre a cualquier costa; los Castro y Santos en Colombia tratando de evitar que Venezuela le cierre las puertas a las FARC en una jugada combinada donde ambos salen ganando, los cubanos con petróleo y los colombianos con desaguaderos para terroristas narcotraficantes. Y el único perdedor en todo este complejo ajedrez somos los venezolanos pendejos.

Todo el mundo está buscando su beneficio. La gente afuera, el gobierno y la oposición entregada. ¿Y nosotros qué? Creo que ya la situación insostenible en la que han puesto al país no aguanta más esperas. Ya este juego geopolítico abierto y descubierto no es aceptable y si eso nos cuesta la paz, que así sea. La paz no puede ser convertida en el chantaje a un pueblo que se muere de mengua y de hambre.

Si los factores políticos opositores no entienden que esa "idea trampa" no puede volver a ser vendida a la población, no solo por inviable sino porque traiciona el fundamento mismo de la democracia que se ejerció con el voto el 6D-2015, entonces es mejor que renuncien todos porque dejaron de ser legítimos ante los ojos del pueblo venezolano.

Nunca he estado tan convencido como ahora de la necesidad de cristalizar en el país un proceso Constituyente para evitar una confrontación violenta. Pero eso pasa por convencer a los venezolanos de ese camino. Y pecaría de ingenuo si creo que eso vaya a salir de un diálogo cantado previamente para darle tiempo al régimen comunista de Nicolás Maduro, como se le dio al de Chávez en el 2004, para arreglar lo que es muy difícil de arreglar con la emergencia que el caso tiene, dada la orientación comunista y depredadora del régimen.

Ya el asunto dejó de ser sacar a Maduro. El tema está en arrancar de raíz un régimen tóxico que nos hace muchísimo daño. Y eso es lo que deben entender los mediadores que nos visitan, muy especialmente el que viene del Vaticano.

En esta oportunidad el compás de espera que está logrando el régimen no dará el mismo resultado que en el 2004, donde un Chávez repotenciado logro imponerse en un Referendo retrasado al límite, en una negociación que a la luz de lo que ha pasado en Venezuela, no resolvió al final nuestra crisis de fondo que no era otra que el primer intento de imponer un régimen castrocomunista en Venezuela, y que todavía nos lo estamos tratando de sacudir.

Ese fracaso del primer Dialogo del año 2004, nos lo están intentando de imponer de nuevo, siguiendo la misma "idea trampa" del pasado. ¿Estarán los venezolanos dispuestos a permitirlo? No lo creo. Espero que quienes nos visitan para el Diálogo, o mejor aún,  quienes de esa mesa vivieron la trastada del 2004, recuerden el conocido dicho venezolano: al perro macho lo capan una sola vez...

Caracas, 7 de Noviembre de 2016

Twitter:@laguana

sábado, 5 de noviembre de 2016

Igualitarismo, diálogo y guerra civil

Por Luis Manuel Aguana

“La Federación encierra en el seno de su poder
el remedio de todos los males de la patria.
No, no es que los remedia; es que los hará imposibles”
Gral. Ezequiel Zamora

Como profesor de la vieja guardia en Ciencias Sociales del Pedagógico de Caracas de los años 40, mi  padre era un empedernido de la historia y la geografía de Venezuela. Siempre me llamó la atención cuando afirmaba sin asomo de dudas que los venezolanos habíamos resuelto el problema de la igualdad social con nuestra Guerra Federal en el Siglo XIX, al punto que a partir de ese momento nadie se consideró menos socialmente, y que desde allí en adelante nadie llamó más nunca a nadie “su merced”, esa odiosa forma del lenguaje colonial heredada de los españoles, cuyo uso denotaba sumisión en aquellos socialmente menos privilegiados, para dirigirse a aquellos que se consideraban superiores.

Y remataba afirmando que eso, a estas alturas del Siglo XXI, aun no se ha resuelto en Colombia, explicando a su manera, el motivo por el cual consideraba que sería muy difícil que ese país consiguiera la paz, porque los colombianos todavía no habían resuelto el igualitarismo en su sociedad, como si lo hicimos nosotros en la Guerra Federal. En otras palabras, de acuerdo con su teoría no particularmente comprobada, Colombia está viviendo socialmente un retraso de dos siglos con respecto a nosotros, dando como ejemplo que sería impensable allá un Presidente de extracción popular como todos los que hemos tenido en Venezuela. Me hubiera encantado que papá hubiera hurgado más y escrito acerca de ese fascinante tema, como sí lo hizo con la universidad en el contexto de la civilización occidental (http://universidadculturaycivilizacion.blogspot.com/).

¿Eso es malo o es bueno? Imposible decirlo. El desarrollo de la sociedad colombiana ha sido muy diferente del nuestro a partir de nuestra separación en 1830. Los Presidentes y en general la clase gobernante de Colombia son una élite. Provienen de las familias más educadas del país. Recuerden a Bolívar: “Ecuador es un convento, Colombia es una universidad, y Venezuela es un cuartel”. Y los países deben ser conducidos por personas educadas, muy educadas…De allí tal vez el comienzo de nuestras diferencias fundamentales con nuestros hermanos colombianos.

Pero ese igualitarismo se perseguía mucho antes de la Guerra Federal. Indicaba Leoncio Martínez, que ya en la Independencia, “Se ha culpado a los “agitadores” de todos los movimientos populares y se esgrime el argumento aquel de que las mismas masas que siguieron a Boves fueron las aliadas de Bolívar, esto como prueba de la irresponsabilidad de conciencia de las masas” (Subrayado nuestro) (Leoncio Martínez, El Significado de las Masas Populares, en http://ticsddhh.blogspot.com/2011/06/el-significado-de-las-masas-populares.html).

¿Qué más preludio igualitario el de un pueblo que peleó en ambos bandos de una misma guerra? En la tesis de su curso de la Escuela Superior del Ejército de 1973, el entonces Teniente Coronel Jacinto Pérez Arcay, titulada “La Guerra Federal, Consecuencias, (Tiempo de Geopolítica)” (1) señalaba que las causas de la guerra  se situaban en dos factores precipitantes: “uno interno, la causa: las contradicciones de orden socioeconómico; y otro que aflora, el efecto: la subversión psicológica política desencadenada con los medios de comunicación existentes”. Esto último lo indicaba por el estímulo que brindaban los “polémicos volantes tales como El Venezolano donde se explota muy inteligentemente la situación social y se indica en lenguaje claro y sencillo un mensaje distinto a las capas medias urbanas y rurales principalmente a las clases desposeídas”. Perez Arcay responsabilizaba en la misma magnitud a los medios de entonces, como ahora lo hace el régimen con los actuales. Esto, de acuerdo a J.M. Siso Martínez (2), citado en la obra, despertaba “un sentimiento  que la independencia había arraigado profundamente en el corazón del pueblo: el sentimiento igualitario…”

Decía Pérez Arcay que “…tanto se agrandaron las desigualdades políticas, económicas y sociales que se puso en tela de juicio la razón misma de la Guerra de la Independencia y, por tanto, se echaban las bases de una Guerra Civil que muy pronto llegó a ser inexorable”. Pero llama poderosamente la atención que el ahora General en Jefe Perez Arcay sea el mismo que haya escrito en su tesis “Desafortunadamente el igualitarismo venezolano cristalizó por descenso: el poder cayó en manos de una clase –los caudillos- de inferior capacidad que la desplazada por lo cual la pirámide civilizatoria de país llegaría a ser una de las más bajas de América”. Y luego da una explicación que nos deja petrificados: “Para contrarrestar tales fallas el país necesita más y mejor educación que ciencia o tecnología; necesita magistrados que sean entre otras cosas, científicos sociales que puedan llevar nuestro igualitarismo a niveles superiores de cultura. Venezuela requiere salir con urgencia del atolladero de la incivilización, necesita gobernantes corajudos, intelectuales y probos. Quien asuma el poder sin poseer tales virtudes está condenado a dañar al país. (Subrayado nuestro).

Esta última cita fue premonitoria. Este personaje fue el principal mentor político de quien dañara al país de una manera determinante, como nadie que haya asumido el Poder en más de 200 años de historia republicana (ver http://www.el-nacional.com/politica/Jacinto-Perez-Arcay_0_439756275.html). Chávez era lo más lejano de ser corajudo (recuerden el 4F-1992 y el 11A-2002), ni intelectual, ni probo. El saqueo y la destrucción del país en 18 años lo confirman. Pero sí confirma la tesis de Jacinto Pérez Arcay de 1973: “Quien asuma el poder sin poseer tales virtudes está condenado a dañar al país”. Debemos entonces hacer un buen escrutinio de quienes están compitiendo por el Poder después de este desastre.

Mucho de los que somos ahora es consecuencia de lo que hemos sido. El igualitarismo es un rasgo esencial del venezolano. Nuestra sociedad le concede el mismo valor al que sabe como al que no sabe. El mas “vivo” tiene la admiración del conjunto social, no el más trabajador, el más justo, el más decente, el más educado. Llevar ese igualitarismo a “niveles superiores de cultura” requerirá como ya lo hemos indicado en nuestro Proyecto País Venezuela, además de “más y mejor educación” (ver Doce Ejes y un Destino: 7) Educación para el Desarrollo, http://ticsddhh.blogspot.com/2013/09/doce-ejes-y-un-destino-7-educacion-para.html), una conciencia ciudadana para ejecutar ese cambio. El primer paso para curarse es aceptar que se está enfermo, dicen los médicos.

Estamos muy cerca de reproducir las mismas condiciones que se dieron el Siglo XIX con la Guerra Federal y este régimen nos puso en esa vía de exacerbación del igualitarismo que llevamos en la sangre desde la Guerra de Independencia y que se consolidó con la Guerra Federal, pero que ahora está sazonado con un tinte ideológico foráneo.

El odio social que fomentó la mal llamada “revolución” chavista igualó por abajo, tal y como se manifestó después de la Guerra Federal y “el poder cayó en manos de una clase –los caudillos- de inferior capacidad que la desplazada” como sugiere Perez Arcay en su tesis. No es posible entonces ninguna posibilidad de entendimiento entre ambas clases, lo que derivaría eventualmente en un conflicto. Solo que ese conflicto en pleno Siglo XXI, difícilmente sería sostenible para una clase de inferior capacidad.

Muchos dicen que no será posible resolver este grave dilema en que nos encontramos sin derramamiento de sangre. Incluso ya el enviado del Vaticano nos advierte que “Si fracasa el diálogo nacional, el camino podría ser la sangre” (ver declaraciones de Monseñor Claudio María Celli en El Nacional en http://www.el-nacional.com/GDA/Enviado-Vaticano-Venezuela-dialogo-nacional_0_952704730.html). Con el mayor respeto, esa opinión solo sería válida si y solo si, las salidas que se le hacen ver a los mediadores solamente se circunscriben a los intereses de quienes están enfrentados en esa Mesa de Dialogo, y no a los intereses del país.

Venezuela, precisamente por su condición igualitaria, entrará en ese conflicto sangriento si en ese Dialogo, la negociación no se dirige para mejorar las condiciones del venezolano, y solamente se centra en como quedarán para después la elites políticas. Una mega elección para el 2017, un cambio simple de gobierno o las elecciones regionales que deberían realizarse en diciembre 2016, no son de forma alguna la solución a los problemas de los venezolanos. Es la solución de la clase política –los unos y los otros- para conservar espacios de Poder en el medio de la más espantosa crisis humanitaria que haya vivido el país. Se impone pues una solución fuera del cuadro (ver Comunicado de la ANC a la MUD y a los venezolanos http://ancoficial.blogspot.com/2016/10/la-alianza-nacional-constituyente-la.html), que no es otra que el Dialogo entre mismos los venezolanos, en una Asamblea Nacional Constituyente. Más igualitario que eso, imposible…

Caracas, 5 de Noviembre de 2016

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

(1)     Jacinto Perez Arcay, La Guerra Federal, Consecuencias (Tiempo de Geopolítica), Serie Ezequiel Zamora y su tiempo, No. 11, Oficina Central de Información, 1981, Págs. 48-52.
(2)     J.M. Siso Martínez, 150 años de Vida Republicana,  Pág. 134.