Por Luis Manuel Aguana
“Los tiempos difíciles crean hombres fuertes. Los hombres fuertes crean buenos tiempos. Los buenos tiempos crean hombres débiles. Y, los hombres débiles crean tiempos difíciles"
G. Michael Hopf
Me llamó la atención la respuesta que dio Moisés Naim, conocido analista nacional e internacional venezolano, a una pregunta precisa de la periodista Adriana Amado de La Gran Aldea, inquiriendo acerca de la disposición de los partidos venezolanos para resolver el problema político venezolano:
“AA: –¿Qué tan dispuestos están los partidos políticos tradicionales a dejar la bandera de subsistencia a corto plazo y ponerse al servicio de la democracia a mediano plazo?
MN: –Los partidos están formados por ciudadanos. El político también necesita oportunidades de garantizar su cargo, porque tiene familia que mantener, deseos que satisfacer. Los políticos están viendo todo el tiempo para dónde va el viento y pocos logran romper esa esclavitud de las preferencias inmediatas de los votantes. Quizás alguna minoría pueda independizarse de este yugo, pero no muchos ni por mucho tiempo” (ver La Gran Aldea, Moisés Naím: “Hay que pensar bien con qué se reemplaza lo que la motosierra destruye”, 15-07-2025 en https://laldea.site/2025/07/15/moises-naim-hay-que-pensar-bien-con-que-se-reemplaza-lo-que-la-motosierra-destruye/?s=03) (resaltado nuestro).
Los venezolanos hemos dado por sentado que los partidos políticos en general y sus dirigentes en particular –al menos los que se dedican a buscar votos para ocupar posiciones políticas como oficio- son individuos cuyo esfuerzo va dirigido a lograr el bienestar de sus votantes, con una cierta vocación de servicio ciudadano. Pensamos erróneamente que la política es un oficio, como cualquier otro, ejercido por personas, que, en el mejor de los casos, dedican sus mejores esfuerzos para el logro del bienestar colectivo. Sin embargo, nos olvidamos que estas personas también tienen aspiraciones de carrera y, como Naim nos recuerda, necesitan “oportunidades de garantizar su cargo, porque tiene familia que mantener, deseos que satisfacer “.
Y ciertamente, la mayoría son individuos orientados a satisfacer el corto plazo, poniendo siempre toda su energía para una próxima elección, y satisfacer sus necesidades inmediatas. Pero la pregunta de la periodista Amado, es cruda y aun no dando una respuesta directa, Naim la contesta: los partidos y los dirigentes que tenemos no están dispuestos a ponerse al servicio de la democracia PORQUE ESA NO ES SU NATURALEZA. Los que siguen allí están para resolver sus propios problemas de corto plazo, aun cuando sepamos que el problema político venezolano es de mediano y largo plazo, y que ningún cargo a la vista resolverá la aspiración de los venezolanos de resolver la crisis que nos afecta.
Esa respuesta explicaría la existencia de un alacranato que persistentemente acepta ir a elecciones con el régimen, e incluso la participación de dirigentes políticos opositores conocidos en sus localidades, en las venideras elecciones municipales, que no necesariamente se les puede atribuir alguna relación con el régimen. Son ellos los persistentes políticos de oficio, esto es, “los que viven de eso” y que nadie en sus comunidades les podría señalar como traidores a la causa opositora por su permanente defensa de las banderas de los partidos opositores tradicionales, esgrimiendo en su defensa el clásico argumento de “no perder los espacios”.
La gran pregunta que nos debemos hacer después de esto, es si con estos partidos y dirigencia, definidos como en realidad son, podemos resolver la crisis mayúscula en la que estamos metidos después de 26 años de tragedia humanitaria continua.
¿Qué clase de partidos y dirigentes políticos necesitamos para nuestro problema de HOY? Ciertamente, no necesitamos unos que lo que quieran es ganarse la vida como cualquier persona ejerciendo un oficio. Esos eran requeridos antes –y ni siquiera- cuando había democracia con Estado de Derecho. En una tiranía la cosa es completamente diferente. Se podría incluso comparar con el panorama que existía cuando los caudillos del siglo XVIII y XIX reclutaban gente para ir a la guerra. Lo único que les prometían a cambio de sus vidas a los que iban “detrás del hombre a caballo”, como los describía Andrés Eloy Blanco, era el botín de guerra en tierras y bienes, incautado en las batallas que lograban ganar.
En pleno siglo XXI, me atrevería a decir que muchos de los políticos opositores que se encuentran en la lucha en contra del régimen, no lo hacen por mero patriotismo. Esperan después su “botín de guerra” como premio a sus servicios, bono que efectivamente ya han cobrado por adelantado algunos “opositores” que viven en el exterior. Sin duda algunos de ellos lo justificarán por haber sido apresados o arriesgado sus vidas frente al régimen.
Y no es que yo me erija aquí como guardián de la ética y la moral, sino que si lo hacen por el botín, ya no se podrían llamar políticos sino mercenarios. Es por eso que hay que ser muy precisos en identificarlos, aunque resulte muy difícil al comienzo, pero al final ellos mismos se quitan las máscaras. Ya ustedes deben haber identificado a algunos…
Y ese es el reto que tenemos. Conseguir políticos capaces cuyos perfiles vayan más allá del político común que menciona Naim, de esos que “están viendo todo el tiempo para dónde va el viento” y “tiene familia que mantener”, sino de gente entregada a un apostolado muy duro y decidida a recuperar el país. Solo con esa determinación se puede conseguir ese objetivo. En ese sentido podríamos afirmar que una cosa es la política como oficio en una situación de normalidad y otra muy diferente la política en la situación compleja donde nos encontramos ahora.
Tal vez algunos me dirán que esos políticos ya existen, y no tendría por qué dudarlo. Y si es así, sería muy importante que se manifiesten pronto, ya que nadie podría negarme que no se han hecho sentir lo suficiente, dado que aún nos encontramos en el hueco donde estamos.
Ejercer la política como oficio en estos tiempos oscuros de guerra, es un acto mucho más necesario y noble que hacerlo en los tiempos iluminados de la paz. El tipo de persona necesaria es diametralmente opuesta al mencionado por Naim en su entrevista. Se requiere de mucho valor, visión e inteligencia. Se requiere de una amplitud y humildad de alma, difícilmente encontrada en cualquier persona, porque nadie reúne en lo personal todo lo que se requiere saber para vencer a esta hidra de miles de cabezas que enfrentamos, por lo que debe dejar con humildad que otros le guíen y enseñen, y aceptar de buena gana que no lo sabe todo. Pero sobre todo y lo más importante, un ilimitado amor por este país al punto de arriesgar su vida en ello, y no esperar cobrar ningún botín cuando haya tenido éxito en liberar el país.
Y ustedes me dirán que ya hay personas con ese perfil en toda la geografía venezolana, y no lo dudo. Venezuela siempre se destacó con honores en eso desde los tiempos de la Independencia. Sin embargo, por alguna razón han quedado excluidas de ejercer el noble oficio de la política, porque quienes lo dirigen aún no terminan de comprender que sus bases cambiaron porque el país cambió, y ya el oficio DEBE Y TIENE QUE SER OTRO en esta hora amarga de Venezuela. Aquí aplica perfectamente la lógica del escritor norteamericano G. Michael Hopf, citada al comienzo de esta nota.
Los tiempos difíciles de las dictaduras del siglo XX crearon a los políticos fuertes que inauguraron los 40 años de paz y convivencia que vivió el país, la época más larga en democracia en toda su historia. Lamentablemente, esos buenos tiempos crearon los políticos débiles que generaron estos tiempos difíciles que comenzaron en 1999.
Terminando el ciclo, estos tiempos difíciles crearán a los hombres y mujeres fuertes para una nueva época de buenos tiempos. Ojalá que ellos moldeen la política como oficio, con políticos de las características que tuvieron los del comienzo del ciclo, y que no por casualidad son las mismas que describí antes. Tal vez eso nos pueda garantizar un nuevo amanecer para Venezuela.
Caracas, 18 de Julio de 2025
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