Por Luis Manuel Aguana
Una vez
realizada la propuesta general para la realización de un Plebiscito a Nicolás
Maduro Moros para definir su permanencia en el poder en Venezuela (ver
Comunicado ANCO: Que el Soberano decida el futuro de Venezuela, PLEBISCITO SI,
DIALOGO NO, en http://ancoficial.blogspot.com/2019/06/comunicado-anco-que-el-soberano-decida.html), nos hemos enfrentado a
una lluvia de inquietudes, muchas de ellas descalificantes, acerca de la
pertinencia o no de un instrumento como ese versus al planteamiento electoral
que en la actualidad negocia con el
régimen la oposición oficial de la Asamblea Nacional. Y es razonable que la
gente se pregunte porqué nace esa propuesta en contraposición a otras que ya
habíamos realizado, favoreciendo la intervención humanitaria en Venezuela por
la vía de la Responsabilidad de Proteger (R2P), e incluso la aprobación del
Artículo 187#11 Constitucional. Y en realidad la propuesta plebiscitaria no
excluye esos escenarios. Veamos porqué.
En
Venezuela hemos llegado a un punto de no retorno de posiciones irreconciliables
con el régimen y su oposición oficial. De hecho no existen puntos de
convergencia que hagan que los venezolanos nos convenzan de tragarnos el
régimen de Maduro de ninguna manera posible. Ha habido demasiada muerte,
persecución y destrucción de nuestro
país para que el venezolano medio acepte otra cosa que no sea la expulsión de
quienes nos han hecho tanto daño.
Por otro
lado, quienes debieron seguir por una ruta que suponía la expulsión de la
tiranía primero, para proseguir con un gobierno de transición y unas elecciones
libres después, decidieron sin consultarnos que negociarían con el régimen para
“cesar la usurpación”. ¿A quien pretenden hacerle tragar semejante cosa? De
allí que la maquinaria comunicacional de la oposición oficial se este aprestando
con sus anclas periodísticas conocidas para comenzar una campaña que intentará
convencernos que si vamos a elecciones con el régimen los “arrasaremos”. ¿Les
parece conocido ese discurso?
El
discurso electoral esta fuertemente respaldado por importantes factores de toda
la batería socialista europea y quienes en Latinoamérica aun creen que lo que
sucede en Venezuela es solo un problema de orden político y no criminal. Si a
esto le sumamos que los intentos fallidos del 23E y 30A le han restado una importante
credibilidad internacional (léase Estados Unidos) al gobierno interino de Juan
Guaidó, a este no le quedaría otra alternativa que plegarse a una negociación
con un régimen que desea elecciones y una Comunidad Internacional que no ve
otra manera de hacer que en Venezuela las aguas vuelvan a su cauce.
El único
problema aquí es como se hace para convencer a un país entero que aun espera el
“cese de la usurpación” prometido y que ahora se cocinan brebajes para
transformarlo en un “cese de la usurpación por elecciones”.
Si el
problema fundamental del país es un régimen de corte castrocomunista, que ha
pretendido en 20 años someter a su población utilizando los inmensos recursos
de la nación, arruinando y destruyendo todo a su paso, y todavía no ha logrado
someterla completamente a pesar del éxodo y la crisis humanitaria, ¿de que
manera cabria pensar que podamos convencerla que nos podemos deshacer de él por
la vía de negociar “espacios de convivencia” a través de mecanismos electorales
que solo funcionan cuando existe democracia? En otras palabras la solución
electoral es un completo contrasentido cuando se realiza con quienes de suyo no
creen en esa vía salvo cuando son ellos quienes cuentan los votos utilizando un
sistema construido para favorecerlos. Es por eso que algunos creemos que la
salida definitiva pasa por una solución de fuerza, pero que de la cual no
tenemos la aprobación de la Comunidad Internacional en su conjunto.
Nos
encontramos entonces atascados en la creencia de que solo nos queda la vía
electoral para resolver el problema. Y esa solución, lejos de resolverlo, lo
agrava. Es como ponerle un parche a un gran tanque de gasolina que gotea porque
esta podrido por el oxido y si no se le pone remedio a la causa estructural del
derrame, en algún momento y por alguna razón saltara el chispazo que lo hará
explotar mas temprano que tarde. Es por eso que hay que ir a resolver la causa estructural del problema,
ya que el régimen ha distorsionado y destruido absolutamente toda la
institucionalidad del país. Esto es, recurrir a la fuente donde nacen las
instituciones, que no es otra cosa que la Soberanía Popular.
La
Comunidad Internacional reconoce sin duda alguna que en Venezuela hay que
recurrir a la Soberanía Popular para resolver nuestras diferencias. De allí que
su instrumento sea el electoral. Sin embargo un Plebiscito es también un
mecanismo electoral pero que pone en manos del pueblo una decisión
trascendental. Y ese es precisamente nuestro caso en Venezuela, pero con una
diferencia: con unas elecciones toleramos la existencia del régimen, con un
Plebiscito no. ¿Y porque no? Porque de lo que se trata precisamente es de
someter a la consideración de la Soberanía Popular la decisión acerca de la
existencia misma de ese régimen, con todo lo que ello implica. ¿Se dan cuenta
de la diferencia?
Pero,
¿como llevar al régimen a ese juicio de la Soberanía del pueblo? No será fácil
de ninguna manera. Es claro que no deseará contarse con los mecanismos abiertos
de la Comunidad Internacional, a sabiendas que el pueblo no lo quiere. Es allí
donde la presión de todos los países debe comenzar a funcionar. Los países que
nos respaldan deben ser los primeros convencidos de esta solución. Pudieran por
ejemplo continuar con las mismas, o nuevas y peores sanciones hasta que el
régimen acepte un Plebiscito.
La
diferencia con el estado actual de las cosas es que habría entonces un lugar
adonde llegar con esas presiones y sanciones: a que el régimen acepte contarse
en un Plebiscito. Este se haría con la colaboración de la sociedad civil y sin
la intervención del CNE, por no ser este instrumento de su competencia
constitucional (Art. 70), por lo que su realización resultaría más ágil e
inmediata que una elección, y contando siempre con el apoyo y supervisión de
organismos internacionales (OEA y UE). Dependiendo de la presión que se ejerza
de afuera hacia adentro, y desde las mismas entrañas del país, el régimen
comenzará a solicitar “negociar” los términos de su sometimiento a la voluntad
del pueblo. Es ESA la única negociación posible con ellos: la de los términos
de su salida.
Pero,
¿cómo se haría para que el régimen cumpla con el resultado de ese Plebiscito?
Esa pregunta va de la mano con la aceptación del instrumento: de no cumplir el
mandato popular emanado de las urnas en ese Plebiscito, las puertas quedan
abiertas para una intervención humanitaria que haga cumplir la decisión del
Soberano, no teniendo la Comunidad Internacional manera alguna de evitar la
Responsabilidad de Proteger (R2P) a Venezuela de acuerdo a los términos
concebidos en la Asamblea General de la ONU del año 2005. Y para lograrlo de la
manera mas expedita y con la colaboración del único poder legítimo en
Venezuela, la Asamblea Nacional no tendría mas excusas para negarse a aprobar
la presencia de fuerzas extranjeras dentro del país para apoyar lo decidido por
el pueblo en las urnas, a través de su atribución establecida en la
Constitución en el Artículo 187#11.
Como
verán, un Plebiscito es una solución expedita versus las negociaciones
encubiertas de la oposición con el régimen para asegurar su permanencia en las
estructuras de poder en Venezuela por la vía electoral. Le daría continuidad a
la promesa hecha a los venezolanos el 23E de terminar inmediatamente con la
usurpación y continuar en la vía de la conformación definitiva de un gobierno
de transición que nos lleve a elecciones libres, SIN EL RÉGIMEN O ALGUNA DE SUS
ESTRUCTURAS. Y demuestra que si es posible un próximo gobierno sin cohabitar
con Maduro, como nos ha pretendido vender como obligante la oposición oficial.
Es una solución que le planteamos a Venezuela y al mundo para abandonar el
limbo en que nos encontramos, que profundiza y alarga la muerte y la
desesperanza del pueblo venezolano.
Caracas,
19 de Junio de 2019
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luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana