lunes, 30 de agosto de 2021

El revocatorio, la última apuesta

Por Luis Manuel Aguana

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No es nueva la discusión de si hacer una constituyente antes o después de haber salido del régimen de Nicolás Maduro Moros. De hecho, en un contexto político muy diferente en el país, comenté eso por un planteamiento del Dr. Jesús Petit Da Costa en el año 2014 (ver Constituyente: ¿antes o después?, en https://ticsddhh.blogspot.com/2014/05/constituyente-antes-o-despues.html) donde fundamentado en la máxima “se convoca la Constituyente para que redacte una Constitución que legitime el nuevo régimen y establezca el nuevo sistema político-jurídico, tal como lo conciben los que han tomado el poder”, despachaba de un plumazo cualquier intento de convocar al pueblo venezolano antes de salir del régimen.

Y el todo se centraba en el “para qué” convocar al constituyente, si para legitimar la situación política de los nuevos gobernantes, como se había realizado en toda nuestra historia republicana, o para crear un ecosistema institucional capaz de enfrentar los retos de una nueva Venezuela que necesita deslastrarse de los vicios del pasado para poder desarrollarse. Esta última proposición es la definición misma de nuestra propuesta en ANCO.

Un viejo dicho venezolano indica que “las cabras siempre tiran para el monte”, sugiriendo que aunque uno explique y explique las razones fundamentales sobre las que construimos nuestra propuesta de cambiar a Venezuela, El Gran Cambio, para legarle a nuestros hijos y nietos un país con las condiciones mínimas para poder crecer y desarrollarse sin necesidad de emigrar, todavía permanece la reminiscencia de un pasado que tira para el monte del retraso que provoco esta situación.

¿Por qué todavía hay gente que dice que hay que salir del régimen para poder ir a una Constituyente? Esa afirmación constituye en sí misma una contradicción. UNA VEZ QUE CUALQUIER FUERZA DESPLACE AL REGIMEN, ESTAS MISMAS FUERZAS DICTARÁN LOS TERMINOS SOBRE LAS QUE SE ERIGIRÁN LOS NUEVOS ACTORES EN EL PODER. Eso es lo que ha ocurrido siempre en Venezuela. Esa era precisamente la discusión sostenida con el Dr. Petit Da Costa en el 2014. Ustedes creen que si la oposición oficial le pone la mano al gobierno de este país hará una Constituyente? O peor aún, harán una Constituyente a su medida, como la que hizo Hugo Chávez en 1999 y el resto de los gobernantes que llegaron antes que el, después de una disrupción en el proceso político venezolano.

De allí la importancia trascendental de esta discusión. Les pregunto, ¿por qué creen Uds. que la oposición oficial se ha negado en redondo a la convocatoria Constituyente desde que se planteo el tema después de 1999? Porque serían desplazados por nuevos actores políticos y nuevas fuerzas que existen en el país dado el rechazo sin paralelo en la historia que han tenido todos los dirigentes políticos de ambos bandos, los del régimen y especialmente los de la oposición entregada, por la conducción deficiente de la grave crisis venezolana. La Constituyente sería como el ácido que limpiaría hasta el fondo el escenario para darles oportunidad a otros actores en la escena política nacional. Ese es el verdadero problema que tenemos entre las manos.

Cuando sugerimos que en el marco de un nuevo proceso de negociación político que se debe dar en Venezuela para hacer el intento de salir pacíficamente de este hueco en donde nos han hundido, tanto el régimen como su oposición, lo hacemos en la convicción que solamente el pueblo venezolano será capaz de resolver la profunda crisis que nos aqueja. Y el UNICO instrumento constitucional y pacífico que tenemos es convocarnos todos en una Constituyente para REFUNDAR el país, como lo hemos planteado desde hace muchos años, y ahora se nos ha unido la Iglesia Católica en el concepto porque finalmente esa institución ha entendido que sin hacer eso en el fondo nunca habrá paz en Venezuela.

¿Por qué dicen los viejos dirigentes políticos que la Constituyente debe venir “después”? Porque el problema de ellos no es resolver el problema de los venezolanos. Su problema es resolver primero el problemas de ELLOS estableciendo su salvación primero –quítate tu para ponerme yo- para después “ver” si es conveniente o no para sus intereses hacer una Constituyente. ¡Eso es lo que tenemos que rechazar de una manera categórica!

La Constituyente, mis queridos amigos, es el instrumento, el mecanismo mediante el cual el pueblo decide y expresa su decisión para determinar su futuro. No puede ser el instrumento de un vencedor (caso Chávez en 1999) ni es la competencia tampoco para salir de un gobernante. Se coloca equivocadamente el revocatorio de Maduro como la nueva panacea como si el problema fuera de quien gobierna. El problema de Venezuela ES EL SISTEMA POLITICO PODRIDO que ha venido en picada desde antes de 1999 que hay que cambiar con urgencia para salvar la vida del paciente. No estamos planteando ponerle al país un marcapasos o hacerle un cateterismo de coronarias para seguir en el sufrimiento. Estamos proponiendo un transplante completo de corazón para que el cuerpo institucional del país siga viviendo.

Pero aquellos que viven de seguir medrando en lo que hay, en el mismo sistema político que nos ha llevado al más grande de los abismos humanitarios del planeta, siguen insistiendo en el “quítate tu para ponerme yo”, al parecer sin haberse dado cuenta que YA NADIE LOS QUIERE. Pero si se han dado cuenta muy bien. Es por eso que su última apuesta por su supervivencia es vendernos una solución donde “parece” que quieren un cambio pero para que nada cambie. Proponen un revocatorio en la mejor de las condiciones para Maduro.

El régimen fingirá “ceder” para ese revocatorio en México porque eso es lo más conveniente para sus intereses, y la “oposición” lo aceptará con júbilo porque igualmente les interesa. De hecho el régimen pagará por ese revocatorio a quien participe porque al ganarlo en sus términos cobrará un reconocimiento internacional que ahora no tiene, abriendo un nuevo capítulo funesto para la historia de Venezuela. En este momento ya no es relevante quién propuso ese revocatorio (aunque no olvidaremos nunca que fue del lado “opositor”). Ahora lo más importante es que sepamos porque lo propusieron y actuar en consecuencia, rechazando con todas las letras las elecciones regionales ilegitimas que negociarán en México y se darán el 21N, y la supuesta “solución” revocatoria que saldrá después. Ya el régimen ganó con solo haberlos sentado en esas negociaciones y que esa “oposición” los haya reconocido aceptando el Memorando de Entendimiento escrito por ellos. Lo que habrá ganado Venezuela es que después del 21N y la mala apuesta de un revocatorio será el comienzo del fin para una oposición que nunca fue oposición…

Caracas, 30 de Agosto de 2021

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miércoles, 25 de agosto de 2021

Latinoamérica como seguro

Por Luis Manuel Aguana

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La extraordinaria película “Puente de espías” (original en inglés “Bridge of spies”) dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Tom Hanks, narra la historia basada en hechos reales de un espía ruso capturado en los Estados Unidos en 1957 durante la Guerra Fría y su intercambio en la frontera entre las dos Alemanias. Lo interesante a resaltar de esta historia es que el abogado James Donovan convence al juez de cambiar la pena de muerte del espía por una sentencia de 30 años, utilizando el argumento que el espía podría ser utilizado como un “seguro” ante cualquier eventualidad que pudiera suceder en el futuro. Esta previsión le sirvió a los EEUU para recuperar al piloto del avión espía U-2 derribado en la Unión Soviética, a través de un intercambio de prisioneros que negociara posteriormente el abogado Donovan exitosamente.

Quise recordar ese episodio histórico porque los EEUU se olvidaron de ese concepto del “seguro” que el abogado Donovan utilizó con el espía ruso, al condenar a Latinoamérica dándonos la espalda durante muchos años siendo nosotros los socios más confiables que pueden tener ante cualquier problema que pudieran enfrentar –y que seguramente seguirán enfrentando- en el futuro. La prueba más clara de esa afirmación se presenta cuando, a pesar del grave inconveniente que está viviendo Colombia con la migración masiva desde Venezuela, los EEUU solicitaron al gobierno colombiano recibir a 4.000 refugiados de Afganistán. De allí que el Presidente Duque firmara un acuerdo que recibirá a los migrantes de manera temporal (ver Cerca de 4.000 refugiados afganos llegarán a Colombia, confirmó el presidente Duque, en https://www.larepublica.co/globoeconomia/cerca-de-4000-refugiados-afganos-llegaran-a-colombia-confirmo-el-presidente-duque-3220258). ¿Y porque es esto? Porque como decimos en Venezuela, “a la hora de las chiquitas” no queda otra alternativa que echar mano de quienes consideras tus amigos aunque ellos tengan problemas.

De más está decir que una Latinoamérica alineada a intereses comunes con los Estados Unidos es lo que nos conviene a todos. Sin embargo, eso no es lo que vemos en la práctica cuando vemos el avance consistente de los enemigos del mundo occidental en nuestras tierras latinoamericanas, comenzando con el castro-chavismo-madurismo, que ha financiado durante muchos años la desestabilización del continente con el dinero de los venezolanos.

¿Cuál ha sido la respuesta concreta de los gobiernos norteamericanos, incluido el de Donald Trump? Una diplomacia dirigida a proteger sus propios intereses y no los del Hemisferio en su conjunto. ¿Cuántas veces hemos oído que los Estados Unidos no se moverán en el caso venezolano si eso “no afecta su seguridad nacional”? Entonces es muy necesario que comiencen a redefinir su concepto de “seguridad nacional” más allá de su propio territorio. Y si no lo hacen, entonces ¿porqué pedirles a los colombianos ayuda para relocalizar a 4.000 afganos que trabajaron con ellos, en territorio colombiano, así lo paguen? Si Venezuela no estuviera en la órbita del castro-chavismo-madurismo socialista, también nos hubieran solicitado esa ayuda y nosotros con seguridad la hubiéramos dado. En la actualidad, salvo Colombia (y posiblemente Brasil), ningún país en Latinoamérica está en la posición de ayudar de esa manera a los Estados Unidos.

Entonces creo que es hora de sincerarnos todos. Debemos preguntarnos si estamos en la órbita del modo de vida que representan los Estados Unidos o no. Y si va a existir ayuda mutua en caso de problemas, todos debiéramos comenzar a actuar en consecuencia, comenzando por los Estados Unidos. Los aliados naturales de los Estados Unidos están indudablemente en el continente Americano. Recuerden la Doctrina de Monroe y la creación del TIAR, de iniciativa norteamericana.

Ese “seguro” que equilibró la balanza con los rusos en la Guerra Fría podría reeditarse con Latinoamérica si se reexamina el concepto de “seguridad nacional” de los Estados Unidos. Pudiera decirse que estaría en juego esa “seguridad nacional” norteamericana si Colombia cae en manos del socialismo como Venezuela, conformándose una tormenta perfecta de desestabilización terrorista unida al narcotráfico en el continente donde ellos son actores fundamentales. Ya aquí nos debemos quitar las caretas: ¿luego de esa ayuda de Colombia a los Estados Unidos, permitirán estos el avance del Foro de Sao Paulo en territorio colombiano como ocurrió en Venezuela? O más allá, ¿permitirán que se alargue el sufrimiento de los venezolanos con una negociación que a todas luces afianzará las garras del socialismo en el cuerpo político del país, permitiendo que ese cáncer haga metástasis en Colombia?

Los venezolanos hemos demostrado con creces que deseamos un cambio fundamental en la conducción política del país. NO QUEREMOS EL SOCIALISMO que ha traído la muerte, la hambruna, la pobreza, y la destrucción física, moral e institucional de nuestro país. Les hemos demostrado con dos Consultas Populares el mandato claro y la autodeterminación del pueblo venezolano para cambiar el panorama político del país. Los norteamericanos no necesitan más pruebas de nuestra vocación democrática. Para ellos es mucho más fácil que para nosotros ajustar el equilibrio ideológico del Hemisferio con las demás potencias que tienen intereses específicos en nuestra región: Rusia y China. Si verdaderamente es de su interés que el régimen de Nicolás Maduro Moros termine y no comience siquiera un posible régimen socialista en Colombia, pueden comenzar a dar los pasos necesarios para que eso se concrete. De esta forma comenzaríamos a construir entre el Norte y Sur de América una alianza mucho más fuerte, que como un nuevo “seguro”, enfrente los desafíos de las nuevas “guerras frías” del futuro…

Caracas, 25 de Agosto de 2021

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