Por
Luis Manuel Aguana
Latinoamérica
está cayendo en la trampa del llamado “voto electrónico”. Si conceptualizamos
como “voto electrónico” el reemplazo de la manera en que la voluntad del
elector, comúnmente denominada “voto”, entra a un sistema electoral automatizado,
pasando de una forma “manual” a una “computarizada” entonces estamos en presencia
de un cambio en el concepto de escrutinio, lo cual implica que serán las
máquinas quienes elegirán a nuestros gobernantes, no nosotros. Entonces el
problema en realidad no es el “voto”, es el escrutinio. Veamos esto en detalle.
Los tecnócratas
les han vendido a los políticos, que en su generalidad no son técnicos en la
materia, que colocando un elemento electrónico de captura de la voluntad del
elector en la mesa electoral se logrará agilidad y precisión en los resultados
de los procesos electorales. Eso es una verdad a medias y muy interesada.
La
aplicación de los sistemas automatizados a los procesos electorales conllevan
un elemento que no posee ningún otro proceso al cual se le pueda aplicar la
tecnología de la información: la transparencia. ¿Cómo poder estar seguros que
no hubo trampa y que se respetó la voluntad del elector en un proceso tan vital
como el electoral? La única manera que se puede hacer eso, es en el origen
mismo de todo proceso: el “voto” del elector.
La manera
que habíamos tenido todos los países que realizábamos elecciones para elegir gobernantes
era la presencia de los testigos de los factores políticos en disputa en las Mesas
electorales, que contaban a viva voz y a simple vista el “voto” o voluntad del
elector, expresada en una papeleta o boleta electoral al cierre del proceso.
Esos testigos ATESTIGUABAN, valga la redundancia, que los votos se
correspondían con la voluntad expresada por los electores, dejando plasmada en
un Acta esa certeza.
¿Qué le están
vendiendo las empresas que se dedican a
la automatización electoral a los organismos electorales del continente? Que
sean las máquinas quienes establezcan una certeza que es imposible que ningún mecanismo
automatizado pueda dar, trastocando el significado mismo y formal de la palabra
“escrutinio”.
Del Diccionario de la Real Academia Española-DRAE: Escrutinio: (Del lat. scrutinĭum).
1. m. Examen y averiguación exacta y diligente que se hace de algo para formar
juicio de ello. 2. m. Reconocimiento y cómputo de los votos
en las elecciones o en otro acto análogo. Por otro lado, del mismo
diccionario: Escrutar. (Del lat.
scrutāre).1. tr. Indagar, examinar cuidadosamente, explorar. 2. tr. Reconocer y
computar los votos que para elecciones u otros actos análogos se han dado
secretamente por medio de bolas, papeletas o en otra forma.
Véase que en ambas palabras derivadas, constituye un total
contrasentido la existencia de un “escrutinio automatizado” dado que el único
que puede hacer “examen y averiguación exacta y diligente” de algo para
formarse un juicio de ello es el ser humano. Asimismo, el acto de “escrutar” es
“indagar” y “examinar cuidadosamente”, cosa que solo está reservada igualmente
a las personas. Podemos contar los
votos con máquinas pero escrutarlos solo lo puede realizar un ser humano.
Al dejar
que sea una máquina la que realice el “escrutinio electrónico”, como se está
llevando a cabo en Venezuela desde el año 2004 y se está planteando próximamente
en Colombia a partir del próximo año, se abre una peligrosísima Caja de Pandora,
ya que se estaría cercenando el derecho de los testigos a “escrutar” si los
votos en realidad se corresponden con la voluntad del elector, atestiguando
desde el origen del dato su verdadera validez.
La
diferencia fundamental radica aquí en que un “voto electrónico” es un dato que
no ha sido escrutado por un ser humano y entra al sistema sin transparencia. En
cambio, un voto escrutado por un ser humano con todas las garantías, se
transforma luego de eso en un dato que entra a un sistema electoral
automatizado. Desde el punto de vista de la transparencia hay una diferencia
abismal entre ambos esquemas.
Al estar
en el dominio electrónico sin ser escrutado por un ser humano, el “voto
electrónico”, que es en el fondo la voluntad popular, puede ser transformado,
tergiversado, mutado a los intereses de cualquier factor de poder. Sin importar
quien diga lo contrario, cualquier programa computarizado puede ser alterado
para producir los resultados deseados. Pueden ver un ejemplo de esto en una demostración
de seguridad de una máquina de votación realizado en la Universidad de
Princeton (ver Security Demonstration http://www.youtube.com/watch?v=FGw8BAkdpBI).
La
tecnología puede permitir por diversas maneras y medios que el programa que
debiera contar los votos sea uno completamente diferente, dándose así resultados
igualmente distintos. Un programa malicioso que se introduzca en la maquina
puede tergiversar los resultados. En
cambio, si los seres humanos intervienen ANTES de que el dato sea introducido
al sistema, atestiguando su validez, cualquier sistema automatizado de tratamiento
y transmisión puede ser utilizado para coadyuvar a la rapidez y exactitud del
proceso, constatándose si fueron o no variados los datos a lo largo de la
cadena. Y es allí donde la tecnología tiene su verdadera aplicación en un
proceso como este, como auxiliar tecnológico para la gran suma y resultados
finales.
El meollo
de la trampa electoral del llamado “voto electrónico” no es que se usen
computadoras o transmisión electrónica para el proceso electoral, sino que las
leyes hayan eliminado el escrutinio manual que es el único que puede dar fe a
todo el mundo que la población votó de una manera u otra (“Ley Orgánica de Procesos Electorales, Artículo 141:
El acto de escrutinio deberá ser automatizado y excepcionalmente manual, cuando
así lo determine el Consejo Nacional Electoral.”).
He aquí
el verdadero problema que está enfrentando el continente con el cambio en los sistemas
de contar votos. Lo que en el fondo se debe exigir son ESCRUTINIOS MANUALES. Todo
está en el modelo tecnológico que se utilice para sistematizar los votos. Si el
“voto electrónico” no es más que un dato escrutado, este será un avance para
nuestros países. De lo contrario no es más que una trampa violadora del Derecho
Humano de Elecciones Auténticas, como la que estamos sufriendo los venezolanos.
Caracas, 12 de Noviembre de 2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana