jueves, 5 de diciembre de 2019

El problema no es Guaidó

Por Luis Manuel Aguana

¿Será capaz Juan Guaidó, fiel exponente de esa juventud que murió en las calles por una mejor Venezuela, de traicionar eso a favor de lo peor de la política venezolana de los últimos 60 años, y que todavía anda vivita y coleando en esa Asamblea Nacional? Si es capaz de esa traición, habrá tenido razón mi querido amigo y yo me habré equivocado de nuevo –no es la primera vez- pero lo habré hecho creyendo en la juventud venezolana que tanta sangre ha derramado por Venezuela…(ver Guaidó versus oposición oficial

Así terminé una nota de marzo de este año tratando de convencerme que no creía en el derrumbe de la Presidencia interina de Guaidó, porque si algo bueno había pasado en Venezuela era que se le había dado todo el poder y la oportunidad a esa generación representativa de la lucha de la juventud venezolana para acabar con la tiranía. Pues debo reconocer que me equivoqué. Pero tal vez volvería a cometer el error por las mismas razones. Fueron mas fuertes los Ramos Allup, los Rosales, los Zambrano, los Borges, que impusieron en esa nueva generación una manera de hacer política que hemos repudiado los venezolanos desde mucho antes de llegar Chávez y razón por la cual ese golpista accedió al poder. La política de la mentira, de la trampa, del negociado, del dinero de la corrupción. Y los resultados están a la vista.

Hemos perdido un año completo y se ha comenzado a afianzar la desesperanza. Sin embargo, así como creo que quien ocupa la Presidencia Encargada, Juan Guaidó, se agotó durante todo el 2019 por un sin fin de razones, lo que en realidad ha hecho crisis es la figura misma que escogimos el 23 de enero para enfrentar a la tiranía de los delincuentes que detentan de manera ilegítima el poder. Y si pretendemos cambiar a quien creemos es el responsable por no haber tomado las decisiones correspondientes, volveremos a equivocarnos. En otras palabras, cambiar a Guaidó sin cambiar el mecanismo para luchar contra el régimen será completamente ineficaz y un error monumental. ¿Porque afirmo esto? Veamos.

¿Cual fue el mecanismo que escogió la oposición oficial para salir del régimen? Un Presidente Encargado que tomara a través de un Gobierno colegiado parlamentario que no existe en la Constitución, sin tomar en cuenta a nadie en el país, las decisiones y acciones para deponer al régimen. Sin entrar a justificar los errores cometidos en estos 11 meses, si al frente hubiese estado el político mas experimentado, hubiera fracasado como fracasó Juan Guaidó. Todos, incluyéndome, le pedimos peras a una mata de mango. Le pedimos a Guaidó que nombrara un Gabinete cuando ese Estatuto y ese gobierno parlamentario inconstitucional le impedían hacerlo. Si bien es cierto que pudo alzarse con su presidencia, no hubiera llegado muy lejos. Los mismos jefes políticos le hubieran sacado el piso donde sostenerse. No era cuestión de que tuviera el valor suficiente como para hacerlo, como se ha mencionado. Pero pudo haberlo denunciado y haber provocado una crisis política para cambiar eso. Eso es lo que en realidad hay que reprocharle como joven, pero esa es otra historia ahora. Ya es muy tarde para eso.

Lo jefes políticos de los partidos diseñaron un parapeto muy torpe, que era imposible que funcionara para los fines para los que fue construido. Funciono si -y a regañadientes, para aquellos que no querían que Guaidó se juramentara- para que la Comunidad Internacional cerrara filas alrededor del pueblo venezolano, reconociendo en esa figura del Presidente Encargado, al legitimo representante de los venezolanos ante esos pueblos. ¡Ese avance no se puede perder porque eso fue lo único que ganamos en el 2019!

Se ganó pues el reconocimiento de que existe en Venezuela una tiranía a la que hay que eliminar. Que hay en Venezuela un cáncer que hay que extirpar pero que no se tiene claro hasta ahora como proceder con eso. Ese reconocimiento todavía es un activo a favor de los venezolanos, esté o no esté Juan Guaidó en la Presidencia Encargada. Entonces el problema no es Guiadó. Cuestiono la figura que se utilizó porque si algo nos ha perjudicado es esa falsa creencia de que Guaidó, o quien sea que haga sus veces, sea el Presidente de algo. Lo que deberíamos tener es un coordinador, una especie de jefe de un equipo de crisis que se deje acompañar con lo mas calificado del país en cada área que sea necesaria (militar, diplomática, social, política por mencionar algunas importantes) con el ÚNICO Y EXCLUSIVO objetivo de expulsar del poder al régimen de Nicolás Maduro Moros y sus delincuentes nacionales e internacionales. Y que luego de alcanzado ese objetivo, le de paso a un Gobierno Provisional -donde si existiría un Presidente Encargado- que nos lleve a unas elecciones libres y auténticas. Ese equipo de crisis NO SERÍA PARA GOBERNAR porque no tendría el poder para eso, sino para buscar una solución para la expulsión por completo del régimen del poder con el auxilio de la Comunidad Internacional. ¿Se dan cuenta de la diferencia?

Cuando ocurre un terremoto, una tragedia natural de proporciones, se crea una coordinación ejecutiva de la crisis para enfrentar de inmediato el problema. Se crean equipos especializados para poner el orden público, darle alimentos y atención medica inmediata a los afectados y un techo provisional a los que quedaron sin casa. Todo eso se monta en horas para enfrentar lo que ocurrió hasta que se normaliza la situación. Pues algo así debemos hacer los venezolanos. Debemos crear algo semejante y ese equipo ejecutivo compuesto por ese “encargado”, que en el fondo no es Presidente porque no tiene ningún poder, debe coordinarlo hasta que se normalice la situación en Venezuela.

Y ese equipo es el que debe conducir las acciones, con ayuda de la Comunidad Internacional que reconoció nuestra lucha, para expulsar a Maduro por las vías que sean necesarias y llevar al país a un Gobierno Provisional. ¿Quienes integrarían ese equipo? Representantes del único Poder legitimo reconocido, la Asamblea Nacional, y representantes de la Sociedad Civil de ética y moral incuestionables. No es la primera vez que en Venezuela se han tomado decisiones basadas en ese criterio. En 1993 el Congreso de la República designó al Senador Ramón J. Velásquez como Presidente Encargado de la República para concluir el mandato del entonces Presidente Carlos Andrés Pérez, sin estar el Dr. Velásquez en la linea sucesoral de acuerdo a la Constitución de 1961. Se llegó a esto por un acuerdo político que tomó en consideración la impecable hoja de servicios del Senador Velásquez y su incuestionable ética y moral al servicio de la Nación, reconocidas por todos los venezolanos.

Esto se hizo precisamente porque el país estaba conmovido por el juicio por corrupción llevado a cabo en contra del Presidente de la República, y se acordó la mejor forma de normalizar al país. A algo así se tiene que llegar ahora donde el Artículo 233 no puede representar una suerte de camisa de fuerza que implique que el próximo “Presidente Encargado” sea el Diputado que resulte escogido en la Asamblea Nacional como Presidente de la Asamblea. En Venezuela no existe la figura de presidencias “rotativas”, como bien lo ha explicado la Magistrada Emérita, Dra. Blanca Rosa Mármol de León. Eso lo que trae es una pelea de borrachos por una botella vacía, y ya está comenzando a pasar con el régimen comprando los votos de Diputados para la próxima legislatura que comienza el 5 de enero de 2020. La Asamblea Nacional debe abandonar inmediatamente ese Estatuto inconstitucional para la Transición y abocarse a buscar y acordar políticamente al mejor venezolano o venezolana, aquí o en el exterior, para liderar ese equipo de crisis y darle la legitimidad para conducir lo necesario para salir del problema. La Comunidad Internacional lo respaldaría inmediatamente.

El terremoto por el que está pasando el Gobierno Encargado de Juan Guaidó debe dar paso a ese equipo de crisis, si se le puede dar algún nombre, para que actúe en nombre de todos los venezolanos para proponer una solución para la expulsión del régimen. Desde ya propongo a ese equipo de crisis que dentro de las soluciones que se estudien, este presente la Consulta Popular Plebiscitaria, que ya hemos explicado ampliamente, y entregado información al Gobierno Encargado de Juan Guaidó, sin desmedro de otras soluciones basadas en la aplicación de mecanismos de uso de la fuerza internacional.

Lo que al final deseamos quienes seguimos preocupados por el devenir de los acontecimientos por el debilitamiento por corrupción del Gobierno Encargado de Juan Guaidó, es que no se repitan los mismos errores de 2019 que le han dado mas tiempo a la tiranía para afianzarse en el poder, utilizando los medios que la corrupción le da. Cambiar a Guaidó por otro para hacer exactamente lo mismo, es la crónica de un fracaso anunciado. La corrupción siempre estará a la orden del día para socavar la gestión de cualquiera que venga. Lo que no se puede es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes. Esa es la definición “einsteniana” de locura. Si Guaidó no es quien debe conducir el barco, como en efecto ya creemos muchos en Venezuela, entonces debemos proceder con un mecanismo completamente diferente para continuar la lucha...

Caracas, 5 de Diciembre de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

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