lunes, 24 de septiembre de 2018

De la Intervención Humanitaria a la Responsabilidad de Proteger

Por Luis Manuel Aguana

En todo el debate surgido a raíz de las declaraciones del Secretario General de la OEA en la frontera con Colombia indicando que “debemos dejar todas las opciones abiertas” y la declaración del Grupo de Lima de oponerse a una intervención militar en Venezuela, pareciera surgir que ambas posiciones son contrarias cuando en realidad ambas enfocan aspectos diferentes de un mismo problema y que se resume a quien está defendiendo cada uno. El Secretario General de la OEA esgrimió la defensa de una población en estado de postración y el Grupo de Lima esta esgrimiendo la defensa del Estado. Veamos eso con más detalle.

Ciertamente la posición tradicional de los Estados es esgrimir de primero el principio de la soberanía. Los Cancilleres son los representantes de los Estados y su posición no puede ser otra. Es el inmediato mecanismo de autoprotección que sale de la norma de no intervención: La soberanía de los Estados conlleva la obligación de respetar la soberanía de otros Estados; esta es la norma de no intervención que se enuncia en el párrafo 7 del Artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas” (ver punto 2.8 en (1)).

Sin embargo como ya lo hemos mencionado en una nota anterior (ver Intervenciones humanitarias, en http://ticsddhh.blogspot.com/2017/08/intervenciones-humanitarias.html) el concepto de soberanía está moviéndose como consecuencia de hechos horrendos en contra de los Derechos Humanos ocurridos en un pasado reciente, y que indujera al desaparecido ex Secretario General de la ONU Kofi Annan a reflexionar en un discurso pronunciado en septiembre de 1999, durante el 54o período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, “sobre las prospectivas de la seguridad del ser humano y la intervención en el próximo siglo”, tras recordar los fracasos del Consejo de Seguridad en Rwanda y Kosovo, instó a los Estados Miembros a “encontrar un terreno común para hacer valer los principios de la Carta y defender los criterios de humanidad que nos son comunes.”. El Secretario General Kofi Annan dejó esta intervención para la posteridad en el informe del Milenio presentado en el año 2000:

“… si la intervención humanitaria es, en realidad, un ataque inaceptable a la soberanía, ¿cómo deberíamos responder a situaciones como las de Rwanda y Srebrenica, y a las violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos que transgreden todos los principios de nuestra humanidad común?” (ver punto 1.6 en (1)).

De esta reflexión nació la Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados (CIISE, ICISS en inglés) propuesta y establecida por Canadá y que produjo un extraordinario informe publicado en el año 2001 y en el que basamos la presente nota (ver ONU-ICISS La Responsabilidad de Proteger (The responsability to protect – Español - Report of the international Commission on intervention and State Sovereignity https://tinyurl.com/ybu63qgf).

La CIISE decidió expresamente prescindir de este término y sustituirlo por “intervención” o, cuando proceda, “intervención militar,” con fines de protección humana. De esta forma respondemos a la fortísima oposición manifestada por los organismos, las organizaciones y los trabajadores humanitarios a cualquier militarización de la palabra “humanitario”: sean cuales sean los motivos que impulsen a los participantes en la intervención, la comunidad de asistencia y socorro humanitario condena el empleo de este término para describir cualquier tipo de acción militar” (ver puntos 1.39-1.40 en (1)).

Entonces hay un nuevo planteamiento aquí desde el punto de vista global: “No se trata de lograr un mundo seguro para las grandes potencias ni de pisotear los derechos soberanos de las más pequeñas, sino de ofrecer protección práctica a las personas corrientes cuya vida corre peligro porque sus Estados no quieren o no pueden protegerlas” (ver punto 2.1 en (1)) (resaltado nuestro).

Lo anterior es extraordinariamente importante: estamos hablando de la protección de la persona humana “porque sus Estados no quieren o no pueden protegerlas”. A eso es a lo que se refería Luis Almagro. El régimen que impera en Venezuela no quiere proteger a la población porque ha manifestado abiertamente que aquí no hay crisis humanitaria cuando está claramente demostrado todo lo contrario y la expresión exterior más elocuente esta en el éxodo brutal de las personas hacia las fronteras del país.

Por otro lado, del mismo modo que la Comisión descubrió que la expresión “intervención humanitaria” no ayudaba a avanzar en el debate, también estima que la terminología utilizada en debates anteriores para argumentar a favor o en contra del “derecho a intervenir” de un Estado en el territorio de otro Estado está anticuada y carece de utilidad. Preferimos hablar no del “derecho a intervenir” sino de la “responsabilidad de proteger” (ver punto 2.4 en (1)).

Esto último cambia definitivamente la perspectiva. Ahora no hablamos del concepto de soberanía como un control de los Estados sino como una responsabilidad de los Estados, “tanto en las funciones internas como en las obligaciones externas”: “El concepto de la soberanía como responsabilidad, que encuentra cada vez mayor reflejo en la práctica de los Estados, es importante por tres motivos: en primer lugar, implica que las autoridades estatales son responsables de proteger la seguridad y la vida de los ciudadanos y promover su bienestar; en segundo lugar, sugiere que las autoridades políticas nacionales son responsables ante los ciudadanos a nivel interno y ante la comunidad internacional a través de las Naciones Unidas; y, en tercer lugar, significa que los agentes del Estado son responsables de sus actos, es decir, que han de rendir cuentas de sus actos u omisiones. Este concepto de soberanía está respaldado por la creciente influencia de las normas de derechos humanos y la mayor presencia en el discurso internacional del concepto de seguridad humana” (ver puntos 2.14-2.15 en (1)).

La responsabilidad de proteger surge como un nuevo principio de los Estados que progresivamente se ha estado instituyendo y que “consiste en que la intervención con fines de protección humana, incluida la intervención militar en casos extremos, es admisible cuando la población civil esté sufriendo o corra un peligro inminente de sufrir graves daños y el Estado correspondiente no pueda o no quiera atajarlos, o sea él mismo el responsable(ver punto 2.25 en (1)) (resaltado nuestro)

Y este es el caso de Venezuela. La intervención estaría justificada por el lado de la protección que nos debe y no cumple el Estado venezolano para con sus ciudadanos, y la responsabilidad de la comunidad internacional de salir en defensa de la persona humana por encima de la norma de no intervención establecida en la Carta de las Naciones Unidas: “A partir de su interpretación de la práctica de los Estados, de los precedentes sentados por el Consejo de Seguridad, de las normas establecidas, de los nuevos principios rectores y de la evolución del derecho consuetudinario internacional, la Comisión estima que la actitud claramente contraria a la intervención militar de la Carta de las Naciones Unidas no puede considerarse en términos absolutos cuando haya que emprender una acción decisiva por motivos de protección humana(ver punto 2.27 en (1)) (resaltado nuestro)

La Comisión estimo “que todos los criterios necesarios para adoptar una decisión pueden agruparse de modo sucinto bajo seis epígrafes: autoridad competente, causa justa, intención correcta, último recurso, medios proporcionales y posibilidades razonables” (ver punto 4.16 en (1)). Nos centraremos en los dos primeros.

El documento de la ONU-ICISS fue redactado para ser considerado en el marco de las normativas de la ONU, por lo que enteramente sugiere que la responsabilidad y la autoridad competente para intervenir militarmente deben partir del seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Aunque sabemos que en nuestro caso los chinos y los rusos –miembros permanentes del Consejo- han vetado la discusión del caso venezolano en el seno del Consejo de Seguridad, la Comisión no desestima que esto pudiera pasar pero a un alto costo para la ONU: “La Comisión estima que en la práctica política sería imposible alcanzar un consenso sobre un conjunto de propuestas de intervención militar que reconociera la validez de una operación que no hubiera sido autorizada por el Consejo de Seguridad o la Asamblea General. Pero puede el caso de que el Consejo de Seguridad no cumpla con lo que esta Comisión considera que es su responsabilidad de proteger en situaciones que conmuevan las conciencias y que exija una actuación urgente. Cabe entonces preguntarse qué es peor, si el perjuicio que el orden internacional sufre cuando se deja de lado al Consejo de Seguridad o el que se le ocasiona cuando el Consejo asiste impasible a una matanza de seres humanos” (ver punto 6.37 en (1)).

Lo anterior podría traer consecuencias para la ONU: “…si el Consejo de Seguridad no cumple con su responsabilidad en situaciones que conmuevan las conciencias y exijan una actuación inmediata, no cabrá esperar que los Estados interesados descarten otros medios y formas de acción para hacer frente a la gravedad y urgencia de la situación”; y “…si, ante la inacción del Consejo, una coalición ad hoc o un Estado concreto llevan a cabo una intervención militar que respeta efectivamente todos los criterios que hemos establecido y se ve coronada por el éxito –y la opinión pública mundial así lo estima– ello podría menoscabar de forma grave y duradera el prestigio y la credibilidad de las Naciones Unidas” (ver puntos 6.39-6-40 en (1)). La situación venezolana estaría construyendo historia viva porque muy pronto sabremos si alguno de estos escenarios estará planteado en el corto plazo, con graves consecuencias para la responsabilidad del Consejo de Seguridad de la ONU.

Por otro lado los venezolanos tenemos una causa justa: “En opinión de la Comisión, la intervención militar con fines de protección humana está justificada cuando se dan dos amplios conjuntos de circunstancias, es decir, cuando se trata de atajar o evitar:

  • grandes pérdidas de vidas humanas, reales o previsibles, con o sin intención genocida, que sean consecuencia de la acción deliberada de un Estado, o de su negligencia o
  • incapacidad de actuar o del colapso de un Estado; una “depuración étnica” en gran escala, real o previsible, llevada a cabo mediante el asesinato, la expulsión forzosa, el terror o la violación.

Si se cumple al menos una de estas dos condiciones, consideraremos que se ha satisfecho ampliamente el componente “causa justa” de la decisión de intervenir” (ver punto 4.19 en (1)).

La acción deliberada del régimen de Nicolás Maduro Moros en representación ilegitima –pero representación al fin- del Estado venezolano, ha producido grandes pérdidas en vidas humanas, dándose entonces la condición de “causa justa” de la decisión de intervenir. Las pruebas necesarias (de acuerdo al punto 4.29 en (1)) ya las ha aportado el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en su informe relativo a la observación de los Derechos Humanos en Venezuela titulado “Violaciones y Abusos de los derechos humanos en el contexto de las protestas en la República Bolivariana de Venezuela de 1 de abril al 31 de julio de 2017” (ver Informe completo en español en http://www.ohchr.org/Documents/Countries/VE/HCReportVenezuela_1April-31July2017_SP.pdf).

No estamos ante una discusión de los términos sino ante un nuevo concepto de cómo se debe entender en la actualidad el concepto de soberanía en un contexto globalizado del respeto a los Derechos Humanos. Hablar de una “Intervención Humanitaria” nos retrotrae a un concepto obsoleto de soberanía. Hablar de “Responsabilidad de Proteger” nos lleva a discutir la responsabilidad de los Estados de proteger a sus ciudadanos, y si estos no lo hacen por acción u omisión, la obligación de la Comunidad Internacional de intervenir con fines de la protección humana. Al existir para Venezuela  las pruebas y la causa justa, queda de parte de aquellos que se configuren como autoridad competente, actuar en consecuencia y sin dilación. Ojala que exista para ese momento un Gobierno de Emergencia Nacional venezolano con capacidad actuante y conductora para darle la presencia y la representatividad constitucional a esa acción.

Caracas, 24 de Septiembre de 2018

Twitter:@laguana

(1)   ONU-ICISS La Responsabilidad de Proteger (The responsability to protect - Español) Report of the international Commission on intervention and State Sovereignity https://tinyurl.com/ybu63qgf, Diciembre de 2001.

martes, 18 de septiembre de 2018

Intervención militar o disuasión fuerte

Por Luis Manuel Aguana

El mensaje del Secretario General de la OEA fue muy claro: “Dije muy claramente que siempre debemos agotar el camino de las acciones diplomáticas y que debemos dejar todas las opciones abiertas, que no debe descartarse ninguna opción. A partir de ahí, algunas interpretaciones maniqueístas buscaron cambiar el eje de la discusión. El desarrollo fue que hablábamos de ataque militar de violencia, que éramos favorables a la agresión armada. No es cierto…” (ver Mensaje de Luis Almagro sobre visita a Zona de Frontera Colombia-Venezuela, en https://twitter.com/Almagro_OEA2015/status/1041421553513058304). Sin embargo las declaraciones de Almagro en Colombia fueron interpretadas como que el Secretario General de la OEA estaba a favor de un ataque militar, e inmediatamente saltaron los Cancilleres del Grupo de Lima rechazando una intervención militar en Venezuela (ver El Grupo de Lima rechaza cualquier intervención militar en Venezuela

Pero lo que me llamó más la atención fue la fuerte reacción de toda la opinión pública en contra de la Declaración del Grupo de Lima, lo cual refleja ciertamente el curso de la corriente que en este momento esta prevaleciendo en relación a la manera en cómo debe resolverse la crisis venezolana. Y esto amerita un examen un poco más detenido, dado a que está tomando cada vez más cuerpo la necesidad de explorar la expresión “todas las opciones”, habida cuenta que ya los Cancilleres del Grupo de Lima expresaron la posición de sus países en relación a no intervenir militarmente en Venezuela.

Y “todas las opciones” no necesariamente implican solo la opción militar, aunque esa pueda ser también estudiada por esos países. La gente en Venezuela se encuentra muy, pero muy desesperada. Sin poder comprar un mínimo de alimentos por una escandalosa hiperinflación, sin medicinas, sin atención médica, sin agua, sin electricidad, sin servicios públicos básicos porque todos han colapsado, cualquier ser humano que viva en Venezuela que no lo pueda sostener, o se va o se muere. Así de simple están las cosas. Y cada vez es mayor la cifra de quienes no lo pueden sostener. De allí el éxodo en masa para los países vecinos.

¿Y cómo se detiene eso? Yendo a las causas: derrocando la dictadura comunista de Maduro. ¿Pero es así de simple? ¿Metemos a los militares multinacionales desde afuera y ya? Aun cuando la corriente de opinión apunte a una intervención militar con fines humanitarios, el resultado de esa decisión puede ser aun peor. Y eso tal vez no se está visualizando aquí por la desesperación que tenemos en Venezuela.

Ya hemos indicado muchas veces que estamos en una situación de rehenes. Y los delincuentes tienen sembrado el sitio con explosivos. Si alguien cruza por la puerta los hacen estallar, muriendo ellos y nosotros y por supuesto quienes se metan. Prefieren hacerlo así porque son fanáticos y quieren probar un punto ideológico difícil de comprender por quienes no entendimos que esto era parte de un plan que tiene años en ejecución.

El régimen entrena permanentemente a milicianos paramilitares armados en todo el país, y no precisamente para agredir a quien nos invada sino a los propios venezolanos que nos opongamos a ellos. Es posible que se activen de manera criminal en contra de la misma población opositora desarmada -a quien ya han identificado- cuando comience una refriega violenta. No estamos hablando de gente racional sino de talibanes fanáticos ideologizados. Entonces, antes de dar un paso que comience un enfrentamiento armado, lo que sería un baño de sangre imposible de cuantificar, creo que lo mas responsable sería seguir explorando opciones, aunque el tiempo ya este agotado o a punto de agotarse. Siempre hay tiempo para evitar la violencia.

Por si ya no fuera suficiente con lidiar con los grupos de paramilitares armados, y la amenaza que esto representa para la población civil, nos queda aún por resolver el posible periodo de inestabilidad y anarquía posterior en el país de no existir un plan serio de regreso a la institucionalidad. Una caída no controlada del régimen que no implique la participación de la soberanía popular, que refrende las actuaciones de quienes hayan insurgido para desmontar a los delincuentes del poder será altamente inestable, simplemente porque muchos otros grupos conspirarán atribuyéndose protagonismos y derechos.

Este tipo de grupos generalmente se preguntan: ¿y porque ellos y no nosotros? Y eso solo cesa cuando el pueblo es el que dispone quien debe gobernar. De allí que se haga indispensable mover a la opinión pública para convencerle de que sea la soberanía la que decida un plan elaborado a conciencia para ser ejecutado a fin de llenar el vacío de poder antes de que caiga el régimen. Pero para mucha gente con ganas de poder eso no es conveniente. Prefieren que caiga como una piñata: el que tenga más fuerza, que recoja más caramelos del piso, aunque eso no sea de la conveniencia de los venezolanos.

Hace más de un año había manifestado que no estaba en contra de una intervención (ver  Intervenciones humanitarias, en http://ticsddhh.blogspot.com/2017/08/intervenciones-humanitarias.html) si el “dueño de la casa” decide llamar al 911 internacional porque la dictadura le está negando el derecho a recibir ayuda humanitaria. Como dice Luis Almagro, existe la responsabilidad de proteger. Y el “dueño de la casa” aquí es el pueblo de Venezuela.

Si la representación constitucional de ese pueblo es designada sin más dilación, los términos de esa ayuda pueden ser definidos de inmediato entre nuestra representación constitucional, esto es, un Gobierno de Emergencia Nacional nombrado para tal fin, y la comunidad internacional.

Si este, luego de evaluar con profundidad pero con extrema urgencia la situación, decide que se requiere de una intervención basada en el principio señalado por el desaparecido ex Secretario General de las Naciones Unidas Kofi Annan, según el cual “El gobierno de ningún país tiene el derecho de escudarse detrás de la soberanía nacional para violar los derechos del hombre o las libertades fundamentales de los habitantes de ese país”, entonces la comunidad internacional no estaría actuando unilateralmente, sino a pedido de un Gobierno de Emergencia legítimo, que responderá por lo que suceda después.

Pero si por el contrario, un grupo de países decide por su cuenta intervenir en Venezuela porque ya no se puede seguir esperando debido al daño que está causando la situación venezolana en la región, ya estarán desde este momento compitiendo para manejar el país los buitres que captan el olor descompuesto de los restos del régimen de Maduro, con la consiguiente y segura inestabilidad futura.

¿Cuál de las dos prefiere usted?

Ahora bien, si el TSJ legitimo y la Asamblea Nacional deciden (como al parecer por su parte ya lo ha decidido la Asamblea Nacional) que no llenarán el vacío de poder que ha dejado la sentencia condenatoria de Nicolás Maduro Moros, el vacío se llenará igual, por imposición de los hechos y sin control de nadie designado por el pueblo de Venezuela o por sus poderes legítimos. Aparecerá de la nada una intervención militar-humanitaria promovida por alguna coalición internacional, con su correspondiente Junta de Gobierno que decidirá el destino de los venezolanos, con el consiguiente riesgo de repetir el cuento de las ranas pidiendo Rey (ver Fabulas de Esopo http://ticsddhh.blogspot.com/2012/03/fabulas-de-esopo.html). El remedio puede ser peor que la enfermedad. Ya nos paso una vez con Hugo Chávez…

Pero de existir un Gobierno de Emergencia, este podría perfectamente decidir que antes de llamar al 911 internacional “disuadiéramos” a los delincuentes que desgobiernan el país a someter a la soberanía popular, con todas las garantías internacionales del caso, el destino de la nación, so pena de tomar la última decisión que representa una solución violenta que no ganaría el régimen ni por casualidad. Se le estaría dando un chance al pueblo de pronunciarse en relación a su presente y futuro, en particular acerca de cómo se llevaría a cabo el proceso de transición, y el “dueño de la casa” decidiría con el apoyo de toda la comunidad internacional desmontar el sistema que nos ha arruinado así como el discurso del régimen de una “invasión imperialista”.

¿Estarían los secuestradores que nos tienen de rehenes, dispuestos a negociar su salida sin muertos que contabilizar a través de ese mecanismo? Porque en una intervención habrá muertos de todos lados, pero si de algo estoy seguro es que los primeros serían ellos. ¿Estarán dispuestos verdaderamente a detonar los explosivos, volándonos a todos con ellos adentro sin negociar antes una salida? Creo que el Grupo de Lima y el Secretario General de la OEA podrían estar de acuerdo en esta versión disuasiva de la intervención.

De acuerdo al ex Embajador ante las Naciones Unidas, Diego Arria “la capacidad de disuasión de una potencia, como Estados Unidos, no ha sido utilizada todavía en la medida en que eso es posible y que sea más eficiente…Yo creo que la mejor intervención para Venezuela es la de la disuasión….Te repito: el momento es de la disuasión fuerte. La mafia la utilizaba: “I’ll make you an offer you can’t refuse”.” (ver Diego Arria: “Ni China ni Rusia intervendrán por Venezuela”
https://es.panampost.com/orlando-avendano/2018/09/07/diego-arria-ni-china-ni-rusia-intervendran-por-venezuela/). Sería interesante comenzar a trabajar en “cuál sería la oferta que no podrían rechazar” que les propondríamos, pero estoy seguro que encontraríamos alguna en aras del rescate de nuestra libertad y con el menor costo en vidas posible…

Caracas, 18 de Septiembre de 2018

Twitter:@laguana