Por
Luis Manuel Aguana
La mitología griega nos cuenta de un animal monstruoso de aliento
venenoso que vivía en Lago de Lerna, de múltiples cabezas que renacían de a dos
en la medida que se las cortaban, y que murió a manos de Hércules al cortárselas
todas de un solo golpe. La Hidra de la mitología griega tenía forma de
serpiente de tres cabezas o más, habiéndolas hasta de un número inmensamente
grande.
Este cuento mitológico se me hace parecido al animal contra el cual
luchamos los venezolanos, solo que esta tiene dos cabezas. La primera cabeza la
conforma un régimen autoritario, con firmes intenciones de hacer posible el
sueño comunista de un difunto. La segunda la conforma una oposición oficial que
cohabita con la primera cabeza para mantener su estatus quo, situación esta que
ha devenido en la continuación del régimen después de la muerte de la versión
inicial de la primera cabeza de la Hidra.
Con la muerte de la primera, salieron tres cabezas adicionales manejadas
por un solo Jefe, pero de eso no profundizaremos en esta nota. Para nuestros
efectos es una sola y se encuentra en La Habana. Podríamos decir que
verdaderamente la Hidra tendría de esa primera cortada muchas cabezas, al menos
cuatro, y del lado opositor tantas cabezas como jefes tenga la MUD, pero para
los efectos de hacer más simple nuestro análisis quedémonos solo con dos
cabezas, perfectamente identificadas: Régimen y Oposición Oficial.
¿Cómo le entramos a esta Hidra? Los venezolanos somos como Hércules tratando
de lidiar con el aliento venenoso de ambas cabezas. Sin embargo el héroe mitológico
cortó ambas de una sola vez logrando matar al animal. No es fácil matar a este
animal no solo porque se requiere de las destrezas de un héroe como Hércules
para cortar ambas a la vez sino porque se ha ensayado un camino equivocado para
eso.
Los sucesos del 2002 demostraron que no fue suficiente con cortar la
primera cabeza. Nacieron nuevas mucho más agresivas. Los venezolanos no nos habíamos
percatado que la segunda cabeza era precisamente eso, parte de la Hidra. El Referéndum
Revocatorio sirvió para que nos enteráramos que no hubiera sido posible que la
primera cabeza sobreviviera sin la sangre de la segunda.
En otras palabras, no es suficiente con cambiar el gobierno. Hay que
cambiar las estructuras de PODER sobre las cuales esos gobiernos sobreviven. Cada
gobierno quiere quedarse a administrar la riqueza proveniente de algo que la
naturaleza le dio al país. Concentrar el PODER para decidir a quién se hace
rico es un cuento demasiado apetecible. ¿Descentralizar el PODER? ¡Ni a tiros!
Ambas cabezas desean lo mismo, se mueren por administrar la riqueza petrolera.
Se muerden pero no se matan.
Y en el medio de la Hidra nos hallamos todos los demás venezolanos,
contemplando cómo hacer para matar ese animal que se come nuestro futuro. La
cabeza “opositora” no lucha seriamente por cambiar las condiciones electorales
porque en el fondo desea para sí misma las mismas ventajas. Imagínense una
segunda “4ta. Republica” decidiendo quien se queda de Gobernador, Alcalde o de
Concejal. ¡Eso es mucho cuento!
Los venezolanos deben convencerse que NO ES SUFICIENTE con cambiar solamente
el régimen. Hay que matar a la Hidra. Matando a la Hidra, matamos al comunismo
que se nos quiere imponer. Algunos creen que si cortamos una sola cabeza-la del
régimen-, mataríamos al animal. Sería un error y un espejismo ya que pronto
nacerían otras de la mano de la segunda cabeza, porque debido a la estructura
constitucional se volvería a las prácticas nefastas que hicieron posible la
creación de la primera cabeza que se murió de cáncer.
El fondo de toda esta historia es que la Hidra misma le tiene pánico a
tal vez la única espada que pueda cortar ambas cabezas a la vez: una
Constituyente que reforme las estructuras centralizadas y redistribuya el PODER
en las Regiones permitiendo un desarrollo uniforme del país, con un fuerte
control Parlamentario. Y eso es lo que no desean las cúpulas políticas que
manejan la oposición oficial, la segunda cabeza. Por eso prefieren que la
herencia de Chávez caiga por su propio peso de incompetencia, cosa que no
ocurrirá por razones económicas. Ya Cuba tiene 55 años de pobreza y eso no ha
cambiado su régimen, más bien lo ha profundizado.
Muchos venezolanos todavía no están claros que si bien el régimen ha
complicado el panorama político introduciendo el elemento castro-comunista en
la ecuación eso no deja de implicar que cualquiera que lo suceda lo hará bajo
la construcción centralizada de una estructura que debe cambiar y que ya tiene más
de 200 años de mal funcionamiento, desde 1811.
Entonces el problema no es que se cambie simplemente un pésimo gobierno
sino la estructura sobre la cual se cambia. Es de eso de lo que se trata al
proponer cambiar la Constitución. Algunos amigos y expertos conocedores del
tema prefieren que solo cambiemos al régimen, expulsando al invasor cubano. Cortar
sólo la primera cabeza. Eso es verdad, pero no sería suficiente. Como las
cabezas de la Hidra, crecería de nuevo duplicada y maligna, entre otras cosas
porque la otra cabeza la haría crecer en el futuro de su propia esencia. Ya de
hecho la está manteniendo.
Algunos dirán que estoy pidiendo mucho. Pero ese el verdadero fondo
del problema, la raíz misma de la situación que vivimos. Cualquier esfuerzo que
se haga de tratar de cortarle las cabezas a la Hidra debe pasar por cauterizar
el nacimiento de las DOS cabezas, no de una. Espero en Dios que el pueblo
venezolano al constituirse en ese Hércules, con la espada constituyente en la
mano, tenga la habilidad de matar con un solo golpe las dos cabezas del animal.
Caracas, 14 de Enero de 2014
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana