Por Luis Manuel Aguana
Un viejo dicho
que la experiencia ha comprobado como cierto, indica que los pueblos que no
conocen su historia están condenados a repetirla. En el devenir del tiempo histórico
de esta Tierra de Gracia, como llamó Cristóbal Colon a este espacio del mundo
donde habitamos, han pasado muchas cosas, algunas que bien podrían considerarse
más terribles de las que ahora vivimos.
En esta época
de convulsión política, muchos han indicado no sin cierta razón, que los venezolanos
nos hallamos a las puertas de un conflicto civil de impredecibles consecuencias
como producto de las decisiones de un desgobierno que no quiere acceder a darle
cauce al deseo de cambio de un pueblo que se ha manifestado claramente a través
del voto del 6D/2015.
No es la
primera vez que el pueblo venezolano ha reaccionado producto de las decisiones
de un gobierno, en especial en épocas consideradas muy sensibles y que han sido
precursoras de cambios muy importantes y decisivos en nuestra historia
republicana.
Es posible que
el común de la gente no conozca que Venezuela estuvo a punto de un conflicto civil
luego de la Guerra de Independencia, como consecuencia de un decreto del Senado
del Congreso de la Gran Colombia, radicado en Santa Fe de Bogotá, que produjo
una orden del Poder Ejecutivo para suspender del mando militar al General José
Antonio Páez de la Comandancia del Ejército venezolano.
Esa suspensión
acatada en primera instancia por este prócer de la Independencia venezolana, no
logro cristalizarse por varias razones que el mismo General Páez expone en su
carta del 1ro de Mayo de 1826, dirigida al Intendente del Departamento de Venezuela el Dr. Cristóbal Mendoza, y redactada
por el Dr. Miguel Peña de Valencia (que reproducimos íntegramente en este blog en
http://ticsddhh.blogspot.com/2016/07/carta-del-general-jose-antonio-paez-al.html).
Como se verá, Páez
indica que obedeció las órdenes y dio las instrucciones para el reconocimiento
del nuevo jefe, pero “el pueblo por su
parte no estaba tranquilo, se había reunido dos veces en la Municipalidad (de
Valencia) manifestando que yo era la
única persona en quien tenía confianza para la defensa exterior, orden y
tranquilidad interior…” Y más adelante continúa: “La Municipalidad disolvió mis dudas; y después
de haber el señor Gobernador manifestado cuanto le fue posible en aquel acto, votó manifestando que el impulso general
de un pueblo era irresistible, que las calamidades eran ciertas, que no había
tranquilidad ni seguridad, y que yo debía ceder a las súplicas y demostraciones
de un pueblo que daba la prueba más sincera y espontánea de su elección y que
buscaba por este medio su propia conservación: solo faltaba yo para
completar esta escena ¿Qué podía hacer? Dígamelo Ud. desde el fondo de su
corazón. El pueblo me carga y me impulsa, me representa males que yo he visto y
me encarga de su bienestar” (subrayado nuestro).
De acuerdo a
su propia declaración, se le planteó a Páez la disyuntiva de ponerse al frente o
no de un movimiento que terminaría separando a Venezuela de la Gran Colombia, o
que la guerra civil incendiara a Venezuela: “El
hombre público no es suyo, ni nada es cierto en revoluciones sino lo que ya está
hecho. En las manos de Ud. está cortar los males de una guerra civil que puede
originarse. Bogotá nos ha mandado una revolución envuelta en un pedazo de papel…”.
Páez escribe a
seguidas otra carta con argumentación similar a Doña María Antonia de Clemente,
al día siguiente de la anterior (2 de Mayo de 1826), indicándole como a Mendoza
la situación de una inminente insurrección de las tropas del Apure: “Asegúreles Vmd. esto, y infórmeles que en
su mano, prudencia y medidas está evitar los horrores de una guerra civil, y la
desolación entera de Venezuela que quedaría sepultada en sus ruinas” (ver carta completa en http://ticsddhh.blogspot.com/2016/07/carta-del-general-jose-antonio-paez.html).
Es posible que esta haya sido su manera de informarle indirectamente de su
decisión al Libertador.
En efecto, es la
hermana del Libertador, Doña María Antonia Clemente (esposa del General Lino de
Clemente) quien informa de urgencia a su hermano en relación a esta grave
situación en carta del 4 de Mayo de 1826 (ver carta reproducida completamente
en http://ticsddhh.blogspot.com/2016/07/carta-de-dona-maria-antonia-de-clemente.html):
“Esta impolítica de Bogotá nos ha puesto
en estado de anarquía; pues esta medida, como otras muchas, han puesto al
pueblo de Valencia y al ejército en disposición de pedir separación de Bogotá;
cosa a mi parecer perjudicial. Caracas tiene que adoptar esta medida para no
verse envuelta en una guerra civil, pues ya sabes que las fuerzas de este país
están en los llanos. Dios sabe qué pasará si tu no vuelas a sacarnos de este
inminente peligro”.
La hermana del
Libertador sabía dónde estaba y sigue estando la fuerza para cambiar el curso
de la historia, cuando las decisiones que se toman no están sintonizadas con la
voluntad de un pueblo. Y la historia está allí para constatar que poco pudo
hacer el gobierno en Bogotá para cambiarla.
¿Y ustedes dirán,
de donde viene este recordatorio de la historia de Venezuela? Los venezolanos debemos
percatarnos que lo que ya pasó está pasando de nuevo: 1) Un gobierno toma
decisiones sin tomar en cuenta que el significado para la población de los
actores involucrados podría cambiar el balance del poder; 2) Se está ignorando que
los pueblos –y sus ejércitos- siguen a sus líderes naturales, más aun en un
país con gente que se anota con caudillos, y no con gobiernos; 3) La gente en
esencia no cambia, quieren siempre lo mismo, que los liderazgos les resuelvan
las necesidades básicas de tranquilidad, seguridad y propia conservación, desconociendo
a cualquiera que no se las garantice. Lo que está faltando ahora para iniciar
el cambio es quien complete la escena, como en su momento la completó Páez, al
asumir el mando militar y político de Venezuela (“faltaba yo para completar esta escena”). Es posible que ese quién
ya exista, y solo este esperando que el pueblo y su ejército lo vaya a buscar
como buscaron a Páez…
Pero lo más
importante que está por venir es el cambio drástico en las circunstancias políticas
del país a raíz de la repetición de los mismos errores del pasado. Y así como ese
terremoto, cuyo epicentro fue Bogotá en 1826, que produjo la separación de
Venezuela de la Gran Colombia algunos años después, este próximo sismo que se
está gestando como consecuencia de lo mismo, traerá una recomposición política que
se traducirá en un cambio de magnitudes semejantes a la creación de un nuevo país
en 1830.
Y esos cambios
no pueden salir de otra cosa que no sea de una Asamblea Nacional Constituyente
como conclusión natural de este nuevo ciclo histórico, que como hemos visto desde
esa época en Venezuela, comienzan siempre con la amenaza de una guerra civil
provocada por las decisiones de quienes están en el poder. Habrá que asumirlos
como antes lo asumieron nuestros ancestros. El resultado positivo o negativo de
eso que se nos viene encima como condena de una historia repetida, solo
dependerá de nosotros…
Caracas,
8 de Julio de 2016
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana