sábado, 3 de junio de 2017

La piñata de Maduro

Por Luis Manuel Aguana

Hace mucho tiempo atrás un experimentado profesor de postgrado, nacido y educado en el exterior, nos decía en clase que una de las cosas que le causaba mas impresión de nuestro país era que sometíamos a nuestros niños a un ritual agresivo llamado “piñata”, donde se concentraban todos los antivalores, aquellos de los que precisamente no se le deben enseñar a una persona a edad temprana, y esperar que de adulto no se comporte como nos comportamos efectivamente los venezolanos.

Me llamo mucho la atención ese comentario y se me quedó grabado. Efectivamente, y no sé si por esa razón, los venezolanos solemos meter cosas consideradas como valiosas en un mismo saco, le damos golpes hasta tumbarlo, y luego de abierto y destruido, nos lanzamos todos a codazo limpio a ver quien recoge mas.

Y el que recoge mas no necesariamente es el que logró hacerlo caer, sino el mas “vivo”, el más fuerte o el más hábil. No se trata de un reparto justo de algo que teóricamente es de todos, sino de ver quién se queda con la mejor tajada al momento de que caiga. Y ciertamente lo que se comenta después del ritual, es quien se llevo la mejor parte. No hay nada más injusto que una piñata y efectivamente, como nos indicaba el profesor, envía un mensaje muy dañino: en nuestra cultura el más pendejo se queda afuera.

En este momento estoy visualizando un enorme muñeco-piñata con forma de Nicolás  Maduro guindando, y cada venezolano tiene un palo para tumbarla. Dentro de él se halla nuestro país roto en pedazos, y a golpes todos luchamos por recobrar ese contenido. El mismo Maduro se colocó en esa situación y veo muy difícil que pueda bajarse de ese alambre del que cuelga. La mayoría de los venezolanos queremos que se vaya y el palazo menos imaginado hará que se caiga la piñata de Maduro.

Estoy seguro que como cualquier piñata, palos más o palos menos, terminará cayendo.  Igualmente estoy convencido que aun cuando logre imponer ese fraude constituyente, caerá igual pero será más sangriento que ahora. Lo que quiero comentar aquí es quien se quedará con los pedazos de lo que hay dentro –nuestro país- porque mucha gente cree que al momento de caer la piñata a cada uno le tocará en justicia “su parte” equitativamente de acuerdo a los golpes que le dio a la piñata, y eso no es así porque precisamente las piñatas no funcionan de esa manera.

Algunos quisimos que el sistema para deponer al régimen no pasara por una piñata sino por algo ordenado y pensado. Pero los venezolanos tenemos la piñata metida en nuestra estructura congénita y queríamos resultados inmediatos, aunque la realidad nos indicara ir lento aunque estuviéramos apurados. Hemos llegado a un punto donde, o le das a la piñata o no estás en la fiesta. Maduro tratándose de bajar del alambre ha invocado a un proceso fraudulento que lo que ha hecho es darle motivos a que otros, esta vez de su mismo partido, hayan también agarrado su palo, exacerbando los gritos de todos: “¡dale!, ¡dale!, ¡dale a la piñata!”.

Como en este momento es difícil –por no decir imposible- convencer a quien tiene un palo en la mano y ansioso de ver caer a la piñata para que firme y se encause un proceso constituyente originario de la mano del pueblo para que este disponga de una “caída” ordenada del régimen –o de la piñata-; esto es, todo lo opuesto a lo que está pasando ahora, los venezolanos deberíamos disponernos a pensar y accionar  en que es lo que deberá pasar una vez que esa piñata caiga al piso.

Algunos me dirán ¡eso es lo de menos!, ahora lo que tenemos que hacer es seguirle dando palos a la piñata y lograr que se caiga. Tal vez tengan razón porque el pueblo ya no aguanta más. Pero eso en el fondo sería como estar de acuerdo en llevar a una persona que se desangra en la calle a una sala de emergencias porque ya no hay tiempo y se muere. Pero una vez que sea tratada de los primeros auxilios, tenemos que acordar su tratamiento de mediano y largo plazo para evitar que de nuevo la vuelvan a atropellar. Y ese es el caso de Venezuela.

Algunos de los factores que se disputarán la piñata caída en el piso desearán que en una nueva estructura y balance del poder las cosas se queden como están pero con nuevos jefes, o tal vez una combinación acordada de lo viejo con lo nuevo, mezclado con lo que algunos llaman “justicia transicional”, para darle los primeros auxilios al paciente grave que llegó a la sala de emergencias. El problema estará en cómo se tratará el caso y quien lo hará. ¡Pero de eso se tratan precisamente las piñatas! Los mas “vivos”, los más fuertes, los más hábiles se quedarán la mejor parte, dejando fuera a quienes en su globalidad “tumbamos” la piñata, incluso sobre aquellos que pusieron su sangre en el proceso.

Entonces, sigue siendo pertinente hablar de una Constituyente Originaria, aun cuando esta ya no sea para salir ordenadamente del régimen oprobioso de Maduro, sino para organizar posteriormente de una manera institucional al país, con la participación de todos los que le dieron con el palo a la piñata para que se cayera.

Todos podremos seguir tratando de dar el último palazo que haga que la piñata se caiga, pero por más que se desee ser justos después que eso pase, muchos se quedarán afuera de ese reparto porque así funciona ese proceso. La única manera de darle continuidad al país roto que está dentro de la piñata y que cada cual se lleve lo que le corresponde es reconstruirlo con reconciliación, a través de un proceso constituyente originario que traiga justicia y participación a todo el mundo, en especial a aquellos que se creyeron reivindicados con este fraude “revolucionario” que lleva casi 20 años arruinando a Venezuela.

Si luego de caída la piñata de Maduro, los más “vivos”, los más fuertes, los más hábiles, que son los que históricamente han dejado al pueblo afuera en todos los procesos definitorios de la República, se salen con la suya y no comparten como debe ser, nunca habrá paz en Venezuela, ni mucho menos desarrollo. Espero que esos “vivos”, fuertes y hábiles hayan aprendido la lección de 1999. Que no se es “vivo”, ni fuerte, ni hábil quedándose con la mejor parte, sino muy estúpido y criminal, y que les den la oportunidad a todos los que participamos en la piñata para construir una nueva Venezuela…

Caracas, 3 de Junio de 2017

Twitter:@laguana

martes, 30 de mayo de 2017

Una nueva etapa

Por Luis Manuel Aguana

Leyendo en estos días un interesante artículo del Harvard Business Review (ver Rebecca Knight en How to improve your sales skills, even if you’re not a salesperson https://hbr.org/2017/05/how-to-improve-your-sales-skills-even-if-youre-not-a-salesperson en HBR) recordé un principio que había olvidado de mi mundo ejecutivo: todos, en algún punto de nuestras carreras venderemos algo, ya sea nuestra idea, nuestro equipo, o a nosotros mismos, aunque no seamos vendedores.

De allí que uno de los principios fundamentales de un buen vendedor es encontrar que es lo que su cliente necesita resolver, y cómo lo que tu estas vendiendo le puede ayudar a solucionar su problema. Ese principio es lo que nos mueve a este esfuerzo.

Ahora situémonos en que es lo que venderemos ahora. Veníamos vendiendo que una Constituyente Originaria convocada por el pueblo a través de la iniciativa popular establecida en el Artículo 348 es la manera adecuada de detener el tren expreso que se nos viene encima a toda velocidad. Esa es nuestra propuesta a este embrollo, no de ahora sino desde siempre. Pero esa solución ideal requiere del acuerdo conjunto de todas las fuerzas opositoras al régimen, cosa que hace muy difícil esta solución para una aplicación inmediata dadas las diferencias conceptuales profundas que tenemos, aunque seguiremos explicándole al país su pertinencia en la Venezuela previa y posterior al régimen actual.

La convocatoria a ese fraude constitucional de Maduro puso cuesta arriba el solo llamado a una constituyente, ya que fue la misma oposición la que metió en un solo saco todos los tipos, satanizando el proceso constituyente como primer mecanismo de defensa. Aunque nos la pusieron más difícil, debemos seguir informando y educando a quienes nos quieran oír porque a partir de ahora se abre una nueva etapa en esta lucha.

Pareciera que el sentido de urgencia que nos distingue como venezolanos no ha aparecido por ningún lado todavía. El gobierno anunció con su ministerio de elecciones, el CNE, que la postulación de los candidatos a constituyentes será a partir del 31 de mayo, con una posible elección a finales de julio de 2017, con lo cual tendremos una nueva y flamante Asamblea Nacional Constituyente de corte socialista la primera semana de agosto. Me gustaría verle las caras a quienes nos decían que eso de una constituyente era “muy largo y engorroso”. Si la hubiéramos hecho desde la oposición hace más de un año, de la mano del mismo pueblo para resolver esta crisis, los tiempos no hubieran sido muy diferentes y en otra situación estaríamos.

Pero lo que todavía no acaba de entender el común de los venezolanos es que la Asamblea Nacional desaparecerá a partir de la primera semana de agosto, porque no existe ninguna posibilidad técnica de que con esas bases comiciales la oposición alcance mayoría en esa Asamblea Nacional Constituyente de Maduro (ver  http://www.sumate.org/noticias/2017/N625_250517_LA_CONSTITUCION_OBLIGA_A_DESCONOCER_CONVOCATORIA_PRESIDENCIAL_DE_LA_CONSTITUYENTE.html). No hay que hacer mucho análisis constitucional de ellas porque están hechas precisamente así para arrasar con la oposición siendo ellos minoría.

En consecuencia, le cortarán la cabeza a la Asamblea Nacional, a la Fiscal General de la República y a cuanto poder se haya pronunciado en contra. Así que si algún opositor está considerando seriamente participar en ese fraude “porque no hay que perder espacios”, lo que hará será ponerle un sello de calidad y autenticidad a esa estafa.

Por otro lado, aquellos que tienen cifradas sus esperanzas en las elecciones regionales de diciembre anunciadas por el CNE, que se olviden de ellas, porque si esa Asamblea Constituyente se instala, una de sus primeras decisiones puede ser que los Gobernadores no sean electos sino que sean nombrados a dedo por el Presidente de la Republica, tal y como se hacía antes de 1989. Es claro que Maduro sería ratificado en su mandato o incluso sea atornillado para siempre como Fidel Castro en elecciones de segundo grado.

Desaparecerían muy probablemente los Artículos 347, 348, 349 y 350 en la nueva Constitución que son los que dan sustento a nuestra propuesta de Constituyente Originaria. Acuérdense de nuestro lema: “Con la constituyente cambiamos todo” y el régimen lo entendió a cabalidad. No se dejarán hacer otra constituyente en el futuro. Quienes no lo entendieron a tiempo fueron quienes adversaron nuestra propuesta de Constituyente Originaria.

Entonces estimados amigos, el único producto que podemos vender ahora para resolver el gravísimo problema que tiene nuestro cliente, el pueblo venezolano, no es otra cosa que parar por todas las vías constitucionales posibles ese cambio que se nos viene encima a todo el mundo como un ferrocarril, dejando de lado nuestras diferencias y disponiéndonos a trabajar conjuntamente por esa única causa.

Desde ahora mismo la Alianza Nacional Constituyente esta redoblando los esfuerzos para apuntalar la consulta popular anunciada por la Asamblea Nacional y confluyendo con los diferentes factores políticos para desconocer ese llamado inconstitucional del régimen (ver Mensaje de la Alianza Nacional Constituyente a la Nación: ¡El pueblo debe ser consultado ya!, en http://ancoficial.blogspot.com/2017/05/mensaje-de-la-alianza-nacional.html).

La oposición reunida en la Asamblea Nacional, anunció un llamado a un Referendo Consultivo en su sesión del 23 de mayo (ver Intervención del Diputado Freddy Guevara en la sesión de la Asamblea Nacional del 23-05-2017, en https://youtu.be/rE8_zcw6ncc). Ha transcurrido una semana de esos anuncios y no ha pasado nada todavía teniendo a “Monteverde en la Victoria”, como decía El Libertador. Monteverde debe estar ahora acampando en Chacaíto.

Ya la constituyente de Maduro tiene fecha y la oposición oficial no ha reaccionado todavía a ese hecho político de una trascendencia mayúscula, más allá de las agendas de calle que han anunciado. Las marchas y la presencia en la calle son esenciales y deben continuar, pero son necesarias mas no suficientes, para dar sustento a las decisiones que se tomen a favor de una estrategia para impedir los cambios que pretende hacer el régimen para destruir la institucionalidad y quedarse en el Poder. Es hora de una nueva etapa que anuncie inmediatamente al país y al mundo la ruta de lo que concretamente hará la oposición para detener la destrucción definitiva de la democracia y la libertad en Venezuela. Eso ya no admite mas esperas…

Caracas, 30 de Mayo de 2017

Twitter:@laguana