martes, 9 de junio de 2020

¿Quo vadis Venezuela?

Por Luis Manuel Aguana

Un gran venezolano, Antonio Sánchez García, publicó en septiembre del año pasado un artículo preguntándose, “¿Dónde están los Gonzalo Barrios, los Pérez Díaz, los Moisés Moleiro, los Pompeyo Márquez del Gran Encuentro Nacional que los venezolanos reclaman a gritos?” (Antonio Sánchez García, La defunción de lo político, tl.gd/n_1sr0qdq). Le contesté que ese era un  buen grito de angustia para buscar lo que hace tanta falta en Venezuela, que no es otra cosa que un liderazgo a la altura de la circunstancia. Y precisamente en este momento crucial donde hacen falta los mejores conductores, pareciera que no se encuentran en ningún lado, dejando a Venezuela perdida en el camino.

Para poder responder la pregunta que titula esta nota se requiere preguntárselo a quien sepa dónde conducir a este país lleno de dificultades. Decía Seneca «Si no sabes hacia donde se dirige tu barco, ningún viento te será favorable».

La expresión latina que titula esta nota proviene de una historia cristiana que deberíamos recordar siempre todos los que de alguna manera intervenimos en política: Quo vadis es una frase latina que significa «¿A dónde vas?». La frase está vinculada a una tradición cristiana que gira en torno a San Pedro. De acuerdo con los Hechos de Pedro, el Emperador Nerón en el año 64 comenzó una persecución contra los cristianos. Temeroso de que algo malo le pudiera suceder, Pedro escapa de Roma por la Vía Apia, pero en el camino se encuentra con Jesucristo que iba cargando una cruz. Pedro, al verlo, le pregunta: «Quo vadis Domine» (¿A dónde vas, Señor?) a lo que Cristo contesta: «Romam vado iterum crucifigi» («Voy hacia Roma para ser crucificado de nuevo»). Pedro, avergonzado de su actitud, vuelve a Roma a continuar su ministerio, siendo posteriormente martirizado y crucificado cabeza abajo.” (ver Quo vadis? https://es.wikipedia.org/wiki/Quo_vadis%3F).

Jesucristo sabía a lo que vino al mundo y lo que debía hacer. De allí su firmeza al contestarle al discípulo que había perdido no solo el camino sino la fe, haciéndole avergonzar, colocándolo de nuevo en la ruta correcta. Y esa ruta, si se tiene clara, no debería ni siquiera causar temor porque se tiene la convicción de lo correcto, a pesar de los riegos involucrados. Eso lo tuvo clarísimo Alberto Carnevalli cuando escribe el documento “A la Rebelión Civil llama Acción Democrática”, fechado el 24 de Diciembre de 1952 después del fraude de Pérez Jiménez (ver http://pararescatarelporvenir.blogspot.com/2013/11/a-la-rebelion-civil-llama-accion.html) siendo Secretario General de AD en la clandestinidad.

Escribía en una nota en el 2013 (Rebelión Civil, https://ticsddhh.blogspot.com/2013/11/rebelion-civil.html) que Carnevali tenía moral suficiente para hacer ese llamado. Decía que no solo estaba arriesgando su vida, sino que había trazado una raya entre lo que era y no era aceptable para un país. Después de más de 6 años reitero que no me imagino a Alberto Carnevali llamando a participar en otro juego electoral de la dictadura luego de ese fraude en descampado de un régimen perfectamente caracterizado. Por eso es que hay que aprender de la historia y de la moral política de los verdaderos liderazgos. Razón tiene Sánchez García de preguntarse donde están esos conductores de país.

La búsqueda del liderazgo adecuado es un tema que me ha preocupado (por no decir apasionado) durante todos estos años. Las razones del porque nace y cuales condiciones se deben dar en el país para que se manifieste. No creo que no existan hombres y mujeres dispuestos a asumir esa tarea, pero ¿qué les hace no dar ese paso fundamental?

En una nota del 2012 escribía que esos liderazgos estaban allí (La búsqueda del liderazgo perdido, en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/11/la-busqueda-del-liderazgo-perdido.html) pero que se manifestarían en su momento en la medida que la crisis arreciara, como en efecto está pasando. ¡Pero a estas alturas de la destrucción todavía no salen! ¿Por qué? Si existieran bancas de inversión de riesgo en el campo político, estuvieran interesadas en algunos proyectos (sin ruborizarme diría que el nuestro en ANCO es uno de ellos, particularmente en el interior). Pero estos proyectos no saldrán nunca en el actual estado de postración económica y política, pero sobre todo moral en que se encuentra el país. Hacer política en Venezuela se ha convertido en un negocio.

En la Venezuela actual nadie apuesta sino al caballo ganador que puede tener el poder mañana. Los financistas apuestan a Leopoldo, María Corina, Henry Ramos (aunque este último parece que se financia solo). Nadie invierte en proyectos con nuevas caras y nuevas propuestas porque se perdió la razón misma por la cual se hace política que es el bienestar de todos. En el pasado era más sencillo, los partidos salían de los ideales –y bolsillos- de sus militantes. Ahora salen de los bolsillos de los inversionistas. Eso debería resultar intolerable para cualquiera que pretenda hacer política con “P” grande en Venezuela.

No pierdo la esperanza de que eso cambie. Me consta la existencia, porque los he conocido, de personajes como esos que menciona Sánchez García en su artículo, en el interior de Venezuela y fuera de ella, a pesar de las dificultades. Uno de ellos, Hinderburgo Becerra, del hijo querido del Guárico se nos murió esperando ese cambio. Gente honorable y con vocación política y que no tienen la visibilidad que le da el dinero a la muestra inservible que se ve todos los días en la superficie a través de las redes sociales. Pero los partidos se cansan de venderle a la gente que eso es lo que hay. Y lo lamentable es que esas personas no resolverán la crisis de Venezuela y terminaran por la fuerza de los hechos en el basurero de la historia de este país.

Mi última nota del año 2018 la dedique al liderazgo de esos muchachos que ahora manejan el poder y la titulé “Por un liderazgo efectivo en el 2019” (http://ticsddhh.blogspot.com/2018/12/por-un-liderazgo-efectivo-en-el-2019.html). Allí me atreví a dar algunos consejos basados en un extraordinario trabajo de la revista Forbes. Mas de año y medio ha pasado y no se han cumplido en el accionar ninguna de esas recomendaciones, por lo que dudo que resulte exitoso nada de lo que salga de allí. El cuerpo de valores indispensables para llevar a Venezuela a algún lugar es absolutamente necesario en aquellos que se encuentren al frente de esta lucha. Si no los impulsamos o buscamos maneras que quienes los tengan salgan al ruedo, esta crisis será un mal sueño comparada con la que nos vendrá encima en un futuro previsible. Los que creemos estar conscientes de este problema debemos seguir insistiendo para poder tener una respuesta tan clara como la que le dio Jesucristo a Pedro en la Vía Apia, así sea que todos salgamos martirizados y crucificados como él, con la cabeza para abajo…

Caracas, 9 de Junio de 2020

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

martes, 2 de junio de 2020

Desplazamiento opositor

Por Luis Manuel Aguana

Como ya intenté explicar en mi nota anterior, el problema de Venezuela es sumamente complejo (ver El gran rompecabezas de Venezuela, en https://ticsddhh.blogspot.com/2020/05/el-gran-rompecabezas-de-venezuela.html) y como tal resulta muy difícil de abarcar en un solo intento, la explicación exhaustiva de todas sus piezas. Incluso, intente explicarlo, al parecer sin buen éxito, en el prestigioso programa Políticamente Hablando que se transmite desde los Estados Unidos, conducido por la Dra. Carmen Cecilia Pérez por YouTube (ver Políticamente Hablando, Derrocar es Constitucional, en https://youtu.be/RE52QdHvO9k) donde expresé una posibilidad entre otras para el desplazamiento opositor por parte de gente decente de la sociedad civil. Pero dependerá fundamentalmente de cómo enfoquemos el problema macro del desplazamiento opositor, entendiendo sus diferentes facetas.

Una de las piezas, quizás la más importante, de todo el rompecabezas es efectivamente la oposición oficial, para derivar de allí cual debe ser el desenlace final de la tragedia de los venezolanos. La oposición oficial merecerá un capitulo completo de la Historia de Venezuela del próximo siglo, el siglo XXII, como la responsable de años de muerte y permanencia del régimen más oprobioso que ha pasado por la República desde su fundación.

Efectivamente, a esa conclusión he arribado después de muchos años denunciando el comportamiento de la oposición oficial. Al principio lo consideraba erróneo, si por ese término consideramos el de alguien que no tiene correspondencia entre lo que hace y lo que dice. Pero mi primera reacción dura y de indignación fue en relación al comportamiento de los precanditatos opositores frente al Censo del 2011 y su abierta sumisión al régimen de Hugo Chávez. Y desde ese mismo momento comencé a llamarlos colaboracionistas (ver Los opositores de Vichy, en https://ticsddhh.blogspot.com/2011/09/los-opositores-de-vichy.html).

En el transcurso de los años mis notas estuvieron dirigidas –y en particular aquellas relacionadas con el tema electoral- a advertir situaciones técnicamente irregulares que por alguna razón en la oposición, y a los ojos de los ciudadanos, no estaban siendo atendidas. Al principio, y como suelo siempre hacer, creí en la buena fe (la buena se presume, la mala hay que probarla) de todos los técnicos y políticos involucrados en el proceso, y cada vez me fue siendo más difícil. Era imposible que no estuvieran al tanto de esas advertencias que indicaban a todas luces que siempre íbamos a un matadero electoral, repitiéndolo una vez más en cada nueva elección.

El 11 de Octubre de 2011, un año completo previo a la elección Capriles-Chavez, decía en una nota “Son necesarias pero no suficientes las denuncias realizadas por las ONGs técnicas como SUMATE o ESDATA. Hace falta que las organizaciones políticas se empoderen del problema que se está planteando. Las elecciones las vamos a perder en el CNE si los partidos acreditados no toman cartas en este asunto seriamente. Si lo hacen e informan a los electores cuales son las acciones, más allá de lo que diga el CNE, que nos garanticen que nuestros votos se contarán, que habrá secreto en nuestro voto, que se contarán los votos de los electores del exterior y que no habrán más votos de los que el REP indica, luego de una auditoría respetable, entonces podremos ir confiados en que ganaremos este proceso. De lo contrario nos estarán llevando a un matadero del cual se lavarán las manos diciendo que el gobierno hizo trampa, sin tener manera de probarlo. Es ahora que tienen que meter las manos en esa candela, no después de sacado el ojo de Santa Lucia. Todavía no entendemos porque los representantes técnicos de los partidos acreditados ante el CNE no han dicho nada a la opinión pública acerca de las licitaciones necesarias para la adquisición de ese nuevo sistema electoral y que implicaciones habrían en la seguridad del secreto del voto y sus mecanismos de auditoría.” (ver Silencio Cómplice, en https://ticsddhh.blogspot.com/2011/10/silencio-complice.html). Esto fue UN AÑO antes del fracaso del 2012 y que se agravó en el 2013 con la muerte de Chávez y el fraude de Maduro en abril de ese año y la inacción lamentable e histórica de nuestro pusilánime candidato.

Y así como esa nota pueden revisar mi blog entero en esos años haciendo permanentemente ese tipo de denuncias que fueron siempre desestimadas por los partidos opositores, cuya estrategia nunca fue salir del régimen sino de convivir permanentemente con él. Para mí no es una situación nueva. Los partidos de la oposición oficial han actuado siempre para coexistir, no para expulsar al régimen del poder (ver Simbiosis, en  https://ticsddhh.blogspot.com/2012/12/simbiosis.html), Cualquiera podría discutirlo pero los resultados están más que a la vista.

Cualquier venezolano racional podría decirme ¿pero porque eso? ¿Por qué la oposición podría aceptar convivir con el régimen pudiendo ser poder? Antes de la profundización del arrase de Venezuela que hemos presenciado en estos últimos 3 años, donde los niveles de destrucción han llegado a niveles inimaginables, era muy fácil convencer a un opositor desprevenido que la oposición estaba “trabajando” para salir del régimen. Basta ver las campañas electorales para la Asamblea Nacional en el 2015 donde un diputado por el Zulia prometió que de tener el control de la Asamblea Nacional hasta dolarizarían la economía. Y los venezolanos les creyeron.

Ha tenido que pasar lo que horriblemente está pasando, donde la población se encuentra encerrada por una pandemia, pasando hambre y sin servicios, sin gasolina porque acabaron hasta los cimientos con PDVSA, con una moneda que no vale nada, que hasta las verduras las venden los informales en dólares (en eso si se cumplió indirectamente la promesa del candidato zuliano) y con la negativa de la oposición oficial con Juan Guaidó a la cabeza, de enfrentar al régimen de inmediato, porque detentan el Gobierno Legítimo del país, reconocido así por todo el mundo, solicitando el uso institucional de la fuerza a la Comunidad Internacional, que solo ellos pueden pedir, para que los venezolanos comiencen a entender que con esa representación opositora legítima el régimen se quedará para siempre.

El golpe resulta brutal pero es así. Las razones, miles. Pero pueden comenzar por el cáncer de la corrupción política de antes de 1998 y de la cual el régimen no es más que su metástasis. La oposición oficial y el régimen son lo mismo con diferentes matices desde mucho antes de 2004. Vean esa asociación referida a profundidad por nuestro desaparecido amigo Eric Ekvall en el 2012 (ver Eric Ekvall – Elecciones Presidenciales 2012 http://www.youtube.com/watch?v=nSa0kgHgcjs). A consecuencia de esta verdad como un templo, arribé desde hace años a una primera conclusión, inicialmente por el lado técnico electoral: hasta que no salgamos de la oposición oficial no saldremos del régimen.

Y en base a esa primera y fundamental conclusión que ya comienzan a entender los venezolanos en su debida crudeza y profundidad debemos actuar. No se podían realizar estrategias dirigidas al desplazamiento del régimen sin tomar antes en cuenta que el enemigo está dentro. Si los venezolanos insisten en seguir eligiendo a los mismos que aun nos tienen metidos en el problema como nuestros representantes políticos ante el mundo, nunca saldremos de él. Y allí es donde se centra fundamentalmente este tema, en la representación legítima de la oposición. Hasta ahora es de los votos de donde les nace la legitimidad reconocida por el mundo a todos aquellos que una y otra vez han traicionado la voluntad de los venezolanos. Los diputados de la Asamblea Nacional, comenzando por Guaidó, sacaron su legitimidad de las elecciones del 6D-2015.

Ante la cercanía de una nueva elección parlamentaria, ¿Qué vamos a hacer? Después del reconocimiento que le diera el gobierno norteamericano a Juan Guaidó y la Asamblea Nacional legítima en el comunicado del Departamento de Estado del 29 de Mayo (ver En defensa de la democracia en Venezuela, en https://translations.state.gov/2020/05/29/en-defensa-de-la-democracia-en-venezuela-2/) e instar “a todas las partes a considerar el Marco para la Transición Democrática de Venezuela como una vía hacía una Venezuela pacífica, estable y próspera...”,  no me queda la menor duda que los norteamericanos reconocerán el resultado de las próximas elecciones parlamentarias si esa oposición acuerda ir a ese proceso electoral con Nicolás Maduro Moros en el poder.

Ahora bien, visto que Juan Guaidó, sería el obstáculo para eso porque el régimen se está aprestando para proscribir a Voluntad Popular (VP) y comenzar la cacería de sus dirigentes, el paso siguiente de esta pseudo oposición constituida después de eso en G3 (AD, PJ y UNT) sería negociar con el régimen para ir a esas elecciones. Ya Henry Ramos Allup estableció desde marzo esa política opositora (ver Ramos Allup: Debemos prepararnos para elecciones parlamentarias y presidenciales, en  https://www.elnacional.com/venezuela/ramos-allup-debemos-seguir-presionando-para-que-haya-elecciones/). Con lo cual los venezolanos no nos debemos extrañar que ante semejante coincidencia de la oposición con el régimen, los norteamericanos digan amén porque eso es lo que ellos mismos plantearon de esa unión gobierno-oposición en su Marco para la Transición Democrática para Venezuela.

Ante eso los electores venezolanos solo podemos hacer dos cosas para impedir que esta oposición vendida vuelva a representarnos: a) Deslegitimar completamente esa elección al no acudir, como el 20 de Mayo de 2018 (repitiendo lo que hicimos el año 2005), con la diferencia de que los principales partidos si irían a esa elección; o b) intentar competir en esa elección con ciudadanos honorables de la sociedad civil para disputarle a los partidos esos puestos de representación política. Ambas cosas tienen sus ventajas y desventajas.

Si no vamos a votar en masa, igualmente pasará como en el 2005, el parlamento quedará en manos las manos del régimen con algunos opositores de los partidos que concurrieron, agravando la situación de todos. La sociedad civil intentaría deslegitimar a ese parlamento pero sería igualmente reconocido por la Comunidad Internacional, alargando aun más el sufrimiento de los venezolanos. Si intentamos como sociedad civil competir con los partidos políticos, existiría una posibilidad lejana de que el voto opositor se desplace hacia esos candidatos habida cuenta de la desastrosa experiencia opositora de los últimos 5 años en el parlamento, pero este movimiento dividiría el voto opositor frente a los candidatos del régimen, habida cuenta que todavía hay muchos venezolanos que aun creen en los partidos políticos opositores a pesar de este desastre (aunque el calificativo mas apropiado no es ese). Ninguna de las dos opciones es fácil.

Lo ideal sería que la oposición oficial se alineara realmente con los objetivos de sacar al régimen de Miraflores y esto no es lo que ha pasado en 5 años, por más mayoría que se le diera el 6D-2015. Y estamos a punto de repetir la experiencia, sin decir todavía lo peor: las próximas elecciones parlamentarias se celebrarán con el régimen aún en Miraflores y un CNE tramposo negociado en la Asamblea Nacional por el régimen con los opositores disidentes, con Luis Parra a la cabeza. Todo esto lo tenemos a la vuelta de la esquina. Mi pregunta final para ustedes sería ¿y qué es lo menos malo? No soy yo quien debe responder a eso sino cada uno de ustedes, yo solo expongo el problema.

El problema central entonces es que los venezolanos logremos una representación opositora legítima que sea reconocida internacionalmente, y que pueda decidir con nuestros aliados cual es la naturaleza de la solución –violenta o pacífica- que se le debe aplicar al narco régimen terrorista de Nicolás Maduro Moros y los delincuentes que le acompañan. Hasta ahora no tenemos eso. Y al no tenerlo, seguir hablando de 187#11, R2P, y TIAR es una verdadera pérdida de tiempo porque estas son las rutas alternativas de un gobierno interino que de verdad se encuentre en funciones. Y Juan Guaidó ni siquiera se ha propuesto conformar un gobierno para decidir ni eso ni nada, más allá de conformarse con ser Presidente del G4, por lo que nos encontramos en pañales para siquiera atisbar usa solución de las manos de este liderazgo opositor mediocre. Es por eso que la primera estrategia de quienes nos duele Venezuela, debe ser desplazar esa oposición oficial y relevarlos de su legitimidad internacional a como de lugar, para entonces poder comenzar a dar los verdaderos pasos para enfrentar al régimen de la manera más apropiada, violenta o no, por lo que cualquier estrategia en esa dirección será completamente bienvenida…

Caracas, 2 de Junio de 2020

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

sábado, 30 de mayo de 2020

El gran rompecabezas de Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

El problema de Venezuela es sumamente complejo, al punto que a veces cuando refiero que se debe mover alguna pieza de este complejo ajedrez en un sentido particular, algún observador piense que se está cometiendo un error o ese movimiento luce contradictorio con lo que se ha propuesto hasta ahora. Pues no es así. El ajedrez que se está desarrollando en Venezuela no es de fácil desarrollo a simple vista porque intervienen un sinnúmero de variables cuya resultante día a día nos muestra perdedores o ganadores de esta lucha que sostenemos contra un régimen que no nos podremos quitar de encima si nos equivocamos en algún movimiento. Un movimiento equivocado puede retrasar en años resolver nuestra tragedia.

¿Qué hacemos los analistas? Intentar visualizar, como en el ajedrez, muchos movimientos futuros –nuestros y del contrario- para escoger la mejor jugada, incluso sugiriendo alguna que luzca contradictoria con la anterior. Es por eso que no se puede ver este ajedrez jugada por jugada sino en el contexto amplio de las estrategias que se deben aplicar para ganar finalmente el juego. De allí que sea necesario explicar, no una jugada en si sino la estrategia sugerida completa. A este punto dejó de ser importante si se revela o no esa estrategia porque el contrario –el régimen- ha revelado cual es la suya desde hace tiempo (entre otras cosas porque nos la esta aplicando), y quienes no han dicho cual es la nuestra –es decir, la opositora-, es lamentablemente porque no tienen ninguna, y ponen en práctica jugadas que son como palos de ciego, dando como resultado que el enemigo se afiance cada vez más su posición, eternizándose en el poder.

Expliquemos entonces de que se trata para que ustedes puedan entender un poco más de lo que estoy hablando.

Miremos el problema que tenemos como un gran rompecabezas de muchas piezas desordenadas que debemos poner en su sitio para poder ver el dibujo que ellas contienen en su conjunto, y que no se nos ha mostrado, a diferencia de los rompecabezas ordinarios. Cada pieza tiene parte del dibujo y como usted no sabe cuál es el dibujo completo, puede pasar años tratando de armar eso. Y nosotros somos parte importante de este juego, por lo que si no se nos dice que papel vamos a jugar, entonces estaremos dando vueltas en círculos por años, opinando de una manera contradictoria con la estrategia general.

Luego de muchos golpes, idas y venidas, fracasos y frustraciones, los venezolanos hemos llegado a la siguiente lamentable conclusión objetiva, compartida por todos los opositores de Venezuela, incluyendo a la oposición oficial: solos no podemos. Esta no es una simple frase. Esa conclusión costado cientos de muertos en las calles y en las mazmorras del régimen. Pero a esa proposición compartida pudimos haber llegado mucho antes si la tozudez de quienes dirigen el sainete de la oposición oficial no hubieran insistido en un camino que no podían sostener hasta que la muerte y el éxodo de la familia venezolana fueron evidentes.

Dicho esto, el objetivo se transforma en hacer efectiva la ayuda de quienes tienen la fuerza necesaria fuera de nuestro país para alcanzar el desplazamiento del poder de Nicolás Maduro Moros y su régimen delincuente narco terrorista. Y es allí donde reside nuestro grave problema hoy, porque cada venezolano tiene su propia interpretación de esa frase.

Juan Guaidó y la coalición G4-MUD, esta última con Ramos Allup a la cabeza,  han insistido que no quieren una intervención militar en Venezuela, entendiendo ese “solos no podemos” de una manera diferente que el resto de los venezolanos que creemos que este régimen solo responde a la fuerza. Piensan que la ayuda internacional debe manifestarse de otra manera, esto es, con amenazas, sanciones a los personeros del régimen y sus testaferros, decisiones de la justicia norteamericana en contra de ellos, etc., sin ningún movimiento que implique violencia armada. La Comunidad Internacional, con Estados Unidos y los principales de la OEA a la cabeza, han indicado que no están a favor de una intervención humanitaria armada (porque todas las intervenciones humanitarias lo son).

El descubrimiento de la famosa Operación Gedeón pareció indicar un cambio en esa posición de Guaidó/G4-MUD pero pronto nos dimos cuenta que había sido otra chapuza semejante a la del 30 de abril de 2019, con un General corrupto y doble agente del chavismo militante a la cabeza, y en la que fueron víctimas muchísimos venezolanos realmente comprometidos con la libertad. La realidad es que Venezuela no tiene al frente a nadie que haga efectiva la proposición “solos no podemos” de la única manera que el régimen entiende: por la fuerza. Y la materialice en una amenaza lo suficientemente creíble para provocar cambios sustantivos en la cada vez más comprometida realidad venezolana. Ante el arrase de nuestro país por los socialistas, los venezolanos tenemos el derecho de legítima defensa, haciendo nuestra la consigna de Derrocar es constitucional (ver Derrocar es Constitucional, en https://ticsddhh.blogspot.com/2020/05/derrocar-es-constitucional.html).

Ahora bien, hay solo dos maneras en que se produzca una intervención de carácter humanitario en Venezuela: a) que la Comunidad Internacional lo haga por su cuenta como se hizo en Bosnia o Haití debido a las tragedias de esos países y el contexto internacional de esas épocas, o b) el Gobierno Legítimo, que en este momento preside Juan Guaidó, asuma esa tarea, organizando un gobierno en el exilio, haciendo uso de los recursos y el reconocimiento que ahora posee. Analicemos ambas.

En el primer caso, para que la Comunidad Internacional decida venir con los cascos azules, o se movilice una coalición internacional armada a motu proprio por algunos países a Venezuela, debe mediar una decisión del Consejo de Seguridad de la ONU. Y si eso se diera es porque aquí ocurrió una la tragedia peor de la de Haití o Bosnia en sus momentos (en mi modesta opinión ya estamos pisando ese terreno), o el COVID-19 ha acabado con la mitad de la población con miras a contaminar a nuestros vecinos, o seamos una amenaza comprobada para la seguridad nacional los norteamericanos. En todo caso eso no dependería de nadie en la oposición, y partiría del hecho de no hacer nada esperando que la situación del país se agrave hasta ese punto. Y eso constituiría una irresponsabilidad sin límites de la oposición oficial (ya de hecho califican).

Quiero hacer un aparte especial en relación al COVID-19. Creo que esta pandemia es importante pero cualquier cosa que podamos hacer en realidad en contra de ella solo podrá hacerse en libertad. La verdadera pandemia de los venezolanos es el régimen no resuelto de Nicolás Maduro Moros, que de continuar, causará mucho más muertes que el COVID-19, como ha sido hasta ahora en nuestro país si no lo resolvemos primero.

En el segundo caso, el gobierno interino no está haciendo absolutamente nada para asumir la responsabilidad que le diéramos los venezolanos el 23 de enero de 2019 para concretar el famoso “cese de la usurpación”. Y en el hipotético caso de que lo hicieran, designando un gabinete de crisis, con diplomacia de nivel y Alto Mando Militar incluidos, les tocaría convencer a los países que lo respaldan, de acompañarlo a una incursión armada, con venezolanos al frente, para la liberación del país. Tendrían que llegar a acuerdos políticos y militares con las naciones  que quieran acompañarnos y generar una masa crítica de hombres y mujeres para proceder a recuperar el país. Tendría que lograr que alguno de nuestros vecinos le cediera en préstamo parte de su territorio para comenzar a recuperar el nuestro a fuerza de sangre y fuego. Esa es la lucha que estaría planteada aquí.

Visto todo lo anterior, aquellos que piden que se apruebe el 187#11 Constitucional en la Asamblea Nacional y con eso vendrán mágicamente las fuerzas externas a liberarnos, vayan bajándose de esa nube. Ese sería efectivamente un movimiento de todo el ajedrez pero pasa porque Guaido y la oposición oficial asuman que deben conducir un proceso de liberación con todas sus consecuencias. En ese marco valdría lo que se haya adelantado internacionalmente con cosas como el TIAR o el R2P, pero que no servirían de nada si los gobiernos de esos países no ven que nosotros no damos el primer paso para liberar nuestro territorio.

Entonces es en ese contexto que viene a colación el uso de cualquier cosa que nos ayude a conseguir apoyos para nuestra causa, una oposición que se embraguete desde afuera y demuestre que está organizada, pero sobre todo dispuesta a pelear, y no que peleen por ella, en una estrategia consolidada opositora diplomática y militar capaz de desplazar del poder a Nicolás Maduro Moros. Es eso y no otra cosa lo que construiría la amenaza creíble de la que una vez hablamos. Si el régimen ve que tienes un ejército capaz de bajarlo del poder con altísimas probabilidades de éxito, es entonces cuando vienen las negociaciones. Es aquí donde pueden haber dos posibles cursos de acción: 1) que no negocies nada y se vaya directo a la expulsión del régimen con un conflicto abierto, donde intervendría todo el mundo; o 2) el régimen acepte que se convoque la Soberanía Popular para generar un Gobierno de Transición porque en este punto ya no existe la legitimidad de nadie para acceder al poder en Venezuela mas allá de la fuerza. Y es a ese punto donde tendríamos llegar. Esa ha sido la propuesta de ANCO para la expulsión del régimen en el caso que la Comunidad Internacional hubiera comprado la idea de sanciones versus Consulta Popular.

Volviendo al principio, si este es el juego completo o la figura completa del rompecabezas, ¿cómo podremos llegar al final con alguna probabilidad de éxito si quienes deben jugarlo por nuestra parte, ya están “doblando las patas” por un sinfín de razones conocidas? Entonces deberíamos pensar en un paso previo de recuperar para los venezolanos la representación opositora legitima que le de a ese “gobierno en el exilio” el respaldo necesario de los venezolanos para entenderse con la Comunidad Internacional y llegar hasta el final. Fue por ello que me permití sugerir una jugada que implicara la participación de la sociedad civil de calificación demostrada en esas elecciones parlamentarias para desbancar este liderazgo “bate quebrado” desprestigiado después de 5 largos años de oprobio parlamentario. Pueden haber otras jugadas que no pasen por disputarles con las elecciones del régimen, el liderazgo legitimo a los ojos del mundo a la oposición oficial, pero serán de mayor dificultad para endosar legitimidad inmediata, y sean cuales sean necesariamente las tenemos que preparar ahora.

Ayer 29 de Mayo, el Departamento de Estado norteamericano anuncio su respaldo a Guaidó después de la decisión del TSJ del régimen de sacarlo de su cargo (ver En defensa de la democracia en Venezuela, en https://translations.state.gov/2020/05/29/en-defensa-de-la-democracia-en-venezuela-2/) y donde “insta a todas las partes a considerar el Marco para la Transición Democrática de Venezuela como una vía hacía una Venezuela pacífica, estable y próspera.”.

A mi modesto entender los Estados Unidos no aterrizan con el problema de Venezuela y siguen insistiendo en su Marco para la Transición Democrática que el régimen rechazó de plano, y van a terminar aceptando como legitimo el resultado de esas elecciones parlamentarias si la oposición oficial concurre a ellas, como en efecto están negociando con el régimen. ¿Por qué no hacerlo si AD, PJ y UNT lo aceptan, así VP sea proscrito? Si eso ocurre, ¿cómo queda la posición de Guaidó allí después de esas elecciones? ¿Seguirá siendo Presidente Encargado? ¿Se seguirá sosteniendo esa defensa norteamericana a la Asamblea Nacional legítima cuando su plazo vence efectivamente en diciembre? ¿O todo será ilegitimo para los norteamericanos después de esas elecciones, salvo el gobiernito de Guaido? ¡No nos podemos quedar con eso para siempre!

Lo cierto es que el tiempo corre y no vemos en esa oposición oficial que ayer obtuvo un nuevo respaldo de los Estados Unidos, nada que nos sirva para que el régimen se vaya. Miren bien el juego ahora desde arriba. Apenas está comenzando a dibujarse la figura del rompecabezas. Dependerá de nosotros poner las piezas en su lugar.

Caracas, 30 de Mayo de 2020

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
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