Por Luis Manuel Aguana
Mucho ha resonado en las redes sociales y otros medios acerca de los posibles escenarios que se están planteando para antes, durante y después del 28J, muchos de ellos dando por sentada la victoria electoral del candidato opositor Edmundo González Urrutia (EGU), y qué es lo que efectivamente terminará haciendo el régimen de Nicolás Maduro Moros con eso, ante una realidad manifiesta que luce indetenible en las calles de toda Venezuela.
Sin intenciones de hacer de adivino, en esta modesta tribuna siempre he tratado de resaltar los hechos del régimen ante lo que ha ocurrido en el pasado y lo que este ha terminado haciendo, sin inventar nada. Por ejemplo, en diciembre de 2015 decidieron dejar pasar – a instancias de los militares, no hay que olvidarlo- la victoria de la oposición en las elecciones de la Asamblea Nacional y lograron dos días después, con el apoyo del TSJ, neutralizarla y minimizarla por todo su periodo constitucional. Incluso convocaron dos años después una Constituyente ILEGÍTIMA y sin la aprobación del pueblo en Consulta Popular Constituyente, para legislar por encima del Poder Legislativo del Estado, SIN QUE SE LES AGUARA EL OJO Y NO PASARA NADA. La Constituyente de 2017 de Maduro les sirvió efectivamente para neutralizar la Asamblea Nacional de 2015 hasta que su periodo se agotó.
Ahora bien, todo el mundo piensa, en el entusiasmo de la campaña electoral, en el escenario nada simple de que EGU gane la Presidencia de la República, por encima del fraude electoral que ya está corriendo, que las cosas serán diferentes y habrá una desbandada de los principales personajes del régimen, pudiendo así los venezolanos recuperar el país destruido que nos habrán dejado. Y creo que de nuevo estaríamos cometiendo un grave error.
Es cierto que la Presidencia de la República es un poder determinante en Venezuela al ser nuestro país marcadamente presidencialista. Pero de allí a que por esta elección haya un cambio de 180º, sin considerar lo que ha sucedido antes en nuestro país, es poco menos que una fantasía tropical plagada de ingenuidad.
En el escenario de que EGU logre ser proclamado Presidente Electo, Jorge Rodríguez no tiene por qué dejar de ser el Presidente de la ilegítima Asamblea Nacional, ni la Magistrada Caryslia Rodríguez dejar de ser Presidente del TSJ, ni Elvis Amoroso dejará de ser Presidente del CNE, ni Tarek William Saab dejará de ser Fiscal General de la República, así como el resto de la estructura que sostiene institucionalmente a esta tiranía. Ninguno tiene por qué abandonar sus cargos.
Al contrario, se reunirán, como lo hicieron en diciembre de 2015, para deshacerse de algo mucho peor para ellos, como lo fue una Asamblea Nacional opositora, y lo lograron con éxito. Asimismo, lo harían para deshacerse de EGU y poner las cosas a su favor de nuevo. A pesar de tener la Asamblea Nacional un poder casi que ilimitado en la Constitución, la oposición oficial se las arreglo de 2016 a 2020 para no usarlo a favor de los venezolanos, ni deshacerse del régimen como prometió, sino para convivir con él.
Y ustedes me dirán, ¡tú lo que quieres es que nos coma el tigre! A lo que responderé: NO. Lo que quiero es que aterricemos. Si llegamos, con el favor de Dios, a la situación donde EGU resulte Presidente Electo y María Corina Machado (MCM) siga siendo la principal líder de la oposición, no esperemos ni un segundo a que teniendo el animal en el piso, herido, pero no muerto, se levante en cualquier momento y nos muerda el cuello en la yugular, haciendo inútil todo este esfuerzo que están haciendo los venezolanos para llegar al 28J y salir del régimen.
He escrito litros de tinta electrónica en las páginas de este blog indicando que la única forma de recuperar institucionalmente el país es a través de la convocatoria del DUEÑO DE LA SOBERANÍA a un proceso Constituyente de carácter Originario, indicando en algunos casos los mecanismos de convocatoria. Pero estos mecanismos han variado conforme ha cambiado la situación política del país, y el momento en que estamos nos obliga a reevaluar esa opción para la recuperación de Venezuela.
Por ejemplo, la Asamblea Nacional de 2015 pudo disparar la iniciativa Constituyente con las dos terceras partes de sus integrantes como indica el Artículo 348 Constitucional desde el primer día de su juramentación, y NO LO HICIERON, decantándose por un Referendo Revocatorio de Maduro en el año 2017, que fue bloqueado por el poder judicial. La oposición ha desestimado consistentemente la solución Constituyente porque creen que el pueblo les cobrará, como al régimen, todos sus errores. Y tienen mucha razón, pero de esa manera colocan su propia supervivencia política por encima del bienestar de la población. Igualmente, esa factura saldrá cuando efectivamente el pueblo consiga convocarse por encima de esas mezquindades.
La diferencia de este instante político con el anterior, donde propusimos esta solución, es que de llegarse a una situación –esta vez electoral- que coloque a un opositor en la Presidencia de la República, este no solo requerirá la estabilidad política que le pueda dar un proceso constituyente, sino que NECESARIAMENTE LA SITUACIÓN DEL RÉGIMEN NOS PONE EN LA OBLIGACIÓN DE CONVOCARLO para poder mantenerlo allí. En este caso, EGU tendría el resto de los poderes públicos trabajando para desmontar en los siguientes meses toda la institucionalidad de la Presidencia de la República antes de la entrega definitiva en enero de 2025.
Ya no es si la oposición política de la MUD-PU manifiesta si le conviene políticamente o no convocar una Constituyente, sino que ahora resultaría imperativo hacerlo para que la oposición conserve el lugar privilegiado de una Presidencia electa con los votos de los venezolanos. Y la manera de garantizarlo es que la presidencia de EGU se convierta en una presidencia de transición de máximo un año, que lleve a normalizar económica y políticamente al país, convocando posteriormente a otro proceso electoral en el marco de una Constituyente, donde si se pueda postular como candidata MCM, como debió ocurrir antes, y si el pueblo así lo decide, convertirla efectivamente en Presidente de la República.
Si la oposición y MCM dejan las cosas transcurrir “as usual” hasta enero de 2025, esperando que el régimen le entregue la banda presidencial a EGU, la Asamblea Nacional ilegítima de Rodríguez con todo su poder, tendrá el suficiente tiempo de vaciar de contenido lo que pueda hacer el Presidente de la República. Eso ya pasó con la Alcaldía Metropolitana de Caracas cuando ganó Antonio Ledezma. Incluso ellos mismos podrían convocar al Constituyente con las dos terceras partes de su Asamblea Nacional, bajo sus propias reglas de convocatoria, llamando a una nueva elección presidencial. O la convocamos nosotros o nos la convocan como hizo Chávez en 1999.
Como Presidente Electo, EGU no tendría la potestad de convocar al Constituyente. Entonces, solo restaría la fuerza política que trae la inercia de la elección presidencial, con MCM a la cabeza, quien debería estar convocando el Poder Constituyente Originario por iniciativa popular, tal y como lo establece el Artículo 348 Constitucional. La forma de llegar allí con el Poder Electoral todavía bajo control del régimen sería materia de otra discusión que no cabe aquí, pero lo que no podemos hacer es quedarnos festejando mientras el régimen dinamita lo que hemos conseguido.
Si MCM desea ser Presidente de la República y el pueblo venezolano verdaderamente la quiere en ese cargo, como así lo ha manifestado claramente en las calles a través de su gira política admirable por todo el país, desde ahora mismo debería pronunciarse a favor de la convocatoria del pueblo a una Asamblea Nacional Constituyente para reformar el Estado, y comenzar la recolección de voluntades para la convocatoria del dueño de la soberanía por iniciativa popular, introduciendo la opción Constituyente en la ecuación del 28J que asegure el resultado de esa elección a favor de los venezolanos. Para después podría ser demasiado tarde…
Caracas, 21 de Junio de 2024
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