viernes, 14 de septiembre de 2018

El plan del pueblo soberano

Por Luis Manuel Aguana

“El líder debería ser un plan. Nuestro líder es un mapa. Nosotros lo que necesitamos, todos, los que están adentro, los que están afuera, los desplazados, los exiliados, los perseguidos, todos, es una hoja que nos ponga a todos en la misma línea...” (ver entrevista a JJ Rendón, estratega político y asesor electoral venezolano, con la periodista Idania Chirinos en NTN24, en https://youtu.be/h35yMoayWe0). Y tal vez JJ tenga razón. En un estado de caos opositor donde no se visualiza por ningún lado quien lleva las riendas opositoras y todos compiten por tener la razón, difícilmente existirá una solución al grave problema que enfrentamos los venezolanos.

Pero JJ Rendón no se refería a que alguna persona o grupo en especifico tuviera el liderazgo para enfrentar esta situación tan compleja que vivimos, conducida por unos delincuentes que si cuentan con un plan de destrucción premeditado que ha sido muy efectivo para mantenerse en el poder. JJ se refería a que mirando este macro problema que tenemos, se tiene que pensar en un plan global que nos incluya a todos para combatir al régimen en su propio terreno en una situación de atomización opositora donde todos creemos tener la razón.

Pero no existe una unidad de criterios. Mientras algunos creemos que en Venezuela hay una situación de rehenes, otros creen que lo que hay aquí es un mal gobierno que sale por elecciones. Y hasta que no tengamos una posición común y coincidamos todos en que es lo que estamos enfrentando difícilmente habrá solución.

Sin pretender estar en desacuerdo con ese planteamiento, porque ese es el tratamiento correcto que un estratega de la talla internacional de JJ Rendón le da a al problema que tenemos,  podría afirmar que esa solución se asemeja a aquella del cuento donde unos  ratones expertos propusieron la solución ideal para resolver el problema de poder llegar a la comida advirtiendo la presencia del gato. La solución que dieron los especialistas fue colocar un cascabel alrededor del cuello del animal para así saber cuándo se acercara. Esa era sin discusión la solución del problema. Pero inmediatamente surgió la pregunta que todos conocemos: ¿Y quién le pone el cascabel al gato? Esa es la solución teórica ideal pero luego vino la realidad y la desmontó.

¿Quien pone de acuerdo a todo el liderazgo político opositor venezolano para acordar y seguir un mismo plan para salir del régimen? Resolver eso sería más difícil que la misma solución para expulsar a Maduro y sus ladrones del poder en Venezuela. Aún teniendo un plan -que ciertamente creo que JJ Rendón ya tiene- sería más factible encontrar otra solución que lograr que la dirigencia política acepte un plan común, por extraordinario que este sea. Las diferencias son demasiado grandes, sin contar con la existencia de un colaboracionismo abierto opositor pagado por el régimen.

Sin embargo, la misma situación ha ido convenciendo poco a poco a los venezolanos que el país se ha convertido en una gran cárcel donde estamos todos encerrados con los pranes que manejan el penal, donde no valen otras reglas que las que ellos imponen por la fuerza. De allí que gran parte de la población haya decidido escaparse por las fronteras antes que las cosas empeoren, si es que ya no están lo suficientemente malas.

Vistas así las cosas, creo que los venezolanos si hemos coincido en la caracterización del problema–no así los dirigentes políticos- y que ese plan del que habla JJ Rendón debería estar refrendado por el pueblo soberano que si sabe -sin que nadie se lo diga- con quienes están tratando. Eso reduce el problema, no a convencer a la dirigencia política para que siga un plan común, sino al pueblo mismo de la ruta a seguir. Pero ¿puede una población rehén de unos malandros decidir su destino? Claramente no. ¿Puede una dirigencia opositora en Venezuela decidir algo cuando ellos son objeto de amenazas y presiones de esos mismos pranes que nos tienen secuestrados dentro del país? Fuera del colaboracionismo de muchos de ellos, aquellos que se opongan abiertamente son sometidos, presos y torturados. Ni decir tengo que hay ejemplos recientes de esa conducta.

Entonces cuando vemos las declaraciones blandengues de la dirigencia política local a favor de continuar con una charada electoral con el régimen, no podemos saber si es porque están amenazados, o porque están cobrando o porque simplemente quieren pasar por debajo de la mesa, dejando que esta crisis se profundice convirtiendo a Venezuela en algo peor que Cuba. Y a medida que pasan los días, ya los personeros del régimen, que ya están plenamente identificados por la Comunidad Internacional como unos delincuentes, se atrincheran en el país porque no pueden escaparse de él, y huyendo hacia adelante presentan un nuevo proyecto de Constitución socialista que los pone a gobernar hasta que les de la gana, y al que hay que oponerse solo por definición, que le cercena ya por librito los derechos a los ciudadanos.

¿Debería el mundo considerar que los venezolanos que vivimos en Venezuela –dirigencia política opositora incluida- estamos en la posición de decidir una solución para este problema? ¿Les está dado a los partidos de la oposición negociar con el régimen unas elecciones espurias en diciembre en su condición de rehenes? Es como si les preguntaran a los rehenes retenidos en medio de un atraco a un banco que se les ocurre a ellos para liberarse de los delincuentes. ¡Nada! ¡Son rehenes que hay que liberar!

Entonces mal puede el Poder Legislativo en Venezuela, rehén del pranato de Nicolás Maduro Moros, decidir en relación a llenar el vacío de poder en Venezuela tras una sentencia condenatoria del mismo Nicolás Maduro Moros. Sería completamente absurdo. Cualquier propuesta, discusión o acuerdo que hagan desde la Asamblea Nacional a partir de esa sentencia estará sesgado por la amenaza e intimidación que el régimen ejerza sobre los diputados que no quieran seguir el destino del Diputado Juan Requesens. Con ese ejemplo el régimen claramente demostró lo que le puede pasar a quienes no se dejen comprar desde el poder.

Esperar entonces que la Asamblea Nacional designe un próximo Gobierno de Transición, o de Emergencia como lo llamamos desde aquí, para cubrir el vacío de poder luego de la sentencia firme en contra de Maduro, es en el mejor de los casos un contrasentido. Y en el peor sería un “autosuicidio” ya que el régimen podría disponer también de esa decisión bajo amenaza o colaboracionismo de los diputados opositores bajo su control.

Le corresponde finalmente entonces al único Poder Legitimo fuera de la influencia del régimen, el Tribunal Supremo de Justicia legitimo en el exilio, decidir lo necesario para subsanar el vacío de poder en Venezuela. Esto no solo pasa por decidir un Gobierno de Emergencia Nacional, sino también el alcance de sus decisiones para recuperar la libertad de los rehenes que estamos en Venezuela. Eso, en los términos expuestos por JJ Rendón, sería precisamente el plan que ejecutaría ese Gobierno para recuperar el país. Pero ese plan necesariamente tendrá que contemplar la participación del pueblo de Venezuela en las decisiones fundamentales, a tenor de lo dispuesto por el mismo Alto Tribunal en su Auto de Ejecución de Sentencia de fecha 30 de noviembre de 2017: “Tercero:….En razón de que el país está sumido en una crisis social y económica profunda que tiene afectado la vida normal de los ciudadanos, es procedente la activación de la resistencia civil y pacífica decretada por este Alto Tribunal al tenor de los artículos 333 y 350 constitucional, lo que hace urgente producir los cambios que requiere Venezuela para la restitución de la vigencia de la Constitución y por ende de la democracia en Venezuela, por lo tanto, cualquier salida de la crisis que se pretenda en el escenario político, debe hacerse dentro de los mecanismos de participación popular que consagra el artículo 70 de la Constitución, y nunca a espaldas del pueblo, con el fin primordial de provocar la salida inmediata de todo aquello que ha generado la crisis por la que atraviesa el país. (ver Auto de Ejecución de Sentencia TSJ legítimo, en http://ancoficial.blogspot.com/2017/12/auto-de-ejecucion-de-sentencia-tsj.html) (Resaltado nuestro).

Luego de recuperar nuestra libertad y después que el pueblo de Venezuela ejerza su participación a través de los mecanismos que la misma constitución establece, no habrá duda de nadie y coincidiremos todos en ese gran plan del pueblo soberano, haciendo realidad esa idea del liderazgo de un plan para salir de la tiranía.

Caracas, 14 de Septiembre de 2018

Twitter:@laguana

lunes, 10 de septiembre de 2018

Una Boleta de Excarcelación para Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

El ejemplo no es mío, es del Dr. José Vicente Haro quien ha ocupado gran parte de su tiempo en lograr la libertad de decenas de presos políticos de las mazmorras del régimen. A la pregunta formulada al jurista por los medios de comunicación de como se hace para ejecutar las sentencias del TSJ legítimo, la respuesta siempre es la misma: son tan ejecutables como las boletas de excarcelación de los presos políticos. ¿Porque creen ustedes que hay personas en Venezuela que siguen presas teniendo ordenes de los tribunales para excarcelarlas? Porque existe un régimen que está al margen del Estado de Derecho, y que tiene presos con dueño: “Fulano de tal” es preso del ministro cual, o de tal figura del régimen, y en contra de eso no hay boleta de excarcelación que valga. El preso sigue preso “porque me da la gana”, al punto que sus familiares se cuelgan del cuello las boletas de excarcelación plastificadas al momento de visitar a sus presos para llevarles los alimentos, a modo de protesta cívica silenciosa ante un régimen abiertamente opresor.

Pero no por eso el Dr. Haro, y muchos de sus colegas abogados de Derechos Humanos van al dejar de hacer el trabajo que hay que hacer para lograr esa boleta de excarcelación que ordena al carcelero poner en la calle al prisionero, aunque después le nieguen la libertad.

Si esa primera parte de conseguir la boleta es dura, la segunda de hacerla efectiva es durísima y mucho más difícil. Pero es con tesón y constancia, presionando y denunciando sin temor es que poco a poco se ha logrado la libertad de muchos de esos presos políticos,  razón por la cual los venezolanos tenemos una deuda impagable con los defensores de los Derechos Humanos como el Dr. Haro. Es difícil e insuficiente lograr una boleta de excarcelación para un preso político en Venezuela pero absolutamente necesario. Y ese es precisamente el caso de Venezuela como país.

Al plantearse la circunstancia de un vacío de poder en Venezuela como consecuencia de una sentencia firme condenatoria de Nicolás Maduro por parte del TSJ Legítimo en el exilio, se hace urgente e indispensable la designación de un nuevo gobierno, aunque este no sea efectivo al momento de su nombramiento, precisamente por la misma razón por la cual las boletas de excarcelación son papeles sin valor en el país, pero no por eso se deja de hacer el trabajo que sea necesario para lograrlas, porque son indispensables para la libertad del preso.

Esa “boleta de excarcelación” la constituiría una sentencia del TSJ legítimo para la designación de un Gobierno de Emergencia Nacional.  Difícil de lograr pero absolutamente necesaria para el restablecimiento del Estado de Derecho. Sin embargo también es absolutamente inocua si no se trabaja para hacerla efectiva. De allí que vienen a nuestro auxilio los Artículos 333 y 350 constitucionales: todos los venezolanos investidos o no de autoridad estamos en el deber de colaborar para el restablecimiento de la vigencia efectiva de la Constitución, y desconocer cualquier régimen que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los Derechos Humanos.

Aunque hemos reconocido la necesidad de ese nombramiento directo de un Gobierno por parte del TSJ legitimo,  también hemos dicho que esa designación sería la de un gobierno con un alcance absolutamente limitado a dos tareas fundamentales: a) coordinar la implementación de la ayuda humanitaria para los venezolanos con el respaldo de la Comunidad Internacional; y b) la implementación de una consulta popular, una vez desplazado el régimen de Nicolás Maduro, que le pregunte a los ciudadanos asuntos tan trascendentales como: declarar disuelta la ilegitima Asamblea Constituyente que está en funciones y no validas sus decisiones, la convocatoria por iniciativa popular a un Proceso Constituyente originario por iniciativa popular que reinstitucionalice el país a través de la discusión de un nuevo Pacto Social, proponiendo un nuevo texto constitucional, y que se ratifique al Gobierno designado por el TSJ legitimo o que la nueva constituyente designe a uno diferente a continuación de su instalaciónn, para que se ocupe de gobernar y resolver la crisis urgente de los venezolanos y estabilice el país en todos los ámbitos.

En otras palabras, que inmediatamente luego de la salida del régimen, que sea el pueblo venezolano quien decida sobre el presente y futuro del país, y no los acostumbrados cogollos políticos que deciden nuestro futuro sin nuestra participación, como se ha hecho tantas veces en la historia venezolana.  No estamos pidiendo algo irracional. Estamos proponiendo una hoja de ruta clara que sea conocida por todo el mundo antes de que ocurra nada. Esa sería la “boleta de excarcelación para Venezuela” que le estamos solicitando al TSJ legítimo. Hacerla efectiva es la segunda parte de esta historia.

Por otro lado, existe el mito fundamentado en la falsa apreciación que porque realizamos una consulta el 16J-2017 “ya no es necesario consultar más” al pueblo de Venezuela. Nada más alejado de la realidad. El 16J-2017 el pueblo ejerció un derecho al tratar de parar el proceso constituyente inconstitucional del régimen y no se le atendió. Ese fue el principal motivo de esa consulta cuando la sociedad civil la formuló y que luego fue modificado por las fuerzas políticas en la Asamblea Nacional al incorporar las preguntas relativas a la renovación de los poderes públicos, con la exigencia de un nuevo gobierno.

El hecho de que quienes tenían la responsabilidad de acatar ese mandato surgido de las urnas no hayan dado los pasos necesarios para producir ese cambio, de ninguna manera inválida todas las consultas que sean necesarias para encausar la grave crisis política en la que se encuentra el país.  De hecho ahora es aun más obligante hacerlo que antes al agravarse la situación venezolana. Ya va siendo hora que los venezolanos nos quitemos el miedo de consultarle al pueblo sobre los asuntos que le conciernen,  de eso precisamente se trata la democracia. Y eso es justamente lo que intentamos rescatar a partir de una decisión del TSJ legítimo que de acuerdo al símil descrito, la hemos denominado aquí “una boleta de excarcelación para Venezuela”. El cómo termine saliendo esa boleta lo decidirán los Magistrados de ese Tribunal. Pero eso es lo que pedimos nosotros, que los venezolanos sean los que decidan, y voy a explicar porqué,

Esto que pedimos nunca ha sido del agrado de aquellos que dentro de nuestra clase dirigente pretenden regresar a lo mismo que se hacía en política hasta 1998 después que los delincuentes dejen el poder. Los vacíos de poder se llenan instantáneamente.  Sin una hoja de ruta clara que incluya al pueblo en las decisiones antes de un cambio político en Venezuela, una vez que alguien se monte por algún proceso sobrevenido que se desate después de que los castro-chavistas-maduristas-comunistas se vayan, vendría una etapa que nadie podrá controlar porque la Constitución de 1999 no tiene seguros.

No se puede convocar un nuevo proceso electoral en Venezuela, no solo porque el sistema electoral está viciado, sino porque primero se debe reinstitucionalizar al pais. Imagínense un gobierno de Henry Ramos Allup o de cualquiera de estos dinosaurios del pasado haciendo lo mismo que hacía Chávez sin el control de un Senado porque la Constitución se lo permite: nombrar a los Generales que le de la gana, regalar el dinero de los venezolanos porque el Presidente es el dueño de la Hacienda Pública, crear los Ministerios a su antojo en programas de televisión, o meter presos a sus opositores porque no hay un poder judicial independiente. Eso hay que arreglarlo antes que un Gobierno de Emergencia entregue por elecciones. Si eso no se hace con una consulta al pueblo que convoque al constituyente y debata una nueva institucionalidad para el país para las nuevas generaciones, que alguien me explique cómo se hace y con gusto hablaremos de otra cosa.

Es por eso que es indispensable un nuevo texto constitucional antes si quiera de pensar en nuevas elecciones. Por eso es necesario un proceso Constituyente. No son los delirios de unos locos obsesionados por una constituyente como se insiste en afirmar para descalificar la necesaria participación y presencia del pueblo de Venezuela en las decisiones críticas que le atañen a su futuro inmediato.

El cómo se hará efectiva esa boleta de excarcelación para Venezuela una vez emitida,  paradójicamente sería menos difícil que para el caso de un preso político encerrado en El Helicoide. ¿Y por qué?  Porque esa boleta se haría efectiva desde fuera de Venezuela, con el auxilio de los países dolientes del problema venezolano, comenzando por los Estados Unidos y Colombia, que han manifestado que harán lo que sea necesario para ayudar a recuperar la democracia y la libertad de Venezuela. Una vez que se emita esa boleta los acontecimientos se producirán solos, porque en ese momento esos países sabrán que es lo que pasará, como pasará y con quienes pasará. De allí la importancia de una decisión inmediata del TSJ legítimo y la formulación de la ruta que decidan definitivamente.  Nosotros ya propusimos una perfectamente identificada. Esperamos que en la que terminen decidiendo no dejen afuera al pueblo venezolano.

Caracas, 10 de Septiembre de 2018

Twitter:@laguana