Por Luis Manuel Aguana
Algunos me dirán que más que una necesidad es una urgencia. Pero mi análisis en esta nota va en otra dirección. Si bien es cierto que urge que quienes detentan ilegítimamente el poder en Venezuela se vayan para proceder a los cambios que la población requiere, se ha convencido a la población, a mi juicio de una manera muy irresponsable, que al cambiar un Presidente por otro en unas elecciones “con condiciones”, las cosas en Venezuela cambiarán como el que de repente despierta de una pesadilla.
Los partidos que se dicen opositores se aprestan para “competir” en unas elecciones “primarias” para seleccionar un “candidato” que se medirá con el régimen y que de esa “justa” saldrá la respuesta a todas nuestras desgracias. Y lo peor de todo eso es que el mensaje que le enviamos a los cuatro rincones del planeta es que en Venezuela se pueden resolver de esa forma las cosas con un régimen que persigue, secuestra y asesina personas para mantenerse en el poder. ¿Hasta dónde se puede mantener esa contradicción?
Los “precandidatos” de esas “primarias” hacen campañas electorales por toda Venezuela, invocando que estamos en una dictadura, sin percatarse que a los ojos del mundo que no nos conoce, cualquiera diría que si así fuera no existiesen ningunas primarias o posibilidad alguna de unas elecciones para salir del régimen. La lógica cartesiana diría que, o estamos en una dictadura y no hay posibilidad alguna de elecciones de ningún tipo, o esto es un completo teatro de esa dictadura para mantenerse en el poder.
Y como si estamos, no en una dictadura, sino en una narco-tiranía militarizada, como acertadamente la bautizara mi estimado amigo Diego Arria, entonces la conclusión lógica sería que lo que estamos presenciando en Venezuela con el show electoral –primarias incluidas- es un gran montaje para, de nuevo, eternizar a los delincuentes en el poder.
Y si existiera alguna posibilidad de que se lograra un nuevo presidente por alguna vía, luego de la narco-tiranía militarizada, incluyendo la electoral -no por el conteo de los votos del régimen sino por una rebelión social producto de otro fraude abierto a la voluntad del pueblo de Venezuela- lo que necesariamente tendría que seguir nunca podría ser un periodo constitucional como los que solíamos tener durante los 40 años de democracia, sino un gobierno de transición y de emergencia nacional capaz de neutralizar a los delincuentes que ahora gobiernan, que no se irían mansamente del país, y que se refugiaran en la violencia para evitar su captura por los crímenes que han cometido en contra del país y los venezolanos. Ese sería el escenario real que viviríamos en Venezuela después de que estos delincuentes abandonen el poder, por la vía que sea.
Entonces ese sainete de Narnia, donde unos “candidatos” pretenden alcanzar la Presidencia de la República mansamente con los votos, con una narco-tiranía militarizada en el poder, debería sincerarse a los venezolanos, y que todos los que realmente crean en los hechos que efectivamente estamos afrontando, comiencen por decir las cosas como son, reuniéndose para establecer estrategias claras para el logro de ese gobierno de transición y entre todos ellos decidir quien podría ser el que lo encabezara.
Y allí no vale quien es el que tiene más simpatía de los votantes, porque los venezolanos ya están hartos de eso, porque dejó de ser una cuestión de votos, sino de legitimidad ética, moral y política de aquellos que tengan la disposición de enfrentar los caminos duros que se requieren recorrer para llegar a establecer ese gobierno de transición. El norte de esas personas debe ser uno y solo uno: bajar a la tiranía del poder. Los votos decidirán, luego de esa transición, quien conducirá los destinos del país.
¿Decidieron los votos la transición de Venezuela en 1945? ¿Decidieron los votos la Junta de Gobierno de 1958? Los votos decidieron el gobierno de Rómulo Gallegos en 1947, después de una Constituyente que definió los Derechos Civiles de los venezolanos, y los votos decidieron el gobierno de Rómulo Betancourt en 1958, después de un Pacto de Punto Fijo que definió el período más largo de paz, progreso, democracia y libertad que Venezuela ha tenido, y que produjo una Constitución en 1961 en la que todos acordamos un mínimo de convivencia.
Algo de semejante grandeza política es lo menos que podemos exigir los venezolanos. Nadie se puede tragar lo que está ocurriendo políticamente en Venezuela. Unos partidos que se volvieron locos y acabaron con una Presidencia Encargada reconocida internacionalmente, delante de un país que se quedó atónito prácticamente sin conducción política opositora. ¡Qué vergüenza delante de todo el mundo! Un país que fue capaz de parir una extraordinaria generación de políticos de altura capaces de llegar a acuerdos de esa magnitud, se ha transformado en un país que exhibe pordioseros políticos como cartas de presentación.
Seguros como estamos que Venezuela está en manos de delincuentes, los votos debemos usarlos para cuando puedan funcionar para el bien de la democracia. Lo que hoy corresponde es formalizar un gran Pacto entre demócratas verdaderos, como se hizo en la Quinta Punto Fijo el 31 de octubre de 1958, de quienes apartando su ego, den un paso adelante para el rescate del país, y cuyo primer compromiso con los venezolanos sea la Refundación de Venezuela a través de un proceso Constituyente, como se hizo en 1946, al tiempo de constituir un gobierno de transición entre todos para ponerse al frente de la administración de lo que quede después que los narco delincuentes quemen Venezuela por los 4 costados antes de irse, porque eso es lo que harán.
¿Quién presidirá ese Gobierno de Transición? ¡Decídanlo entre ustedes! Entre quienes hayan demostrado la mayor experiencia de Estado, ética, honestidad moral personal y profesional, sabiduría, trabajo en equipo, y por sobre todo reconocimiento político nacional e internacional. ¿Es muy difícil encontrar un venezolano (a) con esas condiciones y que no traicione esa aspiración de todos de recuperar la Nación? No lo creo. Pero será muy difícil si lo buscan entre quienes se han canibalizado entre sí en la oposición oficial, buscando el poder y no nuestro bienestar.
En 1993 los partidos buscaron esa figura cuando las columnas de la democracia se tambalearon tras la destitución de un Presidente en ejercicio, por la estupidez de una clase política en decadencia. Pues bien, al parecer estamos en una situación parecida. Aunque la solución fue tardía, porque el verdadero error ya lo habían cometido y que nos ha costado la presencia de Hugo Chávez en la política venezolana, Ramón J. Velásquez condujo con mucho trabajo el barco al puerto de una nueva elección. ¿Podrán tener los políticos venezolanos la altura suficiente para asumir ese reto? La respuesta a esa pregunta definirá el destino de Venezuela…
Caracas, 29 de Abril de 2023
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