Por Luis Manuel Aguana
Contaban los viejos que en las guerras que sufrió Venezuela en el
Siglo XIX, siendo la principal la Guerra Federal, el mecanismo que comúnmente
utilizaban los caudillos para reclutar “soldados” combatientes era buscarlos en
las aldeas de la geografía venezolana. El caudillo venía a caballo y los
hombres tomaban lo que tenían para ir a la guerra y lo seguían a pie corriendo,
detrás del hombre a caballo, dejando atrás mujer, hijos y familia.
En el Palabreo de la Loca Luz Caraballo, Andrés Eloy Blanco destaca
esa situación: “Tu hija está en un
serrallo / dos hijos se te murieron / los otros dos se te fueron / detrás de un
hombre a caballo /…”. Esa costumbre está profundamente arraigada en la
mente del venezolano. Aún esperamos “el hombre a caballo” que será al sigamos
para ganar esa siguiente “batalla”.
Y lo que pasa es lo que siempre ha ocurrido en todos los tiempos:
quienes siguen a ese “hombre a caballo” son los primeros muertos. Y esto ocurre
porque quienes siguen de esa manera al jinete generalmente lo hacen en las
peores condiciones para ir a una guerra: descalzos, semidesnudos, desarmados y
sin ningún conocimiento para el compromiso al que se les está convocando. Solo
tienen la esperanza lejana que ese “hombre a caballo” gane y ellos estén allí
para cuando eso pase. La esperanza de un mundo mejor en las manos del “hombre a
caballo”, a quien suponen que sabe adónde va y que es lo que hará cuando
llegue, pagando con justicia el esfuerzo para ganar la guerra de ese hombre
descalzo.
A algunos jinetes les ha ido bien, pero otros- la mayoría-, salen muy
malogrados de la experiencia, como a todos los que van detrás y a aquellos que
se quedaron esperando el éxito de ese “hombre a caballo”. Esos “combatientes” descalzos,
ese noble pueblo venezolano, no ha dejado de ser convocado una y otra vez para
seguir a “hombres a caballo”-y ahora también a “mujeres a caballo”-, no a ideas;
no a proyectos, sino a carismas; no a mensajes de fondo, sino a slogans. Es
condición indispensable educar a la gente para que piense y discierna que hay
que dejar atrás esa costumbre atávica. Ya es hora de dejar detrás al Siglo XIX.
Recuerdo ese pasaje de la historia venezolana al ver muchachos
recogiendo las firmas para la convocatoria constituyente que auspicia el
partido Voluntad Popular, donde sin mayores explicaciones les solicitan la
firma y los datos a las personas en las plazas, indicando que así se saldrá del
régimen, liberarán a Leopoldo, haciéndolo Presidente de la República. Respetando
las distancias y a quienes lo hacen, resulta el mismo cuadro donde se continúa
con la misma costumbre de seguir al “hombre a caballo”.
Todas las encuestas sitúan a Leopoldo López en el primer lugar en la
preferencia de voto, muy por encima de Henrique Capriles. Y creo que Leopoldo,
tarde o temprano, será Presidente de la República. De igual manera pienso que María
Corina Machado tarde o temprano también lo será, así como los nuevos liderazgos
que se han destacado en la lucha en contra de este régimen que caerá
irremediablemente. Lo que no creo es que puedan resolver los problemas de los
venezolanos con la presente estructura institucional, ¡y eso es al final lo que
todos queremos!
Elegiremos, una vez más, pero en un nuevo escenario, a otro conductor
para que trate de manejar un autobús que ya no sirve, con la consecuente nueva
decepción para los venezolanos, que terminarán desconfiando otra vez en la
democracia cuando el problema no es ese (ver la comparación del carro
accidentado en Doce Ejes y un Destino http://ticsddhh.blogspot.com/2013/06/doce-ejes-y-un-destino.html).
Desde el Movimiento Constituyente que auspicia el Proyecto País
Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/)
insistimos que el problema NO ES EL CHOFER y así se los vuelvo a indicar a los
dirigentes y la militancia de Voluntad Popular. Hay que reparar el autobús
primero para luego buscar al mejor chofer. No dudo que Leopoldo tenga los
méritos para ser el primer Presidente de la democracia por venir. Es más,
espero que lo sea. Pero siguiendo a un nuevo “hombre a caballo” no lo
lograremos y Leopoldo no debería ser el siguiente.
Debemos reparar el autobús PRIMERO y eso se logra cambiando las
estructuras de poder para reconstruir el sistema político, apuntando a dejar en
el pasado el sistema presidencialista, el del “hombre a caballo”, construyendo
de la nada un nuevo sistema que controle al poder y que todos los países que se
han desarrollado y tienen las mejores calidades de vida han logrado: un sistema
Parlamentario.
Queremos hacer una Constituyente para construir un nuevo autobús, edificando
desde cero las bases institucionales del país, con un Presidente que podamos
CONTROLAR institucionalmente desde un Congreso, y que no sea el dueño de
nuestra renta petrolera ni de ningún otro ingreso derivado de la productividad
de los venezolanos. Que las regiones sean polos de desarrollo y generen los
recursos para mantener un gobierno federal; y que se decida en un pacto institucional
del mismo nombre cual será el presupuesto con el que funcionará ese gobierno
federal, dejando a los Estados la autonomía para decidir su destino y su
desarrollo de acuerdo a sus propias potencialidades.
Estamos sentados sobre una mina de oro-y no me refiero al petróleo-, nos
estamos muriendo de hambre y todavía en el Siglo XXI pensamos que un “hombre a
caballo” es la solución. El principal problema que tenemos los venezolanos no
es que el régimen nos j… cada vez que le de la gana. Es romper las barreras
mentales que nos separan del pasado y aquellas que nos impiden acceder al
futuro.
Una Constituyente no es más que la vía para lograr construir ese
andamiaje, para no solo montar encima de él a cualquier personaje que los
venezolanos crean que debe conducir los destinos del Estado, se llame como se
llame, sino para darles cabida a muchos personajes que serán los constructores
de una Nación. Pero no a un Presidente que se adueñe de nuestro autobús. Es
más, que podamos despedirlo desde un Parlamento si vemos que nos conduce a un
barranco.
Esa es la diferencia principalísima de nuestro planteamiento
constituyente con el de nuestros amigos de Voluntad Popular y que muchos,
espero que hasta ahora, no han entendido todavía. En ese nuevo escenario las
cosas serían diferentes: los políticos no manejarían nuestra vida, ni los
venezolanos buscarían nunca más el siguiente “hombre a caballo” para que nos la
resuelva…
Caracas,
21 de Noviembre de 2014
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana