Por Luis Manuel Aguana
Luego de ver los videos hechos
públicos con las imágenes lamentables de Juan Requesens, sometido por la
policía política del régimen, se confirman los cien años de retroceso del país,
no solo en lo que visiblemente se nota de la destrucción de su planta física,
sino en su degradación ética y moral. La única diferencia que podría existir
entre lo que hacían los esbirros de Juan Vicente Gómez en la Rotunda y el
Castillo de Puerto Cabello y lo que hace el SEBIN/DGCIM de Nicolás Maduro, es
que ahora podemos percibir en vivo-directo o diferido en un medio digital las
fechorías cometidas por el régimen de Nicolás Maduro en contra de los Derechos
Humanos de los presos políticos.
Los años de convivencia
democrática y libertad habían logrado echar al olvido el “know how” de los torturadores.
Pero eso no resultó problema para Nicolás Maduro. El régimen cubano envió gente
conocedora de esas técnicas macabras, ahora actualizadas, y cuya experticia les
viene a su vez de la KGB soviética y de la Stazi de la Alemania Oriental,
aderezadas por la experiencia de casi 60 años de someter al noble pueblo
cubano. Es por eso que vemos en los videos a un Juan Requesens drogado, desnudo,
cubierto de excrementos, completamente robotizado, diciendo y haciendo lo que
les vino en gana a los esbirros que lo custodian.
Si después de este espectáculo
alguno de los partidos colaboracionistas de la oposición oficial se atreve a
negar que aquí haya un régimen dictatorial violador de derechos humanos, que no
se puede combatir con los métodos tradicionales de la democracia, que se retire
de la política o se inscriba en el PSUV. Con estos videos, que no es más nada
que una pequeña demostración de lo que realmente les hacen a los presos
políticos en esas mazmorras, el régimen derramo la gota que faltaba entregando
a los venezolanos que no aceptamos su forma de gobierno una carta blanca para
combatirlo, sin parar en cual método usar para desplazarlo, de acuerdo a las
convicciones de cada cual. De allí que ya se estén discutiendo abiertamente en
programas de televisión en el exterior, que se continuarán con los atentados
para dar de baja a Maduro y los principales del régimen, sin importar lo que
pase en el camino. Esa es la declaración abierta del comienzo de la violencia
política en Venezuela.
Cuando estamos a las puertas de
esa locura que sabemos cuando comienza (de hecho ya comenzó) pero no cuando
termina (Colombia lleva más de 50 años), es pertinente hacer un alto para
analizar que opciones tenemos los venezolanos antes de que se desaten los
demonios.
Efectivamente los venezolanos nos
hallamos sin salidas democráticas a esta crisis. Deseábamos pensar que votando
pacíficamente podríamos solucionar los problemas con un cambio ordenado y
democrático de gobierno. Y por eso escuchamos los cantos de sirenas de la
oposición colaboracionista. Lamentablemente se engañaron y nos engañaron a
nosotros. Y ahora pretenden seguir sirviéndose de ese engaño para continuar
mamando de la teta del Estado por la vía de cargos de elección popular negociados
en el régimen el próximo diciembre. De esta manera el régimen compra a la
oposición para mantenerse en el poder.
Una a una ha cortado las vías para
una salida democrática, pacífica y constitucional. Resultado: se han afianzado
en el poder y han manifestado abiertamente que no lo dejarán a pesar que el
pueblo ha expresado su voluntad de cambio a través de un plebiscito el 16 de
julio de 2017. De acuerdo a The Economist, “Al bloquear el cambio democrático y
al no detener el declive de Venezuela, el Sr. Maduro se ha hecho vulnerable a
la expulsión por la fuerza.” (ver https://www.economist.com/the-americas/2018/08/09/a-failed-drone-attack-shows-that-nicolas-maduro-is-vulnerable).
La implantación del modelo
castrista en Venezuela ha acelerado en varios órdenes de magnitud la crisis
económica, al haberse destruido la industria petrolera y el aparato productivo
del país, provocando la hiperinflación más alta vista en el planeta. Solamente
por esta situación que ha conducido a nuestro país a una catástrofe mucho más
grande que la provocada por una guerra, algunos venezolanos han sentenciado a
muerte a Nicolás Maduro.
¿Existe otra opción distinta de
dar de baja a Maduro en una guerra de baja intensidad que el mismo régimen nos
ha declarado a los venezolanos, que lo único que queremos es vivir y
desarrollarnos en paz, democracia y libertad? Yo creo que sí. Si Maduro y su
régimen se empecinan en atrincherarse en el poder por la fuerza, a contravía
del deseo expresado por los venezolanos, tarde o temprano algún atentado tendrá
éxito. De eso no le puede quedar la menor duda al régimen. Otros jefes de
gobierno murieron en atentados teniendo mejores condiciones de seguridad que
las que exhibió el régimen de Maduro el sábado 4 de Agosto. Pero eso no nos
garantizará a los venezolanos que el ruinoso sistema de hambre comunista cubano
salga de Venezuela.
De hecho, si hubiera tenido éxito
ese atentado del sábado 4 de Agosto, Delsy Rodríguez (que por cierto
sospechosamente no estaba en esa tarima) se hubiera encargado del poder y
probablemente, en unas nuevas elecciones amañadas del CNE, tuviéramos en
nuestro futuro, 30 días después, a otro jefe de gobierno mucho peor que Maduro.
Les dejo a su imaginación quien pudo haber sido.
¿Qué otras opciones tenemos?
Pienso que esperar la decisión definitiva del juicio de Nicolás Maduro por
corrupción propia y legitimación de capitales que en este momento se le sigue
en el Tribunal Supremo de Justicia legítimo en el exilio, pudiera darle un
cauce no violento a su salida. Veamos.
Dada la contundencia de las
pruebas presentadas en las audiencias públicas del juicio llevado a cabo en
Bogotá, por parte de la Fiscal General de la República legitima, Luisa Ortega
Díaz, será el ciudadano Nicolás Maduro Moros indudablemente declarado culpable
de los cargos que se le imputan, ratificándose de esa manera la falta absoluta
de quien ejerce la primera Magistratura del país, por parte del TSJ legitimo.
Ese hecho trascendental que deberá
ocurrir en los próximos días, obligará al TSJ legítimo a asumir la
responsabilidad de designar un Gobierno de Emergencia Nacional en el exilio, en
virtud de la abierta negativa de la Asamblea Nacional de hacerlo, no solo por
el colaboracionismo demostrado de su Directiva sino por el secuestro abierto de
la institución por parte del régimen y la persecución y encarcelamiento de sus
diputados, como efectivamente se demostró con el caso del allanamiento sumario
de la inmunidad parlamentaria de Juan Requesens por parte de un organismo
ilegitimo como la Asamblea Constituyente que manejan.
Al nombrarse un Consejo de
Gobierno de Emergencia Nacional, el TSJ legítimo estaría generando un nuevo Poder
Ejecutivo constitucional para Venezuela, con amplios poderes para el
nombramiento de un Gabinete, así como embajadores ante las sedes más
importantes del mundo (OEA, ONU, Estados Unidos, Comunidad Europea, etc.). Este
Poder Ejecutivo en el exilio tendría el pleno reconocimiento del mundo
civilizado que ha rechazado al régimen de Maduro y su inconstitucional Asamblea
Constituyente. A partir de ese momento Maduro y su régimen ya no serían
considerados un gobierno válido a los ojos del mundo, sino unos atracadores que
asaltaron el poder que deben ser desalojados.
Asimismo ese Poder Ejecutivo con
sus facultades podría perfectamente hacer uso de todos los Tratados
Internacionales de asistencia para presionar a quienes detentan el poder de
facto en Venezuela para la aplicación de la Injerencia Humanitaria que ellos si
estarían en la capacidad y posición de coordinar desde afuera. O el régimen de
Maduro negocia su salida, la de los cubanos y el resto de las fuerzas que han
traído al país, o se solicitaría el establecimiento de un grupo de avanzada
internacional para restablecer la democracia en Venezuela, tal y como ocurrió
con Haití en 1994 (ver Resolución 940,
de 1994, del Consejo de Seguridad de la ONU, “Aprobación del establecimiento de un grupo de avanzada de la UNIH para
restablecer la democracia en Haití y el pronto retorno del Presidente
legítimamente electo y las autoridades del Gobierno de Haití, y prorrogar el
mandato de la UNMIH” http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=S/RES/940%20(1994)
). De acuerdo con este precedente no existe ningún impedimento para que el
Consejo de Seguridad de la ONU no haga lo mismo para el caso de Venezuela, porque
ya existiría un Gobierno legítimo de venezolanos en el exilio a
quien entregarle el poder.
Así pues que si existe otra manera
de plantearse la salida de Maduro y del régimen más allá de cometer un crimen,
por muy justificado que este pueda parecer. Esa respuesta es muy propia de los
venezolanos y su manera de desear soluciones instantáneas a problemas
complejos, lo que nos ha hecho crear “instituciones” tan arraigadas en nuestra
cultura como los operativos de comida, de transporte y de servicios públicos.
Esa manera de enfrentar los
problemas, que bien pudiéramos llamar solución a la venezolana, puede
servir para “resolver” en el momento, pero no corrige el problema de fondo sino
que lo agrava. Esa solución a la venezolana de despachar a Maduro sin resolver el
problema estructural, alargaría nuestro sufrimiento. En este problema nos
metimos todos queriendo salir de una manera rápida de los políticos que
conocemos bien, con un militar golpista que nos arruinó la vida y el país. No
volvamos a cometer ese error monumental, y aunque nos cueste un poco más de tiempo
y sufrimiento debemos tener la paciencia para resolverlo de la manera correcta
y estructurada, para no ocasionar una situación peor de la que ya tenemos.
Caracas,
12 de Agosto de 2018
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana