jueves, 19 de diciembre de 2019

Una solución grancolombiana

Por Luis Manuel Aguana

Dedicado a la memoria de
Antonio Nicolás Briceño Braun, insigne grancolombiano

Esta era la situación política de la Gran Colombia, en preludio a la separación de ambos países hermanos, relatada por el Capitán de Fragata Luneau, de la marina de guerra francesa en su informe al Ministro francés de la Marina. Luneau se encontraba en misión en las costas venezolanas en diciembre de 1824, y que según Carlos A. Villanueva (1),  “Es el cuadro de la situación de Venezuela  a fines del año 24, pero, en verdad, el de toda la América española”:

“…En el congreso, así como en toda la república, existen tres partidos perfectamente definidos. El primero se compone de los que se conservan leales al antiguo régimen, y cuyas filas se aumentan con celeridad, llenadas por el descontento de los otros dos. Dicho partido desea volver a la dominación de España, pero con modificaciones a las antiguas leyes. El segundo aspira a una república federativa que diera, a cada departamento o provincia, el derecho a administrase por sí mismo. El tercero quiere la república tal como existe actualmente. Este último es el menos fuerte. Se asegura que los tres están prontos a chocar, y por lo general se piensa que con un pequeño esfuerzo podría recuperar España sus derechos sobre este país. Más para semejante cosa se necesitaría el envío de personas de toda confianza y mucho más dinero que soldados. Con oro se compraría a estos fieros republicanos, todos divididos entre sí y queriendo independizarse los unos de los otros. Importaría enviar especialmente a generales enemigos de crueldades, pues estos procedimientos, por lo común empleados con exceso por los que  perdieron este vasto país, han contribuido más a la independencia de América que la fuerza de las armas de los independientes.

Todos los recursos se agotan cada día de más en más; los tesoros públicos son dilapidados por los jefes, y, si a esto se une la mala administración que rige, es imposible atender a los gastos no obstante los empréstitos cubiertos por Inglaterra; el comercio es casi nulo: los almacenes están repletos de mercaderías inglesas y americanas que no encuentran salida; por todas partes solicitan las nuestras, preferidas siempre a las demás. Las producciones de la tierra disminuyen de una manera alarmante a causa de la falta de brazos. Los negros que se habían mantenido hasta ahora fieles a sus amos en cumplimiento de una antigua costumbre, ahora los abandonan dejando las tierras incultas. Los mismos frutos que pueden cosecharse han perdido la mitad de su valor por causa de la baja sufrida en todos los mercados de Europa. El numerario ha desaparecido completamente de la circulación causando la necesaria tirantez en las transacciones. Por otra parte no se encuentra buena fe en nadie y los comerciantes, por lo tanto, no trabajan sino con temor y desconfianza. Este estado de cosas ha conducido al país entero a una extrema miseria. Yo he quedado sorprendido del enorme cambio ocurrido en el transcurso de tres años, es decir, desde mi primer viaje a estas costas…” (1)

No puedo menos que asombrarme con este informe. Primero la situación de los partidos. Unos, los mayoritarios, ¡queriendo regresarse a España!, los segundos pensando en una federación, compuesta por un lado por la Nueva Granada y por el otro Venezuela, y la minoría, quienes apoyaban el proyecto grancolombiano centralizado de El Libertador.

¡Cualquier venezolano común pensaría que la cosa debió ser precisamente lo contrario! Después de tanta sangre derramada en una guerra encarnizada de independencia, este observador detecta que en ese momento no era necesario que los españoles enviaran soldados para recuperar los territorios liberados, ¡sino alguien con el suficiente oro para comprar a los generales! La corrupción de los jefes era rampante, como ahora. Y la situación económica ni se diga. En aquel entonces no existía el concepto económico de la hiperinflación, pero definitivamente sus efectos fueron los mismos: destrucción de la base productiva y monetaria, desaparición de la mano de obra, escasez de efectivo, desconfianza del comercio, en resumen, miseria para el pueblo.

Siendo esa la situación política de la Gran Colombia a tres años de la Constitución del Congreso de Cúcuta de 1821, ¿aprendimos algo de esta experiencia histórica? Los pueblos que desconocen su historia están condenados a repetirla. Los procesos políticos que están discurriendo en diciembre de 2019 en Venezuela, y cuyos efectos se parecen notablemente a los vividos en diciembre de 1824 (conservando las distancias), ¡hace 195 años!, desatan consecuencias irreversibles de una magnitud inimaginable, como las que se desataron en esa época y cuyo primer resultado fue la destrucción de la obra insigne del Libertador, la Gran Colombia..

En este punto formularé aquí una proposición: nos encontramos en un problema de proporciones, semejante al que terminó con la separación de Venezuela de la Gran Colombia. Un problema de un tamaño tan descomunal que requiere, sin exagerar, de un genio como el del Libertador. En consecuencia, el problema no es solo de los venezolanos, sino también de los colombianos. Y voy más allá: se ha dicho en Colombia que hasta que se resuelva el problema de Venezuela no se resuelve el problema en Colombia. Y es verdad. Lo que no se ha dicho –hasta ahora- es que la solución la debemos formular CONJUNTAMENTE y entre ambos realizar lo que sea necesario para desmontar la mafia delincuencial y terrorista que abate a ambas naciones. Si eso les parece imposible, sigan leyendo.

Esta estrategia conjunta debe ir mucho más allá de expulsar a los narco-delincuentes y terroristas del poder en Venezuela. Eso solo sería el comienzo, aunque sea muy difícil llegar a él. Deberá incorporar una solución que implique el Desarrollo Sustentable conjunto colombo-venezolano como un problema de Estado, como si aún estuviéramos unidos en la Gran Colombia. Tomamos las palabras del novelista mexicano Carlos Fuentes, a raíz de los atentados de Londres el 7 de julio de 2005 y citadas por Manuel Rodríguez Becerra, ex Ministro de Medio Ambiente de Colombia: “se requiere expulsar el terrorismo de sus nidos mediante el desarrollo. Donde hay mejores niveles de vida, educación y salud, donde los ciudadanos sienten que son accionistas del progreso y la libertad, el terrorismo no encuentra suelo fértil…” (2).

Es por eso que la solución debe ser conjunta. Nada de lo que hagamos en Venezuela unilateralmente, como el tristemente célebre mantra de los tres pasos, funcionará sin esa condición porque ambos países nunca viviremos en paz. Debemos pensar en grande como pensó Bolívar. A partir de ahora el liderazgo político debería mirar este problema desde una perspectiva magnificada, como no se pudo percibir cuando ocurrieron los acontecimientos históricos de finales de la década de 1820 y comienzos de 1830. Ese es el tamaño del problema que ambas naciones tenemos, por lo que su solución deberá tener la misma proporción. ¡Una solución grancolombiana! Y esa solución sería el primer paso para resarcirle al Libertador el clamor de la unión de su última proclama, y una manera de reencontrarnos en la historia con su sueño de ver a nuestros pueblos unidos…

Caracas, 19 de Diciembre de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

(1)     Carlos A. Villanueva, La Monarquía en América, El Imperio de los Andes, Págs. 12, 15-17, Sociedad de Ediciones Literarias y Artísticas, Librería Paul Ollendorff, 50, Chaussée D’antin, 50, Paris 1913.
(2)     Arnoldo José Gabaldón, Desarrollo Sustentable, La Salida de América Latina. Prólogo de Manuel Rodríguez Becerra, Ed. Grijalbo, Caracas 2006, ISBN 980-293-344-9

lunes, 16 de diciembre de 2019

El Efecto West

Por Luis Manuel Aguana

Soy un profundo admirador de la obra de Morris West. Tal vez para aquellos más jóvenes les remito a la dirección de Wikipedia para que lo conozcan, busquen su obra y la lean (https://es.wikipedia.org/wiki/Morris_West). Para los mas viejos como yo disfrutamos en nuestra juventud sus extraordinarias novelas como “Las Sandalias del Pescador”, y su ultima y magistral, “Eminencia” donde muchos dicen que antes de su muerte predijo la venida de un Papa argentino. Pero la novela de West que mas me impacto fue “Los Bufones de Dios”, de la cual hice una referencia de carácter político en el 2012 por las elecciones de ese año (ver Los Bufones de Dios, en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/02/los-bufones-de-dios.html), referencia que haré en esta nota pero por otras razones de igual importancia.

Les hago el mismo cuento corto para que se ubiquen en el contexto: “Los Bufones de Dios”, relata la visión de un Papa, acerca de lo que ocurriría luego de la destrucción atómica del mundo por parte de las potencias. El Papa intenta comunicar a todos su visión a través de una Encíclica Papal pero es obligado a abdicar y es internado en un monasterio con voto de silencio. Fundamentalmente el relato del Papa y su Encíclica no trataba de discutir que las potencias volaran al mundo en pedazos, eso lo daba por descontado. Las visiones del Papa de la novela de West profundizaban acerca de lo que tenía que hacer la humanidad, no para evitar la hecatombe, sino prepararse para sobrevivir a ella. Eso es lo brillante del planteamiento. Llamaré a esa actitud El efecto West. Esto es, ante la inevitabilidad de un proceso maligno, no hay que preocuparse por evitarlo, sino más bien preocuparse por prepararse para sobrevivirlo y ganarle a sus consecuencias.

Después de pedirle la renuncia a Juan Guaidó –y recomendar también que hacer-, denunciar los latrocinios mutuos del régimen y su oposición, soportar los oídos sordos de quienes no desean que el pueblo se pronuncie y a través de una Consulta Popular Plebiscitaria indique el camino que debemos seguir, tenemos al frente de nosotros un proceso indetenible e inevitable de negociación y cohabitación electoral, probablemente con el beneplácito de todos los factores opositores del país. ¿Resolverá eso el problema de los venezolanos? Nosotros creemos que no. Eso es como tratar de sobrevivir a un cáncer y olvidarlo tomando aspirinas. Debemos entonces prepararnos para lo que vendrá.

Lo primero que enfrentaremos será la corriente electorera de unos partidos opositores que unidos con el régimen narcoterrorista nombrarán unos Rectores del CNE, si llegan a un acuerdo conveniente a las partes. Hasta ahora no lo han nombrado porque no se ponen de acuerdo en la composición, pero si no lo hacen, los delincuentes de Miraflores terminarán sometiendo a la Asamblea Nacional y terminarán remitiendo el caso al TSJ del convicto de la Av. Baralt. Pero de lo que no nos salvaremos en el 2020 es de unas elecciones con un CNE del régimen con unos partidos opositores, comenzando por el de Juan Guaidó participando; y cuidado y si no también con la participación de muchos otros que hasta ahora ni nos imaginamos y que se dicen de oposición radical.

Eso le dará un aura de legitimidad al proceso y eso es precisamente lo que quiere Maduro: enviar la percepción que la próxima Asamblea Nacional que comienza el 2021 es legítima, siendo todo lo contrario cuando su base de sustentación es tan irrita como la misma Asamblea Nacional Constituyente del régimen.

La gran pregunta es: ¿les daremos los venezolanos legitimidad a esas elecciones con nuestra participación aunque sea de unánime participación opositora, con Maduro en el poder? A la pregunta que le hicieron a Guaidó en la entrevista de El País de España (ver Crisis Política en Venezuela  https://elpais.com/internacional/2019/12/15/america/1576427053_816944.html) P. ¿Estudia la posibilidad de unas elecciones sin que se cumplan las otras dos variables? (esto es, Cese de la usurpación y Gobierno de Transición) R. Hay que tener unas elecciones libres. Sin un nuevo CNE no existe una elección libre. El gran dilema es: ¿es posible poder tener la reinstitucionalización y la garantía de una elección presidencial con Maduro en Miraflores? Eso es un debate en curso.”. Guaidó se equivoca al decir que sin un nuevo CNE hay elecciones libres. ¡Por favor! ¡El CNE no condiciona eso! Lo que condiciona unas elecciones libres es el efectivo Cese de la Usurpación que no se ha dado. Y si Guaidó y su gente todavía están debatiendo eso, es mejor que renuncien como en efecto se lo hemos solicitado. En esa sola pregunta se dilucida el problema de Venezuela.

Entonces como ya es un hecho cumplido que nos veremos de cara a unas elecciones con el régimen el año 2020, repitiendo en una peor versión el año 2019, debemos olvidarnos como sociedad civil de estos representantes para comenzar a trabajar en algo nuevo. Y ustedes dirán, ¿cómo que algo nuevo? Y aquí les hablaré como el Papa de la Encíclica de la novela de West: organizarnos los ciudadanos para cuando comiencen a caer las bombas. La primera aproximación es el Artículo 333 Constitucional: “…todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia” porque la constitución dejo de ser observada por acto de fuerza, no solo por los delincuentes que nos desgobiernan sino para aquellos que debieron hacerlo porque están “investidos de autoridad”. Ya de aquí en adelante se vale todo, comenzando por desconocer esas elecciones y movernos en consecuencia.

Cada Comunidad, cada Municipio, cada Estado, cada organización de la Sociedad Civil, cada Universidad, cada Iglesia de cualquier fe, cada gremio de trabajadores y empresarios, cada personalidad con influencia, todo el mundo, tendrán pronunciarse por una solución, si es que no están de acuerdo con la solución política de convivir con Maduro y sus delincuentes, y aquellos que se dicen políticos deberán luchar por ella. Al frente de esa lucha deberán ponerse sus líderes naturales y legítimos, pasándoles por encima a quienes nos han persistentemente engañado. Si esa masa crítica social no se expresa abierta y contundentemente, nos vencerán quienes han usado la política para enriquecerse. No estamos dispuestos a quedarnos tranquilos y si no podemos parar lo que viene si podemos comenzar a organizarnos para lo que vendrá.

En la novela de West eso se expresó, antes de que empezaran a caer las bombas, en la creación y multiplicación en todo el mundo de comunidades con autonomía de vida con capacidad suficiente para procurarse por ellos mismos los elementos básicos para su subsistencia. Sin llegar todavía a ese extremo (que de una u otra forma en algunos lugares del país se está llegando a eso por obligación) y antes de la disolución del Estado tal y como lo conocemos, el rechazo contundente a una manera de hacer política que despreciamos todos los venezolanos, logrará la concertación común necesaria para una nueva forma de resistencia civil que nos lleve a una solución en la que todos nos acordemos. Ya estamos trabajando en ella antes que comience el Efecto West…

Caracas, 16 de Diciembre de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana