domingo, 3 de noviembre de 2013

Dejaron de ser chavistas



Por Luis Manuel Aguana

¿Por qué todavía la oposición designa “chavismo” a esto que nos enfrentamos? Incluso algunos más audaces lo llaman ahora “madurismo” después de la muerte de Chávez. Es interesante el lenguaje porque de ello nace esa realidad que a todas luces no es tal, creando vida donde no la hay de parte de quienes paradójicamente hemos luchado denodadamente porque desaparezca.

Nosotros le damos existencia a eso que denominamos “chavismo” en tanto y en cuanto lo designemos con el nombre de quien en vida fuera su creador. Es decir, el “chavismo” existe porque NOSOTROS lo designamos como tal. Nuestras palabras crean la realidad…

No, no es algo esotérico. La palabra crea: “Todo el razonamiento humano, nuestra manera de acercarnos y enfocar la realidad, está apoyado inequívocamente en la palabra, en el contenido que le asignamos, en la carga semántica que le otorgamos. Para manejar conceptos abstractos, conceptos que no tienen un reflejo material directo (“libertad”, “justicia”, “paz”…etc. frente a “mesa”, “zapato”, “cuchillo”…etc.), necesitamos de la palabra que se refiera a ese concepto, o ni siquiera podríamos razonar alrededor de ello. De hecho, muchos conceptos abstractos no existían hasta que la palabra para manejarlos no existió. En el campo de las ideas, de lo abstracto, la palabra crea” (tomado del blog La palabra crea http://blog.eldelweb.com/vp-17-150-0/La-Palabra-Crea.html).

Por otro lado el blog de Carmelo Urso lo reafirma: “La Palabra es extensión de lo que creamos en la mente, tanto lo “bueno” como lo “malo”, lo negativo y lo positivo. Todo surge en la mente y es proyectado en verbo para transformarse en nuestra realidad individual o colectiva, en nuestro sueño individual y colectivo” (ver El verbo que crea http://carmelourso.wordpress.com/2011/01/26/verbo-que-crea/).

Realmente lo poderoso de las palabras es que ellas resultan de la materialización de las ideas que tenemos. Bien dicen que aquel que tiene las ideas claras las puede comunicar, aunque eso sea un arma de doble filo. Las palabras son peligrosas y pueden crear un “constructo” que deliberadamente pueda ir dirigido a engañar o a crear algo malo adrede (¿se acuerdan del autor de la palabra “fraudulero”?). Pero por otro lado pueden ser el mecanismo de creación de las ideas más excelsas: democracia, libertad, justicia.

En el caso que nos ocupa, los venezolanos acuñamos la palabra “chavismo” a la corriente política creada por el fallecido Hugo Chávez, que no tenía contenido alguno mas allá del aluvión de personas que siguieron a un caudillo en la búsqueda de sus reivindicaciones sociales que creyeron pisoteadas por 40 años de gobierno adeco-copeyano.

Ese “chavismo” fue escogido para conducir a Venezuela en las elecciones de 1998 y posteriormente para crear una nueva Constitución a partir de 1999. Y los venezolanos creamos alrededor de la figura de Chávez una entelequia que aun después de muerto su autor todavía le sobrevive. Chávez estaba tan consciente de esa condición aluvional de su grupo que creyó necesario darle un contenido diferente e ideológico para que perdurara. De allí su etiqueta posterior de “socialista”.

Sin embargo, muy a pesar de quienes le pusieron esa etiqueta, dense cuenta que los venezolanos no llamamos a la gente que se agrupa en el PSUV “socialistas” como podría hacerse en España o cualquier otro país. Los llamamos “chavistas”. Si ven ustedes el comportamiento de los socialistas de Brasil, España o cualquier otro lugar donde esa corriente existe, verán que eso no tiene nada que ver con lo que son o la esencia de estos individuos que se autocalifican como “chavistas”.

Así que si continuamos asignándole el nombre de “chavistas” a estas personas que nos desgobiernan, lo que realmente estamos haciendo es perdurar eso que no tiene una sino tres fechas de fallecimiento: la fecha en que no lo vimos más (8 de diciembre de 2012), la fecha en que realmente murió (29 de diciembre de 2012) y la fecha en que los “chavistas” dijeron que murió (5 de marzo de 2013).

He intentado buscar sin éxito como podríamos designar a esta claque ya que el nombre de “chavistas” no deberíamos usarlo más, al menos en la oposición democrática del país, so pena de seguir dándoles vida después de muerto su autor. Y eso me lleva a una pregunta que considero necesaria: si quienes luchamos por el regreso de la democracia en Venezuela nos llamamos demócratas ¿cómo podríamos llamar a aquellos que persisten en desconocernos, sin llamarlos “chavistas”?

¿Cómo se puede llamar a una gente que le quita el derecho de palabra a los parlamentarios en un lugar donde precisamente se “parlamenta” en democracia?  No pueden llamarse “socialistas” porque esa modalidad ideológica existe en el mundo y no se comporta de esa manera. ¿Cómo podríamos llamar a los seguidores de lo que tradicionalmente no se puede designar de otra manera sino como DIC-TA-DU-RA y no se puede seguir ignorando?

El uso de la palabra “chavismo” les ha servido muy bien de tapadera y creación de realidades a quienes les conviene que este régimen, al que consideramos una dictadura, se le siga designando-incluso en programas internacionales de TV-, como una “democracia con rasgos de autoritarismo” y consecuentemente “demócratas” a quienes día a día cercenan un pedazo adicional a nuestro sistema de libertades.

Es muy interesante la referencia que hace Ma. Lourdes Bueno Perez de la obra de Jorge Luis Borges acerca de la palabra (ver La palabra como fuerza generadora de la realidad en Borges http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/58918.pdf). De acuerdo a su criterio Borges vuelve una y otra vez sobre una constante: “…el tema de la palabra-o más específicamente del nombre- como elemento con capacidad para crear una realidad…Pues bien, si consideramos el acto creativo como la acción primigenia, original, de la que brotan luego el resto de las acciones, podríamos entender el concepto   como una fuerza poderosa que engendra la realidad tangible”

No pretendo indicar aquí que si dejamos de llamarlos “chavistas” el régimen caerá. Pero lo que sí es importante comprender es que mientras en el imaginario exista esa creación seguirá siendo realidad tangible porque nosotros mismos la seguimos alimentando y fortaleciendo día tras día. Debemos comprender que dejaron de ser “chavistas” al morir su autor, poniendo al descubierto una dictadura ramplona y peligrosa que estaba detrás de ese nombre y que mientras más se vista de democracia con nuestros votos será aun más difícil de exterminar.

Caracas, 3 de Noviembre de 2013

Twitter:@laguana

miércoles, 30 de octubre de 2013

Estado Mayor de Oposición “Oscar Yanes”

Por Luis Manuel Aguana

A la memoria de Oscar Yanes

Ver de nuevo el video grabado de la entrevista que le hiciera Orlando Urdaneta a Oscar Yanes en el año 2003 realmente causa indignación con la dirigencia de la oposición formal (verlo en http://www.youtube.com/watch?v=zSOpcn8lND8). No hay palabras para describir un TE LO DIJE tan grande como el que hiciera quien despidiéramos hace algunos días como uno de los periodistas más experimentados y certeros de la historia contemporánea de Venezuela.

Y tomen nota del año: 2003. No había pasado el Referéndum Revocatorio del 2004, no habían pasado todas las elecciones fraudulentas hasta el 14 de abril del año 2013. Hace 10 años Oscar Yanes le dijo a la dirigencia política venezolana que era lo que había que hacer con Hugo Chávez y este régimen en 10 minutos y 45 segundos.

Solo por hacer honor a quien en vida fuera un luchador incansable por la democracia y la libertad de expresión, la dirigencia de la oposición formal de este país debería ver este video mil veces y cuando terminen de entenderlo HACER EXACTAMENTE LO QUE DIJO OSCAR YANES.

¿Y qué dijo? Lo que muchos le hemos repetido y repetido hasta el cansancio a la oposición en estos últimos años: caracterizar al régimen como una dictadura con base constitucional y actuar en consecuencia. Al decir de Oscar Yanes: “hay que establecer que este es un gobierno muy peculiar porque es un desgobierno de malandros con un trastornado mental como jefe de esa pandilla” y realizar “una estrategia de destrucción de un régimen fascista que si no nos adelantamos nos peina”. Pues bien Don Oscar, lamentablemente no pudimos adelantarnos y efectivamente nos peinó, y nos sigue peinando después de muerto Chávez.

¿Y qué hacer? Ya lo dijo Yanes hace 10 años: reunir a toda la oposición, aquellos que están y no están de acuerdo con la oposición formal-en aquel entonces llamada Coordinadora Democrática- y “ponerse de acuerdo como hicieron los aliados en la Segunda Guerra Mundial para decir que le vamos a hacer al señor Hitler y su pandilla, y entonces inmediatamente nombrar un Estado Mayor de Oposición, con un jefe a quien no se le va a discutir porque su misión es destruir a Chávez…asimismo, destruir a Chávez y su pandilla”.

Si hace 10 años se hubieran tomado esas medidas otro gallo le hubiera cantado a Venezuela. Eso que yo llamo caracterización y que Oscar Yanes comparó con la confusión que tiene la oposición de un toro con un Ñu, jamás fue entendida a cabalidad. O si fue perfectamente entendida porque ya para ese momento mucha gente de este bando jugaba para el contrario, situación que a esta fecha se ha agravado de manera considerable.

¿Es posible retomar a estas alturas ese consejo de Oscar Yanes? No lo sé. Lo que sí sé es que urge una estrategia cerrada tomada por ese Estado Mayor opositor. Urge una consolidación de los esfuerzos opositores. Urge sincerar a quienes en la acera opositora realmente les duele el país. Obviamente eso tiene una premisa fundamental: debe existir UNA UNICA ESTRATEGIA DE UNA UNICA OPOSICION que sea capaz de caracterizar este régimen adecuadamente y asumir la misión de la que hablaba Yanes.

En estos momentos, cuando todas las instituciones ya se encuentran tomadas y atrapadas en esa tela de la araña mona de la que hablo Oscar Yanes, es mucho más difícil realizar esa tarea, y en consecuencia más doloroso para la oposición real tomar las decisiones que tenga que tomar.

El país se cae a pedazos y muchos contemplamos lo que al parecer es una “Crónica de una Muerte Anunciada”. Todo el mundo espera la caída de un gobierno que no tiene sustentabilidad. El país ya es ingobernable. El barco hace agua por todos lados y la tripulación baila y canta en el salón principal mientras algunos buscan desde ya los botes salvavidas.

Pero lo peor es que el país opositor, aquel que podría conducir el barco en medio de las aguas turbulentas, o le hace el juego electoral al régimen esperando el 8D y que el país se vaya al diablo, o se encuentra en una tercera acera intentando sin éxito explicarle al país las ventajas de una salida Constituyente. El panorama no puede ser más desolador.

Ese Estado Mayor que proponía Oscar Yanes necesariamente parte de una unidad más allá de toda consideración. Y no precisamente una unidad electorera. Pero eso pasa por que todos reconozcan que no estamos en una corrida de toros con un toro sino con un Ñu, y que todos debemos acordar una estrategia básica para enfrentarlo.

Todos los venezolanos debemos empezar a exigirles a aquellos que se llaman a sí mismos dirigentes de la oposición, a la convocatoria de la sociedad civil militante, a las ONG’s, personalidades, representantes de la oposición en el exterior, exilados, partidos políticos, instituciones, gremios, estudiantes, profesores, a todo el mundo que pueda contribuir y lograr ese Estado Mayor Opositor, al que desde ya bautizaría con el nombre de Oscar Yanes, en homenaje a quien hace 10 años lo propusiera por primera vez.

¿Es posible esa gran convocatoria opositora? Será posible en la medida que desaparezca el colaboracionismo y vayan ganando terreno las manifestaciones autenticas de la oposición. Eso ya se está dando poco a poco y de una manera natural porque el régimen está mostrando su verdadera cara fascista. En la medida que todo se deshaga aparecerán los conectores vitales para lograr eso.

De lo contrario el régimen podrá caerse solo como se vaticina, pero producto de su propia incompetencia, no porque hayamos influido en algo para que eso pase, con la consecuente anarquía generalizada y caos posterior. Una oposición que caracterice al régimen correctamente y se una en lo político será siempre una mejor opción.

De esa manera se eliminaría de inmediato ese pobre discurso opositor que indica que este es un régimen “democrático con tendencias autoritarias”. Estableceríamos si convocamos una Asamblea Nacional Constituyente, si nos planteamos la Lucha No Violenta o simplemente salimos a las calles con una estrategia común en protesta cívica generalizada, pero TODOS, no una parte de la oposición. Y parafraseando a Oscar Yanes, haríamos como los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, decidimos “que le vamos a hacer al Sr. Maduro y su pandilla”.

Ese sería, además de un homenaje al insigne venezolano que fue Oscar Yanes, un paso fundamental para salir de esta tragedia que ha enlutado al pueblo venezolano. Y si con eso todavía no salimos de ella, estoy seguro que el solo hecho de haber acordado todos que estamos lidiando con un Ñu, nos pone en la dirección correcta. ¿Qué eso tiene un precio? Lo tiene. Lo decía Oscar Yanes: “necesitamos que cada venezolano diga que para salir de Chávez (el régimen) vamos a prometer sangre, sudor y lágrimas”. Yo creo que en 10 años los venezolanos no han necesitado prometerlo. Han pagado ese precio por adelantado y sin ver todavía los resultados…

Caracas, 30 de Octubre de 2013

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

martes, 22 de octubre de 2013

Votar o no votar, he aquí la cuestión


Por Luis Manuel Aguana

“Ser o no ser, he aquí la cuestión. ¿Qué es más elevado para el espíritu, sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra el piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas?”. En eso se debatía el Príncipe Hamlet en el Acto tercero, Escena primera de la obra de William Shakespeare. Así nos debatimos los venezolanos en un predicamento similar que podría resumirse al estilo del inmortal autor: “Votar o no votar, he aquí la cuestión. ¿Qué es más elevado para la democracia, sufrir los golpes y dardos del insultante fraude o tomar armas contra el piélago de calamidades y haciéndoles frente, no convalidarlo con nuestro voto?”

El lunes 21 de octubre discutimos el tema de de las elecciones del 8D en el Foro de la Cátedra Pío Tamayo de la UCV, “El comportamiento del sistema electoral el 8D-13, ¿Otra edición del mismo fraude-trampa?”, invitados por el Prof. Agustin Blanco Muñoz, los ponentes Marisol Sarria, Guillermo Salas, Alberto Zambrano y este bloguero (ver http://historiactual.blogspot.com/2013/10/cpt-el-comportamiento-del-sistema.html?spref=tw) . Y como siempre, la pregunta obligada salto al ruedo al final: estamos o no estamos de acuerdo con la abstención el 8D habida cuenta que ya los técnicos estamos convencidos que no ha dejado de haber fraude electoral desde el Referéndum Revocatorio del 2004.

Dado lo extenso de las exposiciones de todos los ponentes, justificadas por lo demás por lo complejo de este tema, no hubo espacio de tiempo para responder adecuadamente esa pregunta directa manifestada principalmente por mi estimado amigo el Dr. Alfredo García Deffendini, abierto defensor de la abstención como protesta, no solo al fraude electoral sino a la conchupancia entre el régimen y la oposición formal para seguir en el juego perverso de la continuidad que no permite entrar en una nueva fase en la lucha por la democracia.

Difícil cuestión esta, como la de Hamlet. Por mi parte no quiero dejar de responder esa pregunta porque considero que es vital para lo que nos viene como destino político. Y la respuesta es: depende.

¿Depende de qué? sería la inmediata repregunta. Pues depende de nosotros. Veamos por qué.

En el año 2002 los venezolanos nos crecimos hasta el punto de tumbar en las calles a un Presidente en ejercicio. Y cuando digo “tumbar” me estoy refiriendo a que la sociedad civil fue el principal ingrediente en la manifestación concreta de su posición en relación a las ejecutorias de un Presidente que había por primera vez expresado abiertamente su desprecio total por la Constitución y por todo lo que nosotros considerábamos sagrado. Y salimos a las calles a manifestar esa postura.

Luego, ante la reacción violenta del régimen y sus matones, los militares, como era su deber, le quitaron el sustento al responsable y lo defenestraron. Eso no lo hicieron los civiles, lo hicieron los militares. Los civiles pusieron su sangre en las calles, sangre que aun están derramando los Comisarios y los Policías a quienes el régimen responsabilizó e hizo presos en abierto irrespeto a sus Derechos Humanos. El resto es historia.

A partir de ese instante la sociedad en su conjunto se organizó en un sinfín de organizaciones civiles que dieron una lucha incansable por revocar al responsable de la masacre del 11A-2002 de la Presidencia de la República. No hubiese sido posible llegar al Referéndum Revocatorio sin esa organización de la sociedad civil.

Ante el fraude consumado por el régimen en agosto de 2004, muchas de esas organizaciones desaparecieron o minimizaron su actuación. No en balde Elena Granell dice en su estudio que el venezolano es un personaje de operativos y le es muy difícil mantener una persistencia organizada y continua para conseguir un objetivo (1).

Han pasado casi 10 años del Revocatorio y aquellas organizaciones de la sociedad civil que hicieron posible llevar al régimen a ese Referéndum Revocatorio son mínimas e inexistentes. Lo que hay es una masa informe sin liderazgo que lo único que tienen al frente es a un “líder” que insiste en seguirle el juego electoral al gobierno, aun después de haber cantado fraude en unas elecciones que no supo defender.

Los partidos políticos se adueñaron del patio opositor, que antes no tuvieron alternativa de compartir con una poderosa sociedad civil organizada en ONG’s que tenían el poder de convocatoria de la calle y a las cuales tenían que escuchar a regañadientes. Sin embargo esa sociedad civil en sus bases esta corregida y aumentada. Diez años no pasan en balde. Lo que le falta es la reconstrucción de su liderazgo en torno a una estrategia común en relación a qué hacer con este régimen.

No se equivoquen. No estoy diciendo que los partidos no participen. Pero solo aquellos que demuestren con hechos que no colaboran con el régimen. Lo que no se puede hacer es trazar estrategias sin un liderazgo fuerte que represente a la sociedad civil y que antes estaba representada en todos aquellos que logramos recoger más de 3 millones de firmas para revocar al Presidente.

Ahora bien, a la pregunta de “¿llamarías a la abstención?”, la respuesta es: depende si este llamado forma parte de una estrategia consolidada entre todos los opositores reales, organizados entre sociedad civil y partidos no colaboracionistas del régimen para responder a la pregunta de qué hacer después que nadie vaya a votar. Lo que sucedió el 2005 fue un rotundo éxito como hito histórico. Y lo que pasó después fue que nadie cosechó lo que significó eso y quedo como un hecho aislado que se nos devolvió amargamente. Si se ha de llamar a la abstención es porque organizadamente sabemos lo que vamos a hacer después de que tengamos éxito.

Y ese llamado debe encarnarlo una supra organización de la sociedad civil que en este momento es inexistente por todos los factores antes mencionados. La primera tarea que debe acometer la oposición, no la de partidos políticos, sino la de la gente que desee salir de este régimen castrador de libertades es ORGANIZARSE de nuevo. Tenemos esa memoria porque lo hicimos ya en el pasado. Muchos líderes de esas organizaciones civiles lamentablemente fallecieron o se exilaron. Otros sencillamente se empantuflaron. Hay que retomar el empuje que existía y organizarse en consecuencia.

Los partidos colaboracionistas le tienen pánico a la abstención, y mucho más a una abstención realizada de una manera organizada. Les recuerdo que una cosa es abstenerse en democracia y otra muy diferente en dictadura. Les invito a leer mi última nota del año 2012 “Abstencionismo en tiempos de dictadura” (ver en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/12/abstencionismo-en-tiempos-de-dictadura.html). El significado internacional de la abstención en dictadura es el de la protesta cívica. Es por eso que precisamente le temen a caracterizar como corresponde al régimen que nos desgobierna.

Sin embargo, sin organizarnos antes, llamar a la abstención sería como en el pasado: peor que la enfermedad, aun cuando con esta le hagamos un llamado firme a la intervención de aquellos que tienen la responsabilidad de hacer respetar con las armas la Constitución. Y aún en ese caso deberíamos estar todavía más organizados y asi mi respuesta sería como la del Hamlet de Shakespeare: Morir..., dormir; no más…

Caracas, 22 de Octubre de 2013

Twitter:@laguana

(1) Granell, Garaway, Malpica,  Éxito Gerencial y Cultura, Retos y Oportunidades en Venezuela, Ediciones IESA 1997, Pags. 102 y sigs., Caracas