lunes, 10 de agosto de 2015

La perversión del sistema electoral automatizado y sus consecuencias políticas

Ponencia en la Cátedra Pío Tamayo del 21-10-2013
Por Luis Manuel Aguana

Gracias al Prof. Agustin Blanco Muñoz y a la Cátedra Pio Tamayo por esta nueva oportunidad de expresar puntos de vista acerca de lo que acontece en el país, en esta oportunidad en relación al sistema electoral.

El sistema técnico-electoral venezolano descansa sobre dos pilares: el Registro Electoral (los datos de los electores) y el Sistema informático que cuenta y transmite los votos (maquinas, programas y elementos de transmisión). El fraude técnico del cual hemos estado hablando es una combinación muy especial de: a) corrupción de la data de los electores (RE) y b) corrupción y/o cambio de los programas que generan los resultados. Si unimos a ello una “auditoria” guiada del árbitro electoral, eso termina de poner la lapida sobre la tumba de nuestro sistema de elegir gobernantes.

En esta oportunidad no me adentraré en temas densos como el Registro Electoral, cosa que ya ha hecho el Dr. Genaro Mosquera en esta misma Cátedra de una manera magistral y contundente. Simplemente tomaré su conclusión: el Registro tienen más personas de lo que estadísticamente debe tener, estando abultado de una manera considerable entre 3 y 5 millones de electores.

En esta oportunidad yo solo revisaré tres indicios que delatan al régimen en lo que damos en llamar el fraude técnico: a) la aparición de las captahuellas en el sistema electoral para el Referéndum del año 2004 y siguientes; b) El sistema de identificación al elector (computadoras a la entrada de los centros de más de 3 mesas); y c) La desaparición del escrutinio manual y el nacimiento de la Verificación Estadística Ciudadana (el famoso 54%).

Analizaremos cada uno de ellos:

Las Captahuellas

Desde el año 2004 nace en el sistema electoral venezolano la figura de este tenebroso aparato que captura la huella dactilar de los electores para ir a votar. Los jóvenes que cumplen ahora 18 años y son votantes por primera vez no podrían recordar-porque tenían 9 o 10 años y eran solo unos niños-, que el CNE incorporó este periférico a las puertas de los centros de los 8 estados más poblados del país, con la aviesa intención, 1) de saber quiénes iban a votar y 2) colocarlos solo en los centros de población consistentemente opositora para retrasar su voto.

El FRAUDE de la captahuella reside en la justificación dada desde su nacimiento en la escena electoral: la garantía de “un-elector-un-voto”. Veamos eso técnicamente en detalle. Supongamos que el CNE tenga la totalidad de las huellas de los electores, que se ha demostrado que no es así en más de 1.500.000 huellas, pero para los efectos del ejemplo solo supongámoslo.

La UNICA manera de garantizar que una persona haya votado UNA SOLA VEZ, usando este mecanismo, en cualquier mesa en todo el país, es que el repositorio de datos sea UNICO y contra el cual cada captahuella de TODAS las mesas haga una búsqueda y se marque al elector como “YA VOTO” cuando éste efectivamente lo haya hecho. Al intentar un elector fraudulento votar otra vez con su huella dactilar, y al realizar de nuevo esa búsqueda, el sistema indicará “ADVERTENCIA: ESTE ELECTOR YA VOTO”, con la consecuente respuesta de las autoridades.

Esto supondría un super servidor con una capacidad de tráfico para manejar las aproximadamente 40.000 maquinas concurrentemente y despachando respuestas en tiempo real al menos a 4.000 (un 10% conservadoramente) máquinas en todo el país. Por supuesto ese super servidor deberá ser tolerante a fallas y tener un espejo para que en caso de caídas fatales no interrumpa el servicio de las captahuellas. Ni siquiera el banco más grande del país, o tal vez del mundo, dispone de semejante infraestructura. Realizar un proyecto de tal naturaleza exigiría mucho tiempo,  prototipos, pruebas en vivo de tiempo de respuesta, pruebas del software en línea, infraestructura, etc, etc, etc…

Es por esa razón que cuando las personas llegan a la mesa electoral el funcionario le solicita la cedula para digitarla en un teclado, cuando lo correcto debería ser que se colocara primero la huella, se verificara esa huella en ese super servidor y se constatara si el elector votó o no antes en cualquier mesa en todo el país, contrastando con los datos de la cédula de identidad que presente el elector.

El actual procedimiento trae con la huella el registro del elector que está ubicado en la máquina de ESA MESA pero en modo alguno garantiza que esa persona no esté en otra y vote de la misma manera, con lo cual el principio básico por el que Jorge Rodríguez se gasto 65 millones de dólares en captahuellas nunca se cumplió en el año 2004 y menos aún en el resto de los procesos electorales a partir de ese año. No solo fue una mentira sino que también fue un acto de corrupción, aunado al hecho de que deja abierta la posibilidad técnica de que una persona vote varias veces en varias mesas en diferentes centros. El sistema entonces hace precisamente todo lo contrario para lo cual fue adquirido.

El sistema de identificación al elector (SIE)

La mentira que justifica el SIE se halla en la función de dar el número de la mesa y la línea del cuaderno donde vota el elector. Desde que hizo su aparición, ningún elector puede pasarse por alto esta estación para poder votar, so pena de ser agredido por el Plan República, en abierta violación a nuestro derecho constitucional de votar solamente con nuestra cédula de identidad.

Pero lo más interesante de este sistema nos lo revela la propia auditoría realizada por el CNE con el aval de “nuestros técnicos” electorales para las elecciones del 7-O.

Como podrán apreciar en la famosa “Auditoría” del CNE, se les presentó el sistema SIE a nuestros técnicos. Los técnicos se metieron en su tecnología, calcularon el número mágico (“hash”) que sirve para que no se puedan copiar los programas del sistema sin que la oposición  se de cuenta, pero NADIE ALLI se preguntó ¿Cuál es el propósito de este sistema?

Nadie allí le hizo una simple, sencilla y obvia pregunta al CNE: ¿Por qué se necesita el SIE si la ubicación de los electores está en los listados a las afueras de los centros? No, ellos se dedicaron a otra cosa. Se dedicaron a preguntar cuantos laptops habría en los centros y la distribución de ellos. ¡Más de 18.000 computadoras portátiles! ¡Qué descaro y que desperdicio de recursos de los venezolanos, con tanta necesidad y hambre!

Nadie allí indagó ni preguntó porque ese sistema se conectaba con un centro remoto a través de un sistema de comunicaciones, ni porqué, como se constató posteriormente, esas maquinas transmitían información de los electores. Nadie preguntó por las características técnicas de esos laptops y si podían o no estar conectados inalámbricamente. NADIE PREGUNTO NADA.

La desaparición del escrutinio manual y el nacimiento de la Verificación Estadística Ciudadana (el famoso 54%)

La justificación dada por el CNE la primera vez que se instituyó esta manera de contar nuestros votos fue que era “estadísticamente imposible” que si se verificaba el 54% de las mesas electorales, el resultado fuera diferente del total que el CNE nos dijera al totalizar el 100% de los votos automatizados. Esa fue la mentira que el gobierno nos metió al instituir en la Ley Orgánica de Procesos Electorales el voto electrónico por Ley: “Artículo 141. El acto de escrutinio deberá ser automatizado y excepcionalmente manual, cuando así lo determine el Consejo Nacional Electoral.

Entonces de acuerdo a ese cambio en la ley, las máquinas “escrutan” el 100% de los votos y nosotros “verificamos” solo un porcentaje de ellos. Sutil pero decisivamente tramposo. El régimen le cambió el sentido al idioma y al mismo tiempo nos sembró una trampa de incalculables proporciones al permitir que solo contáramos una parte de los votos, dejando a las maquinas hacer lo que quisieran con el resto.

Pero la mentira más aviesa en relación a la población votante es la convencerlos de que abriendo solo el 54% de las cajas es suficiente, estadísticamente hablando, para quedarnos tranquilos. ESO EN ESE SISTEMA ES FALSO.

Simplemente hagamos el ejercicio numérico. Pongamos un ejemplo: Un centro tiene 1000 votos y van todos los electores. Abrimos el 54% y dejamos sin abrir el 46%. Esto es, solo contaremos (Verificaremos) 540 votos. Supongamos, que en esos 540 votos la oposición saca el 55% y el gobierno 45% (10 puntos arriba). Esto es, 297 votos para la oposición y 243 votos para el gobierno, dando la ventaja a la oposición 55% a 45% de acuerdo al ejemplo.

Ahora veamos los 460 votos que estaban en las cajas que no se abrieron. Si en esas máquinas el CNE logra ponerle de forma fraudulenta al candidato del gobierno conservadoramente el 60º% de esos votos, esto es, de esos 460 votos el 60% se lo ponen al gobierno. Esto es 276 votos para el gobierno y los restantes 184 a la oposición. El resultado total del centro sería 519 para el gobierno y 481 para la oposición. Como son 1000 votos totales, resultaría el 51,9% para el candidato del gobierno y el 48,1% para el de la oposición (3,8 puntos por arriba) en todo el centro.

Esto es, dándole a la oposición de esos 460 votos solo el 40%. Ahora imagínense el escenario que no le dé nada, que sea el 100% de esos 460 no verificados. El resultado sería 703 votos al candidato del gobierno y 297 votos al candidato de la oposición. Esto es 70,3% para el gobierno y 29,7% para la oposición, solo en ese centro, aun teniendo nuestro candidato 10 puntos porcentuales por arriba antes del cambio en las mesas abiertas. Para el 8D se mantienen los 5.454 Centros de 1 sola mesa más 2.626 centros de 2 mesas, donde hubo, según ESDATA, la mayoría del gobierno.

Los expertos en estadística indican que los resultados en todas las mesas del mismo centro deben guardar una distancia porcentual muy baja, con lo cual si existen 10 puntos por arriba en las mesas abiertas eso debe mantenerse aproximadamente en todas las mesas por igual. Pero los resultados de los estudios rompieron ese patrón el 7-O (ver estudio Febres-Márquez Elección Presidencial en Venezuela 2012 – Evaluación de los resultados electorales presentados por el CNE Nov2012). ¿Se explican ahora porque se voltean los resultados de los conteos rápidos cuando empiezan los escrutinios electrónicos?

¿Por qué no podría correr otro programa que arroje resultados cambiados en las cajas que previamente se sabe que  no se abrirán y se transmitan esos resultados?

Y no lo tienen que hacer en todas las mesas del país sino en un conjunto de mesas en centros escogidos previamente. Por eso es que no les dió el análisis de Newcomb-Benford  realizado por Delfino y Salas  que reseñe en mi artículo “La Naturaleza delató al CNE” ni en el 2004 ni en el 2012, donde los resultados de la curva de Chávez siempre fueron uniformes, atentando contra esa ley natural. Es por eso QUE TENEMOS QUE CONTAR TODAS LAS BOLETAS.

Y aun si no las contamos, es absolutamente importante que el régimen no sepa con anticipación cuales mesas serán sorteadas para el proceso de Verificación Ciudadana sino hasta cuando todas cierren en un centro, cumpliendo a cabalidad la secuencia del Art. 441 del Reglamento Electoral. La MUD no ha podido detectar eso porque nunca han verificado ese 54%, con la respectiva Constancia de Verificación Ciudadana, no yendo más allá del 2.5% de las máquinas el 7-O pasado y nunca más allá del 12% según lo confesó Liliana Hernández en un programa de televisión con Nitu Perez Osuna.

Consecuencias políticas de continuar con un sistema pervertido de elecciones

Luego de muchas conversaciones con muchos de los principales actores políticos opositores llegamos a varias conclusiones:

·         No les interesa profundizar acerca del tema del fraude electrónico argumentando una credibilidad sospechosa en sus representantes técnicos, personajes que han demostrado su incompetencia al representarnos en todos los procesos electorales;
·         Estos técnicos les han convencido (¿?) que el fraude no es tecnológico sino producto del ventajismo, aun cuando les hemos presentado informes técnicos que prueban lo contrario desde el año 2004;
·         Todos los medios, incluido Globovisión cuando existía, silenciaron las declaraciones de técnicos y voceros que pudieran poner en duda la credibilidad del sistema electoral del CNE como línea política de la MUD, convirtiéndose esta última en la principal defensora del sistema electoral;
·         Concluimos que los dirigentes de la oposición no desean cambiar sino beneficiarse de este sistema al momento de cualquier cambio político que los ponga a gobernar, lo cual es un contrasentido porque utilizando la vía electoral jamás serán gobierno.

Entonces, el planteamiento es la convivencia y la negociación de los puestos electorales, ya que al estar ambas partes conscientes que los números electorales son manipulados, entonces lo que queda es repartirse la torta de acuerdo a un juego perverso que maneja quien tiene el sartén por el mango. En ese escenario no hay “plebiscito” que valga el 8D! Entonces, si esto lo sabe la MUD ¿a qué juego está jugando?

Por eso es que el 8D no será diferente en los resultados. Ya el gobierno tiene cuadrados los números en cada circunscripción electoral, considerando las debilidades estructurales de la oposición y de acuerdo al mapa previamente establecido: cuantos centros de 1, 2 y 3 mesas haciendo el mismo juego del 14A. El gobierno necesita consolidar las municipales para darle rienda suelta a su cambio comunal.

Sin embargo algo nuevo está pasando de manera significativa en todo el país. Aparecen como novedosas muchas candidaturas fuera del juego de la MUD-PSUV. Y esto tiene una lectura muy significativa. Los Concejales por definición deben provenir de las comunidades, no de acuerdos entre partidos, más aun cuando estos no fueron electos en un proceso de Primarias. Tanto en el chavismo como en la oposición quienes controlan los centros no son los partidos, son las comunidades de esos lugares donde los partidos han hecho un trabajo de manipulación. Al estar estas comunidades fuera de la esfera partidista, cualquier cosa podría suceder, comenzando por no dejar que la manipulación con las máquinas tenga éxito. Sin embargo esto es un proceso muy tímido en todo el país.

Habiéndose cerrado la vía electoral para poder cambiar este estado de cosas de manera pacífica, lo que nos resta es organizarnos como depositario de la soberanía para hacer uso del dispositivo Constitucional para cambiarlas. Votar o no votar no representa más el verdadero dilema de esta coyuntura. Los venezolanos están percibiendo que votando o no votando el 8D o en cualquier otra elección, no cambiará su calidad de vida o mejorará el rumbo equivocado de la nación. Lo medular es la necesidad de un cambio en la conducción del país y esto pasa por construir un nuevo sistema electoral que nos garantice Elecciones Autenticas.

Caracas, 21 de Octubre de 2013

Twitter:@laguana

sábado, 1 de agosto de 2015

Venezuela, República Federal (V)

Por Luis Manuel Aguana

Uno de los miedos más comunes que nos quieren infundir aquellos quienes se oponen a la tesis de la descentralización del poder político, es que se resucitara el caudillismo regional cuya muerte aseguro la "paz de los cementerios" de la República de Juan Vicente Gómez.

En efecto, Venezuela era un caos a principios del siglo XX. Los  caudillismos habían hecho su trabajo de mantener la Republica separada y desconectada, en manos de los herederos de la Guerra Federal del siglo XIX.

Cada provincia era una suerte de territorio feudal, propiedad de personajes cuyo generalato no provenía de ninguna academia militar sino que se había peleado y reclamado desde la Guerra de Independencia.

La prioridad de Juan Vicente de Gómez al acceder el poder fue acabar con cada uno de ellos y centralizar el poder en un solo lugar, sus propias manos, convirtiendo a Venezuela en un único feudo bajo su control, más manejable, creando en el camino las instituciones de alcance nacional necesarias para controlar el territorio, utilizando  gobiernos locales impuestos desde el centro del poder. Nacieron desde allí unas Fuerzas Armadas Nacionales, un sistema de hacienda pública, y en general todas aquellas instituciones que identifican ahora un Estado moderno.

Llegado el dinero del petróleo, se consolido ese modelo de control político del país desde un centro, con las ventajas y desventajas que eso conlleva, al punto que todavía existen defensores de ese modelo que funciona en tanto y en cuanto existan los recursos para mantenerlo.

Todavía existen personas que recuerdan esa época de la barbarie gomecista. Y aquellos que no la conozcan, basta que se lean la obra de Rómulo Gallegos y Arturo Uslar Pietri. Es por eso que se preguntan ¿Volver a eso? ¿Una constituyente para entregarles el poder a 24 caudillos regionales para que de nuevo hagan sus feudos, sin ningún control? ¿Entrar en una escalada separatista? ¿Retrotraernos al siglo XIX y principios del XX?

Veamos con calma como se come eso. Aunque el detalle lo pueden encontrar en el texto del Proyecto País Venezuela (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/), intentare en este corto espacio, no de convencer a quienes no quieren ser convencidos, sino a ilustrar a quienes entran por primera vez en esta discusión, de nuestra visión acerca de la necesidad-más actual que nunca-, de un cambio del modelo político, precisamente porque este, que medianamente nos funciono hasta ahora, no servirá para enfrentar los retos y vencer las complejidades futuras requeridas para conseguir bienestar en un mundo cada vez mas dinámico.

El modelo centralizado de distribución de riqueza basado en que unas pocas -o únicas- manos decidan qué hacer con los ingresos de los venezolanos, se encuentra desde hace bastante tiempo en vías de agotamiento, y se acelera en la medida en que disminuyen cada vez más los ingresos del país.

Si vemos el modelo centralizado de administración como una pirámide en cuya punta se encuentran aquellos que controlan el ingreso y en la base aquellos que esperan de la repartición, cuando hay mucho en el tope de la pirámide, algo siempre le “chorreará” a la base por muy mal que se administre.

Aunque este sea un modelo que de algún modo reparte pero de una manera ineficiente, su sostenibilidad en el tiempo se basa en que siempre haya algo para repartir. Y cuando los ingresos que se reparten no tienen como base el trabajo productivo de la población, como ocurre en el caso venezolano, la situación se hace más comprometida, al quedar las entradas del país al arbitrio de los precios de un bien-el único- cuyo valor de cambio en el mercado internacional no controlamos. Es hora de revisar un modelo político cuya fundamentación distorsiona el alcance de lo económico.

Obviamente si llega menos a la punta de la pirámide, quienes se encuentren más abajo en la base sufrirán más. Sin importar quien administre el modelo-el gobierno-, o qué ideología maneje (hemos comprobado que los comunistas son los peores), si llega menos habrá menos para todos. Y si a eso le añadimos la corrupción de los administradores, entonces el modelo se hace inviable por la voraz depredación, y a nadie, salvo a los administradores, le llegara nada. Ya estamos viviendo eso.

Esta es la situación en la que nos encontramos ahora. Una pirámide-un modelo de administración- que no funciona. Aunque sigamos teniendo los ingresos que el petróleo todavía nos garantiza, poco a poco el petróleo dejará de ser el paradigma sobre el cual sostenerse. El mundo encontrará cada vez más la manera de sustituirlo como alguna vez sustituyo la lana con material sintético. Posiblemente eso no ocurra inmediatamente pero nos dará el tiempo suficiente para desarrollar una alternativa económica pero eso no será posible con un modelo político que se fundamenta en un reparto de lo que no se produce.

Nuestra propuesta no es cambiar de manos la administración del actual modelo, que es la propuesta política de prácticamente todos los partidos opositores, cuya principal  promesa es que su opción hará mejor el reparto (entre otras cosas porque habrá poco que repartir luego de esta debacle), sino cambiar el modelo, llevando esa pirámide de una sola punta a un polígono de 24 puntas, con un pacto claro entre ellos de funcionamiento federal.

Los partidos que han propuesto una Constituyente para lo que ellos llaman “un cambio de modelo” no están hablando de este alcance. Desean, como todos nosotros, el cambio de la ideología del gobierno pero no del cambio de la pirámide de distribución. Ellos y nosotros estamos hablando de dos cosas completamente diferentes. Queremos una Constituyente para discutir un nuevo modelo de desarrollo político y económico en los términos del Proyecto País Venezuela.

Llevar de 1 a 24 los centros de poder político tendrá consecuencias inmediatas. Cada Estado manejara sus propios recursos y se regirá por su propia Constitución que devendrá de una Constituyente Regional, donde cada Estado decidirá su propio modelo de desarrollo, cuantos municipios deben atender, así como sus instituciones de control. Los recursos generados por su actividad económica se quedaran donde se produzcan. Decidirán sobre su educación, su sistema de salud, su sistema de justicia y seguridad, su economía.

No estamos hablando de fundar 24 repúblicas nuevas, sino de restablecer la autonomía regional que nunca se hizo efectiva desde la fundación de la Republica, ahora utilizando las ventajas que proveen las comunicaciones, el transporte y demás medios que no existían en los siglos XVIII, XIX y la casi totalidad del XX, y que todavía hay que fortalecer y desarrollar. En manos del Estado Federal quedaran las Fuerzas Armadas, el control de la moneda, con un Banco Central verdaderamente fuerte e independiente, la industria petrolera (o lo que quede de ella), y un Congreso con un sistema parlamentario que contaría con una autentica representación del pueblo y los Estados para el debido control del Presidente de la Republica y las instituciones de alcance federal.

Al elegirse los Senadores y Diputados en sus propias regiones en un sistema organizado de esta manera, ellos vendrían al parlamento en Caracas a luchar por los intereses de sus regiones, no a “conchuparse” y agavillarse con sus partidos en detrimento de sus mandantes ya que tendrían que rendir cuenta de sus acciones en sus propios Estados.

El ingreso mínimo del Estado Federal se establecerá al inicio de la construcción del nuevo modelo, formando parte de la nueva Constitución discutida en una Asamblea Nacional Constituyente. Pero serán los parlamentarios quienes decidan en un Congreso Federal el presupuesto federal. No seria, ni el partido del gobierno, ni el Presidente de la Republica sino las genuinas representaciones de los Estados, con una sanción final del Senado, máxima representación federal en el parlamento.

Entonces cada Gobernador y el resto de los cargos de representación popular serian controlados por su propio parlamento regional y sus instituciones. Sería un simplismo decir que este sería un caudillo inamovible como los que tuvo que liquidar Juan Vicente Gómez. Además sería sumamente difícil que estos dispongan de los recursos a su antojo como ahora prevalece en el actual modelo piramidal simplón, agotado y atrasado. Y menos aun que los 24 se compongan para entregarlos a otros países o robarse lo que es de todos los venezolanos de un solo viaje, como lo han hecho quienes hasta ahora han administrado la pirámide. Lo cerca que estarían de cada región no se los permitiría. Ha sido sumamente fácil ponerle la mano al dinero del país cuando este se encuentra bajo un solo control. Es por eso que nadie quiere cambiar el modelo. Es demasiado apetecible hacerse rico y hacer rico a los allegados solo por acceder al poder y más aun cuando se hace en condiciones absolutas.

Cada región entonces tendría la responsabilidad de aportar al común a través de un pacto federal, y de producir de acuerdo a sus potencialidades. No serian expectantes de una renta sino aportantes al común de un país. Cada Estado se desarrollaría y competiría con los demás por el mejor recurso humano. Se desarrollarían nuevas universidades y centros de conocimiento y se mejorarían los que existen para hacer de cada región un emporio de riqueza y calidad de vida. Venezuela seria como un todo, mejor que cada una de sus partes.

Es indudable que afinar un modelo como el propuesto tardara su tiempo y requerirá de ajustes en el proceso para encontrar el entonamiento que corresponda a nuestra idiosincrasia, pero definitivamente estamos convencidos de que hay que intentarlo. Venezuela tiene el material necesario para hacerlo.

De esta discusión debe quedar claro que el problema no es de administración sino del modelo que sustenta esa administración, y que deberemos enfrentar un cambio de mayor envergadura para salir de esta crisis y cauterizar lo podrido del sistema que tenemos. No existe en el mundo un modelo perfecto pero el que tenemos actualmente lo tienen los países más atrasados del planeta. Ya es hora de dar ese paso trascendental. Los venezolanos de ahora y de las próximas generaciones lo están esperando.

Caracas, 1 de Agosto de 2015

Twitter:@laguana