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sábado, 2 de mayo de 2015

Venezuela, República Federal (III)

Por Luis Manuel Aguana

Quienes proponemos el Proyecto País Venezuela (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) hemos insistido que en el nuevo sistema político que debe regir en nuestro país, el Presidente de la Republica no debería cubrir tantas funciones como las que ahora tiene. Que el sistema que actualmente nos rige constitucionalmente debe ser modificado para limitar su poder y que este sea controlado; que el Presidente incluso pueda ser destituido de sus funciones si se extralimita o viola la Constitución.

En un país donde históricamente el poder ha sido administrado por una sola persona, el Presidente de la República, con una supremacía indiscutible sobre el resto de los Poderes Públicos, hablar de restarle funciones a esta suerte de Rey o caudillo que elegimos cada cierto tiempo, resulta un contrasentido cultural, por decir lo menos. Tenemos más de 200 años basando nuestro desarrollo en un solo sistema de gobernarnos. Le entregamos el Poder absoluto a una persona y esperamos de su liderazgo una conducción certera.

Pero años de tropezarnos en la misma piedra nos han demostrado que seguir por la senda de entregarle el futuro y las decisiones trascendentales de una sociedad a una sola persona, por más bien intencionada que ésta sea, en una época donde es imposible que alguien maneje solo las complejidades del mundo de hoy -sin contar con las debilidades que todos los seres humanos tenemos-, resulta poco menos que una estupidez. Eso nos lo acaban de demostrar más de 15 años de poder absoluto en las manos de un caudillo militar donde se dilapidó sin control alguno las mayores riquezas materiales que jamás esta nación ha tenido en su historia. Si este ejemplo no nos enseña que tenemos que cambiar el modelo de cómo gobernar a Venezuela, realmente nada lo hará…

Entonces, ¿cuál podría ser el sistema político, si no es el tradicional controlado por el Presidente de la República? Lejos de hacer aquí una disertación técnica de constitucionalistas y especialistas en ciencias políticas-que por lo demás no me corresponde-, mi intención como un simple ciudadano se limita a expresar una opinión con la idea de que los verdaderos especialistas den la suya y se inicie un debate. De allí nacen las soluciones.

Veamos: el sistema de gobierno que hemos tenido está basado en lo que los especialistas llaman "Presidencialismo", esto es, el Jefe de Estado, además de ostentar la representación formal del país, es también parte activa del poder ejecutivo, como Jefe de Gobierno, ejerciendo así una doble función, porque le corresponden facultades propias del Gobierno, siendo elegido de forma directa por los votantes y no por el Congreso o Parlamento” (ver Presidencialismo en http://es.wikipedia.org/wiki/Presidencialismo), en donde todo lo decide el Presidente de la República. La experiencia nos indica que ha sido imposible controlar a este funcionario una vez electo.

Luego de tantos golpes, a lógica también nos indica que debemos ir hacia un sistema, si no opuesto al que tenemos, al menos uno donde esa persona que elegimos esté sujeta a los controles más rígidos a fin de que no quiebre al país o que lo administre como su hacienda personal. ¿Eso es mucho pedir?

En el sistema Parlamentario, opuesto al sistema presidencial, la elección del gobierno (poder ejecutivo) emana del parlamento (poder legislativo) y es responsable políticamente ante éste. A esto se le conoce como principio de confianza política, en el sentido de que los poderes legislativo y ejecutivo están estrechamente vinculados, dependiendo el ejecutivo de la confianza del parlamento para subsistir. En sistemas parlamentarios el jefe de estado es diferente que el jefe de gobierno” (ver Parlamentarismo en http://es.wikipedia.org/wiki/Parlamentarismo#Dos_modelos_de_parlamentarismo).

En este sistema el gobierno lo decide el Parlamento y lo pone o lo quita de acuerdo a su desempeño. No se elije a un Presidente sino a un Parlamento que designa un gobierno con un Primer Ministro o Jefe de Gobierno de acuerdo a las fuerzas políticas electas. Este cambio de modelo se ha planteado en otros países latinoamericanos, como por ejemplo en Argentina (ver Jorge Liotti, Parlamentarismo vs. Presidencialismo ¿Cuál es el mejor modelo para Argentina? en http://www.lanacion.com.ar/913796-parlamentarismo-vs-presidencialismo-cual-es-el-mejor-modelo-para-la-argentina). Es una discusión vieja pero muy vigente y que debemos recoger para Venezuela en el debate de una nueva Constitución.

Si estamos planteando en el Proyecto País un Estado realmente Federal, es claro que los Estados deberán tener un peso fundamental en las relaciones de poder que se formularan cuando se les de constitucionalmente la representación parlamentaria en un Senado, que de acuerdo a nuestro planteamiento, iría mas allá de la simple figuración representativa, ya que los senadores en ese nuevo esquema si serían verdaderos embajadores de sus regiones en el parlamento, ejerciendo los controles debidos al Poder Ejecutivo.

De acuerdo a lo identificado convencionalmente, y en términos generales, se reconocen como ventajas y desventajas de ambos sistemas, las siguientes:

“Se reconocen como ventajas del sistema parlamentario:
  1. Mayor representación del conjunto social en la medida que las decisiones deben consensuarse en muchas ocasiones entre distintas facciones políticas representadas en el Parlamento.
  2. Mejor capacidad de respuesta frente a una crisis de gobierno en la medida que puede cambiar el poder ejecutivo adoptando la moción de censura.
  3. Mayor consenso en las decisiones se considera más la participación y el trabajo en equipo.
Se enfrentan como desventajas frente al Presidencialismo:
  1. Separación de poderes atenuada entre el ejecutivo y el legislativo.
  2. Excesiva vinculación del poder ejecutivo con el partido político mayoritario en el Parlamento, pudiendo derivar en partidocracia.
  3. Su forma más estable termina siendo el bipartidismo.

Tratando de recoger las ventajas de ambos sistemas y eludir sus desventajas se tiende a utilizar sistemas semipresidenciales” (ver Ventajas y desventajas de la república presidencialista en http://es.wikipedia.org/wiki/Presidencialismo#Ventajas_y_desventajas_de_la_rep.C3.BAblica_presidencialista).  

De acuerdo a estas características el sistema parlamentario es el que mejor se ajusta a una forma federal del Estado, resolviendo el control del Poder Ejecutivo al ser éste producto del Poder Legislativo.

Sin embargo, así como resuelve unos problemas crea otros. La elección en segundo grado del Jefe del Estado y Jefe de Gobierno deja sujeto al poder Ejecutivo a los arbitrios de las fuerzas políticas dominantes del parlamento, permitiendo que cualquier crisis haga bastante inestable al gobierno de turno. No obstante, eso podría considerarse un costo tolerable cuando miramos nuestra historia donde los gobiernos han desbancado nuestra economía sin control alguno.

Por otro lado no sería aceptable que en Venezuela no se elija de forma directa al Presidente de la República o Jefe del Estado. Pero si podría un Parlamento designar un Jefe de Gobierno o Primer Ministro. De esa forma se dispondría de un sano balance de poder entre el Parlamento y el Poder Ejecutivo. Este sistema mixto podría bien estudiarse para Venezuela considerando nuestra historia y costumbres republicanas pero corrigiendo los desbalances de poder que tanto han perjudicado a nuestro país.

Independientemente que ambos modelos tengan sus ventajas y desventajas, lo que sí es cierto es que al reconstruir la institucionalidad de Venezuela deberemos encontrar una fórmula capaz de controlar efectivamente a quienes detenten el poder, sin olvidar el peso histórico que los Presidentes han tenido en nuestra historia republicana. No será posible pasarnos un interruptor de la noche a la mañana en este asunto que puede resultar ser muy controversial. Pero lo que si podemos y debemos hacer es establecer límites contundentes a quienes al ejercer el poder absoluto, se corrompen absolutamente. Eso ya nos debe haber quedado muy claro como una experiencia que no debe volver a repetirse…

Caracas, 2 de Mayo de 2015

Twitter:@laguana

lunes, 6 de abril de 2015

Venezuela, República Federal (II)

Por Luis Manuel Aguana

No solo en las grandes obras de arte, como en el caso de El Greco, el fondo constituye no solo un factor importante en lo que el artista quiso expresar al pintarlo (ver extraordinario documental “Fondo para un Caballero” en https://vimeo.com/15425059) sino en la verdad histórica misma de la obra, que es lo que al final queda para la posteridad.

En efecto, en las diferentes restauraciones hechas de la obra de El Greco, El Caballero de la Mano en el Pecho, se ha desdibujado, de acuerdo a las investigaciones realizadas, lo que el autor realmente pintó en el lienzo, cambiándose así lo que originalmente fuera su obra. En otras palabras lo que un artista siglos antes quiso mostrar, se distorsiona con los años, de la mano de quienes paradójicamente la pretenden salvar de la destrucción del paso del tiempo. Pareciera un juego de palabras pero desafortunadamente no lo es…

Pues bien, de tantas Constituciones que hemos tenido, pareciera que de la mano invisible de muchos restauradores se ha ido perdiendo el fondo mismo que pintaron quienes hicieron la primera, los autores de la obra original. Y cada “artista” restaurador le ha puesto su propia “pintura”, dando como resultado que lo que ha llegado hasta aquí no es más que una vaga réplica de la obra original.

Porque lo que al final se desea es que esa obra no solo refleje el espíritu y razón de quienes fundaron la República, sino el sentido del porqué lo hicieron, aunque quienes vinieran posteriormente le imprimieran una orientación completamente diferente, al punto que ha llegado distorsionada hasta nuestros días, agravándola cada vez más y en modo superlativo. Veamos por qué.

La Constitución Federal de los Estados de Venezuela de 1811 es la primera del mundo hispánico y la primera que adopta la forma Federal del Estado. “En la Constitución de 1811, además de las influencias del liberalismo político de la revolución francesa, recibió la directa influencia de la Constitución estadounidense en la configuración del estado como un estado federal, fomentaba dicha recepción por la situación de autonomía local que tenían los cabildos y ayuntamientos de las provincias que luego conformaron Venezuela” (ver Constitución Federal de los Estados de Venezuela de 1811 http://goo.gl/RTsMoz).

¿De dónde salió toda esta fundamentación filosófica? De acuerdo al relato de mi estimado profesor, el Dr. Asdrúbal Aguiar (oír la intervención del Dr. Aguiar en el Foro de El Nacional del 21-07-2014 en https://soundcloud.com/laguana-1/intervencion-del-dr-asdrubal-aguiar-foro-el-nacional-21-07-2014) sus autores que eran en su mayoría los intelectuales de la época, la gente más ilustrada de su tiempo en Venezuela: “No debemos olvidar que el Congreso de 1811 cuando se construye, se integra, el 78% de sus miembros eran egresados de la Universidad Santa Rosa de Lima y Tomas de Aquino, que era como se llamaba, y todos ellos en conjunto Doctores en Letras, Doctores en Canon, Doctores en Derecho Civil, y una vez como cae la Primera República uno advierte el gran dilema, inclusive de corte escolástico, para sofisticar el comentario, en el momento en que Bolívar hace preso a Miranda en La Guaira, y Miranda dice “Bochinche, bochinche, bochinche, este país es todo bochinche”, Bolívar tiene un pasaporte con el que viaja a Curazao y luego a Cartagena. ¿Qué dice en Cartagena Bolívar? Refiriéndose a los señores de 1811, que en su mayoría determinante eran civiles ilustrados, decía “estos señores creen que están en Grecia, que construyen Repúblicas aéreas que no se condicen con la situación y realidad del pueblo venezolano, no preparado para el bien supremo de la libertad”

Es posible que el Libertador tuviera razón al criticar a los autores de 1811, que no estábamos preparados para disfrutar “el bien supremo de la libertad”. Eso lo podía decir una persona de la ilustración de Simón Bolívar frente a un pueblo que difícilmente sabía leer y escribir, y estaba en el oscurantismo como nación. Que debíamos ser conducidos como niños por quienes eran los más esclarecidos y estudiados. ¿Pero creen ustedes que luego de más 200 años todavía estamos en esa situación? Hay algunos que todavía lo piensan así y nos tienen atados a ese oscurantismo del pasado.

El pensamiento mas ilustrado de la época redactó una Constitución Federal para Venezuela que incluso incorporó la figura de las Constituciones Provinciales donde “…cada región tenía la potestad de administrarse y regirse de forma autónoma mientras no se contrariasen los principios de la nación. Una vez efectuada la elección de diputados provinciales para el Congreso de las Provincias de Venezuela, las Legislaturas Provinciales recibieron la exhortación para que dictasen sus propias Constituciones, aunque no todas las provincias tuvieron la oportunidad de redactar una antes de la caída de la Primera República”(ver de nuevo  http://goo.gl/RTsMoz).

El Libertador, como ya hemos descrito en notas anteriores, hizo duras críticas a la forma Federal del Estado de la Constitución de 1811 en el Manifiesto de Cartagena del 15 de Diciembre de 1812, y a la cual atribuye la caída de la Primera República, entre otras razones por la discusión en torno a la subdivisión del país, en especial la Provincia de Caracas, que generó rivalidades y ambiciones de poder (ver Federalismo del Siglo XXI en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/05/federalismo-del-siglo-xxi.html) y principalmente porque no se podía manejar una guerra sin el control centralizado del Estado. Y esa fue la constante histórica de nuestro devenir constitucional.

Pero lo más importante de esta discusión y que hay que resaltar en mayúsculas en toda esta historia es que ese debate se distorsiona, no ya en cómo debe ser la forma ideal del Estado en la Constitución- porque el Libertador acepta que la forma Federal es la mejor (“El sistema federal, bien sea el más perfecto y más capaz de proporcionar la felicidad humana en sociedad, es, no obstante, el más opuesto a los intereses de nuestros recientes estados” Simón Bolívar en el Manifiesto de Cartagena de 1812)- sino en quien administra el poder y porque.

El Dr. Aguiar indica en la extraordinaria cátedra que nos dispensó en el Foro de El Nacional del 21 de julio de 2014 que cuando la Constitución de 1999 nos amarra al pensamiento doctrinario de El Libertador “…los venezolanos nos compramos una Constitución en donde el individuo se subordina al Estado (Art. 1, 3, y 102) y en donde el individuo no tiene la posibilidad de rezarle a Francisco de Miranda o Andrés Bello, sino a Simón Bolívar…Cuando en el Artículo primero se condiciona todo el devenir venezolano a la doctrina y el pensamiento de Simón Bolívar, esto tiene mucho significado desde el punto de vista constitucional, y un significado trágico.”. Todavía se sigue considerando que los venezolanos somos aquellos ignorantes de pantalones cortos donde el Estado debe todavía tutelar el crecimiento de la gente, amén de ser el pasto fundamental de donde se sostienen los sistemas autoritarios y dictatoriales. Ya es hora de romper esas cadenas…

Para nosotros en el Proyecto País Venezuela (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) no existe ninguna duda, así como tampoco la tienen intelectuales de la talla del Dr. Asdrúbal Aguiar, de que hay que discutir de nuevo la Constitución porque está mal hecha y porque descansa sobre unos principios que contrarían la esencia misma descentralizadora del Constituyente de 1811: “Por eso es que cuando hacía la síntesis final de la Constitución decía, esto es una suerte de matrimonio morganático, vista en su parte relacionada con los Derechos Humanos podría decir uno que allí está la Revolución Francesa pero en términos inflacionarios. Hay mucho nominalismo libertario, pero la segunda parte es la configuración del antiguo régimen….Se crea un Estado centralizado, se elimina la autonomía municipal…se condicionan las competencias municipales y estadales a las leyes nacionales, se le entrega al Presidente de la República mediante lo que originalmente se llamó en los debates constituyentes las leyes de base, copia del modelo constitucional cubano, pero para evitar el escándalo volvieron a la figura que se trata de leyes habilitantes, pero habilitantes que en defecto de la tradición constitucional nuestra permite habilitar al Presidente para que pueda hacer todo lo que le de la gana en materia legislativa sin ningún tipo de limitación, y por si fuese poco se incorpora un capítulo de Seguridad Nacional en donde el concepto estratégico de la Nación lo define el propio Presidente de la República, bajo una perspectiva en donde la Seguridad Nacional incluye todo, hasta la forma de caminar de los ciudadanos en Venezuela. Conclusión: ¿Para qué sirve la Constitución del 99? En perspectiva democrática, para nada. Dentro de la perspectiva de lo que ha vivido el país en los últimos 15 años, ha servido para todo…”.

Ya solamente con esto deberíamos ahora mismo estar convocando al Constituyente para cambiar la Constitución de 1999. Como indicaba al principio de esta nota, nuestra intención ha sido preservar el espíritu de los autores originales, pero esta vez haciendo las pinceladas correctas para adecuar ese espíritu a nuestros tiempos, restaurando una obra magistral, convencidos como estamos que la obra original es lo más adecuado para nuestro futuro. De eso se trata el Proyecto País Venezuela.

El Dr. Aguiar decía acertadamente en su exposición que “…el gran drama debería ser o podría ser la posibilidad de que Venezuela para reconstituir su urdimbre social vuelva su mirada hacia la historia, no para congelarse dentro de ella, sino para visualizar…con la posibilidad de escoger una suerte de proyecto hacia el porvenir. O seguimos mirando en la fatalidad del gendarme necesario, o es llegado el momento de que nuestra gente logre emanciparse social y culturalmente para asumir a plenitud justamente aquello que (de acuerdo a) Simón Bolívar no nos había llegado, la posibilidad de disfrutar del bien supremo de la libertad.” . Miramos en la historia para escudriñar quienes somos, y no nos congelamos en ella. Se hizo ese Proyecto de una República Federal para un pueblo que dejó de ser ignorante en su gran mayoría y que creemos que ya tiene los pantalones largos para disfrutar “del bien supremo de la libertad”. El resto será pelear por ella civilmente para alcanzarla.

Caracas, 6 de Abril de 2015

Twitter:@laguana

lunes, 30 de marzo de 2015

Venezuela, República Federal (I)


Por Luis Manuel Aguana

Una de las mayores preocupaciones cuando hablamos del cambio del sistema político en Venezuela pasa por establecer cual deberá ser la nueva composición del poder luego de un cambio constitucional. Realmente ese es meollo del problema. En un país fuertemente centralizado como el nuestro, el poder se halla en pocas manos, principalmente en las del Presidente de la República y a quienes este designe para administrar los recursos de la Nación.

Nuestra tesis es que sin importar quién sea el Presidente, si el sistema aun sigue en pocas manos, como ocurre con nuestra actual Constitución, invariablemente la administración será ineficiente y corrupta. No es posible que sea de otra manera porque son seres humanos quienes al detentar un poder absoluto, se corrompen absolutamente. Ya esa verdad indiscutible la manejaba James Madison (1751-1836), considerado el verdadero Padre de la Constitución norteamericana, cuando al redactar la Carta Magna de la primera potencia del mundo indicaba que todo hombre tenía una predisposición intrínseca a abusar del poder. Entonces la Constitución se debía construir de tal manera que se equilibrara el Poder poniéndole límites a las autoridades que invariablemente abusarían de él.

Entonces de lo que se trataba era de repartir lo más eficientemente el poder de quienes gobiernan, no permitiendo que nadie sea superior a ninguna persona, y que el balance neto del Poder sea de tal manera que no exista nadie en la administración del Estado que haga lo que quiera con los recursos de todos sin el control de otros. De allí la teoría de equilibrios de poder explicada por Madison en el Federalista No. 10 (ver El Federalista en http://goo.gl/LsgP8x).

The Federalist Papers” o El Federalista, como es conocido por nosotros, fueron una serie de ensayos numerados publicados por James Madison (1751-1836), Alexander Hamilton (1755-1804) y John Jay (1745-1829) en The Independent Journal y The New York Packet, dos periódicos de Nueva York, con el objeto de defender el planteamiento federal de la Constitución propuesta a las 13 Provincias y convencerlas de su ratificación. Estos ensayos fueron publicados entre octubre de 1787 y agosto de 1788.

Sin pensar siquiera que alguien pueda replicar algo como lo que hicieron Madison, Hamilton y Jay con El Federalista, es fundamental considerar, como ellos lo hicieron, que era una labor de importancia capital convencer a sus conciudadanos de lo trascendental del planteamiento federal, disgregando cada una de las razones por las cuales ellos pensaban que el Poder no podía descansar en personas sino en INSTITUCIONES.

Es por esa razón que en esta y próximas notas intentaré argumentar, claramente sin la magistralidad de los fundadores norteamericanos, porque pienso que a Venezuela no le queda otro camino que convertirse en una Republica verdaderamente Federal, si pretendemos vivir en democracia después de esta tragedia comunista, so pena de volver a tropezar con la misma piedra en el futuro.

Si estos Padres Fundadores de los Estados Unidos utilizaron la prensa limitada del Siglo XVIII para convencer al pueblo norteamericano de ese entonces del porque moverse hacia un sistema federal de gobierno, bien podríamos nosotros utilizar ese mismo mecanismo pero con la nueva prensa del Siglo XXI, las redes sociales, para tratar de convencer a los venezolanos del porque un gobierno basado en Instituciones, federal y descentralizado es mucho mejor y más seguro que uno basado en el criterio centralizado de una o pocas personas, por más iluminadas que la mayoría piense que son.

A mi juicio no ha sido lo suficientemente explicado al país el porqué Venezuela siendo fundada como un Estado Federal en 1811, nunca llegó a realmente serlo, aun habiéndose ganado una Guerra Federal a mediados del Siglo XIX. Tal vez sea por eso que se nos ha hecho muy difícil explicar la necesidad de un cambio del presente paradigma centralista. Sin embargo no entraré aquí en una discusión histórica. Parte de esa discusión ya la referí previamente en otra nota (ver Federalismo del Siglo XXI en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/05/federalismo-del-siglo-xxi.html) y está ampliamente expuesta en todo el material disponible en nuestro blog del Proyecto País Venezuela (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) relacionado con las causas de la crisis venezolana y el Estado de Poder Centralizado/Descentralizado.

Más bien mi interés aquí se centra en la discusión posterior. No es suficiente con decir “una Constituyente”. Hay que explicarle a la gente que es lo que debería venir después y como eso afectaría sus vidas y en general la vida del país. Porqué un planteamiento como el que hacemos en el Proyecto País Venezuela podría tener una profunda influencia en los asuntos del Estado, y como un cambio sustantivo en la institucionalidad prevista en la actual Constitución podría ser cambiada para mejorar nuestra futura calidad de vida. Eso es lo verdaderamente crucial.

Queremos, en resumen, cambiar de un Estado de Poder Centralizado por uno de Poder Descentralizado, y eso conlleva cambios importantes en cuestiones tan significativas como la redistribución del Poder, actual y constitucionalmente en manos de pocos, a un poder establecido constitucionalmente en manos de muchos. O dicho de una manera más sencilla, la construcción de nuevas formas institucionales que traspasen ese Poder, ahora en manos de pocas personas, a un poder en manos de Instituciones.

Pero eso no es de ninguna manera simple. No basta con cambiar la Constitución, ni es un proceso inmediato hacer que los cambios que se hagan tengan efecto. Nuestro país lleva más de 200 años manejándose administrativa y políticamente de manera centralizada. El proceso que comenzó con la Ley Orgánica de Descentralización, Delimitación y Transferencia de Competencias del Poder Público en 1989, se vio truncado, no solo por el gobierno de Hugo Chávez, sino por las propias fuerzas políticas-que aún siguen vivitas y coleando- y que nunca alcanzaron a entender que esa era la única salida que le quedaba a la democracia.

Al decir de Allan Brewer Carías, entonces Ministro de Estado para la Descentralización, en enero de 1994 (ver Mensaje al Congreso en Allan Brewer Carías, II, 2, 97. Informe sobre la Descentralización en Venezuela 1993 – Junio 1993-Febrero 1994 en http://goo.gl/5IFBcH, Pág. 19): “Esa no fue una decisión política partidista propia de un sistema que venía funcionando. Esa fue, realmente, una decisión de sobrevivencia: no había otra forma de enfrentarse al proceso electoral de 1989, después de la protesta popular del 27 de febrero de ese año, recién instalado en la Presidencia de la República Carlos Andrés Pérez, que no fuera con el sometimiento a un proceso electoral en los Estados, distinto al nacional y para ello, la pieza clave era la elección directa de los Gobernadores. Esa decisión fue un signo del inicio de un esfuerzo de democratización de la democracia, a lo que se agrega la elección directa de Alcaldes, establecida en la reforma de la Ley Orgánica de Régimen Municipal de ese mismo año.”.

En otras palabras, los políticos no fueron a la descentralización porque creyeran en ella, sino porque fue un problema de supervivencia. Ahora se nos está presentando el mismo problema solo que no tan evidente. La elección de las autoridades regionales solo fue la válvula de escape para bajar la presión de un sistema que reventaba. Todo el esfuerzo realizado por aquellos que trabajaron arduamente para el traspaso de competencias a los Estados, modificando leyes nacionales y haciendo que se promulgaran otras en las Asambleas Legislativas de los Estados se perdió en la indiferencia de la clase política. Y el discurso de entrega del Ministro para la Descentralización en enero de 1994 no es más que el epitafio adelantado que se escribiría en la lápida de nuestro sistema democrático centralizado de partidos en 1998.

La institucionalidad que deberemos construir ahora deberá partir de un punto diferente pero con miras a llegar al mismo lugar que se definió durante el mandato de Transición del Presidente Ramón J. Velásquez y que lamentablemente perdimos en 1994. Ese es el reto. No habrá democracia en Venezuela después de la salida de los comunistas del poder si no se retoma seriamente el camino de la descentralización que se inició en 1989. Ahora ese reto es muchísimo mayor porque deberemos construir desde cero esa institucionalidad, estableciendo los marcos de referencia más adecuados para que esas competencias se instituyan en los Estados como parte integral de su autonomía federal, partiendo de la refundación de Venezuela como una Republica Federal.

Caracas, 30 de Marzo de 2015

Twitter:@laguana