martes, 6 de enero de 2015

No vendemos políticos



Por Luis Manuel Aguana

Entre las reflexiones de fin de año que hice en referencia al Proyecto País Venezuela (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) hay una en especial que deseo compartir este año que comienza. ¿Recuerdan esos carteles que ponen las librerías para indicar que no sacan fotocopias? O mejor aún, aquel que ponen algunos kioscos de periódico para evitar contestar preguntas: No vendemos tarjetas telefónicas. Y eso pasa porque es tan fácil confundirse cuando uno va a sacar copias o buscar tarjetas para el celular, como cuando nos preguntan cuál es la oferta política del Proyecto País Venezuela, comparando la Constituyente que proponemos con lo que ofrecen los partidos políticos. Por eso en el PPV debemos colocar un cartel grande que diga "No vendemos políticos".

Los partidos son los que venden políticos.  Reclutan militancia, y a veces-solo a veces-, los forman en una ideología, luego los sacan a la calle a ver que hacen por el partido, y finalmente, si son buenos, tratan de venderlos a los electores en las carreras por los votos a ver quien se desenvuelve mejor. De allí, vuelta al comienzo. Por supuesto, si pegan algún candidato, eso refuerza el objeto del partido, creando solidez a su base de sustentación. Es un sistema que en realidad funciona si quienes participan de él, no solo lo hacen a favor de la población que representan, sino que sus ejecutorias verdaderamente representen un cambio en la calidad de vida de la gente, y en términos generales, del país entero. De eso se trata la representación popular.

Pero lamentablemente ese sistema dejo de funcionar. Para entender mejor que es lo que intento decir con eso de que “el sistema dejó de funcionar”, debo antes explicar que es lo que entiendo yo por “sistema” para que todos estemos hablando y comprendiendo lo mismo.

Un sistema es un conjunto de unidades recíprocamente relacionadas, unidas por alguna forma de interacción o interdependencia que realizan una actividad para alcanzar un objetivo. Si consideramos a un automóvil como un sistema de transporte, todas sus partes están interrelacionadas para producir un resultado que no es otro que transportar a sus ocupantes de un sitio para otro. Pero ese sistema está a su vez interrelacionado con un sistema mayor que lo alimenta que hace que sea posible su funcionamiento.

Por ejemplo, en ese “sistema automóvil” es necesario que existan bombas de gasolina, para que el motor de combustión que tiene pueda funcionar, deben existir carreteras por donde este pueda desplazarse, estacionamientos para poderlos guardar, mecánicos para poderlos reparar, y un sinfín de bienes y servicios alrededor de ese sistema que llamamos “automóvil”. Incluso podríamos pegarle a eso una escala mayor adicional como lo son los sistemas mundiales de refinación para poder fabricar el combustible que usa el automóvil, que como sabemos es un derivado del petróleo.

Si un solo componente de ese sistema cambia por cualquier razón, como en efecto se está hablando ahora del cambio de los motores de combustión interna por motores eléctricos para la salvaguarda del ambiente, entonces TODO el sistema cambia y los sistemas asociados, desde la más baja escala, el automóvil mismo, hasta la más alta, como por ejemplo la manera en que se le dotará de la energía al automóvil para que pueda funcionar. Desaparecerían las bombas de gasolina-y los empleos que produce-, toda la industria de partes y piezas de motores de combustión interna desaparecería (motores, bombas de gasolina, bujías, pistones, etc., etc., etc...) y todo aquello relacionado con esa manera de hacer las cosas. Pero por otro lado nacería algo nuevo, otra industria que girará alrededor de lo que llegó para poder hacer funcionar el sistema.

Entonces, cuando hablamos que un sistema no funciona y debemos cambiarlo por otro HAY CONSECUENCIAS en todo aquello que vivía relacionado con la anterior manera de hacer las cosas. Hagamos ahora un ejercicio de imaginación.

Supongamos que cambiamos el sistema de subsistencia financiera regional establecido en la Constitución a través del Situado Constitucional (Art.167) que indica “un máximo del 20% de los ingresos ordinarios estimados anualmente por el Fisco Nacional” (que para el presupuesto 2014 fue de menos del 16%) por un sistema que entregue por ejemplo un mínimo del 80% a los Estados y Municipios y le quite el control de la chequera (la Hacienda Pública) al Presidente de la República, dejando el gobierno central bajo el control de un Parlamento, como ocurre en un sistema parlamentario. Eso sería como cambiar el motor del actual sistema.

Aun cuando en la actualidad es competencia EXCLUSIVA de los Estados “dictar su Constitución” (Art. 164.1), “y organizar sus Municipios y demás entidades locales y su división político territorial…” (Art. 164.2), los partidos políticos no se interesan por hacer eso en los Estados más allá de contar con una presencia política obligada que les de sustento para hacer uso de los pocos recursos regionales para sobrevivir. Allá no controlan los contratos de grandes obras, ni pueden influir en las grandes decisiones de política y de inversión pública. Eso se hace en Caracas y en Miraflores. Caracas no produce ni lo que come pero se lleva constitucionalmente la administración de al menos el 80% de los ingresos ordinarios estimados anualmente por el Fisco Nacional.

Es por eso que cualquiera que pueda dejar de vivir en el interior en la primera oportunidad sale corriendo para Caracas, dejando su pueblo para ver como se pone en algo en la capital. ¿Dónde creen que estaría el principal interés político de los partidos? ¿En buscar controlar la Presidencia de la República y los escaños de la Asamblea (como antes en el Congreso) o lograr el bienestar de la gente con los escasos recursos en cada uno de los Estados? Respuesta obvia.

Y esa situación se ha repetido y repetido en nuestra historia republicana. Solo vean las biografías de los Presidentes de la Republica y revisen donde nacieron. Del siglo pasado al presente todos son del interior del país (con la excepción de Gallegos), sin contar el actual que no es venezolano, salvo que presente su Partida de Nacimiento. Con ese cambio en el incentivo fundamental, la política se haría principalmente regional, no nacional y obviamente el interés de los partidos y su dirigencia se volcaría hacia las regiones. Pero eso no vendría solo. 

Si los ciudadanos de un Estado saben que al elegir a alguien de su propia localidad le están dando el poder para cambiar su calidad de vida, porque tiene como hacerlo ya que  sus impuestos se quedan allí y son producidos por ellos mismos con el sudor de su trabajo y lo administra alguien cercano, que no vive en Caracas sino en su propia región, los administradores regionales deberían pensarlo muchas veces para robárselo o malbaratarlo. La gente los iría a buscar muy cerca. Habría 24 Estados que tendrían la misma oportunidad y la movilidad laboral- y política-, no se haría hacia Caracas sino hacia la región que lo haga mejor y produzca mayor calidad de vida.

Cada Estado, en ese escenario, si podría con base cierta realizar una Constituyente Regional y “dictar su Constitución” para establecer su propio plan de desarrollo de acuerdo a sus potencialidades y comprometerse a producir para su gente lo que mejor pueda producir, aportando un diezmo para el mantenimiento de un gobierno Federal, por decir un ejemplo. Un Estado así si podría organizar, como dice la Constitución actual, sus Municipios y demás entidades locales conforme a ese plan de desarrollo, generando riqueza para su región, organizándose adecuadamente para los fines de ese Estado.

Pero una consecuencia importante de ese cambio en el sistema sería que los Diputados y los Senadores (porque también los habría) que sean electos en los Estados conforme a esa nueva distribución del poder, no irían a un Parlamento en Caracas para ocupar puestos para el partido que los puso allí, como ahora, sino para exigir como representantes verdaderos de los ciudadanos de su Estado, de acuerdo a lo que este sea capaz de generar, imponiendo un rumbo diferente al poder central; que de acuerdo a ese nuevo estado de cosas, tendría que someterse a la verdadera soberanía de un pueblo que produce. No podría actuar más como un poder central repartidor y extorsionador de lo que pertenece a todos los venezolanos, como ocurre ahora con con el actual sistema, sino como un coordinador de regiones con poder y riqueza propias.

Pues bien, nuestro cartel en el Proyecto País Venezuela dirá “No vendemos políticos”. Ese es el trabajo de los partidos. Nosotros estamos en una cosa muy diferente. Estamos vendiéndoles a los venezolanos un nuevo sistema político donde quepan nuevos partidos y los actuales se amolden a las consecuencias que ese cambio traería. Cierro este ejercicio de la imaginación sustentando que si le cambiamos la tecnología al motor político de Venezuela eso traerá como consecuencia que el resto de los sistemas que viven de él cambien. Cambiarían las formas y los protagonistas, así como la responsabilidad ciudadana de exigir a los gobernantes. Tal vez esa sea la única manera de hacer viable esa Venezuela sentada sobre una riqueza que precisamente no es petrolera…

 Caracas, 6 de Enero de 2015

Twitter:@laguana

miércoles, 31 de diciembre de 2014

El año de la verdad


Por Luis Manuel Aguana

Sin intención alguna de hacer un balance, escribía justo hace un año, el 31 de Diciembre, que los venezolanos teníamos para el 2014 dos retos importantes: a) Internalizar que no podemos pedir la libertad de venezolanos a un régimen que jamás la concederá, porque son extranjeros con un plan preciso de dominación. Los que conducen ahora los destinos de Venezuela no se pararán ante NADIE para lograr poner a su disposición permanente nuestras riquezas a menos que nosotros entendamos que no podemos seguir jugando ajedrez con las reglas de las Damas Chinas; y b) Necesitamos cambiar URGENTEMENTE a los jugadores que nos representan porque precisamente son una parte importante del problema.(ver Los verdaderos retos del 2014 en http://ticsddhh.blogspot.com/2013/12/los-verdaderos-retos-del-2014.html).

Los balances son fotografías de un estado que se toma en un momento del tiempo. Nadie ve en un balance, por muy avezado analista que sea, cual es la situación dinámica, cual es la dirección que lleva lo que se mide. Por eso los analistas financieros para lograr medir el estado real de la salud de una empresa, colocan medidores y chequean todo el tiempo el estado cambiante de ellos para así hacer cuadros, gráficos y pronósticos. Algo así es lo que han hecho con el país los principales factores internacionales en relación a la salud financiera y política de nuestro país. Todos coinciden en algo que ya hasta el más común de los venezolanos que hace cola todos los días intuitivamente sabe: el país es inviable, con rumbo cierto al despeñadero.

Ni internalizamos que estábamos delante de un régimen que no es venezolano, que no se pararía ante nada ni nadie para ejecutar un plan de dominación comunista (un ejemplo claro de esto fue la entrega gratuita de Leopoldo López al régimen creyendo que no lo tratarían igual o peor que a Simonovis) denominado Plan de la Patria, que se hizo ley a partir de Diciembre 2013 (Ley del Plan de la Patria, Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2013-2019, Publicado en Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela No. 6.118 Extraordinario, 4 de Diciembre de 2013); ni la oposición entendió-o quiso entender-, que el juego no era ajedrez sino Damas Chinas (incluso por lo chino).

Por otro lado, no solo no cambiamos a los jugadores que nos representan en la “oposición”, sino que esos mismos jugadores están deseosos de seguir jugando con las reglas del régimen a “ver que les toca” de esa repartidera que debe ocurrir en las parlamentarias con la vana ilusión que “serán mayoría” en la Asamblea Nacional. Los resultados de la charada de la elección de los Rectores del CNE y los Magistrados del TSJ son prueba de ello. Si todavía se lo creen “o tú estás en el guiso o el negro te está c… ¿Cuál de las dos será?” como en la anécdota que referí el 2011 (ver Silencio Cómplice en http://ticsddhh.blogspot.com/2011/10/silencio-complice.html). Verdaderamente, ya el pueblo venezolano está ansioso por saber cuál de las dos será.

Visto esto, y aun cuando sea odioso decir “te lo dije”, no es suficiente. Hacer análisis, proyecciones, elucubraciones y balances, no es suficiente. Los venezolanos ya en este punto nos encontramos en las mismísimas manos del Creador. Y yo creo en Dios...pero con el mazo dando (bien lejos por cierto del conocido show televisivo).

Y entonces se preguntarán como el inmortal Chespirito, en su personaje el Chapulín Colorado: “¿Y ahora, quien podrá defendernos?”. Pues ustedes mismos, porque nadie más lo hará. Veamos cómo se come eso.

El 2014 ha sido el año donde más se le ha hecho resistencia real al régimen y adonde este le importa más: en las calles. Fue muy violento y costó muchas vidas. Eso llevo a un régimen desprestigiado y violador de los Derechos Humanos a pedir desesperadamente cacao. Los sucesos de las calles durante el primer semestre de 2014 obligaron al régimen de Maduro a buscar como dialogaba con una contraparte opositora que no encontraba por ningún lado, hasta que la MUD se apropió de esas banderas y le entregó al régimen sin costo alguno el sacrificio de nuestros jóvenes estudiantes en las calles. Ni siquiera pidieron la libertad de los presos políticos como condición previa para sentarse en Miraflores. Fueron corriendo a abrazarse con el régimen. Yo no inventé eso, está allí para que lo reseñen nuestros libros de historia.

Ahora bien, esa resistencia no apareció de la nada. Vino como consecuencia de sucesos muy concretos que ocurrieron en el Táchira y con cuya protesta se extendieron por todo el país, encendiendo a la juventud y a la sociedad civil en una acción sostenida que hizo temblar al régimen. Siempre dijimos que esa protesta no tenía dueño. Que se equivocaba el régimen en intentar responsabilizar a Leopoldo López o a cualquier otro dirigente político, porque ese liderazgo nunca lo tuvieron ni en sus sueños más ambiciosos, así como tampoco hubieran podido acallar ni conducir esa protesta porque ningún liderazgo político opositor tenía ni tiene la legitimidad para hacerlo.

Sin embargo la MUD se robó esas banderas, haciéndose pasar como contraparte de algo de lo cual no era arte ni parte, y por encima de la sangre aun caliente de los cadáveres de los estudiantes, jugando a representar una oposición que no era NI ES, echándole así un balde de agua fría a la protesta generalizada del país. De allí en adelante el régimen retomó el control y arreció la persecución y las torturas a los estudiantes y a todo aquel que hubiera participado en las protestas. Esa afrenta histórica marca el año 2014 como el año de la mayor traición que se le haya podido hacer al pueblo venezolano.

Dicho esto, la conclusión es que nos encontramos solos. Luchando en contra de un poder cuya representación opositora ha dado pruebas demostrativas de jugar en el equipo contrario este año que termina. La pregunta que toca es ¿qué haremos entonces los venezolanos? ¿Perderemos otro año creyendo el cuento interminable del “Gallo Pelón”, que esto lo solucionaremos con la próxima elección? Ya pasó el 2014 y la situación empeoró en relación al 2013. ¿Seguiremos esperando otro año por una “oposición” que haga oposición? Caben entonces las palabras de Juan Pablo II en su segunda visita en 1996: “Venezuela ¡despierta y reacciona, es el momento!”.  Vamos para 16 años, ya es hora…

Algunos venezolanos escogimos una ruta civil diferente a la oferta tradicional de los partidos-porque también existe la militar-, que le sirve tanto a aquellos que dejamos de creer hace tiempo en la vía electoral, como a otros que todavía siguen pensando que votar es una salida en estas circunstancias. Difícil pero posible: convocar al Depositario de la Soberanía. Al Dueño, pues. Convocar civilizadamente al pueblo de Venezuela a decidir su propio destino. Convocar al Poder Originario.

Esta vía es tal vez más lenta y condenadamente difícil, más aún porque lo hacemos sin ayuda. Pero tiene una gran ventaja: el cambio del sistema político, garantizando a las nuevas generaciones un futuro sustentable, que no dependa más de la venta materias primas y de las promesas de cualquier salvador, sino del trabajo productivo de un pueblo y la conducción de múltiples liderazgos cercanos a la gente en toda Venezuela. Es difícil, pero no imposible organizar a la sociedad civil para eso, y más aun con un Proyecto concreto que ofrecer al país en las manos. Por eso es que hay que hacerlo bien y con los mejores. Por eso es que el año 2015 será el año de la verdad.

Cada actor político actuará el rol que quiera tener en esta gran obra llamada “El Futuro de Venezuela” y todos lo veremos y calibraremos. En el Movimiento Constituyente que impulsa el Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) estamos convencidos que el país no está dispuesto a seguir siendo el espectador inerme de su propia destrucción, no solo por parte de estos, sino también de aquellos, y que eso conducirá a un protagonismo activo de todos los sectores de la sociedad civil a lo largo y ancho de Venezuela. Hacia allá vamos.

Ya las cartas están echadas y las piedras repartidas. Después de muchas manos malas y con pésimos representantes, si nosotros mismos no nos hacemos cargo de este problema, no dudo que las cosas sigan iguales o empeoren en el 2015. Pero ya comenzamos a responsabilizarnos en el 2014 como así lo ha demostrado la acogida que ha tenido el Proyecto País Venezuela en muchos Estados del país, y con el favor de Dios el próximo año finalmente comenzaremos a ganar partidas. El año 2015 será mejor que el 2014 solo si nosotros mismos nos lo proponemos, pero es menester también desearlo: ¡Feliz Año 2015! Así sea…

Caracas, 31 de Diciembre de 2014

Twitter:@laguana

viernes, 26 de diciembre de 2014

Democracia en Red


Por Luis Manuel Aguana

Resulta interesante y a la vez refrescante ver como las nuevas generaciones hacen esfuerzos para tender puentes entre lo viejo y lo nuevo, tratando de renovar las viejas estructuras a los nuevos tiempos y a las nuevas herramientas. El enfoque novedoso de los muchachos del  Partido de la Red argentino (http://partidodelared.org/) es de una trascendencia inédita en el mundo, porque va al centro del problema de la representatividad de los elegidos a ocupar cargos de elección popular, en especial aquellos que se eligen para la elaboración de las leyes en un Parlamento. Sin embargo, es importante ampliar, de acuerdo a la información disponible, la idea y ver como se podrían extender esos conceptos a otros países de acuerdo con sus propias particularidades, muy en especial los latinoamericanos, a sabiendas del sesgo cultural que nos identifica.

De la conferencia dictada por Santiago Siri y Pía Mancini (El Partido de la Red en Argentina http://youtu.be/scCKzU2jQWc), explicando esta novedosa iniciativa de utilizar los nuevos medios masivos de comunicación, como el Internet, la telefonía celular y las redes sociales para remozar la manera de actuar de las estructuras obsoletas de representación popular, podemos extraer varias enseñanzas que pueden ser aplicadas a muchas realidades de nuestros países.

La primera es la juventud haciendo cosas nuevas, innovando, dándole la vuelta a los problemas que sabemos que existen en política, donde vemos día a día que se secuestra la voluntad popular después de haberle arrancado el voto a fuerza de dinero y engaño a la población, dejando la participación como un suceso aislado en la periodicidad de un mandato que se renueva cada X años. ¡Qué bueno es ver jóvenes intentando hacer cosas distintas, no lo mismo que hacían los viejos! Tratar de crear inteligencia colectiva y no proseguir en el seguimiento a un liderazgo mesiánico obsoleto.

Como sabemos, todos nuestros partidos políticos tienen la misma partida de nacimiento. Un líder que aglutina en base a un carisma, que deriva en una propuesta que presenta al país y luego de hacer una promesa básica que repite hasta el cansancio, se entroniza y es difícil que alguien le sustituya como “líder fundamental”. ¿Les suena conocido?

Pues bien, eso fue lo que paso antes con los partidos iniciales de la democracia en Venezuela, AD y COPEI y luego continuando en una generación posterior con los “nuevos” partidos, Primero Justicia y Voluntad Popular, y posiblemente algún otro en gestación. Las mismas estructuras verticales y estalinistas de “líneas de partido”, que aunque siendo los últimos fundados por jóvenes, se pusieron viejos inmediatamente, imitando lo que hacían los anteriores porque “esa es la manera en que se hace política en Venezuela”. ¡Basura! Cero creatividad, cero aplicar la propensión natural de los jóvenes hacia un cambio en la manera de hacer las cosas.

La juventud de estos partidos debería reinventarse, y aplicar nuevos métodos para llegarle a la participación de la gente. Deberían fabricarse sus propias versiones de esos “troyanos” políticos que se están inventando los muchachos de Buenos Aires para penetrar la claque de sus partidos, que se quedo atrasada en el tiempo, igual que aquí. El solo ver a un joven diputado de la “oposición” de las nuevas generaciones-y para colmo proveniente del movimiento estudiantil-, votando a favor del régimen, imitando una exudación maloliente de ese pasado político que nos ha hecho tanto daño, debería ponernos a pensar en qué clase de juventud política queremos para Venezuela.

Por eso me dio envidia positiva la iniciativa de esta joven agrupación argentina que todavía no se ha convertido en partido, para hacerle frente a los desafíos políticos de los nuevos tiempos. Bien haría la juventud de nuestros partidos de estudiar esa iniciativa para ver como la aplican en Venezuela, habida cuenta de la penetración de las redes sociales en nuestra cultura.

Me hizo sonreír esa comparación que hacen estos jóvenes de la Constitución como el “Sistema Operativo” de los gobiernos y las Repúblicas y los abogados como los hackers de un viejo sistema basado en la tinta y el papel, porque son los únicos que saben interpretar los códigos que solo se leen en los Parlamentos que hacen las leyes. Cuando alguien como esos muchachos se hace preguntas como “Si Internet es la nueva imprenta, ¿cuál es la nueva democracia?”, entonces hay algo denso y sumamente importante detrás de eso.

Cuando se dice que la imprenta fue la tecnología de la información que prevaleció cuando se inventaron las instituciones que nos rigen y que democratizó el simple hecho de saber leer y escribir, que era un coto cerrado de unos pocos, poniendo el conocimiento al alcance de la humanidad en el pasado, ¿porque nosotros no hemos hecho nada con esta nueva imprenta que genera inteligencia colectiva? ¿Eso lo puede poner en marcha una generación pasada que no entiende esta nueva manera de comprender al mundo? Muchas interesantes preguntas y pocas respuestas.

Estos jóvenes ven absurdo votar cada cierto tiempo. En eso difiero de ellos. Hay que votar cada cierto tiempo para renovar las caras y los compromisos. En lo que si concuerdo es que el mecanismo de comunicaciones entre el elector y su elegido debe ser obligante y tan fluido como sea posible, entregando con una herramienta como la que proponen, esa comunicación que haga que la participación ciudadana se incremente en grado superlativo, comprometiendo al elegido a votar en una línea que coincida permanentemente con los intereses de sus electores. En eso la tecnología puede ser de una ayuda inimaginable y hay que ahondar muchísimo en esa dirección en nuestros países.

Me gustó el concepto esbozado por los jóvenes que Internet es una red de personas NO de máquinas. Y es cierto, porque como bien afirman ellos, eso es lo que genera la inteligencia colectiva que cambia las sociedades. De la misma manera el concepto que los tweets (o “trinos” del Twitter) son unidades de pensamiento que cuando se comparten (“retuitean”) se está haciendo sinapsis con otras mentes. Esta idea es poderosa ya que genera una sinergia imposible de detener. Y eso es lo que ha venido pasando con la red en Venezuela. Poco a poco se han ido estableciendo ideas y conceptos que han venido calando en la población, como la idea de cambiar el modelo del Estado.

Por eso, siguiendo en la línea de la comparación donde la Constitución es el “Sistema Operativo” de los gobiernos y las Repúblicas, en Venezuela estamos proponiendo un cambio del Sistema Operativo del país. Significa cambiar todas las formas, los programas y los procedimientos. Cambiarle las correas a un motor en marcha. Eso, como con cualquier sistema operativo, es un cambio mayúsculo que implica cambiar la manera en que una máquina interactúa con sus usuarios, pero llevado a esa comparación, significa cambiar la manera en cómo el Estado interactúa con los ciudadanos.

Ojala que la juventud venezolana tome las riendas de ese proceso porque son ellos los que mejor entienden los cambios transformadores de la Democracia en Red que está naciendo en nuestros países. Nosotros trabajaremos para cambiar el modelo que ya no responde a resolver las necesidades de los venezolanos y genera más pobreza. Pero su desarrollo ulterior les corresponde a esos muchachos que están reinventando-como debe ser-, las relaciones políticas en el futuro. Yo no veré eso, pero haré todo lo posible para que si lo vean nuestras futuras generaciones…

Caracas, 26 de Diciembre de 2014

Twitter:@laguana