Por Luis Manuel Aguana
Una de las facetas menos respetadas de la extraña “colcha de retazos” en
que resulto la Constitución vigente, es la de nuestros derechos humanos de
naturaleza política. Y digo menos respetadas porque si bien sabemos es uno de
los aspectos más atropellados por el régimen, es significativo que resulte ser
uno de los más resaltados en todos los convenios firmados por la Republica, en
especial aquellos firmados por el difunto Comandante Galáctico.
En efecto, la Carta Andina para la Promoción y Protección de los
Derechos Humanos, firmada por el Comandante Eterno el 26 de Julio de 2002
(verla en http://www.sice.oas.org/labor/Carta%20Andina.pdf),
conjuntamente con los Presidentes de Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú, paradójicamente
después de la masacre de su régimen el 11 de abril, da cuenta de esa locura de
proteger afuera lo que atropellaba adentro. En esa Carta se reafirmaba el
compromiso de la Carta Democrática Interamericana del respeto a los derechos
humanos y las libertades fundamentales en los países andinos.
Y otra vez digo “colcha de retazos”, porque si por un lado nuestra
Constitución tiene bien definidos los derechos políticos de los venezolanos, también
permite un desafuero tan descomunal como la disolución del Poder Legislativo
por parte del Presidente de la República (Art. 236.21), actuando como un
monarca, en una de las super atribuciones concedidas al personaje que elegimos
como un rey constitucional, por ordenes del mismo Comandante Supremo a la mayoría
del Constituyente electo en 1999.
Estos desbalances tan pronunciados hacen que, por un lado el régimen
se aproveche de esa posición de fortaleza monárquica y autoritaria, y por otro
lado hagan que la oposición diga que es la "mejor constitución del
mundo". El peor de los mundos,
pues. No puede ser que en nuestro Pacto fundamental la mitad de los artículos vayan
de acuerdo con un país respetuoso de los derechos humanos y la otra mitad
permita que el Presidente los atropelle. La resultante no puede ser una buena
constitución.
De allí que en lugar de quejarnos por lo que no podemos cambiar por
ahora -Chávez dixit-, como por
ejemplo que el Presidente pueda constitucionalmente nombrar más Generales para
Venezuela de los que tiene toda la OTAN junta, nos enfoquemos en lo que si
podemos hacer con el lado civilista de nuestra Constitución, como por ejemplo
el derecho que tenemos en ella de convocar al Poder Constituyente Originario,
haciendo uso del dispositivo consagrado en el Artículo 70, como lo es el
derecho humano de carácter político de los venezolanos para activar la iniciativa
constituyente.
Si un Presidente puede, en virtud de sus atribuciones, desajustar una
institución que debe mantener un equilibrio que nos afecta a todos, y que estaba
garantizado en la Constitución de 1961 al dejarle a un Senado la decisión
última de su crecimiento armónico, entonces estamos frente a una situación de
una gravedad extrema que debe ser corregida a la brevedad posible.
Luego entonces la Constituyente, no solo se establece en nuestra Constitución
como un Derecho Político al cual podemos concurrir si se ignoran las
consecuencias de mantener este estado de cosas para el futuro, como el caso de
los Generales sin control, sino que no depende de mas nadie sino de nosotros
mismos, sin gobierno alguno que pueda impedirlo, al ser un derecho humano
garantizado para los venezolanos.
Es interesante que estando allí al frente de todos, sin más requisito
que la aplicación de la Constitución vigente,
muchos venezolanos todavía insistan en soluciones a la crisis del país que
pasan por los Poderes Constituidos, como la renuncia, el revocatorio o las
enmiendas constitucionales.
Lo que sucede es que hace falta aterrizar la iniciativa constituyente,
cosa que la tradicional dirigencia política no estaría interesada en realizar,
por aquello de perder los “espacios” conquistados. Pero la verdad es que
resulta una suerte mucho peor para ellos porque sería un borrón y cuenta nueva
para todos, permitiendo el surgimiento de nuevos actores y nuevas propuestas políticas
muy necesarias para un país en estas circunstancias. Pero los venezolanos lo
necesitan, por encima de cualquier circunstancia política egoísta. A mucho
dirigente le hace falta la grandeza y la estatura de Estado necesaria para
pensar y decidir a favor de la Nación.
Sin embargo, los acontecimientos en pleno desarrollo en Venezuela
pueden cambiar la situación de los actores políticos de un momento para otro.
La iniciativa Constituyente continuará allí, esperando, como un derecho humano al
que tenemos acceso y derecho todos los venezolanos sin distingo de condición política,
para todo aquel que quiera verla, o mejor dicho activarla....
Caracas,
23 de Noviembre de 2015
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana