lunes, 16 de diciembre de 2019

El Efecto West

Por Luis Manuel Aguana

Soy un profundo admirador de la obra de Morris West. Tal vez para aquellos más jóvenes les remito a la dirección de Wikipedia para que lo conozcan, busquen su obra y la lean (https://es.wikipedia.org/wiki/Morris_West). Para los mas viejos como yo disfrutamos en nuestra juventud sus extraordinarias novelas como “Las Sandalias del Pescador”, y su ultima y magistral, “Eminencia” donde muchos dicen que antes de su muerte predijo la venida de un Papa argentino. Pero la novela de West que mas me impacto fue “Los Bufones de Dios”, de la cual hice una referencia de carácter político en el 2012 por las elecciones de ese año (ver Los Bufones de Dios, en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/02/los-bufones-de-dios.html), referencia que haré en esta nota pero por otras razones de igual importancia.

Les hago el mismo cuento corto para que se ubiquen en el contexto: “Los Bufones de Dios”, relata la visión de un Papa, acerca de lo que ocurriría luego de la destrucción atómica del mundo por parte de las potencias. El Papa intenta comunicar a todos su visión a través de una Encíclica Papal pero es obligado a abdicar y es internado en un monasterio con voto de silencio. Fundamentalmente el relato del Papa y su Encíclica no trataba de discutir que las potencias volaran al mundo en pedazos, eso lo daba por descontado. Las visiones del Papa de la novela de West profundizaban acerca de lo que tenía que hacer la humanidad, no para evitar la hecatombe, sino prepararse para sobrevivir a ella. Eso es lo brillante del planteamiento. Llamaré a esa actitud El efecto West. Esto es, ante la inevitabilidad de un proceso maligno, no hay que preocuparse por evitarlo, sino más bien preocuparse por prepararse para sobrevivirlo y ganarle a sus consecuencias.

Después de pedirle la renuncia a Juan Guaidó –y recomendar también que hacer-, denunciar los latrocinios mutuos del régimen y su oposición, soportar los oídos sordos de quienes no desean que el pueblo se pronuncie y a través de una Consulta Popular Plebiscitaria indique el camino que debemos seguir, tenemos al frente de nosotros un proceso indetenible e inevitable de negociación y cohabitación electoral, probablemente con el beneplácito de todos los factores opositores del país. ¿Resolverá eso el problema de los venezolanos? Nosotros creemos que no. Eso es como tratar de sobrevivir a un cáncer y olvidarlo tomando aspirinas. Debemos entonces prepararnos para lo que vendrá.

Lo primero que enfrentaremos será la corriente electorera de unos partidos opositores que unidos con el régimen narcoterrorista nombrarán unos Rectores del CNE, si llegan a un acuerdo conveniente a las partes. Hasta ahora no lo han nombrado porque no se ponen de acuerdo en la composición, pero si no lo hacen, los delincuentes de Miraflores terminarán sometiendo a la Asamblea Nacional y terminarán remitiendo el caso al TSJ del convicto de la Av. Baralt. Pero de lo que no nos salvaremos en el 2020 es de unas elecciones con un CNE del régimen con unos partidos opositores, comenzando por el de Juan Guaidó participando; y cuidado y si no también con la participación de muchos otros que hasta ahora ni nos imaginamos y que se dicen de oposición radical.

Eso le dará un aura de legitimidad al proceso y eso es precisamente lo que quiere Maduro: enviar la percepción que la próxima Asamblea Nacional que comienza el 2021 es legítima, siendo todo lo contrario cuando su base de sustentación es tan irrita como la misma Asamblea Nacional Constituyente del régimen.

La gran pregunta es: ¿les daremos los venezolanos legitimidad a esas elecciones con nuestra participación aunque sea de unánime participación opositora, con Maduro en el poder? A la pregunta que le hicieron a Guaidó en la entrevista de El País de España (ver Crisis Política en Venezuela  https://elpais.com/internacional/2019/12/15/america/1576427053_816944.html) P. ¿Estudia la posibilidad de unas elecciones sin que se cumplan las otras dos variables? (esto es, Cese de la usurpación y Gobierno de Transición) R. Hay que tener unas elecciones libres. Sin un nuevo CNE no existe una elección libre. El gran dilema es: ¿es posible poder tener la reinstitucionalización y la garantía de una elección presidencial con Maduro en Miraflores? Eso es un debate en curso.”. Guaidó se equivoca al decir que sin un nuevo CNE hay elecciones libres. ¡Por favor! ¡El CNE no condiciona eso! Lo que condiciona unas elecciones libres es el efectivo Cese de la Usurpación que no se ha dado. Y si Guaidó y su gente todavía están debatiendo eso, es mejor que renuncien como en efecto se lo hemos solicitado. En esa sola pregunta se dilucida el problema de Venezuela.

Entonces como ya es un hecho cumplido que nos veremos de cara a unas elecciones con el régimen el año 2020, repitiendo en una peor versión el año 2019, debemos olvidarnos como sociedad civil de estos representantes para comenzar a trabajar en algo nuevo. Y ustedes dirán, ¿cómo que algo nuevo? Y aquí les hablaré como el Papa de la Encíclica de la novela de West: organizarnos los ciudadanos para cuando comiencen a caer las bombas. La primera aproximación es el Artículo 333 Constitucional: “…todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia” porque la constitución dejo de ser observada por acto de fuerza, no solo por los delincuentes que nos desgobiernan sino para aquellos que debieron hacerlo porque están “investidos de autoridad”. Ya de aquí en adelante se vale todo, comenzando por desconocer esas elecciones y movernos en consecuencia.

Cada Comunidad, cada Municipio, cada Estado, cada organización de la Sociedad Civil, cada Universidad, cada Iglesia de cualquier fe, cada gremio de trabajadores y empresarios, cada personalidad con influencia, todo el mundo, tendrán pronunciarse por una solución, si es que no están de acuerdo con la solución política de convivir con Maduro y sus delincuentes, y aquellos que se dicen políticos deberán luchar por ella. Al frente de esa lucha deberán ponerse sus líderes naturales y legítimos, pasándoles por encima a quienes nos han persistentemente engañado. Si esa masa crítica social no se expresa abierta y contundentemente, nos vencerán quienes han usado la política para enriquecerse. No estamos dispuestos a quedarnos tranquilos y si no podemos parar lo que viene si podemos comenzar a organizarnos para lo que vendrá.

En la novela de West eso se expresó, antes de que empezaran a caer las bombas, en la creación y multiplicación en todo el mundo de comunidades con autonomía de vida con capacidad suficiente para procurarse por ellos mismos los elementos básicos para su subsistencia. Sin llegar todavía a ese extremo (que de una u otra forma en algunos lugares del país se está llegando a eso por obligación) y antes de la disolución del Estado tal y como lo conocemos, el rechazo contundente a una manera de hacer política que despreciamos todos los venezolanos, logrará la concertación común necesaria para una nueva forma de resistencia civil que nos lleve a una solución en la que todos nos acordemos. Ya estamos trabajando en ella antes que comience el Efecto West…

Caracas, 16 de Diciembre de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

martes, 10 de diciembre de 2019

¿Y después de Guaidó, qué?

Por Luis Manuel Aguana

Es una pregunta inmediata imposible de eludir. No se puede solicitar la renuncia del Presidente Encargado Juan Guaidó, como ya lo hice en mi última nota (ver Presidente Guaidó, váyase en paz, en http://ticsddhh.blogspot.com/2019/12/presidente-guaido-vayase-en-paz.html) sin decir que tendría que venir después. Esta solicitud de renuncia no debería extrañar a quienes al igual que el resto de los venezolanos hemos presenciado el desmoronamiento de su presidencia tras los escándalos de corrupción protagonizados por su entorno de colaboradores inmediatos y ahora, lamentablemente también, por sus familiares directos según las denuncias hechas a su padre y hermano (ver denuncias en https://www.lechuguinos.com/padre-guaido-adquirio-taxis-espana/ y http://www.redpres.com/t34758-investigan-en-espana-a-hermano-de-juan-guaido-por-corrupcion-en-el-caso-odebrecht).

Venezuela resulta ser el único país del mundo donde ante las denuncias de corrupción los funcionarios no dan explicaciones de ningún tipo y en lugar de otorgar todo el espacio para que se investiguen los hechos, al contrario se escudan tras su condición, atornillándose aún más en sus cargos. En cualquier otro país funcionarios en situaciones semejantes renuncian sin que se lo soliciten. Por eso me ha llamado mucho la atención la reacción de algunos destacados personajes en las redes sociales insultando de manera virulenta la solicitud de renuncia, indicando que sin Guaidó se cae la República, palabras más, palabras menos. Y yo me pregunto, si a estas alturas para salir del gravísimo problema por el que pasa Venezuela dependemos de una persona, estamos sumamente mal.

Guaidó llegó allí en unas circunstancias políticas perfectamente conocidas, que debieron haberse iniciado el 16 de julio de 2017 con el voto mayoritario de los venezolanos en la consulta popular de esa fecha. Lamentablemente nuestro liderazgo político desatendió ese mandato, retrasando 2 años que se impusiera un Presidente legitimo por una circunstancia que se dio al haber el régimen adelantado las elecciones que correspondían para finales de 2018. Y mi pregunta es, ¿y si Maduro no las hubiera adelantado, existiría Juan Guaidó? Por el contrario tendríamos a Maduro “legítimamente” instalado en Miraflores con los votos de la ruleta arreglada de Tiby en el CNE. Esa es otra razón para decir, como ya dije antes, que el problema no es, ni sigue siendo Juan Guaidó.

El Presidente Encargado debería separase del cargo para abrir el juego a otras fuerzas. Si los diputados insisten en ese Estatuto de la Transición inconstitucional, el régimen seguirá avanzando. Fundamentalmente la renuncia de Juan Guaidó como Presidente Encargado pondría el juego como estaba antes del 23 de Enero de 2019, pero con una diferencia. Le daría la oportunidad a la Asamblea Nacional de escoger con mucho cuidado a quien debe liderar lo que he llamado un Comando de Crisis, y colocar a la cabeza, en el puesto de “Presidente Encargado según el artículo 233”, al sucesor de Guaidó, acompañado de los venezolanos más lúcidos y representativos de la sociedad civil, de una ética y moral indiscutibles. Un “dream team”, en las áreas escogidas más importantes.

El sucesor de Guaidó no tendría que ser obligatoriamente un Diputado de la Asamblea Nacional, pero si debe, claro está, ser acordado por ella de una manera legitima, como se procedió en 1993 con Ramón J Velásquez, como lo explique en una nota anterior (ver El problema no es Guaidó, en http://ticsddhh.blogspot.com/2019/12/el-problema-no-es-guaido.html). Este equipo debería ser escogido y juramentado, para luego inmediatamente salir del país y comenzar una lucha con renovada fuerza para expulsar al régimen, por cualquiera sea la vía escogida entre ellos y la Comunidad Internacional. No estoy planteando un Gobierno en el Exilio porque este grupo NO TENDRIA FUNCIONES DE GOBIERNO tal y como las conocemos, que serían restringidas a las necesarias para la recuperación a Venezuela. Sus funciones se limitarían UNICA Y EXCLUSIVAMENTE a lograr como objetivo principal expulsar al régimen, pero con la legitimidad que les daríamos todos los venezolanos.

Ante la posibilidad cierta de que el régimen recupere la Directiva de la Asamblea Nacional a punta de maletas verdes, único poder legitimo reconocido internacionalmente, la salida no puede ser “repetir” a Juan Guaido, sino trancar el juego con una jugada inesperada, recuperando la credibilidad de los venezolanos. Pero no lo harán. La corrupción les ha atado las manos. La propuesta anterior no es más que lo que mi atormentada imaginación querría que sucediese, si a los políticos de esa Asamblea Nacional les doliera de verdad la situación de millones de venezolanos y estuvieran pensando en el país y no en sus propios bolsillos o intereses políticos, hablando crudamente.

De hecho nada les hubiera impedido hacer exactamente lo mismo después del 23 de enero de 2019. Pero se dedicaron a otra cosa. Y ahora pretenden realizar la secuela de la misma película con el mismo protagonista, aunque los norteamericanos les hayan advertido que apoyaran instituciones y no personas (ver Declaraciones del Subsecretario de Estado de EE.UU para el Hemisferio Occidental, Michael Kozak https://www.elimpulso.com/2019/12/06/video-michael-kozak-nuestro-apoyo-ha-sido-a-las-instituciones-democraticas-no-a-guaido-como-persona-6dic/).

En otras palabras, después del fracaso y la credibilidad por el piso de Juan Guaidó como efectivamente lo revela la reciente encuesta de Meganálisis (ver Encuesta Meganalisis Noviembre y Diciembre 2019, en https://es.scribd.com/document/438271580/Encuesta-Meganalisis-Noviembre-y-Diciembre-2019-Ver-publicacion), donde a la pregunta “Después de transcurridos 10 meses ¿usted aun cree, confía y apoya a Juan Guaidó?”, el 68,5% contestó que NO (ya no creo, confío y apoyo a Guaidó) y el 12,9% manifestó que nunca creyó confió ni apoyó a Guaidó. Si con un saldo de 68,5% + 12,9% = 81,4% de venezolanos que para Diciembre 2019, manifiestan NO CONFIAR en el Presidente Encargado, ¿en qué cabeza opositora cabe insistir en lo mismo el próximo año? Pues en aquellos que pretenden seguir en la cohabitación y el negociado con el dinero de la República.

Todo esto sin contar que si no se dio el “cese de la usurpación” en un año donde bien podría afirmarse que las condiciones eran las óptimas como el 2019, ¿por qué tendríamos los venezolanos que pensar que el próximo año sería mejor, en las peores condiciones de la credibilidad del liderazgo político? Más aún si a lo anterior añadimos como remate la pregunta de Meganálisis: “Usted confía y apoya a la Asamblea Nacional (AN) de mayoría opositora, y que fue electa en diciembre de 2015?”, donde el 85,3% respondió que NO.

Esto nos pone en un escenario muy difícil para los venezolanos donde existe una altísima probabilidad de que los partidos de la oposición oficial participen en procesos electorales con el régimen de Nicolás Maduro Moros, en una clara huída hacia delante, sin haberse concretado el “cese de la usurpación”, con un CNE acordado en conjunto, y sin un cambio sustantivo en las condiciones electorales. Los venezolanos nos encontraremos entonces en la situación de repudiar a la oposición oficial cohabitante, rompiendo abiertamente con ella, lo que abriría la oportunidad para que surjan otros actores políticos que verdaderamente representen el sentir de los venezolanos y se opongan de manera pública y contundente a todos esos manejos de cohabitación, dando un paso definitivo de ruptura con el “status quo” opositor oficial.

Pero la pregunta más importante que deberemos hacernos entonces será ¿participaremos en una nueva farsa electoral a sabiendas que va dentro de un acuerdo entre lo más corrupto que se ha apoderado de Venezuela? Y por otro lado, ¿harían todos los venezolanos causa común para que esa ruptura -que tendrá necesariamente que venir con Juan Guaidó y su asociados de la corrupción- por parte de factores honorables de la sociedad -que rechazan seguir haciéndole el juego a la oposición oficial para seguir cohabitando- se materialice un respaldo político capaz de cambiar el curso de los acontecimientos? ¿No sería este el momento de exigir una Consulta Popular Plebiscitaria para que sea el pueblo venezolano el que decida?

Las respuestas a esas preguntas solo las tendremos los venezolanos a última hora -como es nuestra manera cultural de resolver las cosas- cuando teniendo el agua al cuello nos tengamos que ver en la imperiosa necesidad de decidir con sinceridad y a los ojos de todo el mundo, si queremos ser esclavos de un régimen socialista totalitario o ser ciudadanos de una sociedad libre. Eso solo dependerá de nosotros…

Caracas, 10 de Diciembre de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana