Nota
importante:
Por una amable invitación a
la Alianza Nacional Constituyente por parte del Mons. Juan de Dios Peña Rojas,
Obispo de El Vigía, tuve el honor de dirigir algunas palabras a la comunidad de
párrocos de la Diócesis de El Vigía, Estado Mérida, conjuntamente con la Dra.
Blanca Rosa Mármol de León, en la intención de intercambiar opiniones desde el
punto de vista institucional en relación a la convocatoria a una Asamblea Nacional
Constituyente impulsada por el Ejecutivo Nacional. Mons. Peña Rojas aclaró la
posición institucional de la Iglesia en este tema reafirmando la firme
convicción de la Iglesia Católica y de la Conferencia Episcopal Venezolana en
la defensa a la Constitución y a los valores democráticos de los venezolanos. A
continuación mi intervención completa en ese importante evento.
El papel
constituyente de la Iglesia Católica venezolana
Por Luis Manuel Aguana
Intervención en El Vigía, Estado Mérida, con la
Iglesia de Mérida
7 de Junio de 2017
Buenos dias.
Desde la Alianza Nacional
Constituyente celebro este encuentro con la Iglesia del Estado Mérida, y
sugiero seguirlo profundizando posteriormente. Deseo comenzar citando parte de
las palabras de Mons. Diego Padrón, Presidente de la Conferencia Episcopal
Venezolana en su comunicación a la Comisión del gobierno encargada de la
organización de las Bases Comiciales de la pretendida Asamblea Constituyente,
refiriéndose al proceso iniciado por el Presidente de la República el 1ro. de
Mayo:
“1. Que esta Asamblea Constituyente es innecesaria, porque Venezuela cuenta con una de las
constituciones más completas del mundo. Ella contiene lo que cualquier
otra constitución nacional quiere garantizar. Lo que hace falta no es reformar
el texto constitucional, sino que el Gobierno le dé pleno cumplimiento a su
letra y su espíritu. Y si la cumpliera, podría, en algún caso, proponer su
enmienda.”
“2. Es innecesaria, porque no
es lo que el pueblo necesita. Lo que necesita y reclama el pueblo, en primer
lugar, es comida, medicinas, seguridad, paz y elecciones justas….”
En un artículo
que publique el mes pasado destacaba a los excelentísimos Obispos de la Iglesia
Católica que la Constitución de 1999 no era ni de lejos “una de las más completas del mundo”, como afirmaba la Conferencia
Episcopal Venezolana en ese comunicado, sino que de hecho era la responsable de
gran parte de lo que sucede en Venezuela. Esta es una extraordinaria
oportunidad para intercambiar con ustedes porque la Alianza Nacional
Constituyente, no solo difiere del planteamiento del gobierno en convocar un
proceso que consideramos fraudulento, sino porque insistimos en realizar una
Constituyente verdadera y de carácter Originario para cambiar la constitución.
Venezuela tiene más de 200
años debatiéndose entre un centralismo asfixiante de las regiones y unas
regiones que a su vez desean y no terminan de desarrollarse en base a sus
propias potencialidades políticas, económicas, humanas y culturales.
La Constitución
de 1999 destruyo el proceso de descentralización que venía realizándose
exitosamente desde 1989. De acuerdo al constitucionalista Allan Brewer-Carias
en su escrito “Federación
Centralizada en Venezuela: Una contradicción Constitucional”
escribió y
cito: “Desafortunadamente, el
proceso constituyente de 1999 no fue concebido como un instrumento para la
conciliación con vistas a la reconstrucción del sistema democrático, para
asegurar su gobernabilidad efectiva. Ello hubiera requerido el compromiso
político de todos los componentes de la sociedad y del liderazgo político, así
como la participación de todos sus sectores en el diseño de una nueva forma de
funcionamiento de la democracia, lo cual no ocurrió. El proceso constituyente,
al contrario, sirvió para lo antes mencionado, es decir, para facilitar el
total apoderamiento de todas las ramas del Poder Público por el nuevo grupo
político que se formó en torno al nuevo Presidente, que aplastó no sólo a los
otros grupos y partidos políticos, sino
a la autonomía de los Estados de la federación.”. Fin de la cita.
De manera pues
que mal podemos decir que los venezolanos debemos estar contentos con este
adefesio constitucional de 1999. En palabras del constitucionalista Asdrúbal
Aguiar en un Foro realizado en Julio de 2014 en El Nacional refiriéndose ya más
concretamente al texto de la Constitución de 1999 indicaba, y cito: “…se crea un Estado Centralizado, se elimina
la autonomía municipal, base histórica no solo de la República sino de nuestra
experiencia democrática, se condicionan las competencias Municipales y
Estadales a las leyes nacionales, se le entregan al Presidente de la República
mediante lo que originalmente se llamó en los debates constituyentes, las leyes
de base, copia del modelo constitucional cubano, pero para evitar el escándalo,
dijeron que la figura se trataba de Leyes Habilitantes, pero habilitantes que
en defecto de la tradición constitucional nuestra permite habilitar al
Presidente para que pueda hacer todo lo que le de la gana en materia
legislativa sin ningún tipo de limitación, y por si fuese poco, se incorpora un
Capítulo de Seguridad Nacional en donde el concepto estratégico de la Nación lo
define el propio Presidente de la República bajo una perspectiva en donde la
Seguridad Nacional incluye todo, hasta la forma de caminar de los ciudadanos en
Venezuela. Conclusión: ¿Para qué sirve la Constitución del 99? En perspectiva
democrática para nada. Dentro de la perspectiva de lo que ha vivido el país en
el curso de los últimos 15 años, ha servido para todo…” . Fin de la cita.
Nos preguntamos entonces, ¿por
qué se insiste en exaltar este paquete chileno que es la Constitución de 1999,
como “la mejor” y “más completa” del mundo? ¿Cómo se puede decir que esa
Constitución no es la responsable de lo que pasa en Venezuela, sobre todo del
ahorcamiento de la descentralización y el desastre económico socialista, habida
cuenta que Chávez se monto en ella para todas las leyes Habilitantes económicas
que le dio la gana para producir el Estado Comunal de facto que estamos viviendo?
¡Y quien nos lo esté vendiendo sea nuestra misma oposición y ahora,
lamentablemente, los Obispos de la Iglesia Católica! No lo puedo entender.
A nuestro juicio a esta
Constitución hay que cambiarla si deseamos levantar cabeza en el
futuro, y cuanto antes mejor. Tampoco es un problema de “acatamiento” de la que
tenemos como siguen insistiendo algunos. El problema que tiene la Constitución
de 1999 es estructural, como bien nos lo señalan quienes se consideran
internacionalmente los mejores especialistas de la materia, y
nos está haciendo daño. Si la estructura de su casa está dañada, o
usted la arregla o se muda, no se queda a esperar que le caiga encima. Pero lo
primero que hay que cambiar es la ignorancia de la dirigencia política en esta
materia tan vital para nosotros, y en consecuencia el discurso y los mensajes
erróneos que les están enviando a los venezolanos.
Y allí la Iglesia Católica venezolana debe jugar un papel constituyente
fundamental.
Luego de la Independencia nunca
se cumplió la promesa federal de desarrollo territorial establecida por
nuestros fundadores en 1811. El país se dividió, quedando esa ilusión de
federación, profundizada por pleitos de caudillos regionales, muchos de ellos
jefes independentistas, que llevaron luego al país a una nueva guerra, esta vez
Federal. Muy posteriormente
el dictador tachirense Juan Vicente Gómez, al inicio del siglo XX, pone
orden y reunifica al país acabando con esos caudillos regionales, centralizando
de una vez por todas el desorden histórico. Por eso es que autores como el
desaparecido constituyente de 1999 Jorge Olavarría, indicaba que la federación en
Venezuela ha sido un fetiche ilusorio que hemos reclamado, y que ha provocado
muchos muertos en nuestra historia republicana. Al centralizarse Venezuela a
principios del siglo pasado, se sacrifica la escasa autonomía- económica y
política- de las regiones,
lograda por el triunfo de los federalistas en la Guerra Federal, por la
paz en beneficio de todos.
¿Cuál es el deber ser ahora? Una
forma de Estado que apunte a acercar el Poder a las personas para que estas
puedan asumir la responsabilidad que les corresponde como ciudadanos. Y eso
existía en la Venezuela de 1810, donde las decisiones de política se llevaban
al Cabildo, como única y última instancia de los ciudadanos. La Independencia
de Venezuela se gestó en el Cabildo de Caracas el 19 de abril de 1810. Debemos
devolver la política a los ciudadanos y no existe otra manera de hacerlo que
regresarles normativamente el Poder del que antes disponían en las ciudades como protagonistas del
futuro de sus comunidades, y que perdieron luego de la Guerra de Independencia,
con el alejamiento del Poder a los centros de decisiones militares, lejos de
los problemas civiles de la ciudad y del país.
Sin embargo, la construcción
normativa que constitucionalmente tenemos desde 1830, año del inicio de la
República tal y como la conocemos ahora, impide esa aspiración. Desde entonces
todas nuestras Constituciones reservan todo el Poder al Presidente de la
Republica, así como el manejo de la Hacienda Pública y las Fuerzas Armadas. Los
Estados y Municipios están relegados y sometidos a un papel de segundo orden
cuando son ellos los responsables de la calidad de vida de los ciudadanos.
Debemos cambiar la forma de un Estado de Poder
Centralizado por una
de Poder Descentralizado, acercando el Poder a los ciudadanos, y eso conlleva
cambios importantes en cuestiones tan significativas como la redistribución del
Poder y las Instituciones, actual y constitucionalmente en manos de pocos, a un Poder establecido
constitucionalmente en manos de muchos. O dicho de una manera más sencilla, la
construcción de nuevas formas institucionales que traspasen ese Poder, ahora en
manos de pocas personas, a un poder en manos de Instituciones y de Ciudadanos.
Posiblemente aquí estemos dando, si no con el
fondo del problema, si con una de las raíces fundamentales de muchas de
nuestras principales preocupaciones como sociedad. Las razones por las cuales
los venezolanos siempre esperamos que alguien milagrosamente resuelva todos los
problemas, pareciera una suerte de enfermedad que se ha traspasado de
generación en generación. La espera afanosa de un liderazgo que nunca aparece,
y que nunca aparecerá hasta tanto la gente no internalice que la respuesta se
encuentra en cada uno de ellos como ciudadanos.
Nadie puede someter a un pueblo culto,
consciente de sus derechos. Por esa razón los países con indicadores altos en
materia educativa disponen de gobiernos respetuosos de los derechos humanos con
altos grados de desarrollo social y económico.
Si la base de nuestro Pacto Social
fundamental, que es la Constitución, está estructurada de forma tal que sea el
Estado quien distribuya (el Estado benefactor), quien decida cuanto y en qué
forma darle a los ciudadanos su parte del reparto de la renta del país,
conceptualmente estamos partiendo de un modo equivocado. Eso nos condiciona en
el Pacto a que hay alguien que da y otro que recibe, independientemente de las
porciones que se repartan. Ese esquema genera de por si a quienes busquen
repartir en su propio beneficio.
No se plantea en la Constitución que son los ciudadanos los que deben trabajar para el
sostenimiento de las Instituciones del Estado. No existe la capacidad ciudadana
para manejar los impuestos y la discrecionalidad política, administrativa y
financiera necesaria para resolver su diario vivir y su calidad de vida.
Al no ser eso así, queda en las manos de
quien reparte proveer el bienestar ciudadano, y de allí comienza la feroz lucha
de los factores políticos para alcanzar las posiciones de Poder que les
permitan ejercer la administración del Estado, pervirtiendo el objeto
fundamental de su propia razón de ser, que no es otro que el de proveer
bienestar y calidad de vida a los ciudadanos.
El Municipio, unidad básica y fundamental del
territorio que reúne bajo su seno a las comunidades agrupadas en ciudades, en
la actualidad dependen para sus necesidades más elementales del auxilio
financiero del Estado. La organización que nos hemos dado a través de ese Pacto
Social que es la Constitución, aún reparte la renta del país hasta en un 20% a
todos los Estados y Municipios, a través de una figura jurídica denominada
Situado Constitucional (Artículo 167.4 Constitucional). De ese 20%, los
Municipios han recibido históricamente a su vez un 20%, quedándole al Estado
regional el 80% restante de ese 20%. Es un Pacto absurdo donde gana quien
reparte y no los ciudadanos.
En otras palabras, el Municipio, el lugar
donde viven las personas, donde desarrollan sus actividades, su trabajo, su
recreación, se educan y conviven, recibe la parte más ínfima en el reparto,
quedando al arbitrio de una entidad superior, "El Estado", la buena o
mala administración de esos recursos. Los impuestos nacionales como el IVA, no
se regresan a ellos en la misma proporción, así como tampoco los impuestos de
transacciones inmobiliarias, y aquellos provenientes de los registros y notaría
de documentos. De esta manera, en ninguna parte de Venezuela los ciudadanos
disfrutan de los impuestos que ellos mismos generan, quedando estos a la
discrecionalidad de quien conduzca el Estado y de su buena o mala
administración, y no de los ciudadanos que los producen. Eso no ocurre en
ningún lugar del mundo.
¿Puede ser ese un esquema viable? ¿Cómo puede
una persona consustanciarse con sus problemas y sus soluciones en las ciudades
cuando no está en ellas el poder resolverlos? ¿Qué interés puede tener? En
pocas palabras, ¿cómo puede alguien ejercer su ciudadanía, si de entrada esta
cercenada su capacidad de ejercerla? El sistema no está diseñado para hacer
ciudadanos sino habitantes, o peor aún, borregos sin criterio que deben ser
conducidos al matadero.
Pues bien, de eso se trata todo esto. De eso se trata nuestro
planteamiento fundamental al país con el Proyecto Pais Venezuela y ahora con la
Alianza Nacional Constituyente. De cómo desmontamos lo que haya que desmontar
para conseguir que el ciudadano se desarrolle integralmente dentro de un Pacto
con justicia social. Y creo que la Iglesia debe ser parte
fundamental de todo este esfuerzo, configurando un papel único de difusión y
formación ciudadana constitucional.
Debemos lograr esto conjuntamente con
el apoyo de todos los sectores, pero especialmente con aquellos más cercanos a
la población, como lo es la Iglesia Católica y su organización pastoral, partiendo
de las regiones, comunicando y formando al pueblo de la extraordinaria importancia
de su autonomía política, administrativa, financiera y fiscal, para la
gestación de un nuevo País, Estado y Ciudadano. Alli esta el centro de nuestra
propuesta del Proyecto País Venezuela.
Tenía que partir de estos conceptos fundamentales para poner los
caballos delante de la carreta y ordenar el “para qué” la Alianza Nacional
Constituyente anda en esto de una Constituyente desde hace más de 15 años. ¿Lo
comprenden ahora? Sin embargo pareciera
que en este momento se nos ponen las cosas más difíciles, cuando la verdad es
que se justifican aún más...
Celebramos las posiciones firmes de la Iglesia y la Conferencia
Episcopal Venezolana en relación a la forma de gobierno que ha llevado a la
pobreza a millones de venezolanos. Estamos seguros que ahora que conocen un
poco más nuestras motivaciones puedan entender mejor la necesidad del cambio
estructural que impulsamos para Venezuela, traducida en una forma del Estado a
favor de la población y de sus regiones. Y es por eso que la propuesta es que
sea el pueblo el que decida convocarla, al margen de cualquier otro interes, es
decir, el Poder Originario, y de alli su nombre: Constituyente Originaria.
Desde
la Alianza Nacional Constituyente, organización que se constituyó con el único
objeto de impulsar un movimiento para el cambio de la forma de
Estado a traves de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, hemos
estudiado por muchos años como plantearle al pais ese cambio, y esa manera no
es otra que a traves de una convocatoria al Constituyente de Carácter Originario, por iniciativa popular, esto es, de la mano del pueblo
de Venezuela.
Invocamos la bendición de
Dios Todopoderoso para que ilumine el camino que hemos decidido recorrer y la
ayuda de su Iglesia, que representándolo en la Tierra, pueden hacer de ese
camino un poco más posible y creíble a los ojos de nuestros conciudadanos…
Muchísimas gracias...
Caracas, 7 de Junio de 2017
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana