Por
Luis Manuel Aguana
Agradezco al Dr. Alfredo Coronil Hartmann por la publicación
en su blog Para rescatar el porvenir, de un importante documento histórico,
que no por tener casi 61 años, no está menos vigente. Su autor, Alberto
Carnevali, dirigente político en la clandestinidad y Secretario General de su
partido, fue el responsable de dar la respuesta política al fraude perpetrado
por la dictadura de Perez Jiménez en el proceso para elegir la Asamblea
Constituyente en 1952.
Les invito, como bien lo hace también el Dr. Coronil
Hartmann, a leer el documento completo titulado “A la Rebelión Civil llama Acción Democrática” fechado el 24 de
Diciembre de 1952 (ver http://pararescatarelporvenir.blogspot.com/2013/11/a-la-rebelion-civil-llama-accion.html).
Impresiona el parecido de la circunstancia histórica que se
vivió en aquella época que relata con precisión Carnevali, con la realidad que
estamos viviendo los venezolanos de estos tiempos. Una dictadura que se roba las
elecciones, atropellando la voluntad de un pueblo que quiere un cambio y
pretende esconderse detrás de las Fuerzas Armadas para perpetuarse en el poder.
Y ellas, aun sabiendo que se ha perpetrado un fraude
electoral descarado, sostienen al dictador. El llamado es entonces al rescate civil
de la institucionalidad, propiciando “de
la manera más resuelta un permanente
estado de rebelión civil, una indesmayable ofensiva de oposición popular, que
mantenga agresivos y encrespados los ánimos de todos los venezolanos
contra la humillación de que somos víctimas para impedir en todo momento que la
dictadura de Pérez Jiménez se estabilice sin resistencia. Una rebelión de opinión que obligue a las fuerzas armadas –mediante
la poderosa presión de todos- a libertarse también ellas del deshonroso
dominio personalista y sanguinario de Pérez Jiménez, o que logre abrir
ancho cauce para el estallido de una vasta e incontenible insurrección popular,
a fin de que sean las honestas manos del pueblo las que despedacen
implacablemente el ya desquiciado aparato inmoral del absolutismo.” (Negritas
y subrayado nuestro).
Si cambiamos del párrafo anterior el nombre de “Perez Jiménez”
por el del Ilegitimo que nos desgobierna
ahora, el comunicado bien lo pudo escribir Alberto Carnevali para la sociedad
venezolana de la actualidad.
Carnevali describe un gobierno que se roba las elecciones
donde eran mayoría la suma de las fuerzas opositoras, que discrimina políticamente
y mantiene presos políticos, que posee bandas policiales que atropellan hogares
y vejan familias, que entrega nuestros recursos y asesina a dirigentes,
modificando a su favor los resultados electorales. Y para rematar este
panorama, la alta oficialidad de las Fuerzas Armadas está consciente que el
gobierno ha perdido las elecciones pero lo sigue sosteniendo en el poder, ¿no les parece a ustedes que ese cuadro es idéntico
al que estamos presenciando en la Venezuela del 2013 después del 14A?
La única diferencia aquí estriba en que Carnevali, en nombre
de su partido, exhorta al resto de los factores políticos a trabajar conjuntamente
para la recuperación de la soberanía y llama a hacer causa común con todos los
hombres y mujeres de la nación, sean estos pertenecientes o no a partidos políticos.
Un llamado de esta naturaleza es impensable en la Venezuela de hoy por parte de
una dirigencia partidista que ha hecho causa común con el régimen para ser
beneficiarios de las limosnas que este les dispense después de unas elecciones
con resultados cantados.
Es claro que debemos ubicarnos en el tiempo donde
organizaciones políticas de la talla moral de la Acción Democrática de 1952
tenían ascendencia cierta para hacer un llamado de esa naturaleza. Alberto Carnevalli,
sucesor en el puesto de Leonardo Ruiz Pineda, asesinado por los esbirros de la
dictadura, desde la resistencia convocaba a lo que podría llamarse la sociedad
civil de entonces a rebelarse contra ese estado de cosas.
Y tenía moral suficiente con que hacerlo. No solo estaba
arriesgando su vida, sino que había trazado una raya entre lo que era y no era
aceptable para un país. No me imagino a Alberto Carnevali llamando a participar
de nuevo en otro juego electoral de la dictadura luego de ese fraude en
descampado de un régimen perfectamente caracterizado. Por eso es que hay que
aprender de la historia y de la moral política de los verdaderos liderazgos.
Venezuela se encuentra en una encrucijada muy grave en donde
quienes deben asumir su responsabilidad han desmerecido la herencia histórica de
hombres como Alberto Carnevali y Leonardo Ruiz Pineda. Dirigentes como ellos
construyeron nuestra institucionalidad política y condujeron el proceso que
terminó con la dictadura de Marcos Perez Jiménez.
El día de hoy nos toca a todos seguir ese ejemplo pero
solitarios porque lamentablemente ya no contamos con esa dirigencia política que sabia
diferenciar entre lo correcto y lo incorrecto. De tenerla, desde hace tiempo
hubieran desempolvado este comunicado, dando un paso al frente para conducir de
nuevo una gesta de emancipación de un régimen que ha hecho tanto daño a los
venezolanos. De esa herencia solo nos queda entonces la Rebelión Civil.
Sin embargo, si bien es cierto que los partidos políticos han
sido secuestrados por su dirigencia, como en el caso del partido de Carnevali, pactando y negociando con el régimen su
permanencia, ese no es el caso de su militancia, ni de los hombres y mujeres
del pueblo venezolano que fueron convocados una vez en 1952 para salirle al
paso a una dictadura que le niega hoy una medida humanitaria a un preso político
que se muere de mengua en sus cárceles.
Si en 1952 existió una organización de la población que fue capaz
de luchar cívicamente contra ese régimen, sin contar con Internet, ni SMSs, ni
Twitter, ni videos digitales, ni correos electrónicos ni globalización de la
información, no veo porque nosotros no podamos hacerlo aun mejor. Se requiere
entonces de esa conciencia ciudadana de aquellos tiempos, que invocó Alberto
Carnevali:
“…debemos iniciar con audacia
una implacable ofensiva de rebelión civil en todos los campos de la vida
nacional. Todos los partidos, todos los hombres y mujeres, todos los
venezolanos dignos debemos desatar una coordinada y certera acción
multitudinaria hasta lograr oponer a la tiranía en la mortal disyuntiva de
reconocer la soberanía nacional o aniquilar sangrientamente a todo el pueblo
venezolano. Actuaremos realistamente. Con clara conciencia de que nuestro poder
no es otro que el gran poder de un pueblo enardecido porque se le ha vejado y se
le ha humillado brutalmente. Actuaremos sin la menor vacilación. Sabedores de
que el pueblo no tiene armas de guerra porque siempre confió ingenuamente en
que las armas de los cuarteles eran para defenderlo y ahora están siendo
utilizadas en su contra. Pero convencidos de que la gran tragedia política que
entristece a la nación por permitir plantearse el dilema simplista de combatir
con armas o no combatir…”
Este llamado a la Rebelión Civil abierta de la sociedad en
contra de la dictadura, así como el llamado a “una rebelión de opinión que obligue a
las fuerzas armadas –mediante la poderosa presión de todos- a libertarse
también ellas del deshonroso dominio personalista y sanguinario”,
tiene plena vigencia en Venezuela y debemos reivindicarla todos en honor del legado
de venezolanos íntegros como Alberto Carnevali. Esa vigencia es lo asombroso de
quienes entienden su momento histórico.
Gracias a los medios de difusión con los que ahora contamos
es posible hacerles llegar a miles de ciudadanos un mensaje como este, así como
otros muchos de igual tenor. Imagínense las limitaciones de comunicación que
tenían en 1952, que compensaban con papeles escritos con estas ideas, y con
mucha gente dispuesta a distribuirlo a riesgo de su seguridad personal. Ese es
el espíritu y la memoria histórica que debemos rescatar aquí.
Esa “coordinada y certera acción multitudinaria” ya se está
manifestando en las calles. La vimos el 9N, la veremos de nuevo el 30N y la
seguiremos viendo hasta que nos liberemos de esta nueva dictadura, ya no por la
acción de los partidos sino porque el venezolano no se ha dejado someter nunca
por autoritarismos, y además porque, como concluía Carnevalli, “Contamos en resumen, con preciosos factores
humanos y morales suficientes para dotar nuestra capacidad de combate de un
poderío mil veces más fuerte que las mas aceradas corazas del despotismo.”.
Entonces, ¿Qué estamos esperando?
Caracas, 26 de Noviembre de 2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana