Foto: María Cecilia Aguana (†)
Por Luis Manuel Aguana
¿Por qué si en realidad se cumplieron las predicciones que se anunciaban desde el pasado mes, de una altísima abstención electoral para el pasado domingo 27 de julio con las elecciones municipales, no siento que realmente estemos avanzando en nuestro empeño de años de remover los usurpadores del poder en Venezuela?
Y me disculpan los que se sienten triunfadores por la abstención histórica del pasado domingo 27 de julio. No es que ese resultado no sea una muestra masiva de rechazo al régimen de Nicolás Maduro Moros y su sistema electoral. Eso lo sabemos de sobra precisamente hoy, después de un año de las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024. No. No tengo problemas con el dilema de votar o no votar. Tengo problemas con lo que pasa después de que tenemos éxito con un llamado abstencionista (ver mi nota de hace 12 años, Votar o no votar, he aquí la cuestión, en https://ticsddhh.blogspot.com/2013/10/votar-o-no-votar-he-aqui-la-cuestion.html).
Exponía en ese entonces: a la pregunta de “¿llamarías a la abstención?”, la respuesta es: depende si este llamado forma parte de una estrategia consolidada entre todos los opositores reales, organizados entre sociedad civil y partidos no colaboracionistas del régimen para responder a la pregunta de qué hacer después que nadie vaya a votar. Lo que sucedió el 2005 fue un rotundo éxito como hito histórico. Y lo que pasó después fue que nadie cosechó lo que significó eso y quedó como un hecho aislado que se nos devolvió amargamente. Si se ha de llamar a la abstención, es porque organizadamente sabemos lo que vamos a hacer después de que tengamos éxito.
Pero no fuimos solo nosotros como opositores los que confirmamos el rechazo al régimen de Nicolás Maduro Moros, sino también el régimen, que confirmó igualmente que el sistema de “votaciones libres, universales, directas y secretas”, establecido en el Artículo 63 Constitucional, es un estorbo que lo expondrá de ahora en adelante a un rechazo masivo para cualquier consulta electoral con el “mejor sistema electoral del mundo”, por lo que ese sistema será una de las primeras modificaciones que adelantarán en su nueva propuesta de Reforma in-Constitucional de enero de 2026.
El Dr. Allan R. Brewer-Carías, destacado abogado constitucionalista venezolano y ex constituyente de 1999, expresa en su artículo de El Nacional del 28 de julio lo siguiente:
“…resulta entonces claro, en mi criterio, que en Venezuela ya no podrá haber otras elecciones en las cuales la oposición pueda participar. Ya el régimen sabe, y lo sabe bien, que nunca más podrá ganar una elección democrática, por lo que las elecciones que se han realizado después del 28 de julio de 2024 y las que realicen en el futuro estarán total, pero totalmente controladas y amañadas, incluso de antemano con la escogencia anticipada de los candidatos a competir…”. Y concluye tajantemente: “puede decirse que en Venezuela, si sigue el régimen autoritario actual, y se aprueba la reforma constitucional que se está preparando, en el futuro ya no habrá más elecciones democráticas representativas” (ver El Nacional, Allan R. Brewer-Carías, Sobre la destrucción del Estado de derecho y la imposibilidad de que pueda haber elecciones de democracia representativa, 28-07-2025, en https://www.elnacional.com/2025/07/sobre-la-destruccion-del-estado-de-derecho-y-la-imposibilidad-de-que-pueda-haber-elecciones-de-democracia-representativa/).
Pero, ¿organizadamente sabemos lo que vamos a hacer después de haber tenido éxito en llamar a la abstención el pasado 27 de julio? Todos los mensajes que envía la cúpula opositora al país así lo indican, aunque hasta ahora lo que hayamos visto en concreto no pase de pedirnos paciencia y mantenernos a la espera de “algo” que debe suceder.
¿Y hasta cuándo debemos esperar? Porque esa espera tiene un tiempo límite, que no es otro que enero de 2026, momento en el cual el régimen procederá a la reforma írrita de la Constitución de 1999 con su nueva Asamblea Nacional, por lo que cualquier cosa que pretendamos hacer ajustándonos al presente texto constitucional, va en descuento de tiempo.
Y lo peor es que la oposición no ha dicho absolutamente nada acerca de esta situación, como lo apunta el Dr. Brewer-Carías en el artículo citado: “Lo grave, ahora, es que esa reforma constitucional ya anunciada, sobre la cual —lo digo con asombro— la oposición democrática sigue sin pronunciarse ni denunciarla, va a ser sometida a referendo aprobatorio, pero con la seguridad de que ya no podrá ocurrir lo que sucedió en 2007 cuando una reforma constitucional similar fue rechazada por el pueblo, sino que ocurrirá lo que sucedió con el referendo consultivo sobre el Territorio Esequibo de diciembre de 2023, y la elección reciente de los diputados, en las cuales, aun cuando nadie fue a votar, anunciaron haber sacado más de diez millones de votos aprobando las preguntas respectivas”.
Lo que hemos visto, concretamente hasta ahora, es que el cerco internacional en torno al régimen venezolano se ha estrechado. La reciente decisión del gobierno norteamericano en torno al Cártel de los Soles, al declararlo como organización terrorista que incluye a la cúpula del régimen, los arrincona y hace que aceleren cualquier medida para aferrarse aún más al poder.
Sin embargo, esas manifestaciones exteriores, son solo eso, exteriores y no dependen de lo que podamos hacer los venezolanos. Es como si supiéramos de antemano que una tragedia está por ocurrirnos, como un terremoto o una inundación, y nos quedáramos paralizados, esperando que algo exterior nos salve, sin movernos.
Esto no significa que alguna ayuda externa pudiera surgir en el medio de una espera que luce interminable, sino que deberíamos al menos irnos preparando para una eventualidad que sabemos de cierto que va a ocurrir, si no pasa algo que lo impida. En los ejemplos citados, la Defensa Civil le advierte a la población que tomen las medidas necesarias para evitar al máximo las pérdidas del desastre.
En nuestro caso, la defensa civil opositora debería ir instrumentando las medidas pasivas y activas necesarias para que, en el caso de llegar la tragedia, ella se encuentre a una población movilizada y atenta, y no a la espera simple de una catástrofe política.
Como contribución a las ideas, una de esas medidas bien podría ser una Consulta Popular promovida por la oposición, conducida dentro y fuera del país, con medios alternativos de participación, no solo para rechazar mayoritariamente el bodrio de una Reforma in-Constitucional del régimen, sino para reafirmar la extraordinaria gesta del 28 de julio de 2024, y consultar al pueblo si desea o no convocarse para decidir en una Asamblea Nacional Constituyente el destino del país.
Eso no solo movilizaría a la población, sino que le daría una clara señal a la Comunidad Internacional de que cualquier ayuda que decidan darnos antes de la tragedia de enero de 2026, contaría con el firme respaldo de una población mayoritariamente activa y dispuesta a oponerse a un cambio írrito de la Constitución. Y eso va más allá de la decisión que el pueblo tomó en las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024 y la abstención militante del 27 de julio de 2025. Todavía hay cosas que se pueden hacer más allá de esperar, como ovejas en un matadero, a que nos terminen de sacrificar en Venezuela.
Caracas, 29 de Julio de 2025
Blog: TIC’s & Derechos Humanos, https://ticsddhh.blogspot.com/
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
No hay comentarios:
Publicar un comentario