martes, 7 de diciembre de 2021

Los mitos del Gobierno Encargado

Por Luis Manuel Aguana

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Se ha planteado un debate –de ninguna manera nuevo, solo que ahora tiene más volumen público- acerca de pertinencia de la continuidad del Gobierno Encargado de Juan Guaidó Márquez, esta vez por la afirmación de Julio Borges en su renuncia del Gobierno Encargado como Comisionado de Relaciones Exteriores (ver El Nacional Julio Borges: El gobierno Interino tiene que desaparecer, en https://www.elnacional.com/venezuela/julio-borges-el-gobierno-interino-tiene-que-desaparecer/).

La renuncia de este personaje nefasto de la política venezolana, jefe de uno de los partidos del G4, puede interpretarse se muchas maneras, comenzando por la lucha intestina que se tiene dentro de la Asamblea Nacional de 2015 por la “sucesión” que deberá darse en la oposición oficial después del 5 de Enero de 2022. Borges salta del barco del Gobierno que ellos mismos se dieron con el Estatuto inconstitucional de la Transición, para examinar desde afuera “como quedarán ellos”, el partido Primero Justicia, en la nueva realidad política que se debe dar a comienzos del año entrante.

Pero la cuestión de fondo no es que Borges o cualquiera diga que el “Gobierno Interino tiene que desaparecer” sino si su continuidad es beneficiosa o no para los venezolanos.

Hasta que Borges lo dijo en su renuncia, varios venezolanos ya nos habíamos hecho la pregunta de las “64 mil lochas” del viejo programa de concursos de Efraín de la Cerda: ¿De qué nos sirve un Gobierno Encargado que no ha incidido positivamente en nada de lo que nos está pasando en Venezuela? ¿Tiene algún sentido la continuación de una presidencia que teniendo el reconocimiento internacional no hay nombrado un Gabinete de Crisis –con Alto Mando Militar incluido- para combatir precisamente con la ayuda de esa Comunidad Internacional, la tiranía que está destruyendo a Venezuela y a los venezolanos? Al no tener territorio sobre el cual gobernar, su obligación no era otra que expulsar al régimen. De hecho ya tenía, por si no lo recuerdan, la autorización de 6,4 millones de venezolanos debido a la 3ra. Pregunta de la Consulta Popular realizada del 7 al 12 de Diciembre de 2020.

Pero esas preguntas ya las conocía Julio Borges antes de su noticiosa renuncia, y durante su gestión no se movió ni un milímetro para conseguir eso, utilizando esas posiciones para hacer lo acostumbrado: ubicar a su gente. Pero manifestó que el Gobierno del cual formaba parte es inservible justamente en el momento preciso, no para la conveniencia de los venezolanos sino para la conveniencia política de él y su partido, viendo que cada vez más personas nos estamos preguntando eso, demostrando una supuesta empatía que definitivamente no tiene con los venezolanos. Eso lo demostró con esa declaración.

Muchos opinadores y anclas de programas de televisión, muy famosos ahora por internet, y otros “influencers” venezolanos han salido en la defensa a ultranza del Gobierno Encargado. Estos mismos personajes fueron los constructores mediáticos de esas joyas de la política venezolana actual cuando tenían sus programas en Globovisión y Radio Caracas, y columnas muy leídas en El Nacional y El Universal. Y desde sus nuevas trincheras en las redes sociales aun los siguen defendiendo en sus posiciones sin hacer un análisis mínimo de si mantener o no un Gobierno Encargado es positivo o no para Venezuela.

Para muchos pareciera obvio que Juan Guaidó debería permanecer en su puesto y su figura como Presidente Encargado debe continuar porque “es el único reconocido internacionalmente” y “perderíamos los activos que de otra manera tendría la tiranía de Maduro”. Estos mitos del Gobierno Encargado son repetidos hasta la saciedad. Pero lo obvio siempre me ha resultado sospechoso por evidente.

Es cierto que la Comunidad Internacional, comenzando por los EEUU le ha inyectado legitimidad externa a ese Gobierno Encargado porque hasta ahora ha sido conveniente para sus intereses, no para los nuestros. Hay razones de Estado en los países de la Comunidad Internacional que apuntan a que hay que reconocer a alguien aquí como legitimo, so pena de asumir unos costos que de otra manera tendrían que asumir ellos al dejar correr en el tiempo este cáncer que significa Maduro y sus criminales en el poder para todos los países de la región.

De forma que al “reconocer” a Guaidó (habría que ver de qué se trata ese reconocimiento ya que la mayoría de los países del mundo aun mantienen relaciones diplomáticas formales con el régimen de Maduro, aun cuando exista un enviado de Guaidó) se establece una suerte de “sanción” -sin serlo- al régimen, pero que le endilga a ese Gobierno Encargado “reconocido” la responsabilidad de “salir de Maduro” (después de todo ese problema es de los venezolanos) sin tener rabo con que sentarse.

Hay que reconocer que la Constitución venezolana dio la fórmula mágica para desentenderse del problema con la figura de un “Gobierno Encargado por 30 días hasta convocar elecciones” y les ha funcionado muy bien tanto a la Comunidad Internacional como a los políticos opositores al aprovecharse de la administración de las ayudas. Pero ¿Y los venezolanos? Esos están bien jodidos… Ojalá entendieran afuera que ¡no queremos “ayudas”, queremos que nos ayuden a salir de Maduro y sus criminales a la brevedad! Esa sería la mejor ayuda. Y eternizar una figura comodín intermediaria definitivamente no colabora para lograr eso.

Ahora bien, indicar que “si no fuera por el Gobierno Encargado” se hubieran perdido los activos de PDVSA en el exterior o el oro del Banco Central que está en custodia en Inglaterra, es otro mito de carretera de los políticos de la oposición oficial. Pregúntenle a Horacio Medina como Presidente de la Junta Ad Hoc de PDVSA si le aprobaron los recursos que solicito al Gobierno Encargado y su Comisión Delegada para defender los activos de la industria en los Estados Unidos desde hace más de un año. Si, adivinaron, no se los aprobaron (ver Junta ad hoc de PDVSA exhorta a que se apruebe su presupuesto para continuar con la defensa de activos en el extranjero – Comunicado de PDVSA Ad Hoc a la Opinión Pública General – Tercer aspecto - 9 de Noviembre de 2021, en https://www.bancaynegocios.com/junta-ad-hoc-de-pdvsa-exhorta-a-que-se-apruebe-su-presupuesto-para-continuar-con-la-defensa-de-activos-en-el-extranjero-comunicado/).

Si los activos venezolanos no se han perdido es porque los gobiernos internacionales respectivos han protegido esos activos como consecuencia de las sanciones al régimen de Maduro. Y eso seguirá pasando esté o no esté Juan Guaidó en una Presidencia Encargada hasta que vaya Maduro y exista un gobierno que sea verdaderamente legitimo en Venezuela. Y lamentablemente de cara a ellos, ese no es el de Juan Guaidó hasta que no exista una elección válida en Venezuela por más que lo hayan “reconocido” en el año 2019. Para ellos Guaidó será desechable de acuerdo a la circunstancia y los intereses que se manejen en el complejo ajedrez de las potencias internacionales.

Entonces, ¿adónde nos lleva esta situación? ¿Es la Presidencia Encargada un estorbo o no para la recuperación de Venezuela? Esa es la verdadera pregunta. Y la respondí en una nota pasada, por cierto antes de la renuncia de Borges: “Ya es hora de empezar a buscarle una solución al engendro creado por la oposición política. Una manera simple sería que Juan Guaidó actuando honorablemente como el Dr. Jekyll, “suicide” a la Presidencia Encargada y el Estatuto de la Transición, dando muerte así  al Dr. Hyde, y asumiendo pura y claramente la Presidencia de la República, cumpliendo a cabalidad las obligaciones que le exige la Constitución. De otra manera será preferible para los venezolanos que el engendro desaparezca con él. Pero después de 3 años de pedírselo creo que es inútil seguir exigiendo ese ejercicio de madurez política” (ver El extraño caso de Guaidó y los partidos del G4, en https://ticsddhh.blogspot.com/2021/11/el-extrano-caso-de-guaido-y-los.html).

¿Será capaz Juan Guaidó de “suicidar” la Presidencia Encargada y el Estatuto de la Transición a favor de las necesidades de los venezolanos, declarándose Presidente Constitucional de la República con las competencias y obligaciones que le exige la Constitución, sin más “estatuto” que su propia conciencia? En ese momento indiqué que era inútil seguir exigiendo después de 3 años ese ejercicio de madurez política. Pero al ver que el castillo de barajitas que se construyeron en el 2019 esta cayéndose sobre sus cabezas, esta vez con la ayuda interesada de uno de sus pilares fundamentales, tal vez, solo tal vez, pueda ser posible que se lo piense mejor.

Y en el caso de que no sea así, para los venezolanos es preferible seguir el camino solos que mal acompañados. Creo que tendríamos un mejor chance de salir de la usurpación en tanto y en cuanto la Comunidad Internacional (y en especial los EEUU) entiendan que nuestro problema no es para el 2024 es para ayer y todos los años previos que el régimen nos ha robado las elecciones. Que preferimos una elección de representantes  Constituyentes que decidan el futuro de Maduro, de su régimen y de Venezuela sin la intervención de los poderes constituidos y con la participación de un árbitro internacional imparcial, con la fuerza coercitiva de las naciones. Esa sería la verdadera ayuda, si es que todavía existe ese respaldo de la Comunidad Internacional A VENEZUELA, no a Juan Guaidó…

Caracas, 7 de Diciembre de 2021

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sábado, 4 de diciembre de 2021

De la representación al liderazgo

Por Luis Manuel Aguana

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Quisiera hacer una precisión importante relativa a mi anterior nota publicada (ver Hacia una nueva representación opositora, en https://ticsddhh.blogspot.com/2021/11/hacia-una-nueva-representacion-opositora.html). De hecho, titule la nota haciendo énfasis en el término “representación” y no en el término “liderazgo”. Específicamente resalté: “A pesar que los liderazgos no se decretan ni se eligen, porque la situación misma los genera, los venezolanos debemos encontrarle nuevos cauces y alcances a la lucha opositora por encima de lo que nos ha sucedido a través de una representación actualizada y legitima”.

Los líderes son el resultado de un proceso complejo. Tanto en política como en otros campos no se selecciona por votación a un líder, se escoge a una persona para que ejerza una posición de representación. Por ejemplo, en el pasado, las grandes corporaciones, estilaban “construirle” una carrera a las personas buscando un perfil ejecutivo alineado con los planes del negocio y que en el futuro pudiera llevar las riendas de la empresa.

De esa manera, en el transcurso del tiempo, se decantaban los mejores prospectos hasta llevar a la cima corporativa a quienes iban a liderar el negocio. Cualquiera que haya trabajado en la industria petrolera venezolana sabe de lo que estoy hablando. En ese contexto, por ejemplo, la Junta Directiva de Exxon, no somete a votación entre sus empleados quienes asumirán las gerencias o los principales puestos de mando. Esos puestos le corresponden a los más capaces, formados dentro de sus propias filas, que tras años de preparación, son evaluados de manera constante por la pirámide empresarial para ser seleccionados para las importantes responsabilidades que conllevan conducir esos emporios. Lamentablemente eso no es así en el mundo político.

En política, y más aun en la política venezolana, se confunde el término líder con jefe. La gente común tiene todavía la percepción errónea de que ambas cosas son lo mismo y no es así. Un liderazgo político se cultiva en el tiempo. Las personas que tienen la responsabilidad de conducir grupos, además de responder a las tres preguntas a las que hice referencia en el año 2015 (ver Cuestionario de liderazgo, en https://ticsddhh.blogspot.com/2015/10/cuestionario-de-liderazgo.html), deben saber diferenciar liderazgo de autoridad. Veámoslo en las palabras de Simon Sinek:

"Así que liderazgo y autoridad no son lo mismo. El título te da autoridad. Te da un rango, ¿verdad? Pero no te convierte en líder. Conozco a muchas personas que se sientan en los altos niveles de las organizaciones que no son líderes. Hacemos lo que nos dicen, porque tienen autoridad sobre nosotros, pero no confiamos en ellos y no los seguiríamos a ninguna parte. Y conozco a muchas personas en niveles bajos de las organizaciones que no tienen ningún rango formal, ninguna autoridad formal, pero que han tomado la decisión de cuidar a la persona que está a su izquierda y de cuidar a la persona que está a su derecha. Y nosotros confiamos en ellos y les seguimos a todas partes…” (ver Simon Sinek, Tener autoridad puede darte un titulo, pero es la confianza lo que te convierte en un líder, en  https://www.linkedin.com/posts/simonsinek_leadership-authority-activity-6871834157752860674-8pY0).

Los jefes políticos de los partidos en Venezuela se creen líderes. Esperan que la gente siga creyendo en ellos cuando han perdido completamente la autoridad moral, debido a las acciones de las que han sido protagonistas. Al decir del mismo Sinek, La gente no compra lo que uno hace; compra el porqué uno lo hace” (ver Simon Sinek, Cómo los grandes líderes inspiran a la acción  http://www.ted.com/talks/simon_sinek_how_great_leaders_inspire_action). ¿Y porque creen los venezolanos que los lideres políticos hacen lo que hacen? ¿Podrían creer que el bienestar del pueblo venezolano motiva sus acciones? No lo creo, así como tampoco lo creyó más del 75% u 80% de los electores que no fueron a votar el 21N.

Entonces, en este punto, al haber establecido que no podemos “escoger” a través de elecciones, o de cualquier otro proceso semejante, un liderazgo político, el esfuerzo entonces se debe centrar en escoger representantes de entre las diferentes opciones desde las filas de la sociedad civil, o de los mismos partidos cuyos dirigentes aun mantengan cierta credibilidad. Las personas con capacidad de empatía y confianza, comunicación clara y sobre todo honesta, deberán sobresalir de los representantes escogidos. Ellos serían los que finalmente conformarán ese liderazgo esperado de la sociedad. Pero, ¿cuál deberá ser el planteamiento a los venezolanos para que de allí surja la confianza necesaria para seguirlos y apoyarlos?

Creo que esos representantes no deberían vender su carisma como en el pasado, sino expresar claramente cuales soluciones propone aplicar a los problemas de los venezolanos más allá de un simple cambio de personas en los puestos de poder. Esos aspirantes a una nueva representación política deberán venderles a los venezolanos cómo ellos conciben el cambio y cuáles son sus propuestas para realizarlo. En otras palabras, “porque está haciendo lo que está haciendo” para que la gente siga su liderazgo, como indicaba Sinek. De esa manera, si luego de ser electo es consistente con sus propuestas y se gana la confianza de las mayorías, entonces podrá ser considerado un liderazgo político consistente y serio.

En toda Venezuela, la Alianza Nacional Constituyente Originaria, ANCO, ha expuesto a través de sus voceros autorizados en los Estados, un proyecto de cambio político de mucha envergadura y profundidad, que ha sido discutido en el seno de muchos sectores representativos de esas comunidades regionales. El Gran Cambio (ver El Gran Cambio, Propuesta para la Refundación de Venezuela, en  https://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html) es la expresión ideal de las aspiraciones de muchos posibles representantes. De hecho son líderes naturales de sus gremios en sus regiones, pero que al no existir la institución política legítima por excelencia en el país, un Parlamento electo sin las trampas del régimen, la voz de esos posibles representantes seguirá silenciada, no pudiendo expresar esa voz autorizada ante los venezolanos.

Esta representación debería ser la cantera natural de un nuevo liderazgo político que abogue por una nueva institucionalidad a través de dos caminos: a) como parte de un Congreso Ciudadano que sea una expresión fiel de la sociedad civil, producto de una elección legítima a través de mecanismos Ad Hoc que la misma ciudadanía establezca; o b) como una representación electa de constituyentes en el marco de una convocatoria a una posible Asamblea Nacional Constituyente Originaria que establezca una nueva institucionalidad en Venezuela.

El camino constituyente es mucho más expedito que el primero, y en ambos casos sería muy saludable la elección de representantes cuyo liderazgo la ciudadanía estaría en posición de evaluar de acuerdo a lo que propongan para resolver los problemas del país, más allá de ellos como producto electoral. Ojalá que a partir de ahora esa sea la medida que diferencie un representante de un verdadero líder para el bien de este país atropellado.

Caracas, 4 de Diciembre de 2021

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