Por Luis Manuel Aguana
Tal vez los venezolanos han oído tanto que en
Venezuela gobiernan unos delincuentes que esto se ha convertido en un lugar
común. Siempre decimos que los políticos en el gobierno son unos ladrones y
unos corruptos, que pareciera que eso es normal, cuando obviamente no lo es.
Esperamos que quienes administran lo que es de todos lo hagan con un mínimo de
decencia y pulcritud. De hecho, una de las principales banderas –sino la
principal- que enarboló Hugo Chávez para hacerse con la Presidencia de la República de Venezuela
en 1998 fue la corrupción del binomio adeco-copeyano por 40 años.
Pero una cosa es la corrupción de unos
administradores que le meten la mano al erario público cuando son gobierno en
una cierta proporción y otra muy diferente es una corporación criminal
multinacional con múltiples ramificaciones, entre las que se encuentran el
narcotráfico, el terrorismo y la desestabilización regional. Fue por eso que en
los Estados Unidos cuando las mafias de criminales crecieron durante los
primeros años del siglo pasado, el gobierno federal se hizo cargo y se
fortaleció, creando múltiples agencias dedicadas a perseguir hasta su
liquidación, a esos grupos que se enquistaban en el seno de su sociedad al
punto de ponerla al borde de su destrucción.
Este mismo fenómeno pasó en Venezuela pero a
niveles extraordinarios. La corrupción llego hasta el punto de hacernos
fracturar tanto como sociedad que es ahora el “gobierno” el que conduce la
mafia regional. Nosotros lo llamamos “régimen” por designarlo de alguna manera,
pero se trata de separar semánticamente lo que es en teoría un gobierno
extremadamente malo de una corporación criminal.
Se ha repetido múltiples veces la comparación
pero es igualmente válida: es como si el jefe del cartel de Sinaloa gobernara
México o como si Pablo Escobar Gaviria hubiese llegado a gobernar Colombia, o si
en la siguiente película de “El Padrino”, la familia Corleone le hubiera puesto
la mano a la Casa Blanca. Como fenómeno planetario esto se encuentra todavía en
estudio. El 2017 escribí sobre el tema en una nota titulada “Para un problema
global una solución global” (ver http://ticsddhh.blogspot.com/2017/08/para-un-problema-global-una-solucion.html),
donde decía cosas como esta: No es que
haya funcionarios comprados por el delito, son ellos los dueños del negocio y
que además manejan el poder. Desde el blanqueo de capitales a través de nuestra
principal industria hasta la emisión de bonos públicos. Esto es un fenómeno nuevo
a escala global y el desencadenante de una serie de mecanismos que afectarán a
nuestro país en el cortísimo plazo.
Y lamentablemente lo afectó, con las consecuencias
que estamos viendo a finales del 2019. Al escribir esa nota en agosto de 2017
nunca me imaginé la hambruna que medio se asomaba en nuestro país, así como el
éxodo masivo de venezolanos nunca antes visto en las Américas. Ese es el
contexto real en donde debemos analizar lo que hizo la oposición oficial al
pactar con esa corporación criminal multinacional, unas “elecciones” a través
de un Acuerdo en la Asamblea Nacional.
A los ojos del mundo civilizado y de todos
los países que reconocen al gobierno encargado de Juan Guaidó Márquez, Maduro y
su mafia deben desalojar el poder de raíz para que Venezuela pueda retomar el
hilo constitucional y sacudir el sufrimiento económico de los venezolanos. Los
criminales, comenzando por los jefes del cartel, deben estar donde están los
criminales: en un penal, aquí o en el exterior, pagando condena por sus
crímenes, en especial los de lesa humanidad. Eso deben entenderlo quienes se
dicen gobierno legítimo encabezados por Juan Guaidó. Si no lo “entienden”,
inmediatamente significará que son parte activa del problema, y se interpretará
que fueron comprados o siempre pertenecieron a la mafia que reina en Venezuela.
A aquellos que ven como “normal” llegar a un
acuerdo electoral con esa mafia porque somos civilizados y no queremos una
matanza entre venezolanos, lamento echarles a perder su película de Walt Disney.
No cesará el sufrimiento de los venezolanos porque el mal está en la raíz del
problema. Me recuerda la anécdota del alacrán y la rana para cruzar el río. Después
de un acuerdo como el de la Asamblea Nacional donde la rana se comprometía a
llevar al alacrán en paz a la otra orilla sin que la agrediera, el alacrán pica
a la rana en el medio de la corriente. Y mientras ambos se ahogaban, a la
pregunta de la rana del porque lo había hecho ya que morirían los dos, el
alacrán respondió que picarla estaba en su naturaleza. Ellos no pueden dejar de
ser lo que son porque acepten ir a unas elecciones. De hecho las arreglarán
como ya lo han hecho en 20 años porque son unos criminales. Ramos Allup dirá
que prefiere eso a un golpe. ¿No será porque es parte de esa mafia? Pues yo no
lo prefiero, así como el resto de los venezolanos, como lo han demostrado todos
los estudios de opinión pública realizados hasta la fecha. Ese arreglo va a
contravía de los deseos de la mayoría de los venezolanos.
La gran pregunta a los forjadores de ese Acuerdo
es si se irán del país los 22 mil cubanos, o los rusos, chinos e iraníes que
apuntalan al régimen, o si dejarán el negocio del narcotráfico, o desalojarán
el territorio venezolano las bandas armadas del ELN y las FARC, o abandonarán el
Plan de la Patria contentivo de los postulados comunistas de la revolución
cubana.
Ahora bien, ese Acuerdo se da en el marco de
la mayor operación de estrangulamiento selectivo que régimen alguno haya
sufrido por parte de la Comunidad Internacional, en especial por los Estados
Unidos, y que a la postre dará al traste con las aspiraciones del régimen de permanecer
en el poder
(ver el articulo de Casto Ocando “La Guerra silenciosa de los Estados Unidos y la “Paciencia
Estratégica” en Primer Informe, https://primerinforme.com/index.php/2019/07/07/cuaderno-de-notas-la-guerra-silenciosa-de-estados-unidos-detras-la-paciencia-estrategica/). Es como una especie de
radioterapia y quimioterapia juntas a este cáncer que carcome a Venezuela, y todos nosotros la estamos pasando muy mal por los efectos
colaterales. ¿De verdad creen Guaidó (y su jefe López), Ramos, Borges y Rosales
que la terapia se suspenderá porque ellos llegaron a un “acuerdo” con una
mafia? ¡Por favor! Ellos saben que eso no resolverá el problema pero le venden
a los venezolanos que Maduro irá a unas elecciones con ellos, aunque no sea
candidato, que perderán, y ellos les entregarán el poder, y todos seremos
felices para siempre como en los cuentos de hadas. ¿Ustedes que creen? ¿Qué son
estúpidos inocentes o están metidos en el guiso? La experiencia vivida me
indica que es mas lo segundo que lo primero…
Visto así, ¿cómo se entendería una Consulta Popular
Plebiscitaria en este complejo contexto? Veamos.
En Venezuela se perdieron todos los
referentes. Y cuando digo todos, son todos. Las instituciones, los partidos
políticos, el sistema económico, la moneda, todo. Todo lo que a usted se le
ocurra está comprometido por el comportamiento criminal del régimen y sus
actuaciones. No es solo un tema ideológico, es ya de supervivencia. Ya estamos
viviendo la ley del más fuerte de la selva en algunas regiones del país. El que
esté armado que resuelva. A eso hemos llegado. Ya el tema no es que Maduro este
o no esté en el poder, es que todo está comprometido, incluyendo quienes
negocian por nosotros. Es por eso que ya esa representación no es creíble por
nadie, por más que haya sido electa mayoritariamente por el pueblo el 6D-2015,
que es como decir el siglo pasado. Estas razones hacen imperativa la
convocatoria a la base sobre la que se construye todo país: su Pueblo Soberano.
Si la estrategia norteamericana de estrangulamiento
sin intervención internacional está funcionando, ¿por qué no hacerla funcionar
a nuestro favor? Si el G4 y los cómplices del régimen negociaron la
supervivencia de Maduro y sus criminales, obligando a los venezolanos a una
elección que sabemos alargará nuestro sufrimiento de una manera indefinida,
todos estamos en el deber de asumir el restablecimiento de la Constitución que
está descrito en el Artículo 333 Constitucional.
Y es con base a ese fundamento constitucional
que le decimos a la Comunidad Internacional que la estructura participativa de
nuestra Constitución nos empodera como colectivo y como sociedad civil para
decidir qué hacer con nuestro país una vez que el régimen no se sostenga mas.
De hecho, una vez que lo decidamos, el régimen indefectiblemente caerá. Pero
para esto requerimos de su apoyo de fuerza institucional. Si la Comunidad
Internacional comprende que imponiéndole a Nicolás Maduro un plebiscito sin la
participación de ninguno de los poderes comprometidos del régimen, para que
negocie las sanciones y su salida para el establecimiento de un Gobierno de
Transición y unas elecciones libres, después de haber fumigado al CNE, el poder
se transferirá institucionalmente a quien decida el pueblo en esa Consulta
Popular Plebiscitaria. Sería la decisión de la Soberanía Popular. Es lo que ha
dicho todo el mundo, desde la Comunidad Europea, pasando por el Grupo de Lima,
Donald Trump y llegando a Vladimir Putín.
No sería con una negociación escondida
extremadamente dudosa, ni con acuerdos que nadie entiende. Sería con una
Consulta Popular Plebiscitaria organizada por los mismos venezolanos dolientes
de este cáncer, con la ayuda de los países amigos, y para ser aplicada
inmediatamente. Esa es nuestra propuesta, que se reafirma luego de la traición
de quienes dijeron representar nuestros intereses pero que olvidaron que los
venezolanos podemos ejercer directamente nuestra Soberanía. La Comunidad
Internacional tiene la palabra.
Caracas, 4 de Octubre de 2019
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana